¿Existe relevo generacional?: la situación límite de la enfermería en España
La carga emocional por la pandemia y precariedad hace que muchos quieran abandonar la profesión. A todo ello se une el sesgo de género.
3 junio, 2022 02:53Noticias relacionadas
"Cada vez necesitamos más médicos y enfermeras. Los profesionales que hoy tenemos no dan abasto", señaló Ciro Cabezas, director gerente del Hospital Vithas Vigo, durante el Foro Económico Español 'La Galicia que viene' organizado por EL ESPAÑOL el pasado 9 de mayo. La frase resulta en una perfecta radiografía de la situación límite de los enfermeros de nuestro país. Sobre todo, ante las masivas jubilaciones que se avecinan en los próximos años.
El poso que ha dejado la pandemia es una carga muy pesada y difícil de llevar para los profesionales de la enfermería, que los ha llevado hasta la extenuación. La COVID-19 ha empeorado una situación ya de por sí frágil, donde la profesión se enfrenta a la precariedad y la inestabilidad laboral.
“El hecho de que las enfermeras de las últimas promociones que empezaron a trabajar directamente con la COVID-19 significa que, día sí y día también, se han enfrentado a la muerte de sus pacientes, sin poder hacer nada por sanarlos”, señala María José García, secretaria general técnica del Sindicato de Enfermería SATSE.
Desigualdad de género
A todo ello se une la doble desigualdad social y de género a la que se enfrentan las enfermeras. Las mujeres componen aproximadamente el 85% de la profesión en España. Tradicionalmente, la enfermería ha sido eminentemente femenina. “Nuestra profesión se basa en los cuidados y tradicional e históricamente siempre ha estado ejercido por las mujeres”, indica García.
En sus orígenes, añade, “cuando se atendía a las personas que estaban enfermas, era un cuidado informal y en muchas ocasiones estaba ejercido por personal religioso, especialmente las monjas”.
El problema, según García, está en que la profesión está completamente invisibilizada, y en ello el género, sin duda, influye. “En la mayoría de las culturas, no se tiene en cuenta la penosidad de cuidar y lo que conlleva de desgaste psicológico y emocional. Es una cosa a la que no se atribuye ningún mérito, parece que se hace sólo y que no tienen ningún valor, cuando es todo lo contrario y cuando además puede afectar mucho a la salud psicoemocional de las personas”.
Falta de relevo generacional
La difícil situación que ha dejado la pandemia ha generado un gran estrés y una sobrecarga emocional, lo que ha hecho que muchos estén incluso planteándose dejar la profesión. Además, los más mayores están pensando en prejubilarse.
“En la encuesta que hicimos en enero, de las enfermeras que se pueden prejubilar (a los 63 años), el 65% quiere marcharse”, señala Diego Ayuso, secretario general del Consejo General de Enfermería (CGE).
Todo ello genera un gran problema y es que no está asegurado que vaya a haber un relevo generacional. Sobre todo, debido al estancamiento en el número de plazas universitarias ofertadas. Al menos, para alcanzar la media de la Unión Europea, como, desde hace tiempo, viene exigiendo el CGE a las autoridades públicas.
Según los datos recogidos por el Consejo General de Enfermería, España se sitúa en 6,1 enfermeros por cada 1.000 habitantes, un número muy por debajo de la media de la Unión Europea. Eurostat sitúa esa media en el 8,07, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS), eleva la cifra a 8,77.
“Tenemos un déficit estructural”, señala Ayuso. Y para alcanzar los ratios europeos, según indica, habría que aumentar el número de profesionales de la enfermería en “aproximadamente unas 120.000”.
Ahora mismo, según los propios datos de la CGE, anualmente, se están ofertando 10.000 plazas universitarias y se producen 5.000 jubilaciones. Si se tiene en cuenta que muchas personas optarán por prejubilarse, la cifra se ajusta más aún.
Precisamente, durante el Foro Económico de Galicia organizado por EL ESPAÑOL, Rafael Silva, director de Relaciones Institucionales de HM Hospitales en Galicia, dio un dato muy revelador sobre su comunidad: “En los próximos cuatro años se jubila el 32% de las enfermeras”.
A ello se une que, de los 10.000 graduados en enfermería anualmente, “unos 1.000-1.500 se van a trabajar al extranjero, porque las condiciones laborales en España son mucho peores que en el norte de Europa”, afirma Ayuso. En nuestro país, los salarios son peores, las jornadas laborales son más largas y existe una mayor eventualidad.
Mayor inversión y reconocimiento
García considera que la pandemia ha hecho que la profesión de la enfermería haya tenido una mayor visibilidad por parte de la sociedad y que se valore más. Pero no así por parte de las administraciones que, según la secretaria general, “no están trabajando para recuperar el estado anímico de las enfermeras, sino todo lo contrario”.
“Te siguen sobrecargando de turnos, siguen sin valorar las horas extras que estás haciendo para no cargar a tu compañera, te siguen sin dar estabilidad laboral, ni la oportunidad de consolidar tu plaza”, se queja. A lo que añade, “se está contribuyendo a que esa enfermera se vaya minando emocionalmente y que llegue a plantearse dejar su profesión”.
Aumentar la estabilidad laboral es una de las grandes claves para mejorar la situación de los enfermeros. Por ejemplo, Ayuso valora que desde el Ministerio de Sanidad se haya decidido implementar una nueva política para pasar los contratos eventuales interinos a fijos. Pero, sostiene que aún hace falta mucho trabajo para alcanzar la media europea.
“Tenemos que aumentar el número de enfermeras por ciudadano para poder dar la calidad asistencial que realmente sería necesario”, señala Ayuso. Y aumentar ese número pasa por aumentar la cifra de plazas universitarias, actualmente "insuficientes", como señala Malules Carbajo, secretaria autonómica de Galicia del sindicato de enfermería SATSE.
Por el momento, el Ministerio de Sanidad ha anunciado el objetivo de aumentar en los próximos años un 10% las plazas MIR (médico interno residente) y EIR (enfermero interno residente) para suplir las jubilaciones masivas que se avecinan durante los próximos años. El objetivo es ligar este aumento con las plazas universitarias ofertadas.
No obstante, el problema, desde el punto de vista de García, es que las enfermeras son muy malas vendedoras del trabajo que hacen. Por tanto, reconocer su trabajo, tanto desde la sociedad como desde la Administración pública, es fundamental, porque como dice, “si enferma quien nos cuida, ¿quién nos va a cuidar?”