La nutrigenómica, la rama de la ciencia que estudia como la alimentación puede modificar genes específicos.

La nutrigenómica, la rama de la ciencia que estudia como la alimentación puede modificar genes específicos. iStock

Salud y Bienestar

Nutrigenómica o cómo tu ADN puede determinar lo que tienes que comer: esta es la explicación de los expertos

Se trata de una rama de la ciencia que estudia cómo los alimentos afectan la expresión de nuestros genes. 

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Imagínate esto. Dos personas desayunan un bol de avena con frutos secos y miel. A una le sienta genial, le da energía y la mantiene saciada toda la mañana. La otra, en cambio, siente hinchazón y a las dos horas tiene hambre otra vez.

¿Por qué pasa esto si están comiendo lo mismo? La respuesta está en su ADN. Y aquí es donde entra en juego la nutrigenómica, una rama de la ciencia que estudia cómo los alimentos afectan la expresión de nuestros genes.

No somos lo que comemos

Dentro del mundo de la nutrición existen "reglas universales" como "comer más verduras", "evitar el azúcar" o "beber más agua". Y todo eso está bien, pero la realidad es que cada persona responde diferente a la misma dieta.

Por ejemplo:

  • Café y cafeína: Hay gente que toma un café a las 8 de la noche y duerme como un bebé, mientras que otros beben un espresso por la mañana y se sienten ansiosos todo el día. Esto depende de un gen que determina si metabolizas la cafeína rápido o lento.

  • Lácteos: No todos toleramos la lactosa igual. Los europeos del norte suelen digerirla sin problema, mientras que muchas personas asiáticas y africanas presentan intolerancia. Esto está relacionado con el gen que regula la producción de la enzima lactasa.

Esto tiene un significado claro: no existe una dieta universal perfecta. Lo que funciona para una persona puede no ser lo mejor para otra, porque cada cuerpo tiene una "receta genética" única.

Aquí viene lo más interesante: lo que comes no solo afecta tu peso o tu energía, sino que también puede activar o desactivar genes específicos.

Esto es la epigenética, algo así como si tuviéramos interruptores en nuestro ADN que pueden encenderse o apagarse según lo que comemos y el estilo de vida que llevamos.

Piénsalo así. Si tu ADN es como un libro de recetas, los genes son las instrucciones para hacer distintos platos (funciones del cuerpo). Pero no todas las recetas se usan todo el tiempo. Algunas están "activadas" (se leen y se llevan a cabo) y otras "desactivadas" (se quedan en el libro sin usarse). Lo que comes y cómo vives puede influir en qué recetas se activan y cuáles se quedan en pausa.

Algunos ejemplos:

  • Inflamación y azúcar: Si comes muchos azúcares y ultraprocesados, podrías estar "activando" genes que promueven la inflamación crónica, lo que a largo plazo aumenta el riesgo de enfermedades como la diabetes o problemas cardiovasculares.
  • Omega-3 y salud cerebral: Por otro lado, alimentos como el salmón o las nueces contienen ácidos grasos omega-3, que pueden "apagar" genes relacionados con la inflamación y activar otros que favorecen la función cerebral.
  • Brócoli y cáncer: El brócoli y otras verduras crucíferas contienen sulforafano, un compuesto que puede ayudar a "encender" genes que activan mecanismos de desintoxicación y protección contra el cáncer.

¿Realmente sirve para algo?

¡Claro que sí! Te cuento algunos ejemplos concretos donde la nutrigenómica ya se está aplicando:

  1. Dieta y colesterol: Hay personas que, aunque coman sano, tienen el colesterol alto. Esto se debe a variantes en un gen, que pueden hacer que metabolices las grasas de forma diferente. En estos casos, una dieta baja en grasas saturadas puede ser más efectiva que una dieta baja en carbohidratos.

  2. Metabolismo y peso: Algunos tienen un metabolismo más lento por su genética, lo que significa que necesitan ajustar su dieta y ejercicio para evitar el aumento de peso.

  3. Respuesta a los carbohidratos: No todos los carbohidratos afectan igual. Algunas personas tienen variantes en el gen que influye en la producción de amilasa (una enzima que digiere los carbohidratos). Si tienes más copias de este gen, procesas mejor los carbohidratos; si tienes menos, puedes ser más propenso a ganar peso con una dieta alta en carbohidratos.

¿Debería hacerme un test genético?

Todavía no. Aunque existen pruebas de ADN que analizan predisposiciones genéticas, la ciencia aún está en desarrollo. No basta con saber qué genes tienes, sino cómo interactúan entre sí y con tu entorno.

Por ejemplo, puedes tener una predisposición genética a la obesidad, pero si llevas una alimentación equilibrada y te mantienes activo, esos genes podrían no activarse. La genética no es destino, es una predisposición.

Imagínate que en unos años puedas recibir un plan de alimentación hecho a la medida de tu ADN. Que una app te avise qué alimentos te sientan mejor y cuáles evitar. Que puedas prevenir enfermedades simplemente comiendo lo que tu cuerpo realmente necesita.

Eso es lo que busca la nutrigenómica: ir más allá de las dietas genéricas y ofrecer una nutrición ajustada a cada persona.

Por ahora, lo más inteligente es escuchar a tu cuerpo, conocer tus respuestas a los alimentos y apostar por una dieta variada y equilibrada. La ciencia seguirá avanzando, pero ya sabemos que la clave no está en seguir una dieta de moda, sino en encontrar lo que realmente funciona para ti.

La mejor dieta es la que respeta tu genética, tu microbiota y tu estilo de vida. Comer bien no es solo una cuestión de voluntad, sino también de biología.