En los papeles, todos esperaban que Donald Trump fuera el personaje de la noche. Pero el quinto debate presidencial del Partido Republicano ofreció una novedad: los senadores Ted Cruz, de Texas, y Marco Rubio, de Florida, ambos de ascendencia cubana, dominaron la discusión, protagonizaron dos cruces –uno, por seguridad nacional, y el otro, por la política de inmigración– y ofrecieron un vistazo a lo que puede llegar a ser el final de la pelea por la nominación.
Cruz y Rubio fueron los dos candidatos que más hablaron en el debate, organizado por CNN y Facebook en el hotel Venetian, ubicado en la mítica “Strip” de Las Vegas, hogar de los casinos más famosos del mundo.
Tras los atentados del autodenominado 'Estado Islámico' (EI) en París, y la matanza de 14 estadounidenses en San Bernardino (California), que supuso el peor ataque terrorista en Estados Unidos desde el 11-S, vinculado al mismo grupo, el foco de la discusión giró hacia la seguridad nacional. Uno a uno, los candidatos han intentado dar seguridad y mostrarse como el mejor futuro Comandante en Jefe de la primera potencia militar. La situación en Medio Oriente, el terrorismo y la guerra contra el terrorismo dominaron la discusión. No hubo una sola mención al cambio climático, a pesar del reciente acuerdo de París.
Hubo dos claros duelos: uno, entre Cruz y Rubio; el otro, entre Trump y Jeb Bush, antaño favorito del establishment republicano, pero cuya campaña languidece merced sus limitaciones como candidato, que anoche logró atenuar con su mejor desempeño hasta ahora en un debate.
Cruz y Rubio se enzarzaron, primero, por las actividades de vigilancia del Gobierno federal de Estados Unidos para prevenir ataques terroristas. Cruz se vanaglorió por apoyar la reforma al monitoreo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, según sus siglas en inglés) al afirmar que, ahora, existe “una mayor habilidad para impedir actos terroristas”.
Rubio lo contradijo: “Permitidme ser claro. No hay nada que tengamos permitido hacer ahora que no que no hayamos podido hacer antes”.
El otro choque se produjo al hablar sobre la política migratoria, un tema de por si sensible para las elecciones presidenciales. El tema espinoso es el destino de los 11 millones de inmigrantes indocumentados, la mayoría de ellos, mexicanos, para quienes existen dos claras alternativas en disputa: amnistía o deportación. El electorado latino es determinante, pues los estados clave de la elección, como Nevada, Colorado o la Florida, tienen una alta proporción de hispanos.
La primera pregunta fue para Rubio, quien evitó dar una respuesta directa acerca y optó por tirarle la bola a Cruz, al afirmar que el tejano había respaldado la idea de brindarle papeles a los inmigrantes sin permiso de residencia.
Cruz, acorde con su visión, se mostró en contra de ofrecerle un camino a la ciudadanía a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en el país. “Nunca he respaldado la legalización y no tengo intenciones de respaldar la legalización”, indicó. Rand Paul acusó a Rubio de ser el candidato “más débil en inmigración”.
En una de las mejores frases de la noche, Cruz afirmó: “Vamos a asegurar la frontera, triplicaremos la patrulla fronteriza y construiremos un muro, y haré que Donald Trump lo pague”.
“Donald es genial con las frases, pero es un candidato caótico, y será un presidente caótico”, fue el primer ataque de Bush a Trump en la otra discusión destacada del debate. “No puedes ganar la presidencia insultando”, fue la otra frase que disparó. “Eres un tipo duro, Jeb, realmente duro... Yo estoy en 42, y tu estás en tres”, lo ninguneó Trump, refiriéndose a las últimas encuestas. Fue el debate en el que Trump, que por momentos pasó desapercibido, menos habló: 13'25 minutos, detrás de Cruz y Rubio.
Trump llegó al quinto debate presidencial del Partido Republicano, otra vez, como el personaje central de la campaña. Su polémica propuesta de cerrarle el país a musulmanes, que ha sido la apertura del debate, no lo ha dañado en las encuestas: el promedio de sondeos que publica el sitio RealClearPolitics le otorga un respaldo nacional del 33%, el más alto desde que el magnate se ha unido a la contienda presidencial.
Su seguidor inmediato, el senador Ted Cruz, tiene un apoyo del 15%, pero ha logrado saltar al primer lugar en los sondeos de Iowa, la primera cita electoral, a principios de febrero próximo. El neurocirujano Ben Carson, y el senador por Florida, Marco Rubio, han perdido respaldo y han caído por debajo de los 15 puntos, mientras que el resto de los candidatos languidece con un apoyo inferior al 5 por ciento.