El presidente estadounidense Donald Trump sostiene una orden ejecutiva firmada en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, EE. UU., el 31 de enero de 2025.

El presidente estadounidense Donald Trump sostiene una orden ejecutiva firmada en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, EE. UU., el 31 de enero de 2025. Reuters

América

Trump trata de justificar su guerra comercial contra China en la lucha contra el fentanilo y otras drogas

El presidente de Estados Unidos trata de exponer los aranceles contra sus socios y rivales como una cuestión de seguridad nacional. 

Más información: Trump impone aranceles del 25% a importaciones de acero y aluminio desde este lunes

Jara Atienza
Publicada

"Para mí, la palabra más hermosa del diccionario es arancel. Es, sin duda, mi palabra favorita". Así se expresó Donald Trump a mediados de octubre del año pasado, en plena campaña electoral, dejando claro, con su peculiar estilo, cuál sería uno de los pilares centrales de su agenda si llegaba a la Casa Blanca.Tres semanas después de asumir el cargo como presidente de Estados Unidos, Trump no ha tardado en poner en práctica su inclinación por este término. Y lo ha hecho, además, de manera implacable.

Al poco de tomar posesión, el republicano anunció la imposición de aranceles del 25% a sus vecinos y principales socios comerciales: Canadá y México.  Y aunque en un principio aplazó la medida después de que ambos países se comprometieran a reforzar sus fronteras, este mismo lunes Trump ha anunciado que decretará nuevos aranceles del 25% a las importaciones de acero y aluminio a EEUU. Y esto afecta a prácticamente todo el mundo, pero principalmente a Canadá y México. 

Paralelamente, Trump introdujo un gravamen adicional del 10% sobre todos los productos procedentes de China, su principal rival y competidor. Un golpe al que el Gobierno chino ha respondido con una réplica que ha entrado en vigor esta misma semana: aranceles contra productos estadounidenses por valor de cerca de 14.000 millones de dólares (unos 13.554 millones de euros).

En este sentido, la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha arrancado...de nuevo. En 2018, durante el primer mandato de Trump, las dos grandes potencias económicas del planeta se enfrascaron en una confrontación comercial que perduró incluso durante la Administración de Joe Biden. ¿Pero qué busca el nuevo presidente de Estados Unidos?   

Sobre papel, Trump sostiene que los aranceles permitirán impulsar la industria manufacturera estadounidense y proteger empleos en sectores clave, además de aumentar los ingresos fiscales y hacer crecer la economía. Es una estrategia proteccionista englobada dentro de su objetivo de Make America Great Again (Hacer América Grande de Nuevo) que, no obstante, algunos analistas apunta a que puede exacerbar la inflación del país y, por tanto, que repercutirá en el bolsillo de los ciudadanos. 

Ahora bien, el mandatario está utilizando los aranceles como arma diplomática, como una herramienta geopolítica para presionar a otros países. Lo vimos con los gravámenes a Canadá y México que dijo que eran una respuesta a que no habían hecho lo suficiente  para frenar el cruce de inmigrantes ilegales y que luego aplazó a cambio de un refuerzo fronterizo que ya estaban en realidad en marcha. 

Lo cierto es que Trump también está tratando de justificar los aranceles como una cuestión de seguridad nacional. En las órdenes ejecutivas que ha firmado, sostiene que sus actuaciones son "para combatir la crisis del fentanilo", una droga que se calcula que causa, junto con opiáceos similares, cerca de 100.000 muertes por sobredosis al año en Estados Unidos.

En concreto, su Administración asegura que Canadá y México no controlan el flujo de narcóticos. Y lo cierto es que en 2023 se incautaron casi diez toneladas en la frontera sudoeste de Estados Unidos, pero en la del norte —de donde Trump cree que llegan cantidades "masivas"— la cifra apenas llegaba a 20 kilos, de acuerdo con Reuters. La acusación más grave, sin embargo, va dirigida hacia China, aunque las sanciones sean más leves que a las del resto. 

La crisis del fentanilo

En un decreto firmado por Trump sobre los aranceles chinos se explica que el Partido Comunista Chino (PCC), que controla las empresas estatales, ha subvencionado e incentivado a las empresas químicas para que exporten fentanilo y otros derivados de los opioides sintéticos que luego se venden ilegalmente en Estados Unidos. Además, afirma que China proporciona apoyo y refugio a organizaciones delictivas transnacionales de origen chino que blanquean los ingresos procedentes de la producción, el envío y la venta de opioides sintéticos ilícitos.

"Muchas empresas químicas con sede en la República Popular China también hacen todo lo posible por evadir a las fuerzas del orden y ocultar sustancias ilícitas en el flujo del comercio legítimo. Algunas de las técnicas empleadas por estas empresas con sede en la República Popular China para ocultar el verdadero contenido de los paquetes y la identidad de los distribuidores incluyen el uso de reexpedidores en Estados Unidos, facturas falsas, franqueo fraudulento y embalajes engañosos", señala el texto. 

Una persona se inyecta fentanilo en el barrio estadounidense de El Bronx.

Una persona se inyecta fentanilo en el barrio estadounidense de El Bronx. Reuters

Desde 1996, cuando el OxyContin fue introducido por Purdue Pharma (compañía propiedad de la familia Sakler), la crisis de los opioides en Estados Unidos ha escalado a niveles alarmantes. Según la Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos, China ha sido una fuente significativa de fentanilo y sus precursores —ingredientes esenciales para la fabricación de la droga— químicos que llegan al país. Sin embargo, en 2019, bajo presión de Washington, Pekín implementó regulaciones más estrictas, clasificando todas las variantes de fentanilo como sustancias controladas, lo que resultó en una disminución de los envíos directos de fentanilo desde China, recoge el Washington Post

A pesar de ello, los expertos coinciden en que incluso si China dejara de producir opioides, la crisis en Estados Unidos no terminaría. Entre otras cosas, porque pueden llegar de otros países, como México. Pero también debido a factores internos, como la persistente demanda. Este argumento es respaldado por el presidente chino, Xi Jinping, quien ha afirmado que "el fentanilo es un problema doméstico de Estados Unidos" y no debe utilizarse como justificación para socavar el orden comercial global.