
Diego Borja, candidato a la vicepresidencia, se toma una selfie en un mitin de Luisa González, abanderada presidencial del partido Revolución Ciudadana, mientras inicia su campaña para las elecciones, en Quito, el 5 de enero de 2025. Reuters
Diego Borja, exministro de Ecuador: "Noboa viola la ley y la Constitución, tememos que no reconozca los resultados"
El candidato correísta a la vicepresidencia denuncia los planes de Noboa de desplegar tropas extranjeras en el país: "Esa propuesta lo que hace es darle una cachetada flagrante a nuestras fuerzas armadas y a nuestra policía, porque les dice que son inservibles".
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Diego Borja Cornejo (Quito, 1964) intenta contener la euforia, pero es incapaz de ocultar que ya se ve a sí mismo como el próximo vicepresidente de Ecuador. "Tenemos buenas perspectivas", presume.
El binomio que este economista de perfil bajo conforma con la candidata Luisa González bajo las siglas de la Revolución Ciudadana (RC), la formación política mejor engrasada del país andino que lidera desde su exilio en Bélgica el exmandatario Rafael Correa, perseguido por la justicia, se quedó a unas décimas de empatar en primera vuelta frente a la Acción Democrática Nacional (ADN) del presidente-candidato Daniel Noboa, que, acosado por el repunte de la violencia del crimen organizado, los apagones recurrentes de electricidad y la galopante crisis económica, acusó el desgaste en las urnas el pasado 9 de febrero.
Y es que la situación de Ecuador es crítica. Quien reciba el encargo de gobernar el próximo domingo 13 de abril, fecha fijada para la segunda vuelta, se encontrará con el país más violento de América Latina. Sólo en lo que va de año se han producido más de 1.300 asesinatos, según los datos de Insight Crime. Los planes de Noboa para acabar con las bandas, que fueron desde la remilitarización del país hasta la declaración del "conflicto armado interno", pasando por la implantación del denominado Plan Félix –cuyo contenido no se hizo público–, no han dado resultado.
"La declaratoria rimbombante de guerra contra el crimen han sido más shows montados que realidades concretas", insiste Diego Borja. "A pesar de que hay no sé cuántas declaraciones de estado de excepción, creo que más de veinte, los resultados en números son desastrosos".
El candidato a la vicepresidencia del correísmo, que sirvió como ministro durante las presidencias de Alfredo Palacio y del propio Correa, con quien acabó enemistándose después de criticar su deriva autoritaria –un episodio que, trece años después, uno y otro parecen haber enterrado–, tampoco ve con buenos ojos la decisión de Noboa de desplegar tropas extranjeras en Ecuador. "Esa propuesta lo que hace es darle una cachetada flagrante a nuestras fuerzas armadas y a nuestra policía. Porque dice: 'Bueno, vamos a traer fuerzas extranjeras porque ustedes son inservibles'", sostiene.
Diego Borja recibió el pasado lunes a EL ESPAÑOL en una cafetería del centro de Madrid, a falta de un mes para la segunda vuelta y sólo unas horas después de reunirse con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero.

El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, recibe en Madrid a Diego Borja, candidato a la vicepresidencia de Ecuador. Cedida
¿Se sienten ya ganadores?
Tenemos buenas perspectivas, pero no tenemos ninguna posición triunfalista porque, a pesar de que somos la fuerza que puede ganar las elecciones, no decaemos en el trabajo para lograr la conquista del voto, las alianzas necesarias, los acuerdos, la ampliación de nuestra postura hacia otras fuerzas que no votaron por nosotros en primera vuelta.
¿Qué dicen sus trackings internos?
Tenemos el 52%, cuatro puntos más que Noboa.
Ya sabe que en la primera vuelta las encuestas fallaron. Hubo alguna que colocaba a Noboa con una ventaja de ocho puntos, por encima incluso del 50% necesario para ganar en primera vuelta. ¿Cómo supo al final ese empate?
Tal como estaba el escenario electoral, el hecho de haber empatado virtualmente la primera vuelta para nosotros es un éxito, porque Noboa utiliza todos los recursos del Gobierno y tenemos un consejo electoral que debería ser un árbitro y no lo está siendo. El organismo no ha llamado la atención ante las múltiples violaciones del proceso electoral por parte del otro candidato. Nos hemos visto perjudicados por la diferencia en el trato de las dos candidaturas. Y, sin embargo, logramos ese empate. Eso nos da mucha perspectiva de triunfo.
También Noboa ha denunciado irregularidades. Ustedes, en caso de derrota, ¿reconocerían los resultados?
Como lo hemos hecho en otras ocasiones. En esta, también exigimos lo mismo, que si ganamos se nos reconozca.
¿Temen que Noboa no reconozca los resultados?
Por supuesto, porque hemos visto que es un presidente que viola la ley, que viola la Constitución, que utiliza las instituciones electorales a su favor. Él descalificó a un candidato…
Jan Topic.
A Jan Topic, que en un momento determinado podría haber sido un competidor en la derecha. Por eso, Noboa no nos da ninguna confianza.
Hay 1,2 millones de votos, aproximadamente, que están en tierra de nadie. Más de 500.000 respaldaron la candidatura del líder indígena Leónidas Iza, que ha dejado caer que no va a respaldar a Noboa. Eso significa que les va a apoyar a ustedes, lo que levanta ciertas suspicacias dado que el movimiento indígena ha sido muy crítico en el pasado con el correísmo. ¿Cómo se explica el cambio de postura de Iza? ¿En qué términos han negociado con él?
Hay varios elementos de estrategia electoral de cara a la segunda vuelta. Una es el voto indígena. El voto de Leónidas Iza es en su gran mayoría un voto ideológico que se decanta por las propuestas de nuestra candidatura. Por eso, lo que hemos hecho ha sido incorporar en nuestro programa de gobierno algunos de los elementos que para el movimiento indígena son cruciales. Hablamos de hacer efectivo el Estado plurinacional y multicultural, las auditorías mineras, el apoyo económico a todos los productores y campesinos indígenas y de no elevar los precios de los combustibles. Son propuestas asumibles en nuestro programa. Y lo hemos asumido, más allá de nuestras conversaciones con Leónidas Iza y con otros representantes más provinciales y más territoriales del movimiento indígena.
Pero el otro elemento de estrategia es acceder al voto blando de Noboa. Apelamos a ese voto que ve en Noboa una alternativa cuando realmente no lo es, porque a los votantes de Noboa les golpea igualmente la inseguridad, el desempleo, la falta de energía eléctrica. Nos hemos centrado en cómo resolver esas problemáticas, más que en la dicotomía de correísmo vs. anticorreísmo.
Pero sigue existiendo ese clivaje, en lenguaje de politólogo. Esa ruptura entre dos movimientos: el correísmo y el anticorreísmo. ¿Lo percibe?
No tanto como antes. En el pasado, ese clivaje era mucho más determinante. Hoy, el peso de la realidad es más determinante que esa definición subjetiva. Es el peso de una realidad verdaderamente abrumadora, en la cual no ha habido soluciones para los problemas diarios.
"No somos favorables a la presencia de tropas extranjeras en el país. Antes hay que fortalecer a nuestras fuerzas armadas"
Algunos analistas en Ecuador hablan ya del concepto “antinoboísmo”. ¿Considera que la figura de Noboa también despierta cierto rechazo?
Seguramente ya existe un antinoboísmo. Pero no nos hemos centrado en el antinoboísmo subjetivo, sino en plantear soluciones frente a un candidato, Daniel Noboa, que no ha podido resolver lo que dijo que iba a resolver. Temas de seguridad, temas de empleo, temas de servicios, temas de salud.
Verónica Abad [la vicepresidenta que Noboa ha intentado apartar del cargo] ha denunciado la deriva autoritaria del presidente. ¿Coinciden?
Tenemos un presidente que no cumple con la ley. Debía haber encargado la presidencia en la persona del vicepresidente [para hacer campaña electoral], como manda la ley. No lo hizo. Hay una violación constitucional más allá de cualquier interpretación. También hay una violación clara de la Constitución en el momento en el que asalta una embajada, como la embajada mexicana; en el momento en que secuestra a un asilado político, como [el exvicepresidente de Correa] Jorge Glas. Más allá de lo que uno conciba o no como autoritario, ahí hay una violación del Estado de derecho.
Lo que muchos en el sector anticorreísta denuncian es que ustedes, al menos durante la presidencia de Correa, también protagonizaron una deriva autoritaria. Deriva que usted mismo denunció.
Que yo recuerde, jamás en la época de Rafael Correa se asaltó una embajada. Jamás se secuestró a un asilado político. Jamás se nombró por decreto a un presidente o a un vicepresidente. Lo que hubo fue un Gobierno que tenía una mayoría en la Asamblea, una mayoría en distintas convocatorias a referéndum, y, claro, había una fuerza democrática constitucional que fue favorable. Eso a mucha gente no le gustó, y lo interpretaron como un acto de utilización del esquema democrático para demostrar fuerza electoral. Pero siempre se hizo en el marco de la ley, nunca se hizo por fuera de la Constitución.
Antes denunciaba la mala gestión de Noboa de las múltiples crisis que sufre Ecuador. Una de ellas es la violencia. Ecuador es hoy el país más violento de América Latina por culpa del crimen organizado. ¿Cómo piensan acabar con esta lacra?
Esto viene de una disminución de la capacidad institucional en la seguridad, en las fuerzas armadas, en la justicia. Eso ha hecho que sea más fácil para el crimen organizado penetrar en muchos ámbitos de la sociedad. Entendiendo eso, nuestro objetivo es volver a tener una institucionalidad sólida y un uso de capacidades que hoy día demandan el combate de la criminalidad; capacidades que no tenemos.
¿Por ejemplo?
Me refiero a la inteligencia criminal, a la inteligencia financiera, a la inversión social para evitar que nuestros jóvenes se vean tentados por la economía criminal y a la colaboración internacional, que tampoco ha sido política de Noboa. El aislamiento de Noboa es flagrante. A la última cumbre iberoamericana [celebrada el pasado noviembre en Quito] prácticamente no fue nadie. Ese aislamiento es también muy grave en el marco de un crimen organizado que no solamente es un fenómeno ecuatoriano, sino un fenómeno regional.

Diego Borja, candidato a vicepresidente de Ecuador.
¿Pedirían, como ha llegado a hacer el propio Noboa, la llegada de tropas extranjeras para combatir a las bandas?
Esa propuesta lo que hace es darle una cachetada flagrante a nuestras fuerzas armadas y a nuestra policía, porque dice: "Bueno, vamos a traer fuerzas extranjeras porque ustedes son inservibles". Ahora preguntémonos por qué no han sido eficaces. Pues porque no están equipados, porque incluso la última compra de chalecos fue una compra corrupta por parte de Noboa. Son chalecos antibalas que no protegen a los agentes. No tienen recursos para automóviles, equipamiento, balas, pistolas. Menos todavía para otros componentes de la lucha contra el crimen en el siglo XXI, que son la tecnología y la inteligencia. No somos favorables a que haya bases extranjeras en Ecuador ni a la presencia de tropas militares extranjeras en el país. Antes hay que fortalecer a nuestras fuerzas armadas.
Apelan a la institucionalidad, pero ustedes también han atacado la institucionalidad en la figura de la fiscal general del Estado, Diana Salazar, que supervisa el caso Metástasis, que ha salpicado a varios miembros de su partido. ¿Es coherente enarbolar ese discurso?
Sí, porque Salazar ha utilizado la figura de la Fiscalía para la persecución política. No han utilizado la misma fuerza de acción fiscal en otros casos que son flagrantes, por ejemplo, el caso del León de Troya, que era conocido por un tema de narcotráfico que estaba incluso avisado por parte de las fuerzas policiales que no hicieron ningún caso. Y sobre todo después de lo que salió a la luz en los chats del candidato asesinado Fernando Villavicencio, en los cuales hay mucho involucramiento de la fiscal Salazar.
Volviendo al crimen organizado, ¿ven con buenos ojos el enfoque de mano dura de Noboa?
De ninguna manera. La declaratoria rimbombante de guerra contra el crimen han sido más shows montados que realidades concretas. A pesar de que hay no sé cuántas declaraciones de estado de excepción, creo que más de veinte, los resultados en números son desastrosos. Los meses de enero y febrero de este año han sido los más violentos de la historia republicana, con mayor cantidad de homicidios. Hay cosas muy sospechosas, como el asesinato de un personaje que estuvo inmerso en la supuesta toma de un canal de televisión [TC Televisión] el año pasado que sirvió de excusa para la declaratoria de un estado de guerra.
¿Cuáles serían sus recetas?
Nosotros somos partidarios del uso de la fuerza pública con todas las posibilidades que nos dé el marco de la ley y la Constitución. No por fuera de la legalidad. O sea, sin garantizar impunidad, como por ejemplo este hecho vergonzoso que se dio hace poco, que es el asesinato de cuatro niños en Guayaquil, donde claramente fueron secuestrados por fuerzas militares, y el Estado en vez de poner en evidencia y castigar a los responsables, se convirtió en cómplice de una probable desaparición y asesinato.
¿Contemplan negociar con los cabecillas de estos grupos?
De ninguna manera. Con la mafia no se negocia; a la mafia se la combate.
"¿Venezuela? Estamos radicalmente en contra de la injerencia en los países latinoamericanos"
Hace poco, la candidata Luisa González emprendió una gira por Latinoamérica. La vimos en la chacra con Pepe Mujica, con el presidente uruguayo Yamandú Orsi, con Lula, con Petro, con Boric. ¿En qué modelos de liderazgo se fijan?
Nosotros somos un proyecto progresista democrático que se plantea los elementos esenciales de lo que es el progresismo en el siglo XXI: justicia social, desarrollo económico, prosperidad repartida o compartida, soberanía, solución pacífica de los conflictos a nivel internacional, autodeterminación de los pueblos. Esa es nuestra línea. Y en esa línea compartimos con los partidos progresistas que se orientan por ahí.
¿Algún liderazgo concreto?
Nos gusta el modelo del presidente Boric, nos gusta el modelo del presidente Lula, nos gusta el modelo del presidente Orsi o los planteamientos del Frente Amplio.
¿Alguno con el que ustedes son críticos?
Nosotros somos críticos de la derecha a nivel internacional.
¿Y con Venezuela?
Estamos radicalmente en contra de la injerencia en los países latinoamericanos, y somos proclives a la resolución interna de los conflictos.
Pero ¿reconocen el autoproclamado triunfo electoral de Maduro?
Somos pragmáticos. Igual que el Gobierno de Donald Trump envió un emisario inmediatamente a negociar con Maduro, si queremos por ejemplo combatir el crimen organizado que viene del Tren de Aragua, lo vamos a hacer con el Gobierno constituido de Venezuela.
¿No son críticos con el proceso de los últimos meses?
No sé en concreto a qué se refiere con lo de los últimos meses.
A la campaña de represión contra los venezolanos que salieron a la calle para denunciar el fraude electoral.
Nos negamos a caer en la lógica de sacar a Venezuela siempre de la caja de herramientas para combatir al progresismo. Se utiliza a Venezuela como un mecanismo de “ya viene el lobo”, y lo que nosotros decimos es “miremos hacia adentro”. Tenemos un presidente que no nombra a su legítima vicepresidenta como reemplazo en medio de un proceso electoral. Nombra a una vicepresidenta por decreto. Utiliza el consejo electoral para su beneficio. Tenemos eso frente a nosotros y sin embargo criticamos acciones parecidas en otro país. Es una doble moral.
Pero usted dice que tienen como referencia a Boric, y Boric ha sido muy crítico con la deriva del régimen de Maduro.
Hay cosas que compartimos y otras que no. Nos gusta el modelo de Boric no por la crítica a otros países, sino por la forma en la que se ha manejado en Chile la relación entre Estado y mercado. Por la misma razón nos gusta también el modelo Lula. Pero ya la política internacional podemos tener cercanías o no.
Hablando de economía, como sabe, los apagones en Ecuador han sido recurrentes en los últimos meses. ¿Cuáles son sus recetas para salir de ese atolladero?
No es fácil porque tenemos un déficit acumulado de generación de energía. Aproximadamente cada año Ecuador consume cinco o seis por ciento más de energía, y son siete años en los que no se ha hecho ninguna inversión para aumentar la capacidad de generación. Va a ser un proceso duro, pero tenemos varias recetas. Mejorar, por un lado, la capacidad de producción termoeléctrica, porque ante los posibles estiajes no va a ser suficiente la planta hidroeléctrica que tenemos montada.
Por otro lado, para aumentar la generación, tenemos varias alternativas ahora, que son más fáciles de hacerlas que en el pasado: la generación solar, fotovoltaica; la generación eólica, Ecuador tiene grandes potencialidades ahí; la generación geotérmica, Ecuador es un país volcánico, y esa es una gran área que no está explotada; la utilización del gas, que se quema todo el tiempo en los mecheros de producción petrolera en la Amazonía; y la utilización de un campo que no ha sido usado, que es el Campo Amistad. Hay un menú de opciones que nos va a permitir lograr en poco tiempo —poco tiempo quiere decir unos dos años— la autosuficiencia energética, otra vez. Y si continuamos por esta línea, la posibilidad incluso de tener superávit de energía.
¿Están a favor, por tanto, de la explotación de gas y petróleo?
Claro. Un país que tiene esas fuentes petroleras y esas fuentes gasíferas no puede dejarlas de utilizar.
"Nos negamos a sacar a Venezuela siempre de la caja de herramientas para combatir al progresismo"
¿Y qué van a hacer con el rechazo social que generan ese tipo de prácticas? Lo vimos en el referéndum reciente.
No vamos a desconocer el referéndum sobre la no explotación en el ITT. En Yasuní, en concreto. Eso se respeta. Pero sobre las fuentes petroleras que tenemos hoy día, las vamos a seguir explotando. Ecuador no puede mejorar condiciones de educación, de salud, de seguridad sin tener los recursos del petróleo. Por eso, nos oponemos —y vamos a revertir— la privatización del pozo Sacha que está haciendo ahora Noboa.
Hoy [por el pasado lunes], el diario Primicias informaba que, durante su presidencia, Correa intentó licitar esa explotación a una compañía china, sin éxito.
No lo recuerdo, pero si lo recordara se lo diría. En cualquier caso, ese pozo ha estado bajo la explotación de la petrolera pública, Petroecuador. No vamos a cambiar eso. De ninguna manera. Por el contrario, tiene que ser explotado por esa petrolera a la cual hay que fortalecer, que hoy en día está muy disminuida. Se le han quitado capacidades de inversión gigantescas.
Llegando a su trayectoria personal, usted conoce a Rafael Correa en 1985, pero entra en política creando su propio partido. Después, se une a las siglas de Alianza PAIS, la marca electoral de Correa, pero más tarde se distancian. Y luego acaba volviendo. “Yo grité ‘fuera fuera a Correa’, y logramos superar esa diferencia”, dijo hace poco en un mitin. ¿Cómo se dio esa vuelta?
Como se dan las reconciliaciones en nombre de un bien superior. Cuando tuvimos la contradicción política con Rafael, a quien considero mi amigo de hace muchos años, fue una contradicción política. Fue en el ámbito de la política, y nunca trascendió a otro ámbito. Y yo lo hice [criticarle] cuando él era presidente de la República, el hombre más poderoso del país, el que tenía más aceptación. Fue una contradicción que, como en otras contradicciones de mi vida política, la manifesté públicamente, a la luz del día y por delante. Nunca por detrás. Esa contradicción, vista ahora, es mucho menor frente al momento extremadamente crítico que tiene el Ecuador. Y así como yo he llamado a otras fuerzas a unirse, soy el primero en unirme.
Usted es un correísta que entiende el anticorreísmo.
Sí, y no sólo eso. Soy un correísta que entiende que la democracia también es discrepancia.
Se dice mucho que Luisa González es un títere de Correa, por cierto.
No conocen a Luisa. Luisa es una persona con credenciales, con calificaciones, con experiencia suficiente como para saber que tiene personalidad propia.