Un boina verde, un amante del petróleo, un corredor de bolsa: la quiniela de Trump para los puestos clave de la Casa Blanca
- Una vez conseguida la victoria en las elecciones, el expresidente debe elegir equipo para su próximo mandato. Estos son los nombres barajados para ocupar las oficinas gubernamentales más importantes del país.
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Ya sabemos quién será presidente de Estados Unidos hasta el 2029: Donald Trump. Lo que nadie sabe todavía, porque Trump no ha adelantado nada al respecto, es qué personas van a hacerse cargo de los diferentes organismos e instituciones del país. Es decir: quiénes van a formar parte de su gobierno.
La única incógnita despejada hasta la fecha es la del jefe de gabinete de la Casa Blanca. Un puesto con mucha más influencia de lo que podría dar a entender el nombre ya que, además de lidiar con el personal que trabaja allí, tiene acceso a la agenda del presidente y, en muchos casos, la moldea. Además, si el mandatario en cuestión no es amigo de atender todos los temas personalmente, normalmente delega en esa persona. De ahí que la persona que ocupa el puesto sea considerada, en ocasiones, una de las más poderosas de Washington.
Esa figura será, según anunció Trump anoche, Susie Wiles. Una asesora política conservadora tremendamente respetada no solo en el Partido Republicano sino también en la competencia. Ella ha sido, dicen muchos, una de las claves que explican la victoria presidencial de esta semana.
Pero, más allá de Wiles, lo único que existe es una quiniela basada en comentarios –“creo que Fulano podría ser bueno en esto”; “Menganita parece buena en esto otro”– que el propio Trump ha ido haciendo en petit comité a lo largo de los últimos meses de campaña.
Secretario de Estado
El funcionario estadounidense encargado de ejecutar la política exterior de Estados Unidos es, por definición, una figura harto poderosa.
El puesto, hasta ahora ocupado por Antony Blinken, podría acabar en manos de Ric Grenell, quien ya ejerció de embajador estadounidense en Alemania y de director de Inteligencia Nacional –un organismo que coordina a 16 agencias federales entre las cuales se encuentran la CIA y el FBI– durante la primera presidencia de Trump. En la actualidad, Grenell trabaja para una organización llamada Protecting America Initiative destinada a combatir la influencia china en Estados Unidos.
Otro de los nombres que se baraja es el de Bill Hagerty, senador por Tennessee, antiguo embajador de Estados Unidos en Japón durante la primera presidencia de Trump y una figura particularmente crítica con China. Cabe resaltar que Hagerty fue de los pocos senadores que se opuso al paquete de ayuda a Ucrania aprobado a comienzos de este año. Un perfil diferente, por tanto, al de Robert O’Brien; un antiguo consejero de Seguridad Nacional partidario de la OTAN y bien visto en Kiev que también aparece en las quinielas.
La lista de los principales candidatos al puesto termina con el senador Marco Rubio y el congresista Mike Waltz, que además es un antiguo boina verde. Los dos han mostrado sus simpatías por Ucrania sin romper del todo con la pulsión negociadora de Trump. Asimismo, han abogado por apretarle las tuercas a China, Irán y Cuba.
Secretario del Tesoro
Teniendo en cuenta la importancia que han dado los norteamericanos a la economía en estas elecciones, es de esperar que Trump elija con cuidado a la persona que estará al mando de las finanzas del país. Un cargo que desde hace cuatro años, o sea durante la presidencia de Joe Biden, ha pesado sobre los hombros de la economista Janet Yellen.
Howard Lutnick, responsable de la agencia de servicios financieros Cantor Fitzgerald y alguien particularmente cercano a Trump, a cuya campaña ha donado millones de dólares, podría ser su sustituto.
Robert Lighthizer –un alto funcionario comercial durante su primer mandato–; Jay Clayton –veterano de Wall Street y abogado corporativo que ejerció de presidente de la Comisión de Bolsa y Valores entre 2017 y 2020–; Larry Kudlow –analista financiero y uno de los economistas reclutados por Trump para lidiar con la crisis desatada por el COVID–; Scott Bessent –procedente del mundo de los hedge funds y alguien a quien Trump tiene en buena estima cuando se trata de pronósticos financieros–; y el multimillonario John Paulson son otras de las opciones.
También suena para este puesto el ya mencionado Hagerty gracias, entre otras cosas, a cómo gestionó la revisión del acuerdo comercial con Japón durante su estancia allí como embajador.
Secretario de Defensa
Sea quien sea el nuevo jefe de los dos millones de funcionarios que trabajan para el Pentágono, deberá estar preparado para defender ante la industria armamentística y el cuerpo diplomático el aislacionismo sobre el cual ha hecho campaña Trump.
En esta baraja habría tres cartas: el ya mencionado Mike Waltz si no termina asumiendo el timón del Departamento de Estado, el senador de Arkansas –y veterano de guerra– Tom Cotton y un viejo conocido de Trump –fue director de la CIA y Secretario de Estado durante su primer mandato– llamado Mike Pompeo. Este último, ferviente defensor de Israel y extremadamente crítico con Irán, sería la opción menos deseada por el Partido Demócrata.
Fiscal General
Es de suponer que Trump pondrá especial cuidado a la hora de elegir al nuevo fiscal general de Estados Unidos porque el puesto llega con una misión muy delicada: ayudarle a tumbar los procesos penales federales que todavía enfrenta. Y, si hacemos caso de lo dicho durante la campaña, puede que también tenga que ayudarle a procesar a sus enemigos.
Conocido por la campaña de presión que llevó a cabo tras las elecciones del 2020 entre los funcionarios del Departamento de Justicia para que éstos se negaran a transferir el poder, el abogado Jeff Clark –actual director de litigios del think tank conservador Center for Renewing America– es una de las opciones que manejan los expertos.
Los otros dos nombres que suenan a día de hoy son el de Mike Lee, el veterano senador por Utah que también hizo esfuerzos en el otoño del 2020 para intentar que Trump continuara en el poder, y el excongresista John Ratcliffe. Éste se ganó el favor del entramado trumpista durante la investigación sobre la posible injerencia rusa en las elecciones del 2016 al convertirse en uno de los mayores críticos del fiscal que la estaba llevando a cabo: Robert Mueller. En la actualidad se encuentra al frente del Center for American Security, un think tank derechista enmarcado dentro del America First Policy Institute.
Secretario del Interior
El Departamento del Interior es el encargado de gestionar el suelo público de Estados Unidos y durante el primer mandato de Trump su trabajo consistió, fundamentalmente, en incrementar la producción de combustibles fósiles. Esta oficina es la que establece, por ejemplo, los estándares de seguridad para las plataformas petroleras de alta mar. Otro de sus cometidos es el de arrendar tierras para la explotación de petróleo, gas natural y carbón.
Uno de los nombres que más suena para el puesto es el de Doug Burgum, gobernador de Dakota del Norte –uno de los mayores productores de crudo del país– y alguien muy cercano a magnates del petróleo como Harold Hamm, quien además de presidir Continental Resources ha asesorado informalmente a Trump en la materia varias veces.
También figuran en las quinielas dos mujeres: Katharine MacGregor y Cynthia Lummis. La primera cuenta con experiencia trabajando para varios congresistas conservadores de Virginia y ya fue segunda al mando del Departamento del Interior hace ocho años. Ahora mismo es vicepresidenta de Servicios Ambientales en la energética NextEra Energy. Lummis, por su parte, es senadora por Wyoming y miembro del Comité de Medio Ambiente y Obras Públicas del Congreso. También es una de las figuras políticas estadounidenses más interesada en el universo de las criptomonedas, lo cual podría posicionarla para otro rol más acorde.
Finalmente, se encuentra quien fuera el segundo Secretario del Interior con Trump: David Bernhardt. Alguien con experiencia en el puesto, lógicamente, y que actualmente lidera el Center for American Freedom, otro think tank derechista enmarcado dentro del America First Policy Institute.
Secretario de Energía
Quien quiera que vaya a ocupar este puesto encontrará, entre sus responsabilidades principales, trabajos tan dispares como el mantenimiento del arsenal nuclear y la regulación en materia de electrodomésticos caseros. Asimismo, deberá gestionar la veintena de laboratorios nacionales y continuar con la limpieza de residuos radiactivos dejados por la Guerra Fría. En los últimos años, el Departamento de Energía también había asumido la misión de repartir miles de millones de dólares en subvenciones y préstamos con el fin de acelerar la transición hacia una energía baja en emisiones de carbono. Una misión, esta última, que muy probablemente caiga en desgracia en cuanto Trump llegue a la Casa Blanca.
Mark Menezes, el presidente y consejero delegado de la Asociación de Energía de Estados Unidos, o sea el representante del sector energético ante los burócratas de Washington, es una de las personas que más suenan para encargarse de ello. Otra sería el ya mencionado Doug Burgum. Y cerrando las apuestas se encuentran Paul Dabbar y Dan Brouillette.
El primero dirigió los laboratorios nacionales durante el primer mandato de Trump y actualmente dirige una empresa llamada Quantum Technologies que está centrada en lo que se conoce como “el internet cuántico”; un conjunto de sistemas, protocolos y dispositivos que permiten conexiones harto seguras entre ordenadores. Dabbar es, además, una persona particularmente interesada en la inteligencia artificial y en cómo podría aplicarse al sector energético. También es, por terminar de rizar el rizo, investigador en el Centro de Política Energética Global en la prestigiosa Universidad de Columbia.
Por su parte, Brouillette trabajó en el Departamento de Energía antes de la llegada de Biden al poder. De hecho, fue el responsable de estabilizar el mercado mundial del petróleo durante la pandemia. Cuenta, a su vez, con una dilatada carrera en el ámbito privado, donde ha sido presidente de la multinacional Sempra Infrastructure y donde ha trabajado para Ford y para el Edison Electric Institute; un lobby que representa a las empresas eléctricas propiedad de inversores estadounidenses.
Secretario de Seguridad Nacional
La inmigración ha sido uno de los caballos de batalla de Trump desde el 2015, cuando anunció por primera vez su aspiración a convertirse en el presidente de Estados Unidos. Y ninguna institución gubernamental tiene más relación con el asunto que el famoso Departamento de Seguridad Nacional. De él depende la Guardia Costera, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, la Administración de Seguridad en el Transporte, el Servicio Secreto y, por supuesto, la famosa Patrulla Fronteriza. Entre otras tantas agencias dedicadas al control de las fronteras y de la ciudadanía extranjera.
Son tres los nombres que se rumorean para el puesto. El de Mark Morgan, veterano del FBI, antiguo jefe de la Patrulla Fronteriza –fue nombrado para el puesto por Barack Obama– y ex director interino de Aduanas y Protección Fronteriza antes de la llegada de Biden al poder. El de Thomas Homan, partidario de la separación de familias en la frontera como forma de reducir los flujos migratorios procedentes de América Latina y alguien que lleva años trabajando contra la inmigración ilegal ocupando puestos destacados dentro del Departamento de Seguridad Nacional desde los tiempos de Obama. Y el de Chad Wolf, secretario interino de la institución durante los últimos coletazos del mandato de Trump y un tipo que no ha dejado de defender al expresidente durante estos últimos cuatro años.
Secretario de Comercio
El Departamento de Comercio abarca agencias cuyo trabajo va desde las sanciones económicas hasta el desarrollo empresarial pasando –y he aquí lo importante de cara a los socios comerciales de Estados Unidos– por los aranceles y el censo.
Históricamente se ha considerado una institución más bien árida, extremadamente técnica y sumergida en el Excel. Sin embargo, entre el 2017 y el 2021 pasó al mainstream a causa de la nueva política comercial perseguida por Trump. De modo que el Departamento de Comercio volverá a ser una de las piezas clave a la hora de implantar uno de los pilares del nuevo Partido Republicano: America First.
De los tres candidatos que se barajan en los mentideros de Washington dos ya han aparecido en esta lista: Robert Lighthizer, quien también suena para hacerse cargo del Tesoro y uno de los responsables de imponer aquellos famosos aranceles a China, y Bill Hagerty, el senador de Tennessee y ex embajador estadounidense en Japón del que también se habla para comandar el Departamento de Estado.
El tercer candidato para ejercer de zar comercial es, en realidad, una mujer: Linda McMahon. Amiga personal de Trump, McMahon ya fue directora de la Agencia Federal de Pequeños Negocios durante su primer mandato y una de las personas detrás del ya citado America First Policy Institute; una de las organizaciones conservadoras más poderosas de Washington.
Otros cargos
La lista podría ser todavía más extensa si se incluyesen otras ramas gubernamentales como, por ejemplo, el Departamento de Agricultura, el Departamento de Transporte o el Departamento del Trabajo. Por ahí andan candidatos como Patrick Pizzella –el alcalde de una localidad volcada con el golf llamada Pinehurst y un tipo que odia a los sindicatos–; Bryan Slater –funcionario de larguísima trayectoria y alguien muy vinculado a los conservadores de Virginia–; o Sid Miller. Un texano amante de los rodeos que siempre aparece calzando un gorro de cowboy blanco y que considera a los conservadores moderados tan o más enemigos de la causa trumpista que al propio Partido Demócrata.
A lo largo de los próximos meses iremos sabiendo quién estará dentro y quién se habrá quedado a las puertas.