La 'Oda a la Alegría' de Beethoven enmarcó, la noche del domingo 7 de mayo, una imagen histórica: Emmanuel Macron, nuevo presidente de la V República, subió al escenario, cuidadosamente instalado delante de la pirámide del Louvre, para celebrar su histórica victoria.
Lo hacía acompañado del himno de la Unión Europea –un guiño a su ferviente defensa de la UE durante toda su campaña- y del clamor de sus seguidores.
"Lo que representáis esta noche en el Louvre es un fervor, un entusiasmo, la energía del pueblo de Francia. (...) Habéis elegido la audacia y esta audacia la continuaremos". Con estas palabras, el líder y fundador del movimiento En Marche! festejaba el resultado de unos comicios que le han designado como nuevo jefe de Estado.
Emmanuel Macron, de 39 años, se convierte así en el inquilino más joven del Palacio del Elíseo. Valéry Giscard d’Estaing había cumplido 48 cuando atravesó sus puertas en 1974.
Y es que, la audacia y la ambición de Emmanuel Macron, quien hasta hace tan sólo tres años fuese casi un completo desconocido para el gran público, han conseguido imponerse en unos comicios fuera de toda norma.
El exministro de Economía encarna un cambio de generación en la política francesa; la ruptura con las pertenencias arraigadas, derecha e izquierda, apostando por una posición centrista; la inauguración de un nuevo mandato al abrigo de una V República dividida y dislocada.
Pues, a pesar de su victoria, indiscutible, con un 66,06% de los votos, su contrincante de extrema derecha, Marine Le Pen, con más de 11 millones de papeletas, también ha batido un récord: nunca antes, en cualquier tipo de comicios, el Frente Nacional había alcanzado un score parecido.
La noche en el Carrousel del Louvre describe, sutilmente, la concepción de Emmanuel Macron de una V República "en marcha". Mientras la izquierda tiende a celebrar sus victorias en la Plaza de la Bastilla, símbolo de la lucha revolucionaria, y la derecha prefiere apostar por la Plaza de la Concorde, entre la Asamblea Nacional y el Palacio del Elíseo; el nuevo presidente solventó rápidamente el dilema eligiendo un punto intermedio entre ambos, situándose, una vez más, entre la izquierda y la derecha.
Así, a las puertas de uno de los museos más visitados del mundo, a la entrada de los jardines de las Tullerías, delante de la célebre pirámide de cristal, construida bajo petición expresa de François Mitterrand, y sobre un basto centro comercial que ocupa buena parte del subsuelo, Emmanuel Macron recordaba: "Este lugar es un recorrido por nuestra historia, desde el antiguo Régimen hasta la Liberación de París, de la Revolución Francesa a la audacia de esta pirámide. Es el lugar de todos los franceses, de todas las francesas, de toda Francia, el lugar de Francia que todo el mundo mira".
Un lugar con múltiples connotaciones simbólicas que sientan como anillo al dedo al nuevo presidente. Desde una cultura francesa arraigada que se exporta con cada nuevo visitante, pasando por un guiño a la obra de François Mitterrand -referencia vital del joven Macron-, y terminando por un centro comercial muy concurrido: una perfecta simbiosis entre el arte, los negocios, el intercambio –económico y cultural- y el patrimonio histórico.
Elementos indispensables en la 'start-up' concebida por el exbanquero: una V República cosmopolita y globalizada, en ruptura con el status quo, en confrontación con las políticas soberanistas y patrióticas de quien fuera su rival, y en equilibrio con una Europa necesitada de reformas y confianza.
Una 'start-up' que necesita medidas concretas -cuyos resultados demostrarán si Emmanuel Macron ha roto los lazos con la herencia socialista de la que un día formó parte-, para reanimar a una Francia "en cólera", que ha terminado dilapidando a las formaciones políticas tradicionales y a sus dirigentes.
Entre sus principales medidas: la reforma del Código Laboral, para "simplificar el derecho al trabajo" con el objetivo de "dar un lugar más importante a los acuerdos mayoritarios en el seno de las empresas"; la "moralización de la vida pública", prohibiendo la contratación de familiares en el seno del Parlamento –haciéndose eco de los escándalos que planean en torno a François Fillon, quien fuera favorito a hacerse con la presidencia de la V República-; la "construcción europea", basada en una colaboración franco-alemana; la reforma de los colegios y escuelas, haciendo especial hincapié en los alumnos con problemas para frenar el fracaso escolar; y la "simplificación de la vida de las empresas", para relanzar la contratación y reactivar el crecimiento económico.
Medidas que deberá poner en marcha en una Francia fracturada. La tarea del exbanquero y exministro de Economía no será fácil. Macron ha ganado los comicios presidenciales, pero, al mismo tiempo, ha sido castigado por una abstención nada desdeñable, sin olvidar que muchas de sus papeletas han respondido solo y únicamente a evitar el "riesgo Le Pen".
En este contexto, la V República "en marcha" corre el riesgo de verse enfrentada a múltiples y variados obstáculos que podrían entorpecer a la 'start-up' y a su ideólogo.
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