Prisioneros de guerra rusos, captirados por el Ejército ucraniano durante la ofensiva en Kursk, esperan en un centro de detención en Ucrania a ser intercambiados.

Prisioneros de guerra rusos, captirados por el Ejército ucraniano durante la ofensiva en Kursk, esperan en un centro de detención en Ucrania a ser intercambiados. María Senovilla

Europa

Con los soldados rusos detenidos por Ucrania: "Me capturaron mientras hacía la 'mili' en Kursk"

"A estos hombres su propio ejército les ha dicho que es mejor que se exploten con una granada, antes que dejarse capturar por los ucranianos".

1 septiembre, 2024 02:16
Ucrania

"Cuando llegan aquí esperan que les torturemos, eso es lo que les han dicho sus oficiales, que si caen prisioneros les torturaremos salvajemente", explica Volodimir, el alcaide de uno de los centros de detención donde el Ejército ucraniano lleva a los prisioneros de guerra rusos capturados en Kursk. "Luego, cuando entienden que este es un lugar seguro, dejan de esperar que les golpeemos y ya sólo esperan el desayuno, la comida y la cena", sentencia.

"No les obligamos a seguir una rutina diaria: la mayoría se suelen levantar sobre las 7 de la mañana, pero si no tampoco les decimos nada, y esperan en sus celdas a que les llevemos el desayuno", relata el alcaide. "En el pasillo están las duchas y en sus habitaciones tienen televisión y juegos de mesa para pasar el rato", detalla.

"Después de comer salen a caminar, durante una hora al menos, para que les dé el aire fresco; y cuando regresan pueden ir a los cuartos a ver la televisión o ir a la biblioteca", añade. "Tenemos una biblioteca muy buena y ellos pueden pedir al librero lo que quieran leer", apostilla.

Volodimir, el subdirector de uno de los centros de detención donde el Ejército ucraniano lleva a los prisioneros de guerra capturados en Kursk.

Volodimir, el subdirector de uno de los centros de detención donde el Ejército ucraniano lleva a los prisioneros de guerra capturados en Kursk. María Senovilla

Hay que descender una planta para llegar hasta los prisioneros de guerra, y al entrar en las galerías donde están las celdas la sensación no es tan angustiosa como cabría esperar. Los pasillos son anchos, hay mucha limpieza y buena ventilación. Nos cruzamos con cuatro cocineros –con las batas de trabajo de un blanco impoluto– que portan enormes termos. Les acaban de servir la comida, así que no se escuchan conversaciones de fondo, sólo el ruido de los cubiertos y los platos.

En las celdas más grandes hay hasta 15 literas, en las de tamaño más reducido seis u ocho. Todas tienen ventanas –con sus correspondientes rejas– y también televisor. En algunos casos, enormes y modernos televisores de plasma. "Sólo damos programación en ucraniano", detalla uno de los funcionarios. "Así pueden aprender idiomas", añade con ironía.

Reclutas con cara de niño

Algunos de los prisioneros de guerra son tremendamente jóvenes, con caras infantiles y casi barbilampiños. "Acabo de cumplir 20, me alisté el pasado 11 de diciembre y estaba haciendo el servicio militar obligatorio cuando nos capturaron", dice Denis, uno de los cautivos que accede a dar una entrevista.

"Nos hicieron prisioneros el 6 de agosto, estábamos en una casa cerca de la frontera cuando el Ejército ucraniano nos rodeo, y decidimos rendirnos todos para salvar la vida", recuerda. "Nuestros oficiales nos dijeron que era un lugar tranquilo, donde nunca pasaba nada, y que no había ningún peligro para nosotros", prosigue.

"Yo no llegué a entrar en territorio ucraniano para combatir, porque debía acabar primero el periodo de formación", asegura. "Pero ahora ya no quiero seguir en el Ejército-, cuando todo esto acabe quiero vivir, progresar y no tener conexión con el Ejército", insiste, con los ojos empañados.

"Este sitio está bien –reconoce casi sorprendido–, hay comida, ropa, zapatos, medicinas. No nos han torturado y las condiciones son buenas, aunque espero que nos intercambien pronto". Y añade, "he contactado con mi familia a través de Cruz Roja, pero yo no sé si ellos han recibido el mensaje".

Prisioneros de guerra rusos, capturados por el Ejército ucraniano en Kursk, juegan al backgammon en su celda.

Prisioneros de guerra rusos, capturados por el Ejército ucraniano en Kursk, juegan al backgammon en su celda. María Senovilla

A diferencia de los rusos, los funcionarios ucranianos respetan los derechos de los prisioneros de guerra –que se recogen en los Convenios de Ginebra–: un trato digno, ropa y comida, atención médica y medicinas, así como informar sobre su identidad y su condición de cautivos.

"Cruz Roja habla con ellos y les da una ficha para que la rellenen con sus datos y los datos de contacto de su familia; después, envía un sms a ese teléfono de contacto que ellos mismos han facilitado, informando que la persona se encuentra prisionera en Ucrania", explica Volodimir, otro funcionario del Ministerio de Defensa.

"Tan sólo 7 familias no han respondido, el resto ya sabe que su familiar está retenido y en buenas condiciones", continúa Volodimir. "Aunque los Convenios de Ginebra sólo obligan a permitir la correspondencia por carta, después de que los Servicios de Inteligencia hablen con ellos, se les permite también hacer llamadas telefónicas a la familia directamente", añade

Ucranianos contra ucranianos

En otra de las celdas el ambiente es muy distinto. Seis hombres curtidos, de más edad, están sentados en sus camas con cara de pocos amigos. Uno de ellos está herido, y tiene un aparatoso hierro que le sobresale del brazo, con el que tratan de unir una fractura de huesos. Otros dos, con frondosas barbas, ni siquiera nos miran a la cara.

Sólo uno accede a hablar, se llama Eugenio. "Yo nací en Lugansk pero me fui a vivir a Moscú en 2014", relata, para sorpresa del funcionario que está presente, y que no puede evitar decir en voz baja "es ucraniano, es ucraniano…".

Decidió alistarse en enero 2024, en Moscú, "porque el salario era muy bueno", asegura. Primero lo enviaron a Sebastopol con la 810 Brigada del Cuerpo de Marines de Rusia, después combatió en la región de Jersón y recientemente lo habían destinado a Kursk con un batallón de infantería.

Un prisionero de guerra ruso, que resultó herido durante los combates, tras recibir las curas médicas diarias en el centro de detención donde le llevó el Ejército ucraniano.

Un prisionero de guerra ruso, que resultó herido durante los combates, tras recibir las curas médicas diarias en el centro de detención donde le llevó el Ejército ucraniano. María Senovilla

Fue capturado el 5 de agosto en la frontera. "Nos separamos del grupo principal, se cortaron las comunicaciones y estuvimos tres días incomunicados y perdidos", recuerda. "Cuando nos topamos con el Ejército ucraniano, por supuesto que en un primer momento no nos rendimos", dice desafiante.

"Nos atrincheramos entre los árboles, pero el Ejército ucraniano abrió fuego y me cegó una explosión de artillería. Perdí el conocimiento y cuando abrí los ojos tenía delante a un hombre apuntándome con su fusil, y entonces sí me rendí", detalla.

Mejor inmolarse que entregarse

"En el ejército [ruso] nos dicen que los ucranianos nos van a torturar si nos capturan, que nos van a cortar las piernas o las manos, y que no es deseable rendirse. Que es preferible inmolarse con una granada a caer prisioneros... pero no teníamos granadas en aquel momento", afirma, de nuevo ante la mirada atónita del funcionario ucraniano.

"La realidad es que cuando nos capturaron no pasó nada, no hubo torturas. Los soldados ucranianos nos dieron comida, agua y tabaco en el bosque, y luego nos trajeron aquí. Aquí todo está bien: la comida es buena, las medicinas son buenas y los cuidados médicos también. Si necesito algo, lo pido y me lo traen", afirma.

"Por supuesto estamos esperando a los intercambios. Nuestro Gobierno [ruso] se responsabilizará de nosotros, no nos va a dejar aquí. Espero que se entiendan pronto con los ucranianos para los intercambios, porque nuestros chicos quieren volver a casa", apostilla.

"¿Sabéis cómo tratan a los prisioneros ucranianos en Rusia?", pregunto a Eugenio. "Bueno, si abres los canales de YouTube o Telegram puedes ver tú misma que los tratan fatal, y los llevan de un lado a otro…", reconoce apartando la mirada y dando por finalizada la conversación.

Prisioneros de guerra rusos, capturados por Ucrania durante la ofensiva de Kursk, sentados en sus camas del centro de detención.

Prisioneros de guerra rusos, capturados por Ucrania durante la ofensiva de Kursk, sentados en sus camas del centro de detención. María Senovilla

Al salir de esa celda, hablo con Volodimir sobre lo que Eugenio ha contado y sobre lo diferente que es la forma de tratar a los prisioneros en Rusia y en Ucrania. El agravio comparativo es un tema que levanta ampollas en la sociedad ucraniana desde hace tiempo, especialmente entre las familias de los desaparecidos –que en muchos casos no saben si sus seres queridos están vivos o muertos porque Rusia no permite a Cruz Roja que les asista–.

Todos ven las imágenes de los exprisioneros ucranianos al regresar. Y aunque sonríen envueltos en su bandera y las lágrimas son de alegría, no pueden ocultar los ojos hundidos y los signos evidentes de torturas. Mientras que los prisioneros rusos son tratados con todas las garantías y más privilegios de los que recogen los Convenios de Ginebra –como poder realizar llamadas telefónicas a sus familias–.

"Lo sé, sé todo eso y también veo las imágenes de nuestros defensores cuando vuelven a casa, pero somos un país democrático. Nosotros no somos Rusia", asegura Volodimir. "Lo único que yo me planteo es que cada uno de estos prisioneros va a traer de vuelta a casa a un defensor ucraniano, y eso es lo importante", subraya.

"Yo también siento rabia, pero somos un país democrático. Somos un país democrático", repite mientras golpea con una mano los muros del centro de detención, indignado y resignado a partes iguales.

Cigarrillos y guantes

"No hemos tenido ningún problema con ellos", dice el alcaide antes de despedirnos. "Ya te digo que los primeros tres días esperan por sus torturas... pero cuando ven que no hay torturas para ellos se sienten tranquilos", insiste. "Es el efecto de la propaganda rusa: a estos hombres les han dicho que es mejor que se maten, antes que dejarse capturar por los ucranianos".

"Lo peor es que hay casos que lo han hecho; algunos prisioneros nos cuentan que otros soldados rusos han acabado con su propia vida antes de dejarse capturar, que se han explotado con una granada", explica. "Nosotros simplemente les damos un trato humano".

Prisioneros de guerra rusos, captirados por el Ejército ucraniano durante la ofensiva en Kursk, esperan en un centro de detención en Ucrania a ser intercambiados.

Prisioneros de guerra rusos, captirados por el Ejército ucraniano durante la ofensiva en Kursk, esperan en un centro de detención en Ucrania a ser intercambiados. María Senovilla

"Aunque a veces exigen más de lo que tenemos la obligación de darles. Por ejemplo, no es obligatorio darles cigarrillos, pero cuando los piden se los damos... y luego nos los exigen como si tuvieran ese derecho. Nos piden hasta guantes para limpiar sus cuartos", concluye el alcaide, encogiéndose de hombros.

Fondo de intercambio

Durante los primeros días de ofensiva ucraniana en la región de Kursk, se habló de que el Ejército de Zelenski había capturado a miles de soldados rusos para su "fondo de intercambio". Y las operaciones en suelo ruso se mantienen ya durante un mes.

Sin embargo, el Gobierno sólo reconoce de manera oficial tener a unos 600 prisioneros. La conclusión es que no vamos a conocer la cifra real, porque en mitad de una guerra la batalla por las cifras es otro frente de combate para los periodistas que intentamos cubrirla con detalle.

Lo que sí es un hecho es que los intercambios de prisioneros se han reactivado rápidamente, por lo que queda claro el interés del Kremlin en recuperar a su gente –aunque previamente les de instrucciones de inmolarse con una granada antes que dejarse hacer prisionero–.

El pasado 24 de agosto –coincidiendo con el Día de la Independencia en Ucrania– se produjo el primer intercambio de estos prisioneros capturados en Kursk. Un total de 115 defensores ucranianos volvieron a casa –con un aspecto cadavérico, extremadamente delgados, el pelo rapado y señales de golpes y quemaduras–, mientras que otros 115 rusos –bien alimentados, vestidos, aseados y con las heridas del combate curadas por los médicos ucranianos– fueron devueltos a Putin.

El hecho de que una parte de estos prisioneros de guerra sean reclutas, capturados mientras hacían el servicio militar obligatorio, ha levantado polémica en la Federación Rusa. Muchas madres, indignadas, se atrevieron a manifestarse al conocer el destino de estos jovencísimos soldados del Kremlin. Y aunque las quejas no tendrán mucho recorrido en un país donde se aplasta cualquier atisbo de protesta pública, lo más probable es que se produzcan intercambios de manera regular durante los próximos meses.