Los nombramientos de Trump entusiasman a la derecha ultra israelí que pide la anexión de Cisjordania a Netanyahu
- El presidente electo opta por un perfil proisraelí con el que manda una señal de fuerza a Irán y deja atrás las oscilaciones de la administración Biden.
- Más información: El exministro de Defensa de Israel culpa a Netanyahu de alargar la guerra y negarse a liberar a los rehenes en Gaza
"Un verdadero dream team para aquellos que se preocupan porque la relación entre Israel y EEUU sea fuerte, vibrante e inquebrantable", así definió Matt Brooks, líder de la Coalición Judía Republicana, los nombramientos de Donald Trump en materia de política exterior de cara a su próxima administración. No es para menos: después de haber coqueteado con el voto árabe e incluso haber recibido el apoyo de grupos de judíos moderados que no veían con buenos ojos las políticas de Biden en Oriente Próximo, Trump ha dado un giro brusco a la derecha eligiendo una serie de representantes que encajan perfectamente con el gobierno de Netanyahu y sus aliados ultraortodoxos.
Marco Rubio, el senador por Florida que ya fuera rival de Trump en las primarias de 2016, será el encargado de llevar la secretaría de estado, el cargo más importante en la diplomacia estadounidense, una suerte de ministro de Asuntos Exteriores. Rubio defendió a lo largo de la pasada primavera, frente a la posición de su propio gobierno, la necesidad de que Israel entrara en Rafah y acabara por completo con Hamás. También declaró públicamente que el asesinato de Hasán Nasralá y buena parte de la cúpula de Hezbolá no solo eran un acto justo de defensa, sino “un beneficio para la humanidad”.
En un momento en el que Estados Unidos e Irán coquetean con un nuevo acuerdo nuclear que sustituya al que impulsó Barack Obama junto a China y Rusia… y del que el propio Trump se desvinculó en 2018, la presencia de Rubio tranquiliza a los israelíes más conservadores. Su apoyo al estado hebreo ha sido siempre inquebrantable, así como las críticas a Irán, uno de sus grandes demonios junto a China.
Está por ver cómo se cuadra el círculo, pero la impresión es que el pacto con Irán, de producirse, incluirá algún tipo de desvinculación de la república islámica respecto de sus milicias. De esa manera, Israel tendrá más margen de libertad en la zona.
El futuro de Cisjordania
En ese margen entra la posibilidad de anexionarse Cisjordania. Esta opción no solo ha sido repudiada por toda la comunidad internacional al ir en contra de treinta años de acuerdos y negociaciones, sino que el propio Netanyahu la ha rechazado en diversas ocasiones. Ahora bien, sus socios ultraortodoxos la defienden con firmeza: Israel debe anexionarse Gaza y Cisjordania pues le corresponden según las escrituras sagradas y no se puede hablar de ocupación, sino de recuperación de lo propio.
En un sentido similar se pronunció en su momento el que será embajador estadounidense en Tel-Aviv, el exgobernador de Arkansas y conocido cristiano evangélico, Mike Huckabee.
Íntimo amigo de Benjamin Netanyahu, Huckabee considera que Israel tiene todo el derecho del mundo a anexionarse Cisjordania… ya que Cisjordania no existe. "Es Judea y Samaria", declaró en 2017, haciendo referencia al nombre que recibe la región en la Biblia, a la vez que defendió los asentamientos judíos en la zona, puesto que eran los verdaderos propietarios. De hecho, según Huckabee, tampoco existe una comunidad palestina como tal, solo sería una invención árabe para atacar a Israel.
Los demás nombramientos presentan perfiles muy parecidos en esta cuestión: la congresista Elise Stefanik, futura embajadora de Estados Unidos en la ONU, fue una de las que más protestó contra la inacción del gobierno Biden cuando los campus universitarios de la costa este se llenaron de concentraciones contra los ataques de Israel sobre Gaza. Teniendo en cuenta las tensas relaciones entre el organismo internacional y el gobierno de Netanyahu, su elección deja bien claro de qué lado va a estar la administración Trump.
De mediador, un empresario golfista
No acaba ahí la cosa: el próximo director de la CIA, John Ratcliffe, elogió en su momento a Israel por “pisar la garganta” de Irán y sus milicias. Por último, el enviado especial a Oriente Próximo, un cargo de enorme responsabilidad dado el contexto actual, será con toda probabilidad Steven C. Witkoff, empresario de origen judío sin experiencia política previa y cuyo único mérito para el cargo parece ser la estrecha amistad que le une con el presidente electo. Witkoff y Trump acostumbran a jugar juntos al golf en Mar-A-Lago y, de hecho, el empresario estaba presente el pasado mes de septiembre cuando los servicios secretos detuvieron a un hombre armado dispuesto a matar al candidato republicano.
Witkoff será el encargado de mediar entre árabes, iraníes e israelíes y probablemente su elección tenga que ver con el “enfoque pragmático” del que presume la próxima administración. Su idea es afrontar la política exterior como quien negocia con otras empresas, dejando siempre claros cuales son sus intereses y sin las ambigüedades y las muestras de debilidad que caracterizaron al gobierno de Joe Biden, tanto en Ucrania como en Gaza.
De hecho, el propio Biden se reunió este miércoles, según el portal de noticias Axios, con Trump durante dos horas para trabajar en la transición y el traspaso de poderes. Respecto a Israel, Biden le insistió a su sucesor en que luchara por llegar a un acuerdo que liberara a los rehenes que llevan ya más de trece meses secuestrados por Hamás y la Yihad Islámica. Al parecer, Trump habría coincidido en la importancia del asunto y ambos se habrían comprometido a solucionarlo antes del 20 de enero, fecha de la investidura del nuevo presidente. El asunto ahora es convencer a los terroristas.