Iñaki Gabilondo ha dado la clave en la estupenda entrevista de EL ESPAÑOL: “Podemos todavía no ha elegido entre la virginidad y el matrimonio”. Pero es la clave no solo sobre Podemos, sino sobre todos los partidos. Principalmente sobre el PSOE.
Con Podemos, en efecto, está claro. El partido de los profesores se resiste a salir de la virginidad del aula y casarse con lo que hay fuera. Sus guerras son solo teóricas, por un lado, y por el otro guerras departamentales. Supuestamente tienen opiniones muy radicales sobre la realidad, solo que se trata de una realidad abstracta. O sea, su realidad está aquejada de la simpleza de los manuales. En cuanto salen de esta islita, se acojonan con el oleaje. En los sitios en los que gobiernan –sobre todo la alcaldía de Madrid– el día a día es un chapoteo.
Ciudadanos dio el paso de comprometerse con el PSOE. Pero todo indicaba que no solo pensaba llegar virgen al matrimonio, sino seguir siéndolo en la luna de miel y después. En su pacto de Andalucía, el marido, con esa cara de Joe Rígoli, sigue presumiendo de virginidad; aunque hay sospechas de que por la noche pasan cosas en la cama. A nivel nacional, Rivera no puede disimular el alivio por que no haya habido boda con Sánchez. Ahora tiene un par de meses para seguir siendo virgen él solito, que está tirado. Lo difícil vendrá cuando vuelva a comprometerse después del 26-J, con Rajoy lo más seguro. Para entonces lo máximo que podrá hacer será ponerse un camisón de esos con agujerito.
El PP, por su lado, vive en lo que Luis Cernuda llamaba “el aguachirle conyugal”. Lo suyo es el matrimonio, pero con poca movida. Como el paso de la virginidad al matrimonio se hizo mediante el sacramento, considera que el matrimonio sigue siendo virginal básicamente. Hay una continuidad digamos que santa, por lo que ejerce el poder como un bendito. Y lo hace en aras de una realidad que presenta como incuestionable pero que también está simplificada.
En cuanto al PSOE, aunque hace mucho que se casó –con el poder, con la realidad (si bien respecto a esta a veces se ha echado sus canitas al aire)–, parece que detrás de lo que anda ahora es de coserse el virgo. Podría ejemplificar el matrimonio moderno, pero ha entrado en el bucle melancólico de la añoranza por la perdida pureza. Lo último ha sido lo de Maritxell, que con lo de que “PP y Ciudadanos son partidos de derechas, muy lejanos del PSOE”, se ha comportado (¡disculpen el horripilante juego de palabras!) como una auténtica ‘Maritxellestina’.