El polémico festejo del Toro de la Vega, ahora conocido como Toro de la Peña, ha cerrado este año su primera edición sin sangre. La celebración, que data del siglo XVI, es tristemente conocida debido al brutal tratamiento que hasta ahora sufría el animal. La decisión del Gobierno de Castilla y León de prohibir la muerte del toro a lanzadas era un paso necesario, por tratarse de una tortura inadmisible en pleno siglo XXI. Desde este año, sólo se permite recortar al toro durante su encierro.
El cambio no ha estado exento de controversia, ya que muchos vecinos insisten en mantener "la tradición" y han pedido alancear al toro. Y han vuelto a registrarse enfrentamientos con los periodistas y con los defensores de los animales que han acudido a Tordesillas para comprobar que la ley se cumplía.
Tras esta primera celebración sin actos cruentos solo cabe esperar que las aguas vuelvan a su cauce en el municipio, que la brutalidad con los animales reciba una condena unánime de la sociedad y que hechos así dejen de ser objeto de controversia.