Vaya por delante que soy fan acérrima de Netflix, de sus series y de su modelo de negocio. Qué bien lo hacen, pero esa no es la cuestión. Ellos se dedican a crear contenido, y nosotros, los usuarios, lo seleccionamos (o deberíamos). Aclarado esto, la columna bien podría llamarse Aleja a tus hijos de Élite porque es del todo inadecuada para cualquier menor. Ni refleja el mundo adolescente, ni queremos que lo refleje", pero era muy largo.
Sus protagonistas, a los dieciséis, se drogan lo más grande, que si porros, que si pastillas; beben como cosacos; practican sexo, y de qué manera: tríos, oral (heteros y homo), de condones ni hablamos, forniquemos en público y a lo loco. Por si alguien duda: no, nada de sutilezas. Explícitos hasta justo el borde. A modo de anécdota, os comento que hay unos adolescentes tan aburridos de su relación que deciden practicar sexo con otros mientras su pareja mira. Lo normal, vamos.
Los chavalitos desarrollan actividades delictivas varias: trapichear, robar, arrear hostias como panes, pintarrajear paredes ajenas. Ah, todos tienen una buena excusa para sus barbaries: que si necesito la pasta para huir de un padre autoritario, que si el dueño de la pared es un chorizo y yo soy el Robin Hood de mi barriada...
La chica guapa se contagia de VIH a los 14 añitos y fornica a destajo sin preservativo, asegurando que tiene poca carga viral, que se medica y que por eso no contagia a nadie. Ole con ole. Todos ponen a los padres a caer de un burro. Son una panda de hijos de puta como la copa de un pino, culpables de todas las desgracias de sus inocentes vástagos (sí, los que trapichean, roban, hostian y copulan sin protección como si no hubiera un mañana).
Pocas series he visto tan claramente inadecuadas para los menores, por muchas páginas que se hayan llenado hablando de su "mensaje social", el cual, personalmente, no acabo de pillar. Cotilleo en San Google para saber cómo decide Netflix la calificación por edades, convencida de que en lugar de +13 querían escribir +31, y me encuentro con la siguiente respuesta: Netflix establece la clasificación por edad en función de la frecuencia y el impacto del contenido para adultos de una serie o una película.
Admiradas gentes de Netflix, yo tengo un hijo de 13 años y os aseguro que el contenido improcedente es muy frecuente y muy impactante. Se me ocurren cientos de maneras para mostrarle a mi retoño la realidad de la vida, y ninguna incluye ver como dos chavales se la chupan mutuamente o se empotran en las duchas del colegio. Pero debo ser la única que piensa así porque, al parecer, todos los niños de España de más de diez años han disfrutado de Élite sin que sus padres digan ni mú. Ni los padres ni ningún medio, porque, sorprendentemente, no hay ni un solo artículo en la red alertando sobre estas cuestiones. Todo muy raro.
La cosa está clara: los de Netflix, que son listos de narices, saben que una serie protagonizada por adolescentes gusta a los adolescentes que, además, están ávidos de morbillos varios y convierten en viral hasta lo más nimio. Pues a forrarse se ha dicho. Total, los padres les atiborran a pantallas sin control alguno. Porque, querido lector, basta con ver la serie de marras durante 20 minutos para ver un cunnilingus, un porro o cualquier otra salida de tiesto. No hace falta dedicarle demasiado tiempo, de verdad.
Comentando este asunto en redes he obtenido respuestas que apoyan mi teoría sobre el no control paterno: que si "es inevitable que los niños vean lo que quieran", que si "claro, lo ven en el iPad cuando se acuestan". Y me tiro de los pelos. Inevitable es que el sol se ponga, no que su retoño tenga una pantalla de libre acceso sin control alguno. A eso se le llama pasotismo. Es lo que tiene la paternidad, que es agotadora, una putada.
Lo dicho: Netflix, lo habéis bordado; padres: echadle un ojito a la serie, y luego decidís.