Como en la parte lunar del Mont Ventoux, el último arreón de la campaña es ya cuestión de piernas y de entrepiernas. La realidad, la España viva que dice el partido del veto, es que quizá haya un señor por Palencia que anteponga España a la abulia de un domingo sin voto.
Y como en el arreón final del Tour en el monte de Petrarca, un pinchazo o un cambio cabrón pueden llevar al suelo. A uno, a dos o a la grupeta multicolor.
Al final de la escapada de Sánchez, vimos que no se puede hurtar un debate a la ciudadanía, y que la doctrina de la espantada le puede salir cara a Sánchez. Ya puede Iván Redondo venderse como genio con pelos nuevos, que las magufadas, como el amor, se agotan de tanto usarlas. Su invento -pagado por todos- de convertir a un chisgarabís del Maeztu en un Pigmalión con ramalazos de Narciso va quedando en eso; en un ser que ni siente ni padece, que runnea diez kilómetros sin sudar y que este lunes sacará esa voz vacía, llamará indignos y fascistas a quien le convenga.
La campaña ha sido y será larga. Mi úlcera tiene ya entidad jurídica propia y hemos visto de todo. Se han naturalizado a los cuneros, medio PSOE ha visto el suicidio de la transversalidad y Sánchez hace bueno hasta a Patxi López.
Y Podemos no deja de ser una mezcla de testosterona y mistol, y en Ciudadanos ven ya con cierta desesperanza eso de cultivar el liberalismo en los magines de un "intratable pueblo de cabreros" (Gil de Biedma). Su lema, cantado, nos da un rubor primaveral por tanto candor.
Casado sí suda y no lleva papeles, aunque lleve por Huelva a un evangelista iluminado y plañidero que entiende la política como una feria de ganado. Y por Barcelona a Cayetana, sí. Una noble que ha demostrado que el único trato que la democracia puede ofrecerle a los golpistas es ése: como a los porqueros del cortijo.
Cayetana Álvarez de lo mismo es la institutriz que nunca quisimos por diletantes, un frío de la Antártida que dejó a tiempo el periodismo y que se merendará al propio Casado. Cayetana, gótica flamígera por Las Ramblas, es la pesadilla indepe que puede desinfectar Barcelona de tanto parlem y de tanto paniaguado, y quien desmonta a la Rahola con una mirada que quizá no es de este mundo.
Este lunes y este martes, los debates nos dirán poco. Si los puñales no vinieran de fábrica, hasta podríamos ver algo en claro. El debate será un meme de sí mismo, y con eso votaremos otro domingo.
Otro domingo histórico...