Eliminados de la Eurocopa, nos quedaba el derbi político del año: Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez se vieron ayer en la Moncloa. La presidenta de la Comunidad de Madrid llegó a dependencias presidenciales con una agenda técnica clara y una agenda personal aún más clara.
En su comparecencia posterior a la reunión, Ayuso se confirmó como el contrapoder más sólido del sanchismo. Asumió la responsabilidad de defender a todos los españoles de los excesos iliberales del Gobierno, y resumió su inquietud en una sentencia: “Los intereses de España y los intereses de Sánchez son distintos”. La presidenta de los madrileños abrió los brazos para ejercer de madrina de toda España.
Fueron frases cortas y contundentes, como eslóganes. “España está hoy secuestrada por minorías que la odian”. “Queremos lo mejor para Cataluña, no la humillación de toda España”. “Ni Madrid, ni ningún otro territorio, pueden seguir dejándose pisar por aquellos que odian a España”. El mensaje fue una voz de alerta, a la vez que una llamada a la calma: el villano estaba suelto, pero no estábamos solos.
Fue tan conmovedor que casi nos hace olvidar que existe el Parlamento y que quien lidera la oposición es el presidente de su partido. ¿Por qué sintió Ayuso la obligación de dar amparo a los españoles? ¿Considera insuficiente la labor de Pablo Casado? Ayuso quiso hacer un discurso en clave nacional, ofrecerse como un refugio alternativo a la oposición real. Un refugio sin realidad administrativa, pero de gran alcance emocional.
Se mostró concernida con el trato que el Gobierno dispensa a quienes incumplen la ley e indignada con el hecho de que la única política frente al nacionalismo consista en premiar los delitos con indultos y concesiones. Se puso en la piel de los millones de españoles que pagan sus impuestos y frenan en los semáforos por temor a las multas. Quiere levantarlos del sofá convenciéndoles de que están siendo estafados. “¿Cuánto cuesta el chantaje? ¿Va a permitir que le roben España?”. Ayuso dividió el tablero entre agresores, colaboracionistas y la Resistencia. Y al frente de la Resistencia se situó ella.
Porque los problemas de España son sus problemas, vino a decir. Y su Gobierno “estará aquí para cada español que necesite amparo, oportunidades, respeto y libertad”. No fue un error, ni una improvisación acalorada. Ayuso es la única prueba de la vulnerabilidad del Pedro Sánchez, la única que lo ha hecho sangrar. Y lo sabe. Lo que no está claro es si su comparecencia de ayer apuntaba a la yugular de Pedro Sánchez o a la de Pablo Casado.