El canon de las figuras mitológicas nos habla de unicornios, sirenas o minotauros. Existe una que no aparece en ningún relato popular pero sí es invocada con frecuencia en el devenir cotidiano de la política española: los moderados de Convergencia.

Ellos eran los que nos iban a salvar de la deriva soberanista que se materializó ante nuestros ojos en la Diada de 2012. Ha transcurrido más de una década y éstos no nos han enviado siquiera el conato de la sombra del esbozo de algo parecido a una señal.

Las pocas cosas que sí se mueven sólo se pueden traducir como certificados de inexistencia. Este sábado, sin ir más lejos, el PDeCAT ha anunciado su disolución sin rascar más que un breve en los medios de comunicación

Nada de lo anterior ha permeado en los dos principales líderes políticos de España, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo

El primero se ha destapado con un discurso este sábado que puede hacer las delicias de aquellos que, como Ignacio Varela, más esfuerzo intelectual han dedicado a desentrañarle. La estrategia, como apunta Víctor Núñez, es adelantarse a la posible crítica. "Sí, he cambiado de idea porque necesito los votos, ¿qué pasa? Peor sería no gobernar". "De la necesidad virtud" resume su carrera política mejor que "manual de resistencia"

Su argumentación tiene algunas fisuras. (¿Ahora resulta que su "no" anterior a la amnistía era sólo para ese momento preciso?). Pero hay un aspecto más o menos colateral que nos ha resultado especialmente interesante. Hablamos de la comparación entre su disposición a amnistiar a los que subvirtieron el orden constitucional con los gestos de Aznar para conseguir los votos de Pujol en 1996. Lo hizo echando mano del "hablar catalán en la intimidad", un hito casi siempre mal citado. (El entonces líder del PP habló en aquella entrevista en TV3 de "círculos reducidos no muy amplios"). 

Me temo que va a tocar quedarse con la copla. Que no haya pinzas capaces de sostener ese paralelismo no va a detener a los nadadores sincronizados del presidente de metérnoslo hasta en la sopa. 

Feijóo no tiene demasiada credibilidad para contraatacar por este flanco. Su última conferencia barcelonesa apunta maneras de caso práctico en las escuelas de estrategia política. De un plumazo, el presidente del PP fue capaz de entregar su mejor arma para la réplica a la investidura de Sánchez y quedarse en paños menores en el caso de que una carambola nos haga votar en enero.

Por el mismo precio, ya que estábamos, regó un poquito ese argumentario, tan bien recibido en la prensa catalana, que dice que su partido será el gran beneficiado de la amnistía en el medio plazo. 

Ataques y tiros en el propio pie parten de la misma concepción errónea. Ni el instrumento de análisis más sofisticado sería capaz de encontrar trazas de Joaquim Molins en Míriam Nogueras. Con sus muchos defectos y algunas virtudes, el nacionalismo burgués de CiU no existe en nuestro presente. No hay más cera que la que arde en las peregrinaciones a Waterloo o en la piscina de Cadaqués de Pilar Rahola.

Conviene tenerlo presente si las cosas se vuelven a poner tensas, reavivado el ardor guerrero con la tranquilidad que da saber que no se hizo nada malo. No acudirá en nuestro auxilio ningún moderado de Convergencia. Aunque creamos vislumbrarlo si aparece en el cielo un caballo volador con un cuerno en la frente.