La pésima gestión para abortar el 1-O acabó sirviendo al independentismo para esgrimir el relato de que el pueblo catalán logró esquivar al Estado y votar a favor de la independencia, osadía que el Gobierno reprimió entonces con cargas policiales y quiere castigar ahora suspendiendo la autonomía y sojuzgando a los Mossos d’Esquadra.
En la necesaria depuración de responsabilidades habrá que reparar entonces no sólo en las torpezas evidentes de Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría y Zoido por las decisiones adoptadas sobre el procés, sino también en los fallos flagrantes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que dirige el general Félix Sanz Roldán, en la investigación del operativo del referéndum y de cuál iba a ser la actuación de los Mossos.
Puigdemont, por delante
Mientras el Gobierno aseguraba que no habría plebiscito, Carles Puigdemont y su Govern insistían jactanciosamente en que sí se celebraría; al cierre de una web propagandística de la votación le sucedía la apertura de otra; y ni siquiera la incautación de miles de papeletas y urnas desmoralizaban a los promotores del 1-O, que siempre anduvieron dos pasos por delante.
El documental sobre el 1-O que TV3 emitió en el canal infantil Info-k, en el que denigraba a policías y guardias civiles mientras ensalzaba la astucia de la policía autonómica catalana, de Puigdemont y de los ciudadanos que ocultaron las urnas en sus casas, retrataba de manera propagandística una burla colosal que levanta ampollas en el Gobierno.
Críticas dentro del Gobierno
Es natural que todos los ojos estén puestos sobre la vicepresidenta, a quien Rajoy encomendó gestionar la crisis catalana y dio las riendas del CNI. También que Sáenz de Santamaría se ponga a la defensiva cada vez que, dentro del Gobierno, se critica con motivo la labor del CNI en este asunto. No se trata de cuestionar la eficacia probada de los servicios secretos a la hora de luchar contra el yihadismo o colaborar con sus pesquisas en investigaciones judiciales. Pero tampoco se puede obviar que la Inteligencia fracasó ante el reto de impedir la mayor demostración de fuerza del soberanismo en su golpe a la democracia.
Es verdad que las decisiones políticas sobre el procés han sido -y siguen siendo- erróneas. Pero no es menos cierto que las informaciones suministradas por el CNI no fueron fiables y agrandaron el bochorno. El CNI ha estado durante los últimos años en el foco mediático por el enfrentamiento entre Félix Sanz y el excomisario José Villarejo, y por asuntos relacionados con Corinna zu Sayn-Wittgenstein , el pequeño Nicolás y la vida privada del Rey Emérito, lo que ha afectado a su imagen, hoy tocada además por el desafío catalán. Resulta ahora obligado preguntarse si el CNI ha sido capaz de resarcirse y de ofrecer al Gobierno información valiosa sobre los planes de Puigdemont.