La decisión de Pedro Sánchez de dejar en manos de las Comunidades Autónomas la responsabilidad sobre el confinamiento es contradictoria con los mensajes que lanzó para afrontar la primera ola de la pandemia. Entonces dijo que íbamos a salir "todos juntos".
Pero más paradójica resulta aún su negativa a explicar en el Congreso los motivos que le llevan a solicitar apoyo parlamentario para un estado de alarma absolutamente excepcional de medio año, que además genera serias dudas jurídicas. Esa tarea la ha delegado en el ministro de Sanidad, Salvador Illa.
Sobreexposición
Suena a burla que desde el Gobierno se justifique esa anunciada ausencia de Sánchez en el Parlamento alegando un encuentro de líderes europeos, sobre todo porque la cita es telemática y se celebrará nueve horas después de que comience la sesión plenaria.
Coviene recordar a ese respecto que durante el primer estado de alarma el presidente no sólo comparecía en la Cámara cada dos semanas; también lo hacía ante los españoles cada sábado en una sobreexposición mediática que tuvo su eco en la opinión pública. ¿Por qué ahora se escurre en la tormenta?
Escenografía
Hay que tener en cuenta, además, que Sánchez no ha atado aún los 176 votos que necesita para ampliar la alarma hasta mayo del año que viene. Precisamente su actitud, que algunos ven arrogante, ha generado malestar entre grupos que, en principio, podrían estar dispuestos a darle su apoyo.
Sánchez debe acudir a la sede de la soberanía nacional a exponer los motivos que le llevan a plantear una medida insólita, y a someterse a las preguntas y las consideraciones del resto de representantes políticos. Es lo responsable. Pero además sería el lógico colofón a una escenografía que él mismo ha alimentado, y que comenzó el viernes pasado con una declaración institucional en tono muy grave y continuó con un Consejo de Ministros extraordinario el domingo, en el que anunció el toque de queda para toda España... aunque entonces no dijo que caducaría el 9 de noviembre, para que, a partir de ese día, cada Comunidad haga de su capa un sayo.