El poder de la corrosión: así ha degradado Podemos la democracia
Las instituciones de la democracia española han sufrido una degradadación acelerada durante los últimos años. ¿Qué papel protagonista ha tenido Podemos en ello?
1. La primera víctima de la corrosión: el 15-M
Podemos nació el 11 de marzo de 2014, pero su germen está en el movimiento 15-M de 2011. Como explica el empresario Lorenzo Abadía en esta entrevista en el Diario de Sevilla, el 15-M fue durante sus primeras horas de vida un movimiento de protesta transversal en el que no era raro ver banderas de España y una generosa representación de ciudadanos de clase media y trabajadora.
Pero eso, sólo hasta que llegaron a Sol las agrupaciones de extrema izquierda y sus técnicas de control asambleario y convirtieron lo que pretendía ser un movimiento regeracionista interclasista en una algarada antisistema liderada por los hijos con ínfulas revolucionarias de la clase alta que luego acabaron en la cúpula de Podemos y otros partidos similares.
La propaganda y la constatación de que esa masa, convenientemente manipulada, podía convertirse en el germen de un partido populista acabaron de convencer a algunos de que un proyecto como Podemos era posible.
2. El circo de cinco pistas de Podemos
Podemos quiso dejar claro desde su primer día en el Congreso de los Diputados, en enero de 2016, que su respeto por las instituciones de la democracia era nulo y que ellos estaban ahí para degradarlas de forma acelerada hasta que la corrosión hiciera el resto.
Carolina Bescansa se presentó en el Hemiciclo con su bebé, aunque el Congreso dispone de guardería. Compromís llegó acompañado, literalmente, de una charanga trompetera. Juan López Uralde arribó al Congreso en bicicleta y secundado por sus acólitos. Rita Maestre fue cacheada (un procedimiento habitual) e Íñigo Errejón aprovechó para escenificar su indignación por tamaña afrenta.
La maquinaria de deslegitimación de las instituciones había sido puesta en marcha.
Con todo el respeto, pero cualquiera no puede llevar a su hijo al trabajo.
— Borja Sémper (@bsemper) January 13, 2016
Privilegio o postureo. pic.twitter.com/UFx8PbHNVX
3. Lejos de mí la funesta manía de trabajar
En diciembre de 2014, la Universidad de Málaga (UMA) suspendió de empleo y sueldo a Íñigo Errejón por no cumplir con su contrato, que especificaba que debía trabajar 40 horas a la semana en el campus del centro malagueño a cambio de un sueldo de 1.825 euros brutos al mes. El contrato era producto de un convenio entre la UMA y una consejería controlada por Izquierda Unida, la de Fomento.
El de Errejón fue sólo uno de los muchos casos que probaron que los líderes de Podemos llegaban a la primera línea política con una larga experiencia en el aprovechamiento en beneficio propio de las ventajas y recovecos de una administración pantagruélica, despilfarradora e incontrolable. Algo que los emparenta con dos de sus mejores aliados: los sindicatos y el nacionalismo.
4. Los escándalos de Podemos
No había acabado todavía 2016 y Podemos acumulaba ya docenas de escándalos que indicaban que era algo más que un partido fundado por un puñado de universitarios de ideas carpetovetónicas regurgitadas en el lenguaje de las redes sociales del siglo XXI.
El diario ABC los listó en este artículo: los 97.000 euros cobrados por Pablo Iglesias de una productora iraní; los 425.000 euros cobrados por Juan Carlos Monedero por un informe; los siete millones que, supuestamente, habría invertido la dictadura chavista en la creación de un partido a su imagen y semejanza en España; las adjudicaciones familiares de Tania Sánchez; o la investigación a una jueza afín a Podemos.
5. A quién ha nacido para oveja, del cielo le llueven Podemos
El 13 de diciembre de 2016, Pablo Iglesias se sentó en el suelo del Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados e invitó a los periodistas allí presentes a que hicieran lo mismo que él. La orden fue obedecida por una docena larga de periodistas a los que sólo les faltó entregarle su cartera al líder, calzarse una túnica blanca y echarse a cantar hosannas.
Si Pablo Iglesias pretendía comprobar hasta dónde llegaba la falta de respeto del periodismo español por su profesión, por las instituciones democráticas y por ellos mismos, la respuesta fue inmediata: si esos eran los que debían alertar a los ciudadanos de las tentaciones autoritarias del populismo de extrema izquierda, Podemos tenía campo libre hasta las mismas entrañas del sistema.
PD: No deja de ser llamativo que, en la foto, algunas de las más jóvenes del grupo estén de pie mientras los veteranos andan todos culo a tierra. Probablemente, el periodismo es el único oficio en el que se desaprende con la experiencia.
6. Purgas a granel
No hay partido comunista sin purgas y Podemos no ha sido una excepción a la regla. Hoy, Podemos es un partido familiar controlado por Pablo Iglesias y su pareja, la ministra de Igualdad Irene Montero. Pero no fue siempre así en el pasado e incluso hubo momentos en los que pareció que el liderazgo de Iglesias podía verse amenazado. Las purgas de Miguel Urbán, Carolina Bescansa, Teresa Rodríguez, Íñigo Errejón, Rita Maestre, Tania Sánchez, Ramón Espinar o la misma Manuela Carmena acabaron con cualquier especulación al respecto y dejaron claro que Podemos es un partido unipersonal en el que la única excepción a la regla es la de la pareja sentimental coyuntural del líder.
7. El desaliño es para las elites
La inanidad de Podemos, medida en leyes y acciones de gobierno capaces de mejorar la vida de los ciudadanos españoles, es evidente para cualquiera que haya vivido en España durante los cinco últimos años. Pero esa falta de resultados en la práctica contrasta con su eficacia estajanovista a la hora de degradar cualquier rastro de dignidad institucional que pueda quedar en el sistema.
Podemos ha hecho del postureo, los insultos, el eslogan de muro de extrarradio y la escenificación de brocha gorda el leitmotiv de su estrategia política. Y de ahí que sus líderes hayan hecho del desaliño marca de fábrica obviando que ningún obrero que se respete a sí mismo vestiría, por gusto, con el desprecio por el resto de los ciudadanos con que lo hacen ellos.
Podemos no ha entendido, en fin, que sólo los privilegiados pueden permitirse el lujo de lucir zarrapastrosos.
8. ¿Quién quiere prensa libre allí donde nos lleva Podemos?
No hay ningún plan oculto. Si algo ha repetido una y otra vez Pablo Iglesias desde que los medios empezamos a darle espacio mediático es que su mayor aspiración, prioritaria incluso a la del derribo de la monarquía, es la erradicación de la prensa privada, la censura de contenidos y el control gubernamental de la información.
Podemos, coherente con su desprecio por la libertad de expresión y de prensa, ha atacado a periodistas con nombres y apellidos y ha creado medios propios desde los que se difunden noticias falsas a diario y se ejecutan campañas de difamación contra aquellos que no se pliegan a sus amenazas y presiones, tal y como denunció la Asociación de la Prensa de Madrid en 2017.
Un poco de Alsina es mucho. pic.twitter.com/QhnO3GF0bp
— goslum (Hasel es el fracaso de la psiquiatría) (@goslum) February 19, 2021
9. El reto de Podemos
Como si se tratara de un reto de TikTok, pocos son los líderes y altos cargos de Podemos que no cuentan ya con su multa, su sanción o su propio proceso o investigación judicial. Fraudes a la Seguridad Social, atentados contra la autoridad, lesiones, intromisión en el honor, robo con violencia e intimidación, e incluso asesinatos: pocos son los delitos del Código Penal que no constan ya en la lista de Podemos. La siguiente lista de condenados (o inmersos actualmente en procesos judiciales) no es en cualquier caso exhaustiva: Alberto Rodríguez, Pablo Echenique, Isa Serra, Juan Manuel del Olmo, José Luis Nieto, Eugenio Romero, Jorge Luis Bail, Juan Carlos Monedero…
Y eso sin entrar en los delincuentes a los que Podemos ha prestado su apoyo reiteradamente.
10. Un chalet por cuenta de la militancia
Podemos es el único partido español que ha sometido a consulta de la militancia el chalet del líder. Los afiliados de Podemos, cuyo autorrespeto compite con el de los periodistas del punto 5, votaron en mayo de 2018 abrumadoramente a favor de que Iglesias y Montero siguieran liderando el partido.
En realidad, lo que hizo la consulta fue legitimar el nuevo tren de vida de estos. Ese que no sólo incluye el chalet con piscina de Galapagar, sino vigilancia permanente a cargo de docenas de agentes de la Guardia Civil, escoltas, corte personal e incluso niñera por cuenta de los Presupuestos Generales del Estado.
Tras la consulta, en la que 128.300 afiliados votaron a favor de Iglesias y Montero, estos confirmaron, por si quedaba alguna duda en el aire, que Podemos les pertenecía y que sus militantes tragarían con cualquier cosa que se les antojara.
11. "Un ministerio para mi señora"
Que la principal condición para el acuerdo de gobierno entre PSOE y Podemos fue la concesión de un ministerio a la pareja sentimental del líder de los morados es hoy un secreto a voces. Sánchez, cuya relación con Iglesias consiste en consentirle a este todos sus caprichos, siempre y cuando Podemos no ejerza el poder, nombró a Irene Montero ministra de Igualdad e Iglesias se dio por satisfecho con ello.
Buena parte de los problemas entre PSOE y Podemos han surgido, de hecho, a raíz del interés de la ministra de Igualdad por generar leyes reales (polifemos jurídicos plagados de erratas y tan pésimamente redactados que han provocado la burla de los expertos del Ministerio de Justicia) en vez de limitarse, como otros ministros morados, a mantener un perfil bajo y cobrar su salario sin levantar demasiado polvo.
12. El "burro de Troya" del separatismo
Podemos ha logrado sortear su menguante influencia política convirtiéndose en el puente entre el nacionalismo y el PSOE. Convertido en el conseguidor del separatismo (el "burro de Troya" de la democracia, según la definición de Cayetana Álvarez de Toledo), Podemos ha defendido el inexistente derecho a decidir, la desigualdad fiscal entre españoles, los privilegios de las elites empresariales nacionalistas e incluso el indulto de los golpistas del procés, convencido de que la demolición de la democracia española pasa por una alianza de la extrema izquierda y el nacionalismo catalán y vasco.
«César en la infamia: Pablo Iglesias debe ser destituido».
— Cayetana Alvarez de Toledo (@cayetanaAT) February 11, 2021
Aquí pueden ustedes firmar nuestro manifiesto contra el burro de Troya.
Muchas gracias. https://t.co/l7Amenul3O
13. Todo es machismo, menos lo del líder
Cualquier otro líder político español que hubiera reconocido haberse quedado con la tarjeta del móvil de una antigua colaboradora y no habérsela devuelto durante meses por el impacto psicológico que esto pudiera tener en su frágil psique de hembra joven habría sido obligado a dimitir o cesado de manera fulminante antes de pasar a disposición judicial. En el caso de Iglesias, el asunto se ha solventado con el perdón de la víctima tras ser nombrada directora del medio de propaganda oficioso de Podemos.
Nada que ver aquí, circulen. Estas cosas pasan en las mejores repúblicas bananeras.
14. Sólo Sánchez se salva… de momento
Excepto la presidencia del Gobierno (con las cosas de comer no se juega), no ha habido institución democrática, rival político o ministerio socialista que no haya sido difamado, atacado o arrastrado por el barro por Pablo Iglesias y Podemos. Desde la monarquía hasta el Poder Judicial, pasando por la Fiscalía, la Abogacía del Estado, la oposición, el centro, la derecha, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, los compañeros del Consejo de Ministros e incluso figuras del socialismo como Felipe González o Alfonso Guerra, pocos han sido los que han escapado de la furia adanista de Podemos.
¿El objetivo? Demoler el sistema democrático surgido del 78 para construir sobre sus cenizas un régimen autocrático del que haya sido marginada la mitad del país.
15. El penúltimo paso: llamadas a la violencia desde el Gobierno
A lo largo de la historia, las revoluciones han sido habitualmente protagonizadas por el pueblo contra sus gobiernos. En la España de 2021, sin embargo, las revoluciones son ejecutadas por el Gobierno en contra del pueblo. Jaleando la violencia y negándose a condenar los saqueos de comercios, el vandalismo y los ataques a los agentes de policía y a otros ciudadanos, Podemos ha roto el contrato social democrático: si el Estado ha asumido en exclusiva el monopolio legítimo de la violencia no es ya para proteger a los ciudadanos, sino para utilizar esa violencia en contra de ellos.