Cambiar la estrategia de vacunación no es lo más oportuno
Es posible que la población hubiese entendido la vacunación de los hijos antes que la propia, pero cambiar el plan a posteriori no es lo oportuno ni logística ni éticamente
Desde que se inició el proceso vacunal en España, el Ministerio de Sanidad ha ido marcando las directrices de la estrategia a través de distintas actualizaciones.
La estrategia contempló desde el comienzo una priorización de los grupos que debían ser vacunados, atendiendo a la disponibilidad de dosis y siguiendo los criterios de riesgo de exposición y vulnerabilidad frente a la infección. Aunque la edad ha sido el principal elemento de ordenamiento a la hora de desplegar la vacunación entre la población general.
Desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene hicimos en febrero una propuesta de priorización para garantizar la vacunación de las personas más vulnerables, teniendo en cuenta la edad y las enfermedades que predisponían a una peor evolución. Y en la actualización octava de dicha estrategia ya puntualizamos, respecto a la vacunación de adolescentes y preadolescentes, que no consideramos oportuno cambiar el orden de priorización. Lo hicimos basándonos en el mayor riesgo de morbi-mortilidad de los grupos entre 39 y 59 años respecto de adolescentes y preadolescentes.
Por otra parte, el documento de Actuaciones de respuesta coordinada para el control de la transmisión de Covid-19 del Consejo interterritorial define actuaciones de respuesta en función de los niveles de alerta, que se definen por un conjunto de ocho indicadores, incluyendo como el más usado la incidencia acumulada global a 14 días.
Este conjunto de indicadores no ha cambiado en las diversas actualizaciones para incluir, por ejemplo, los datos sobre cobertura vacunal. Una amplia cobertura vacunal entre los colectivos más vulnerables que implica que las medidas implantadas no sean las mismas que antes del inicio de la vacunación. Véase el llevar mascarilla en exteriores, los cierres perimetrales, la limitación del ocio nocturno, el control de los aforos o los cribados.
Dicho esto, la situación epidemiológica actual sitúa a España, especialmente comunidades autónomas como Cataluña, Cantabria o Navarra, en un escenario sumamente desfavorable y marcado por los niveles de afectación de los grupos de edad entre los 12 y 29 años, consecuencia de las celebraciones y eventos masivos donde no se han cumplido las medidas preventivas básicas.
La estrategia actual es la más factible para conseguir altas coberturas de vacunación
Sabemos que algunas medidas de control usadas hasta ahora, como el rastreo de contactos, no son realistas para esta situación epidemiológica. Las interacciones sociales de las personas afectadas son múltiples y no se puede establecer una valoración adecuada de los lugares de transmisión. Hasta el punto que determinadas comunidades han renunciado a esta estrategia de control.
Y el cribado con test de antígenos o PCR supone una importante sobrecarga asistencial para los centros de atención primaria, los servicios de urgencias y los laboratorios de microbiología. De modo que continúa la presión asistencial sobre el sistema sanitario.
Sin embargo, son asuntos parcialmente contemplados en el documento de Actuaciones de respuesta coordinada a la hora de definir las medidas de actuación.
Como alternativa a la actual priorización por grupos etarios, y una vez alcanzadas altas coberturas vacunales en los mayores de 60 años y personas con patología de base, consideramos que podría haberse estudiado la vacunación de los jóvenes de 12 a 29 años.
Unos jóvenes que realizan comportamientos sin medidas preventivas en un contexto de fatiga pandémica. También en el hogar. Lo que supone un riesgo para las personas vulnerables y no completamente vacunadas, y para las que sufren un fallo vacunal. Porque las vacunas no son efectivas al 100%.
Así que, posiblemente, una comunicación eficaz a la población sostenida sobre la protección de los hijos antes que la propia hubiese sido bien entendida y aceptada.
Pero parece que la estrategia gubernamental es la más factible para conseguir altas coberturas de vacunación. Por lo que plantear un cambio en la estrategia a posteriori por la diseminación explosiva del virus en estos grupos no es lo más oportuno logística ni éticamente. Lo prioritario, en cualquier caso, es reenfocar las medias de prevención y control y asegurarse de que sean realistas.
Para que se garantice su cumplimiento y para se tenga en cuenta la protección conferida por la vacuna a determinados grupos de la población.
*** Jesús Molina es especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y secretario de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene.
**** Jorge Taboada es especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y tesorero de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene.