La prioridad en la quinta ola es vacunar a los jóvenes
La transmisión descontrolada entre los más jóvenes hace prioritaria su vacunación para recuperar la normalidad y prevenir la aparición de variantes imprevisibles
El macrobrote de Mallorca ha puesto todo patas arriba y ha provocado un crecimiento exponencial de casos que ya se llama la quinta ola. Una quinta ola que sitúa a España en un situación de riesgo extremo, con 316,17 casos por 100.000 habitantes, y un porcentaje de test positivos que nos indica que la transmisión está totalmente fuera de control.
Estamos ante una ola diferente. Porque afecta fundamentalmente a menores de 30 años y porque los cuadros clínicos de los que acuden a las urgencias hospitalarias se caracterizan, en su mayoría, por rinitis, cefaleas y mialgias sin afectación respiratoria. Sin embargo, los jóvenes presentan cargas virales muy elevadas (de 20 a 85 millones de partículas virales por mililitro), y eso los hace muy contagiosos.
Estamos ante una quinta ola que no provoca sobrecarga en los hospitales, pero sí en la atención primaria. Pero no siguen en riesgo únicamente las personas vulnerables que aún no están vacunadas, lo están parcialmente o no han respondido a las vacunas siguen en riesgo, sino también los jóvenes. Quienes, aun con menor frecuencia, pueden desarrollar cuadros graves, mortales o Covid persistente.
Hay que poner urgentemente en marcha todos los mecanismos que permitan cortar la transmisión
Además, la circulación descontrolada del virus está favoreciendo la aparición de variantes de importancia imprevisible. Por ello, debemos prestar mucha atención y actuar rápidamente con medidas efectivas que disminuyan los contactos interpersonales. Sobre todo entre los jóvenes.
Ante la gravedad de la situación, el Centro de Alertas Sanitarias del Ministerio de Sanidad propuso recientemente cerrar el ocio nocturno, recuperar el toque de queda y prohibir los eventos multitudinarios si no se puede garantizar el cumplimiento de las medidas de prevención.
Cataluña cerró el ocio nocturno en espacios cerrados durante al menos dos semanas, y Cantabria hizo lo propio en algunas localidades. Navarra adelantó la hora de cierre a la 1 de la madrugada, y otras comunidades están estudiando qué medidas adoptar. Galicia apuesta por un “ocio seguro” manteniéndolo abierto, limitando el acceso a vacunados o con PCR o test de antígeno negativo en municipios en nivel medio, y sin límite en los de nivel bajo. Pero lo adecuado sería que la exigencia fuese igual en todos los municipios, con tal de evitar que los jóvenes de los municipios más afectados se desplacen donde no se exija nada.
El sentido común aconseja frenar la desescalada y poner urgentemente en marcha todos los mecanismos que permitan cortar las cadenas de transmisión. Esta es la forma de recuperar cuanto antes el control de la pandemia. Hacerlo nos permitirá avanzar de nuevo y más rápidamente hacia la normalidad. Evitarlo y tratar de convivir con esta situación será un nuevo error cuya trascendencia todavía no podemos determinar.
Dar prioridad a los jóvenes no supondría una gran alteración
Entre las medidas que se han propuesto para controlar este importante brote está la priorización y urgente vacunación de los grupos etarios más afectados. Esto es, los de 20 a 29 años y los de 12 a 19 años. Algunos han criticado la propuesta, argumentando que sus efectos no serían inmediatos. Y estoy de acuerdo, la inmediatez depende de las otras medidas.
Pero la vacunación de estos colectivos permitiría, cuando comenzasen a desarrollar inmunidad, empezar a ponerle dificultades al virus. Unas dificultades que serían cada vez mayores y que ayudarían a cortar las cadenas de transmisión, permitiendo no sólo dar por controlado este brote en mes y medio o dos meses, sino también contribuir a que se alcance antes del final del verano la inmunidad de grupo. Lo que facilitaría, a su vez, que el curso en la universidad se iniciara en condiciones de mayor normalidad.
Algunos se han quejado de que esto obliga a retrasar la vacunación de los de 30 a 40 años. Pero la situación epidemiológica lo requiere. Los más jóvenes son los principales vectores de la enfermedad, por su mayor movilidad y por su menor cumplimiento de las normas de prevención. Y darles prioridad no supondría una gran alteración, pues ya existía el compromiso de tener vacunados a los adolescentes de 12 a 18 años para el inicio del curso escolar.
La realidad es que algunas comunidades han puesto en marcha la vacunación de estos colectivos, y que el propio Ministerio de Sanidad acaba de manifestar su apoyo al cambio en la estrategia de vacunación, animando a las comunidades a vacunar a la población más joven al tiempo que a los grupos que quedan pendientes.
*** Juan Gestal es catedrático de Medicina Preventiva, profesor emérito en la Universidad de Santiago de Compostela y autor de Pandemias. Las epidemias que asolaron la humanidad.