Las relaciones de Europa con China no pueden depender de EEUU
La Unión Europea debe elegir entre ser un socio menor de Estados Unidos en un nuevo mundo bipolar o ser un polo soberano en un mundo multipolar.
En la reciente visita del presidente francés y de la presidenta de la Comisión Europea a China, dos grandes temas han estado sobre la mesa: la guerra de Ucrania y las relaciones entre la UE y China.
En palabras del presidente Macron, "China puede jugar, dada su estrecha relación con Rusia, un papel muy importante para encontrar el camino hacia la paz".
La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, había dicho la semana pasada que "el comportamiento de China con Putin será un factor determinante en el desarrollo de las relaciones de la UE con China". Y añadió en Pekín que "si China suministrara armas a Rusia, dañaría la relación bilateral de forma significativa".
Xi Jinping reiteró: "Pedimos el reinicio de las conversaciones de paz de lo antes posible, teniendo en cuenta las legítimas necesidades de seguridad de las diversas partes, y la construcción de una arquitectura de seguridad europea equilibrada, efectiva y sostenible".
Si para Europa y la OTAN Rusia es el agresor y debe retirarse sin más del territorio ucraniano, China, admitiendo que la soberanía y la integridad territorial debe respetarse, estima que las necesidades de seguridad rusas no fueron atendidas y que todo acuerdo de paz debe hacerlo para ser sostenible.
Partiendo de esta última afirmación, ¿hasta dónde puede ir Xi tras pedirle Macron que "ayude a hacer entrar a Rusia en razón"? Del mismo modo que la OTAN sostiene (como recordó el presidente chino pocos días atrás a Pedro Sánchez) que no va a imponer condiciones de paz a Ucrania, sino que es ella la que debe fijar, en su caso y en su momento, las que le resulten aceptables, no parece lógico pensar que China vaya a proceder de forma distinta con Rusia.
¿Puede presionar Xi a Putin diciéndole que si no se retira de Ucrania va a comprometer sus relaciones con China o, incluso, que se puede exponer a sanciones chinas? Dada la importancia singular que para China tiene la relación con Rusia no es realista esperarlo.
En primer lugar, la contención de China que está intentando EEUU siempre será precaria, por no decir imposible, sin contar con Rusia. Es probable que la complaciente actitud de Trump hacia Putin, aparte de otros motivos más o menos confesables, respondiera a un intento de separar a Rusia de China.
"La Comisión Europea no quiere una desconexión de China, sino la eliminación de riesgos en la relación económica y tecnológica"
En lo militar, la estrecha relación entre China y Rusia evita a ambas una guerra en dos frentes. Recuérdese que cuarenta años atrás Rusia tenía cincuenta divisiones, más de 700.000 hombres, en la frontera del Ussuri. Y China, más de 800.000.
En lo económico, China recibe de Rusia una gran cantidad de energía, que puede aumentarse mucho más. Y lo hace por tierra, oleoductos y gaseoductos, evitando el estrecho de Malaca, cuyo bloqueo sería una pieza fundamental si un día EEUU decidiera imponer a China sanciones económicas de máximo calado, en caso de deterioro grave de las relaciones bilaterales (pongamos por caso un eventual ataque a Taiwán).
En este supuesto los grandes recursos energéticos de los países de Asia Central podrían también llegar a China a través de Rusia. Ésta, además, está facilitando ahora su tecnología militar y su gran capacidad científica a China a fondo, cuando años atrás lo hacía de forma limitada y con recelo. Y sin paso franco a través de Rusia la nueva Ruta de la Seda sería inviable. Por ese cúmulo de razones la relación con Rusia es vital para China. Y viceversa.
Macron viajó acompañado de una cincuentena de los principales empresarios franceses. Y durante su visita se firmaron en Pekín suculentos contratos, como la venta de 160 aviones de Airbus (que además construirá una segunda planta de montaje en Tianjin), líneas de metro o centrales nucleares.
Más importante resulta aún la exportación a China para Alemania. Supone casi la mitad (el 47% en 2022) de la exportación total de la UE a China. Y genera en torno a un millón de puestos de trabajo directos. Sobre todo cuando su economía es la que más ha sufrido la pérdida del gas ruso.
La UE rechaza, de palabra y con los hechos, la desconexión del mercado chino preconizada por EEUU. Von der Leyen dijo hace unos días: "No queremos cortar los lazos económicos, sociales, políticos o científicos con China. No es viable ni en interés de Europa la desconexión". La Comisión pide el "de-risking" en vez del "de-coupling". O sea, la eliminación de riesgos en la relación económica y tecnológica con China (como la venta de tecnologías sensibles, o la dependencia de importaciones que crean dependencia, como es el caso de las tierras raras).
EEUU sólo tendría una posibilidad de empujar a Europa hacia el decoupling si abriera sus mercados, ofreciendo una zona de libre comercio trasatlántica. Pero hoy la apertura de mercados, y la eventual pérdida de puestos de trabajo, es anatema en una América desindustrializada. Puesto que tendría graves consecuencias electorales para quién se atreviera a proponerla. Ya Trump se dió de baja de la Trans-Pacific Partnership. Y también su oponente en la campaña electoral de 2016, Hillary Clinton, había prometido hacerlo si ganaba.
"Además de ser autónoma, la UE quiere ser un poder moderador, y nada mejor para ello que propiciar la coexistencia pacífica entre China y EEUU"
En el terreno geoestratégico, crece la presión de EEUU sobre China. Biden no sólo mantuvo la guerra económica y tecnológica iniciada por Trump, sino que la intensificó, añadiendo además un elemento ideológico (democracia contra autoritarismo). E intentando la contención de China con mecanismos como el Aukus o el Quad.
Xi Jinping rechazó en marzo la política americana de "contención, cerco y asfixia de China". El quid pro quo que plantea EEUU a Europa resultó evidente desde el inicio de la guerra de Ucrania: "Yo te defiendo del que tu consideras el principal enemigo, Rusia, y a cambio tú me sigues en mi política contra el que yo considero mi principal enemigo, China".
El que recibe protección de otro es, por definición, un protectorado. Y ¿qué se puede negar a quién nos garantiza lo más fundamental, que es nuestra propia seguridad? Europa tiene que ser consciente de que si no se decide a pagar su propia defensa con partidas presupuestarias, fiándola en cambio a EEUU, tendrá que pagarla con girones de su autonomía estratégica. Aunque hay quienes ya dan a esta por muerta, tachando incluso de pobres ingenuos a sus defensores.
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Es, en definitiva, una cuestión de voluntad política. Europa debe elegir entre ser un socio menor de EEUU en un nuevo mundo bipolar o ser un polo soberano en un mundo multipolar. Por ahora la UE rechaza no sólo la desconexión económica y tecnológica con China, sino también una nueva guerra fría. Borrell afirmó que "la guerra de Ucrania marca el nacimiento de la Europa geopolítica". Su actitud hacia China será la piedra de toque.
Se mire por donde se mire, es imprescindible la cooperación internacional. Para evitar una guerra nuclear, para hacer frente al cambio climático o a las pandemias y para la recuperación de la economía internacional.
Como dijera el propio Borrell, "los problemas del mundo no tiene solución sin un acuerdo entre EEUU y China". Además de ser estratégicamente autónoma, la UE quiere ser un "poder moderador". No hay forma más digna y decisiva de ejercerlo que propiciando la coexistencia pacífica entre las dos grandes potencias.
*** Eugenio Bregolat es diplomático y exembajador de España en China.