A finales de septiembre de 2023, EL ESPAÑOL | Porfolio se desplazó hasta Binéfar (Huesca) para presenciar el entrenamiento de cinco días que una empresa privada de Lérida impartía a todo aquel que quisiera combatir en Ucrania. Entre los seis alumnos de aquella primera promoción se encontraba el cántabro y veterano del 64º Regimiento de Cazadores de Montaña Miguel Ortiz. Tenía 43 años y, por su edad, los demás le llamaban 'el Abuelo'.
De aquel grupo, a ojos de este periodista, 'el Abuelo' era quien más probabilidades proyectaba de sobrevivir en el frente ucraniano: su forma física, su actitud en los ejercicios, su liderazgo sobre los demás; su nervio, atención y manera de moverse, junto a sus 18 años de experiencia en la unidad de élite de los soldados de alta montaña del Ejército de Tierra español lo hacían destacar, y por mucho, entre los demás.
Pero la guerra no entiende de sensaciones y en la trituradora de carne humana del frente de Avdiivka en noviembre de 2023, 'el Abuelo' fue el primero en caer sin haber pegado un sólo tiro: en la primera aproximación nocturna de su unidad a un hoyo defensivo en la línea de combate, ésta se perdió, fue identificada por un dron ruso con visión nocturna y luego barrida por fuego de mortero. Otras versiones apuntan a que fue atacado directamente por el dron.
Sus últimas palabras en la radio fueron, en español, alto y claro: "¡Ayuda, estoy jodido de las piernas!". Desde entonces, no se volvió a saber nada de él. Según varios compañeros suyos en la Legión Internacional y suboficiales ucranianos en la parte baja de la cadena de mando, 'el Abuelo' murió aquella noche, en circunstancias poco claras. Pero su baja no ha sido confirmada de forma oficial ni por las autoridades del país ni por el Ministerio de Asuntos Exteriores español porque su cadáver no se ha recuperado.
Sin cuerpo, el Ejército de Ucrania no reconoce como muerto a un combatiente, por el que el Gobierno de ese país paga a sus familiares o allegados un seguro que asciende hasta 350.000 dólares. Sin ninguna prueba de que esté muerto, no puede haber un certificado de defunción que active el trámite para que esto suceda. Por ello, la familia de 'el Abuelo' sigue esperando, después de cuatro meses, alguna información oficial sobre el paradero de su cadáver.
Sin cuerpo, también se mantiene viva la más que poco probable hipótesis de que el abuelo siga vivo. "Es casi imposible que fuera capturado, porque esa posición no pasó a manos de los rusos hasta hace unas semanas. Y si lo tuvieran los rusos lo hubiesen usado como propaganda".
Quien habla es el instructor de 'el Abuelo' en el curso de Binéfar, un veterano de las tropas de montaña del Ejército de Tierra y tirador de élite de la Legión Extranjera francesa con varios meses de experiencia de combate en Ucrania, y que atiende a este periódico bajo la condición de que se respete su anonimato.
Después de tres días sin saber nada de 'el Abuelo', la noticia del ataque ruso contra su unidad llegó a sus oídos a través de otro de los participantes del curso que sirvió brevemente con el desaparecido. En el momento del suceso, el instructor tenía pensado volver a Ucrania para una nueva campaña. Pero las noticias sobre 'el Abuelo' aceleraron su regreso al frente con un sólo propósito: dar con el paradero del cadáver y conocer la verdad sobre en qué circunstancias murió.
Ahora, este exmiembro de las fuerzas especiales atiende a EL ESPAÑOL | Porfolio para reconstruir las últimas horas de Ortiz, quien en caso de confirmarse finalmente su muerte, sería el tercer español fallecido en combate en la guerra de Ucrania. El primero fue el mallorquín Ángel Adrover, de 31 años, muerto en junio de 2022 en Severodonetsk. El segundo, el catalán Pau Heras, de 26 años, el pasado diciembre en Avdiivka, el mismo frente donde se perdió el rastro de 'el Abuelo' en noviembre.
Tanto en el caso de Adrover como el de Heras, las autoridades militares ucranianas reconocieron sus muertes y los cadáveres fueron repatriados a España en pocos días. En el caso de 'el Abuelo', nada de esto ha sucedido, lo cual extiende la sospecha sobre la forma en la que realmente murió en una gélida noche de noviembre, tras ser herido en las piernas por un ataque de morteros rusos.
Viaje a la guerra
En los cinco días del curso de Binéfar, 'el Abuelo' y sus compañeros aprendieron los conceptos básicos que diferencian a la guerra de Ucrania de otro tipo de contiendas armadas. Se instruyeron en la fabricación de trampas explosivas, en la defensa de posiciones fortificadas de un acoso constante durante horas, en combate urbano y en supervivencia en las trincheras…
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Pero ni a 'el Abuelo' ni a los demás, nada de lo que les enseñaron ahí les prepararía para lo que se encontrarían una vez en la guerra, cuando finalmente decidieron ir. Se trataba de un curso especializado para aprender algunos trucos que en una situación extrema podría salvarles la vida. Tras la finalización del curso, sólo 'el Abuelo' y otros dos participantes mostraron aptitudes para combatir en Ucrania.
Desde el curso, la empresa de seguridad española que lo organizaba facilitó a los tres los contactos de tres unidades a las que incorporarse en Ucrania. Ninguna de ellas era la Legión Internacional y su batallón de habla hispana, donde la mayoría de combatientes son peruanos y colombianos, y su fama es la de ser carne de cañón, sin material ni equipo suficiente, y dejada en más de una ocasión a su merced ante el avance ruso. De hecho, sus bajas se cuentan por centenares, aunque no hay una estadística exacta, tanto por las dificultades de contabilizar a los muertos como para no hundir la moral.
'El Vikingo', uno de los tres 'aptos' del curso, fue el primero en viajar a Ucrania a las pocas semanas de su finalización. Lo hizo por su cuenta. Se desplazó hasta Polonia y desde allí hasta el acuartelamiento de la unidad que le recomendaron. El proceso de inscripción de combatientes extranjeros en una unidad puede demorarse hasta un mes y 'el Vikingo' había viajado con poco dinero. Con el paso de las semanas y sin un destino todavía claro, se quedó sin nada y decidió volver a España.
Luego vino el turno de los otros dos, 'el Abuelo' y 'el Astur'. Éste último es un exlegionario asturiano que, al igual que Ortiz, tenía más de 40 años. También contaba con experiencia como contratista de seguridad contra los piratas somalíes en el Golfo de Adén. Pero de forma "inexplicable", según dice su instructor, que estaba en contacto con ellos todos los días, no fueron a las unidades que les recomendó y se alistaron en la Legión Internacional con base en la ciudad de Kramatorsk.
El ambiente en la Legión Internacional no convenció a 'el Astur': al igual que entre sus filas se encuentran veteranos de las fuerzas armadas colombianas o, en menor medida, de otros países latinoamericanos, también hay sicarios o soldados de fortuna con una larga trayectoria criminal. Ni el equipo, ni el personal, ni las sensaciones convencieron a este español, que decidió también marcharse porque algo no le daba buena espina, y así se lo dijo a 'el Abuelo', a quien pidió que se fuera con él.
Pero éste decidió quedarse. La razón que le dio 'el Abuelo' a 'el Astur' es que necesitaba el dinero. Ortiz tenía una situación complicada en casa, en la Cantabria rural, dos hijos adolescentes y una carrera militar truncada después de su jubilación forzosa a los 40 años, tras los que se había quedado con una pensión que no alcanzaba los 500 euros. Los 2.800 euros que ofrecía la Legión Internacional por combatir en Ucrania eran un buen revulsivo, además de que sus relaciones familiares no eran las idóneas, y por ello prefirió quedarse en el frente.
Muerte en Avdiivka
"En la Legión Internacional, cuando el reclutador tiene hecho un paquete de unos 20 hombres, sin importar su experiencia y currículum, lo envía al mando que lo necesita. Puedes ser de los primeros del paquete o de los últimos, en cuyo caso, pasas en muy poco tiempo al frente", explica el instructor.
Así, 'el Abuelo' pasó en pocas semanas a su primer destino, con el 1er Batallón de la 3ª Compañía de la Legión Internacional en el frente de Avdiivka. En otoño de 2023, se convirtió en la batalla más encarnizada de la guerra, terminando los rusos por hacerse con el control total de la ciudad el pasado 18 de febrero. En los campos y bosques en los alrededores de Avdiivka se extendían numerosas posiciones defensivas conocidas por los combatientes como 'hoyos'.
Los hoyos consisten en un agujero de unos cinco metros cuadrados al aire libre, al cual se accede por un camino lateral que se hunde en la tierra, parapetado por troncos de madera. Estas posiciones defensivas tienen una forma semicircular o semihexagonal, cuentan con una ametralladora pesada Browning M2 en el puesto principal y otras dos ametralladoras ligeras en los puestos de vigía laterales. Hacia atrás, el hoyo tiene un pequeño cobertizo tapado nuevamente por troncos y maleza que hace las veces de almacén de munición, víveres y de lugar de descanso para los soldados que no están de guardia.
Estos hoyos no están conectados entre sí por una red de trincheras, sino que son nidos de ametralladoras aislados. La estrategia ucraniana en Avdiivka y en otras ciudades era defender su territorio de los asaltos rusos con presencia constante de tropas en estos hoyos, donde grupos de seis soldados se turnaban en períodos de cinco días. Después de este tiempo, si sobrevivían, los seis hombres eran relevados por otros seis que cargaban su propia munición y suministros para otros cinco días, y así continuamente.
A la unidad de 'el Abuelo' dentro de la Legión Internacional le tocó hacer el relevo a uno de estos hoyos. Era su primera misión. Según ha recabado su compañero en Ucrania a través de un suboficial ucraniano de la Legión, el operador de radio que mantenía las comunicaciones con el grupo de 'el Abuelo' y otros soldados de la unidad, esa noche de noviembre, Ortiz y otros cinco hombres fueron trasladados en camión hacia un punto intermedio de inserción en la segunda línea. Desde allí viajaron en un blindado BTR y luego, continuaron a pie, en mitad de la noche, hacia el hoyo que debían defender.
Pero según denuncia el instructor y otros combatientes en la Legión Internacional, las unidades desplegadas sobre el terreno, ni cuentan con mapas marcados, ni tienen las coordenadas exactas del hoyo al que deben abastecer y sustituir. Tampoco cuentan con gafas de visión nocturna: tan sólo tienen un par de monóculos en el hoyo para ver en la oscuridad desde los puestos de vigía. Por no llevar, no llevan ni brújulas. Por ello, en mitad de la noche y en un terreno amplio, idéntico entre sí y sin apenas referencias geográficas, es fácil perderse. Fue lo que le pasó a la unidad de 'el Abuelo'.
La razón de la ausencia de mapas y coordenadas es que, si el enemigo los captura, éste no pueda tener la ubicación de las posiciones defensivas ucranianas. Pero parece una justificación insuficiente y que pone de manifiesto la precariedad con la que tienen que combatir los soldados del bando ucraniano: "Los rusos saben perfectamente dónde está cada uno de los hoyos ucranianos, y viceversa", dice el instructor, que también combatió en el pasado en este tipo de 'hoyos'. "Es en los traslados, por cosas como estas, donde siempre hay más bajas", añade.
Así, perdidos en la mitad de la noche, un dron ruso identificó a los seis hombres, entre los que estaba 'el Abuelo'. Al cabo de unos minutos hubo un barrido de artillería de mortero desde las posiciones rusas, a escasos kilómetros, que alcanzó de lleno al grupo. Cuatro de los seis soldados murieron en el momento por el impacto de los proyectiles. 'El Abuelo' quedó gravemente herido en las piernas, según comunicó en su última transmisión de radio. El sexto, un colombiano, sobrevivió también, con heridas superficiales. Fue el único al que encontraron vivo y, como dato relevante, llevaba el fusil de 'el Abuelo'.
Cadáver al raso
Después de que se reporten ataques y bajas de este tipo, otras unidades del ejército ucraniano barren la zona para recuperar los cuerpos y la munición. En el caso del camino al hoyo que recorrió 'el Abuelo' y su unidad, se mantenía bajo control ucraniano porque no hubo ningún asalto exitoso por el lado ruso en los días posteriores. Es más, en el frente estancado de Ucrania, una zona con este tipo de hoyos cambia de manos en muy raras veces.
Al cabo de tres días, el mando envió una primera unidad de rescate que tuvo que retroceder por el acoso de la artillería rusa. Después de otros tres días, el equipo de rescate por fin pudo llegar a la zona y encontró vivo al colombiano, escondido en la maleza y con el fusil de su compañero español. Los rescatistas también hallaron a los otros cinco, entre los que estaba 'el Abuelo', muertos.
La explicación que el único superviviente –el colombiano– dio a sus superiores de la Legión Internacional es que Ortiz estaba gravemente herido, sin posibilidad de desplazarse más que a rastras, y le dejó el fusil para que fuera a buscar ayuda. El soldado colombiano habría perdido el suyo en la confusión del bombardeo de los morteros rusos, según dijo.
Tras varias averiguaciones, el instructor, ya desplazado en la zona de los hechos, consiguió hablar con uno de los miembros del equipo de rescate, quien le reconoció que había encontrado el cadáver de 'el Abuelo' y que no sólo tenía heridas en las piernas, sino tres impactos de bala entre el cuello y su portaplacas, lo cual indicaba que alguien le disparó a bocajarro después de quedar herido en las piernas.
Este miembro del equipo de rescate no le supo dar ninguna explicación de porqué no extrajeron el cuerpo, o porqué ni siquiera hizo una foto como prueba de que estaba muerto. "Apenas dio explicaciones muy vagas como que los rusos estaban muy cerca y que no pudieron hacerlo", dice el instructor.
Por otro lado, el operador de radio de la unidad de 'el Abuelo' le dijo que cabría pensar que fueron los rusos quienes le remataron. Pero en las fechas en las que se produjo este ataque, los rusos sólo bombardearon las posiciones ucranianas con fuego de mortero, no lanzaron ningún asalto ni ganaron terreno.
Por ello, junto a que el cuerpo no haya sido recuperado, todo este asunto huele mal para el instructor: "Ningún soldado deja su fusil. Es lo último que entrega, y más en una situación en la que estás herido y no te puedes mover", dice. Su hipótesis es que fue el propio colombiano el que terminó con la vida de su compañero malherido disparándole tres veces en la zona superior del tórax, con el fin de quedarse con su fusil, garantizar su supervivencia y evitar que 'el Abuelo' hablase en caso de que lo encontraran con vida.
Y es por ello que el instructor también que cree que la sección de la Legión Internacional en la que sirvió 'el Abuelo' dificultase la recuperación del cuerpo: "Si este cuerpo llega a España y se le hace una autopsia y se demuestra que las tres heridas de bala son de calibre OTAN –la munición que utiliza la Legión Internacional– supondría un grave problema. Esto, más allá de que por cada muerto, el Gobierno ucraniano tiene que pagar 350.000 dólares", explica.
Además de que de forma inexplicable no se extrajera o se fotografiara el cuerpo, tampoco nadie recuperó el pasaporte de 'el Abuelo' ni la documentación que llevaba encima el cadáver. En un primer momento también se informó desde círculos militares ucranianos que el cuerpo había sido extraído y depositado en una morgue de Dnipro. Pero resultó ser falso. El cadáver no se encuentra allí o, al menos, nadie lo ha identificado allí. Nadie sabe dónde está, pero lo más probable es que siga al raso, después de cuatro meses, en el camino al hoyo ucraniano donde envió su última comunicación.
El resto de enseres personales de 'el Abuelo', que oficialmente consta como "desaparecido en combate", siguen en la base de la Legión Internacional en Kramatorsk: son una mochila, unas botas de repuesto, una bandera española, un parche con las banderas peruana y española y un ejemplar de la Biblia. No llevaba ninguna foto de su familia, con la que tenía una relación complicada.
Cuando el compañero de 'el Abuelo', 'el Astur', que dejó la Legión Internacional antes de siquiera entrar en combate, comunicó a su familia en Cantabria lo sucedido, ésta reaccionó con frialdad. Es más, cuando se reportó su desaparición, agentes de la Guardia Civil en Cantabria iniciaron una investigación y observaron un comportamiento extraño en la familia, porque, en un primer momento, nadie de sus seres queridos se movió para exigir el cuerpo y cobrar la indemnización.
Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores español tampoco tienen ninguna novedad sobre el caso a través de los canales de comunicación oficiales con el Gobierno ucranianio. En conversación con este periódico, incluso señalan que no cuentan con pruebas de que 'el Abuelo' participara como combatiente en la Legión Extranjera.
La copia del contrato que demuestra su afiliación con el Ejército ucraniano la tiene su instructor. La consiguió después de un favor que le hizo a la inteligencia ucraniana, porque nadie en la Legión Internacional se la quiso facilitar. Es el primer documento que puede ayudar a esclarecer que Ortiz, el escalador de montaña cántabro, murió en Ucrania a miles de kilómetros de casa, de una manera poco clara y sin que nadie le diera sepultura. Su familia sigue esperando la confirmación en la distancia.