Está animada Carmen esta soleada mañana de octubre en Madrid en el hospital de día del Hospital Universitario La Paz de Madrid. Sujeta su bolso, un iPad y se dispone a pasar la mañana aquí, como otros 50 pacientes que se convertirán en 100 al final del día en una de las salas más concurridas del centro.
Carmen, tercera tanda de quimio, cáncer de colon y en tratamiento seis años después de su diagnóstico inicial porque le han visto "unos nódulos muy pequeñitos en el pulmón". "Los años malos son los impares", bromea refiriéndose a sus dos recaídas, mientras señala que "lo único malo" de la quimioterapia "es cuando te piensas que ya estás curada y luego no".
Usa pañuelo porque "no se ve sin él" y tampoco le gusta mucho la peluca. Sólo tiene una, cuenta, que se puso para la boda de su hija.
Esta mujer, que trabajaba como administrativa en Mercamadrid y que cuenta sin dramas que ya tiene la incapacidad permanente, reconoce que preguntó a su oncóloga por la posibilidad de recibir un tratamiento "de los nuevos" cuando supo que su tumor maligno no se curaría sólo con cirugía, pero le dijeron que no había porque eran "más experimentales".
La pregunta de Carmen responde al estigma que rodea a la quimioterapia, el tratamiento que es todavía el más utilizado contra el cáncer, pero al que nadie parece agradecer su existencia. "Está en el bagaje cultural, hay palabras malditas. Una es cáncer y otra es quimioterapia. La quimio se asocia al cáncer y está ligada en el acervo cultural a la muerte; se asocia con efectos adversos y el más llamativo es la alopecia", explica a EL ESPAÑOL | Porfolio el presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Álvaro Rodríguez-Lescure.
El jefe de la Sección de Oncología del Hospital Universitario La Paz y también vocal de la SEOM, Javier de Castro, coincide con esta afirmación y no le sorprende tampoco la pregunta de Carmen. "Sí que hay tratamientos más modernos que la quimioterapia clásica para el cáncer de colon, pero sólo para un porcentaje pequeño, aquellos en los que se identifican determinadas dianas que responden a estas terapias", apunta.
La realidad, por tanto, es que sí hay fármacos nuevos frente al cáncer, pero la quimioterapia sigue siendo "una parte esencial tanto de la curación como de la paliación del cáncer", como recalca también el presidente de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA), Luis Paz-Ares, que la define como "un pilar muy importante" que no tiene "nada que ver con la de hace 30 años".
De arma a medicamento
En 1942 Gustaf Lindskog, un cirujano torácico de la Universidad de Yale, fue no sólo autorizado sino persuadido para administrar gas mostaza a un platero de 48 años de Nueva York que tenía un linfoma, un tipo de cáncer linfático que ahora es curable en muchos casos pero que entonces era una sentencia de muerte casi inminente.
Lo paradójico del caso es que el compuesto que Lindskog inyectó a diario durante diez días para salvarle la vida al hombre del que aún se desconoce el nombre -sólo han trascendido sus iniciales, J.D.-, era el mismo que causó más de 90.000 muertes durante la I y la II Guerra Mundial.
Como cuenta el oncólogo Siddhartha Mukherjee en su libro El emperador de todos los males, una biografía del cáncer (Taurus, 2011), la quimioterapia del cáncer encuentra las raíces en la idea de que todos los venenos podrían ser fármacos disfrazados, justo la contraria a la que defendía el médico del siglo XVI Paracelso, que sostuvo una vez que todos los fármacos son venenos disfrazados.
Existen actualmente más de 50 sustancias que se engloban bajo el nombre de quimioterapia. Por supuesto, no tienen nada que ver con el gas mostaza, pero su nombre sigue causando temor a enfermos, familiares y amigos. "¿No hay nada nuevo, doctor, no puedo evitar la quimio?, se preguntan muchos, como Carmen, al inicio del tratamiento.
La quimioterapia que se aplica hoy en los hospitales de día de todo el mundo -y también en pastillas en el domicilio, ya llegaremos a eso- es totalmente distinta a la que nació en los laboratorios de un proyecto secreto en plena II Guerra Mundial a partir de esa sustancia usada como arma en guerras.
No se parece ni en sus resultados terapéuticos ni en sus efectos adversos, esos que hacen que la quimio sea el tratamiento más temido por los pacientes, según la directora de Psicooncología de la Fundación para la Educación Pública y la Formación en Cáncer (FEFOC), Tania Estapé.
"Esos temidos efectos secundarios se van controlando bastante en los últimos años".
A pesar de la creencia popular, ni todas las quimioterapias producen alopecia ni todos los nuevos tratamientos son inócuos. "Hay decenas de quimioterapias", apunta el presidente de la SEOM, que añade que cada una tiene sus propios efectos adversos.
Pero también los llamados nuevos fármacos, como la inmunoterapia o las terapias dirigidas -anticuerpos monoclonales, sobre todo- y la hormonoterapia impactan en el estado del paciente. Estapé, por ejemplo, comenta sobre esta última alternativa -habitual en pacientes de cáncer de mama-. "Les puede provocar menopausia precoz, sequedad vaginal..., pero ellas lo prefieren porque es una pastilla que te tomas en casa", señala.
Los profesionales de la psicooncología tienen mucho que aportar en ese sentido. "Aunque la parte racional del enfermo lo entienda, como comprende que tiene que tomar un antibiótico para una infección de garganta, no lo hace la emocional", subraya. Y apunta a una diferencia significativa: con la quimioterapia puedes pasar de encontrarte bien -con un cáncer sin síntomas, por ejemplo, detectado en una revisión- a sentirte mal. Justo lo contrario de lo que se espera que te ocurra con algo que va a curarte.
Paz Ares insiste en la idea de que la quimioterapia es una técnica muy amplia y que hay "muchos fármacos muy diferentes". Y también en la labor pedagógica que, en su caso, tiene que llevar a cabo en sus primeras consultas. "Hay que explicar al paciente, porque viene con una concepción previa, bien por lo que le han contado o por lo que quizás ha vivido con un amigo o un familiar que tuvo un tumor hace décadas", añade.
Porque hoy en día no todas las quimioterapias producen alopecia, ni náuseas, ni pérdida de peso, ni tan siquiera bajada de defensas. Estos afectos adversos, los más conocidos, tienen sentido porque la quimio ataca a la esencia del cáncer, que no es otra cosa que una célula que no deja de dividirse al entrar en contacto con la siguiente -como hacen las células sanas antes de morir-, sino que sigue haciéndolo incontroladamente formando un tumor.
Y en el cuerpo humano hay células que, estando perfectamente sanas, se dividen más rápido que otras, como las de las mucosas, las del pelo o las de la médula ósea; la quimioterapia, de ahí que puedan aparecer llagas, dejar de crecer el pelo o bajar las defensas, explica Rodríguez-Lescure.
Más allá de las obvias diferencias con esos primeros ensayos de quimioterapia de gas mostaza, este tratamiento no ha dejado de evolucionar. "En general, la tolerancia ha mejorado mucho, tenemos fármacos que previenen las náuseas y los vómitos, muchas caídas de defensas se previenen con los tratamientos de soporte, hemos sido capaces de hacer nuevos fármacos análogos de los ya existentes con menos toxicidad", resume por su parte el presidente de ASEICA.
En su libro Cáncer, manual de supervivencia (Alienta, 2020), De Castro incide en esta idea: "Cuando un paciente va a iniciar un tratamiento de quimioterapia, lo primero que intento es apaciguar sus miedos y combatir sus prejuicios. Les digo que el tratamiento que recibió su vecino del segundo hace ocho años tiene poco que ver con el que ellos van a recibir", escribe.
Y entre esas diferencias, está el aliño del tratamiento, sueros que se administran a la vez que la quimio y que previenen los efectos secundarios, vómitos, náuseas, alergias... a simple vista bolsitas similares a los agentes quimioterapéuticos, que suelen ser de colores más vistosos o presentarse con los frascos tapados para evitar que les dé la luz.
Es cierto que los nuevos tratamientos son más específicos y actúan más frente a la célula cancerosa y no las sanas pero, como recuerda Paz -Ares, su destino está unido al de la quimioterapia ya desde su inicio: "Cuando incorporamos nuevas terapias, se prueban en ensayos clínicos y lo que tienen que demostrar habitualmente es que son mejores que la quimioterapia. ¿Qué es lo que supone eso? Que tenemos una oportunidad nueva y que dejaremos a la quimio en la recámara; es posible que se acabe usando, a veces hasta en líneas muy avanzadas de tratamiento".
¿Qué son los nuevos tratamientos?
Inmunoterapia. Fue calificada como el hallazgo más prometedor de la ciencia en 2013. Engloba a una serie de medicamentos diseñados para hacer despertar al propio sistema inmunológico para que sea capaz de eliminar al cáncer. Se ha convertido en el tratamiento de elección para tumores que no respondían a la quimioterapia, como el melanoma avanzado. Pero su uso es residual en algunos tipos de cáncer muy comunes, como el de mama. Entre los fármacos más conocidos de este tipo están el nivolumab o el pembrolizumab.
Tratamientos dirigidos. Algunos tumores presentan características específicas, que los convierten en dianas perfectas para medicamentos desarrollados en concreto frente a ellas. Es la base de lo que se denomina medicina de precisión y requieren del análisis previo del tejido tumoral. No todos los tipos de cáncer presentan estas dianas y, por lo tanto, no todos pueden beneficiarse. Uno de los medicamentos dirigidos más utilizados es el bevacizumab, que actúa frente al factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF, por sus siglas en inglés).
Los pacientes que empiezan un tratamiento contra el cáncer dan por seguro que tendrán que pasar horas en el hospital, pero ni todas las quimios se administran por vía intravenosa ni todos los nuevos tratamientos son orales. De hecho, muchas terapias dirigidas y todas las inmunoterapias requieren acudir al hospital de día. Según cálculos de De Castro, esa mañana en su hospital habrá un 80% de pacientes que reciban quimio y un 20% inmunoterapia.
"Existen pastillas contra el cáncer como la capecitabina, por citar sólo un ejemplo. La gente cree que la quimioterapia oral es más floja, pero no es así", comenta De Castro, que subraya que también las píldoras contra el cáncer se asocian a efectos adversos como la caída del cabello o las molestias gastrointestinales.
Tres sillones a la derecha de Carmen se sienta una joven que accede a ser fotografiada, aunque prefiere no dar su nombre para este reportaje. Es paciente de cáncer de mama y algo le hace distinguirse del resto de los pacientes de la sala. Su cabeza no está cubierta por un pañuelo ni una peluca -ni al descubierto-, sino que viste una especie de sombrero con aspecto futurista.
Es un gorro hipotérmico, diseñado para reducir la caída del cabello asociada a algunos tipos de quimioterapia. Según la Asociación Americana contra el Cáncer, las versiones más recientes de estos dispositivos usan un sistema de gorra de enfriamiento de dos piezas que es controlado por una computadora, el cual ayuda a hacer circular un líquido frío por medio de la gorra que usa la persona durante cada tratamiento de quimioterapia. Una segunda gorra, hecha de neopreno (un tipo de goma artificial) cubre la gorra de enfriamiento para mantenerla en su lugar y evitar que el frío se escape.
Aunque De Castro insiste en que esta opción sólo se le puede ofrecer a algunos pacientes, es una muestra más de los esfuerzos que se continúan haciendo para reducir al mínimo los efectos adversos de la terapia más usada frente al cáncer.
Si repasamos la hemeroteca de los últimos años, será fácil encontrar la frase "aprobado un nuevo tratamiento frente al cáncer". Son muchos los tratamientos que se abren paso cada año en el arsenal terapéutico frente a esta enfermedad, que se calcula que en España se diagnosticará en 2021 a 276.239 personas y la cifra va a crecer teniendo en cuenta que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) autorizó sólo en 2020 más de 300 ensayos clínicos en cáncer.
Aunque la gran mayoría de esos ensayos pertenecen a las llamadas nuevas terapias -además de la inmunoterapia y los fármacos dirigidos, existen también enfoque génicos como el CAR-T, limitado por el momento a tumores no sólidos-, la quimioterapia también crece.
Lo hace modificada a mejor, como explica Rodríguez-Lescure: "Hay un tipo de innovación de mucho peso; en la misma molécula de un anticuerpo se añade una molécula de quimioterapia, lo que da lugar a lo que llamamos inmunoconjugados. Ese anticuerpo hace como de caballo de Troya y dirige la quimio como si llevara una telepizza a un domicilio".
Nuevas quimioterapias
Paz-Ares incide en esa misma idea innovadora: "Aprovechamos que las células tumorales tienen moléculas que se expresan con más densidad que las de las células normales, por lo que fabricamos un anticuerpo monoclonal que se dirija a esos receptores; de esta manera, la quimioterapia sólo se unirá a las células cancerosas. Es una manera inteligente de personalizarla". Un ejemplo de esta novedad es el trastuzumab deruxtecan, pero hay más y muchos en investigación, comentan los oncólogos.
Otra novedad que afecta a la quimioterapia son las formulaciones lisopomales, que el Instituto Nacional del Cáncer de EEUU define como la preparación de un medicamento que contiene el fármaco activo en forma de partículas diminutas semejantes a la grasa. "En esta forma, el cuerpo absorbe el medicamento con más facilidad y permite que una cantidad mayor del mismo llegue al área del cuerpo donde se quiere enviar, como por ejemplo un tumor", se explica.
Para Paz-Ares estos dos últimos ejemplos constituyen "quimios personalizadas, bombas biológicas que se dirigen al tumor y afectan poco a la célula sana". Toda una declaración de intenciones sobre el futuro de un tratamiento viejo que no deja de rejuvenecer.
Mercedes: "Me hubiera dado igual recibir 'quimio'"
En tratamiento con inmunoterapia. Mercedes tiene 66 años y desde hace tres convive con un cáncer de pulmón con metástasis. Sabía que lo tenía antes de ir al médico; le alertó una tos con sangre y un persistente dolor de espalda, pero retrasó el diagnóstico. Su hijo se casaba y "hay prioridades". Fue cuando éste volvió de su luna de miel cuando acudió al especialista y recibió el diagnóstico. "Ahora quimio, ¿no?", le preguntó a su oncólogo, Javier de Castro. Sin embargo, y tras analizar su tumor, Mercedes supo que se trataría con inmunoterapia, uno de los nuevos tratamientos de los que más se habla. "Me hubiera dado igual recibir quimioterapia", dice. En estos tres años, ha tenido de encontrarse muy mal, pero lo achaca más a los complementos de la inmunoterapia, como la cortisona. Su intención, seguir peleando, con lo que sea que le den.