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De cuando en cuando, todos mentimos. Es inalienable a nuestra condición. Lo hacíamos de jóvenes, cuando le decíamos a nuestros padres que íbamos a pasar la noche en casa de un amigo y sólo Dios sabía dónde acabaríamos realmente. Y lo seguimos haciendo ahora, por ejemplo, a nuestros jefes, esperando que nunca se den cuenta de que no es tal ese nivel de inglés que prometíamos en el currículo por el que se nos contrató. Que ni lo manejamos con soltura ni hablamos francés en la intimidad. No pasa nada. Hay quien diría, incluso, que las mentiras son una parte fundamental de ese contrato social hobbesiano que nos hace aguantarnos.
Ahora que se publican numerosas listas sobre los mejores discos del año, las mejores películas, los mejores jugadores de fútbol, etcétera, EL ESPAÑOL | Porfolio trae la lista de los grandes Pinochos de este 2021. No hay un orden concreto y todos los ejemplos tienen una cosa en común, que eso que dijeron no era verdad. Y, al igual que en el popular cuento de Carlo Collodi, la moraleja es sencilla: todo el mundo miente, pero hacerlo está feo, hiere a los que nos rodean y nos complica la vida de manera innecesaria. Mucho más, y casi de manera imperdonable, si aquellos que lo hacen tienen poder.
Porque hay mentiras que no suponen una mejor convivencia ni pequeñas victorias para nuestros intereses. Hay mentiras que trascienden lo inocente y se hacen bola, van creciendo mediáticamente, o que -peor aún- intentan llevar la opinión de la ciudadanía a un sitio que no existe. En ese sentido, y por algún motivo que sólo la sociología sabrá, este 2021 que ya boquea ha sido un año muy prolífico en grandes mentiras y en mentirosos.
Este año se ha descubierto que la gran escritora superventas laureada con el Premio Planeta, efectivamente, Carmen Mola, es en realidad tres señores. También se ha contado la historia de un marinero que estuvo en coma durante décadas, se casó y tuvo hijos postrado en su inconsciencia, y lo único verdadero es que los medios se lo tragaron -nos lo tragamos-. Esto, sin embargo, son meros chascarrillos. Porque las ha habido más graves: como esos jóvenes que se estaban manifestando en la Puerta del Sol contra la homofobia y se enteraron, mientras protestaban, de que no había habido encapuchados en un portal, que la palabra "maricón" se la había grabado a navaja un amante en un juego sexual y el tipo se lo inventó para que su novio no le pillara la infidelidad.
Por supuesto, dentro de esos grandes mentirosos, está nuestra clase política. ¿Les suena la promesa de que el precio de la luz estará en 2021 a niveles de 2018? O la de esta misma Nochebuena, cuando la presidenta del Parlament catalán, Laura Borrás, agradeció al presidente estadounidense, Joe Biden, un detalle que había tenido con ellos y poco después se descubrió que no era más que un suvenir comprado en la tienda de regalos de la Casa Blanca.
Y es que, con sus más y con sus menos, las de los dirigentes políticos, que cobran sueldos públicos y representan a la ciudadanía son algunas de las mentiras más hirientes. Porque rara vez son deslices, sino intentos de salvar la reputación propia o perjudicar la del adversario. Porque duele que mientan con la luz, con los datos del paro, con lo que se iba a hacer y no se hizo... Veamos qué ha dejado 2021.
Sánchez: su gestión es la mejor
El pasado mes de septiembre, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo en una entrevista en El País que a finales de este año los españoles habrán pagado por la luz lo mismo que en 2018. No hay medias tintas ni interpretaciones: "Estamos trabajando en un plan para llegar a un compromiso concreto, y es que al final de 2021 los españoles echen la vista atrás y vean que han pagado en la factura de la luz una cuantía similar y semejante a la que pagaron en 2018", fueron sus palabras exactas.
La frase se produjo tras un verano con los precios por las nubes y con el descontento social de fondo, algo que estaba desgastando al Ejecutivo -tanto a PSOE como Unidas Podemos- por la campaña que habían hecho sobre el mismo tema en los años que gobernaba el PP. A unos días de que acabe el año, nada de esto parece que vaya a ser verdad.
De hecho, ya lo advirtió la asociación Facua el pasado mes de noviembre. Para que sea verdad, aseguró la organización, al usuario medio habría que devolverle dinero en la factura de diciembre para que cuadrasen las cifras. Y es que en 2018 el gasto medio fue de 77,18 euros y este 2021 ha sido de 88,67 euros en lo que va de año. ¿Hay a alguien a quien la última factura le haya salido, como si fuera una Declaración de la Renta, a devolver? Todo lo contrario, 10 millones y medio de hogares en España, cerca del 40% del total, habrán pagado una factura superior a ese año.
Pero ahí no se quedan las mentiras de Sánchez, especialmente graves al tratarse del presidente del Gobierno. A lo largo de este 2021 ha estado mintiendo en numerosas ocasiones y, analizándolo en perspectiva, se puede ver cierto patrón. El líder del Ejecutivo suele mentir a la hora de hablar de las bondades de su gestión. Son falsedades que se pronuncian con el objetivo de elevarse, no tanto con el de menoscabar a los adversarios, habitual en otros políticos que ya veremos.
Y dentro de esta gestión, cobran especial relevancia las mentiras cuya temática ronda la pandemia por coronavirus. El pasado mes de octubre, en el Congreso de los Diputados, el presidente explicó las conclusiones de una cumbre de la Unión Europea en la que se había comprometido a donar 50 millones de vacunas y dijo que en España se empezó a donar a terceros países mucho antes, "sin haber llegado al 50% de nuestra población vacunada". No era verdad. España empezó a donar el 5 de agosto, con casi el 60% de la población vacunada, según explicó el fact checking de Newtral.es.
Otra vez lo hizo a través de Twitter. El pasado 4 de julio compartió una publicación en la que decía que "España es el país que más dosis ha administrado por cada 100 habitantes" y adjuntaba una captura de pantalla de un gráfico de Our World In Data, un organismo ligado a la Universidad de Oxford que monitorea estas cuestiones, y en el que nuestro país, efectivamente, estaba a la cabeza. Poco se tardó en descubrir que no era así, que la herramienta permitía seleccionar qué países se querían comparar y en la publicación de Sánchez se habían omitido los nueve que estaban por encima de España. Sí, España era la novena y no la primera.
Ha habido muchas más mentiras, pero concluyamos el epígrafe dedicado a Sánchez con una declaración sobre la igualdad. En un foro de mujeres parlamentarias, celebrado en noviembre, el presidente del Gobierno dijo que España tiene la cámara de diputados "más paritaria del conjunto de la Unión Europea con 166 mujeres parlamentarias". No. Es la tercera, superada por Suecia y Finlandia, y el líder del ejecutivo desconocía que en el Congreso hay 151 diputadas, no 166.
Ayuso y Casado: algo en común
A pesar de las batallas intestinas dentro del Partido Popular, sus principales adversarios, el presidente de la formación, Pablo Casado, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, tienen algo en común: que mienten mucho. Aunque cada uno lo hace de una forma distinta y, a través de sus falsedades, se puede ver los objetivos que buscan. Las de ella se parecen un poco a las de Pedro Sánchez; si bien no son siempre para alabar su gestión, miente para situar a Madrid como la mejor comunidad, no de España, sino prácticamente del mundo entero. Él, en cambio, miente para atacar al Ejecutivo y desgastar así a su adversario.
Empecemos por Ayuso. La presidenta madrileña suele hablar de que "Madrid es la mejor en…" o "Madrid es la única que…", va a por la totalidad, y esa forma de expresarse muchas veces la lleva a dar datos erróneos. A esto hay que añadir que sus mentiras aparecen principalmente en entrevistas o en momentos en directo en los que no hay papeles de por medio, lo que significaría que tampoco hay una estrategia premeditada, pero sí deslices habituales. Pongamos algunos ejemplos.
El 14 de mayo dijo en una entrevista en Espejo Público que no hay otra comunidad en España que haya hecho más de cinco millones de test de antígenos. No hay otra, pero tampoco hay una, porque Madrid sí que lideraba pero con 2,7 millones. El 20 de abril dijo en Al Rojo Vivo que Madrid era la única que analizaba los pozos para ver cómo evolucionaba el virus. Tampoco era verdad, se hace a lo largo de todo el país. En la misma entrevista comentó que Barcelona tenía la actividad comercial cerrada los sábados y domingos. Aunque limitada, en realidad, la actividad comercial abría toda la semana.
Esas mentiras, además, tienen un elemento frecuente en Ayuso, y es que se suelen producir al comparar. Madrid es lo mejor en comparación con todo lo demás. Y no siempre es así. El 21 de abril, en un debate electoral, la presidenta dijo que su comunidad era la única que creaba empleo. Lo afirmó cuando, el mes anterior, todas las comunidades de España habían creado empleo. Y una divertida: inaugurando la nueva estación de Gran Vía dijo que el metro madrileño es el que más paradas y más kilómetros tiene. En realidad, en estaciones es el quinto y en kilómetros el octavo.
En cuanto a Pablo Casado, sus mentiras van dirigidas a desgastar al Gobierno nacional. A diferencia de Ayuso, que parecen fruto del desconocimiento, las del líder popular se repiten en varias ocasiones, lo que significaría que son parte del argumentario. Sobre el coronavirus, dijo en una entrevista en Es Radio el pasado verano que, según un informe de la Universidad de Oxford, España lideraba los datos europeos sobre mayor incidencia de muertes por habitante. Algo antes, en una entrevista en EL ESPAÑOL que se publicó en abril, aseguró que estamos entre los peores cinco países en cuanto a afección de contagios y muertes por población relativa.
Primero, el informe de la Universidad de Oxford situaba a España, en ese momento, en el número 11 de los países europeos con mayor incidencia de muertes por habitante. No éramos los primeros, tal y como aseguraba Casado. Y en cuanto a su segunda mentira, España no estaba en el top cinco, sino el 21 en cuanto al acumulado de casos y el 15 en cuanto a los fallecidos. Sin embargo, aquí también hay que llevar el foco a otro asunto. Y es que el debate sobre la cifra de muertes real en este país es complicado, porque el Gobierno ha cambiado varias veces su forma de medir.
Casado también aseguró, el pasado 20 de octubre, que la cotización de autónomos subió un 20%, algo que compartió su partido en redes sociales. No era verdad: la subida para 2022 era de un 2,7% y desde que Sánchez entró en el Ejecutivo ha subido un 7,2%. En esa línea económica, el líder de la oposición dijo que con el actual Gobierno estaba llevando a cabo más desahucios, cuando la cifra real está descendiendo paulatinamente. Además, ha asegurado, en octubre y en múltiples ocasiones más, que en España hay cuatro millones de parados. El líder del Partido Popular decidió, parece ser, añadirle un millón más a la cifra real: 3,2 en ese momento.
Díaz: PP, Vox y empleo
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, es otro de los grandes Pinochos que nos deja este 2021. Lo es, especialmente, desde que Pablo Iglesias no está en la primera línea política -que también colaba alguna mentira de vez en cuando- y su repercusión mediática ha crecido.
En el caso de Díaz, sus mentiras van en dos direcciones principales. La primera consiste en su especialidad, el empleo. Y la segunda vía es para arremeter contra oponentes políticos. Empecemos por la segunda, con un par de ejemplos. Ahora que se está hablando de la reforma laboral, en abril la ministra de Trabajo dijo que Vox había llevado al Tribunal Constitucional su intento de derogar el artículo 52.d de la reforma en el que se permitía despedir a los trabajadores cuando estaban enfermos. Nunca ha pasado tal cosa.
Al PP, por otro lado, lo acusó de no ayudar en nada al Ejecutivo y dijo que "el Partido Popular ni siquiera nos acompañó en los decretos en los que el Ministerio de Trabajo y Economía Social defendía el mayor mecanismo de protección social como eran los ERTE". Así lo aseguró en una entrevista en abril. Se le debió de pasar por alto que el PP no sólo votó a favor de ese Real Decreto, sino que también dijo que sí en las cinco prórrogas posteriores. Votó exactamente igual que el PSOE y Unidas Podemos.
Pero, por supuesto, de lo que más habla Yolanda Díaz es del trabajo. Para criticar el formato de los contratos de formación dijo que en 2019 sólo se hicieron 9.000. Para alcanzar la cifra real y no la de la ministra, habría que sumarle 30.000 contratos de este tipo que obvió. También, defendiendo sus posturas sobre el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), dijo que el Banco de España no hablaba de la posibilidad de destrucción de empleo en un informe que publicó la institución el 8 de junio. Según recoge Maldita.es, eso no es así y a la ministra parece que no se leyó, o no se quiso leer, las páginas 37 y 38 del mismo en el que se especificaba que tras la subida del SMI se podía provocar que "los trabajadores con menor salario perdieran el trabajo".
Vox: género, LGTB e inmigrantes
Tal y como se ha comentado antes, las mentiras de los políticos muchas veces van en línea con el mensaje que la formación de turno quiere que cale. En el caso de Vox, está claro: han mentido sobre la igualdad de género, contra los inmigrantes que se encuentran en España de forma irregular y sobre la situación de las personas trans. Dentro del partido, sin duda, los mayores Pinochos son el matrimonio formado por Iván Espinosa de los Monteros, portavoz del grupo parlamentario en el Congreso, y Rocío Monasterio, presidenta de Vox en la Comunidad de Madrid.
Espinosa de los Monteros aseguró, el 17 de octubre en una entrevista, que España es el único país que muestra diferencia entre hombres y mujeres para juzgar un comportamiento. Lo afirmó en referencia a los agravantes por violencia de género. Pero no es verdad. Muchísimos países, según revisó Newtral.es, tienen penas más altas por este tipo de violencia que por la doméstica. Uruguay, Colombia o Argentina, por ejemplo. También hay otros estados que tienen unidades especiales en sus juzgados para procesar estos delitos.
Monasterio, por otro lado, dijo varias veces durante la campaña electoral madrileña que se están dando más ayudas sociales a los inmigrantes irregulares que a los trabajadores que están en ERTE. No hay nada que respalde tal afirmación, además de que para acceder a las ayudas de la Seguridad Social hace falta tener residencia legal. También atacó contra la autodeterminación de género opinando que un violador podía hacerse mujer y no ser juzgado gracias a la Ley trans de la Comunidad de Madrid. Primero, no es verdad; segundo, ese tipo de delitos son estatales, por lo que no se juzgan según leyes autonómicas.
Las mentiras, de todas formas, también abarcan cuestiones de Estado más allá de la ideología del partido. Espinosa de los Monteros ha llegado a asegurar, en el Congreso de los Diputados, que tenemos la tasa de propiedad más alta del mundo. Realmente, somos undécimos, según la OCDE. También ha dicho en varias ocasiones que estábamos con la tasa de paro más alta de la historia. Tampoco era verdad.
Mención especial
Voto por correo. El líder de la formación, Santiago Abascal, miente menos que Espinosa de los Monteros y Monasterio, pero durante la campaña electoral madrileña intentó colar una bastante grave. Vox llevó a cabo la estrategia de denostar el voto por correo, siguiendo la estela de Donald Trump en las elecciones que perdió. Así, el presidente de la formación instó a la gente que ya había votado por correo a ir igualmente a los colegios electorales porque así se anulaba el primer voto. Esto no es verdad y, de haber cuajado, habría generado dudas peligrosas sobre la legitimidad de los resultados. Abascal acabó teniendo que rectificar, aunque pidió una investigación a Correos.
El cartel de los MENA. En la misma campaña se popularizó un cartel de Vox en el Metro de Madrid en el que se decía que un MENA cobra 4.700 euros al mes y que "tu abuela" recibía 426 de pensión. La afirmación se hizo calculando, muy con brocha gorda, los 96 millones que se destinaron en 2020 para los centros residenciales en los que había 1.903 menores. Sin embargo, ese es un dinero que reciben los centros y no los menores, y la mayoría de esos jóvenes son españoles; sólo 269 fueron realmente MENA. "En campaña no vale todo y no se puede hacer publicidad engañosa", abroncó Pablo Casado a la formación ultraderechista.
Agresión homófoba: todo falso
Pero los Pinochos no están sólo en la clase política y este 2021 también ha sido un año prolífico para aquellos que se encuentran en el resto de la sociedad. Algunos se quedan en la mera anécdota divertida, pero otros provocan un daño muy grave por la naturaleza de sus actos. Es el caso de las agresiones homófobas falsas, que este año ha habido un par que han sido notorias.
El pasado verano murió asesinado en A Coruña el joven Samuel Luiz, a quien le dieron una paliza al grito de "maricón de mierda". El suceso provocó una fuerte movilización social en toda España contra la homofobia y, con los ánimos ya caldeados, saltó otra noticia: ocho encapuchados habían asaltado a un joven homosexual de 20 años en Malasaña, Madrid, y en un portal le grabaron la palabra "maricón" en el glúteo con un cuchillo. Todo estalló entonces.
Mientras la indignación crecía, los policías de la comisaría del distrito Centro empezaban a encontrar cosas extrañas en su investigación. Nadie había visto nada aunque había ocurrido a plena luz del día, ninguno de los vecinos oyó los gritos que el agredido aseguraba haber proferido, en ninguna de las cámaras de la calle aparecía nadie corriendo ni había un grupo grande de personas, en el portal no quedaba rastro de ningún tipo de agresión... Cuando al joven le pidieron el móvil para comprobar sus localizaciones, se puso muy nervioso y acabó claudicando de su versión: "Sí, me lo he inventado todo. Es mentira". En realidad había sido una especie de juego sexual con dos amantes y se lo había intentado ocultar a su entonces pareja formal.
Todo esto sentó como un chorro de agua fría en el colectivo LGTB, que tenía diversas manifestaciones programadas y veía como la mentira podía acabar desdibujando sus reclamaciones. Ello, a pesar de que las denuncias por infracciones de delitos de odio (donde se encuentran los motivados por la identidad sexual) han estado aumentando este 2021.
Lejos de aprender, este mes de diciembre se ha producido una situación muy parecida, aunque ha sido menos mediática porque no tenía componentes tan escabrosos como el hecho de grabarle a alguien un insulto en el cuerpo. Una joven de 24 años denunció en la comisaría de Arganzuela que había sido víctima de una agresión mientras paseaba con una chica de la mano por el barrio de Chueca. Entrevistada por un canal de televisión, aseguró que un hombre la atacó por la espalda, le dio patadas y profirió diversos insultos homófobos. Cuando la Policía revisó las cámaras de seguridad de la zona, vio que no había existido nada de eso, que la chica simplemente se había tropezado.
La joven de Chueca ha sido detenida por la Policía Nacional por simulación de delito. Su futuro puede ser parecido al caso de Malasaña: después de ser imputado por lo mismo, el pasado 17 de diciembre se celebró el juicio y ha sido condenado a cuatro meses de multa, un total de 480 euros. Se trata de una pena leve ya que podían haberle caído entre seis y doce meses de cárcel.
Alvise y los bulos
No se puede hacer una lista de los Pinochos de 2021 sin incluir a aquellos que se dedican a propagar bulos por internet. Este año, de manera parecida al anterior, esas grandes mentiras han ido sobre la temática del coronavirus. Y, por ponerle rostro, aquí hay un personaje que destaca sobre los demás: Alvise Pérez, el tuitero y agitador de extrema derecha, otrora asesor de Toni Cantó y uno de los personajes más polémicos de las redes.
Ya en 2020 generó mucho revuelo cuando compartió una imagen falsa en la que aparecía un cartel, colgado de la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, con el rostro de Pedro Sánchez y una leyenda en la que se leía "Un buen ciudadano obedece"; pero este año ha ido más lejos. En el contexto de las elecciones catalanas del pasado 14 de febrero, Alvise Pérez difundió una prueba PCR falsa del exministro de Sanidad Salvador Illa. Le acusaba de haber ido a un debate televisivo a pesar de haber dado positivo en la Covid-19. No era verdad.
La Fiscalía de Barcelona denunció a Pérez por falsedad en documento privado e injurias y, además, aseguró que había difundido la imagen con el objetivo de perjudicar a Illa en las elecciones. Durante el juicio, que se celebró el pasado mes de septiembre, el acusado reconoció haberla compartido sin corroborar su autenticidad, aunque se escudó en que no la había confeccionado él, sino que se había compartido por otros internautas antes.
Este no es el primer lío en el que se mete por atacar a miembros del PSOE sin prueba alguna. También la ha tomado este año con el alcalde de Valladolid, Óscar Puente. Ha acusado al edil de los delitos de prevaricación, coacciones y tráfico de influencias al cerrar, presuntamente, un restaurante hasta arruinarlo para que luego el traspaso beneficiase a un familiar del político.
La Fiscalía de Valladolid le denunció el pasado mes de septiembre por ello, en cuanto a que podría haber cometido un presunto delito de calumnias con publicidad, y asegura de Pérez que "se sirve de herramientas digitales para difundir calumnias e injurias sin ningún fundamento, revestidas de una aparente difusión de información pseudoperiodística". Esta denuncia se sumará a la querella interpuesta por el propio Óscar Puente por presuntamente vulnerar su honor al difundir fotos de él y de su pareja con comentarios ofensivos.
Al margen de su inquina con el PSOE, Pérez también se ha convertido en uno de los rostros más conocidos que se posicionan en la línea de las posturas negacionistas de la Covid-19 y antivacunas. Y es que ahí están otros de los grandes Pinochos de este 2021, en las mentiras que se comparten por internet sobre el coronavirus.
Aquí hay de todo. Sin embargo, algunas de las más llamativas son aquellas teorías de la conspiración que sitúan a Bill Gates y a George Soros detrás de esta crisis como autores de un plan de acabar con parte de la población mundial. También se ha dicho que en las vacunas hay microchips y que la red de telefonía 5G es transmisora de la Covid-19. Habría que añadir también esos tratamientos alternativos, como el de beber dióxido de cloro para acabar con el virus, algo extremadamente peligroso para la salud.
El coma eran desmayos
Hasta ahora, todas las mentiras que se han recogido en esta selección de 2021 han sido dañinas en su propósito o resultado. Sin embargo, no se puede dejar escapar una de las más grandes del año, de las que más gente ha seguido y, afortunadamente, no ha hecho daño a nadie más que a su protagonista. Al final, el autor y personaje principal de la misma ha acabado interiorizando esa moraleja de Pinocho de que mejor ir con la verdad de frente. Es el caso, claro está, de Manel Monteagudo.
Manel se convirtió en un fenómeno mediático el pasado mes de noviembre cuando apareció en diversos medios de comunicación con su increíble historia. Contaba que había estado 35 años en coma, desde 1979 hasta 2014, tras tener un accidente en el barco en el que estaba trabajando cuando tenía 22 años en el puerto de Basora, en Irak. Durante su tiempo convaleciente, aseguraba, se había casado con la que había sido su novia -que se convirtió en su cuidadora- y tuvo dos hijas. Muchos medios publicaron esta historia y, a veces, incluso la acompañaban con un vídeo en su casa en el que aparecía Manel mirándose al espejo medio asustado porque no se reconocía.
Después de convertirse en un fenómeno, la gente empezó a hablar. Destacan algunas declaraciones que pasarán a la posteridad, como la de aquel vecino que dijo que de coma nada, que a Manel lo había estado viendo habitualmente en el bar. Poco a poco, la historia se fue cayendo, empezaron a generarse dudas. Aparecían expertos médicos que decían que eso era imposible, expertos legales que aseguraban que no se podía casar a alguien que no estuviera consciente, ya que hace falta consentimiento expreso para contraer matrimonio, y todo acabó por desmontarse.
El 12 de noviembre, Manel Monteagudo acabó confesando: "Yo no estuve en coma en ningún momento. Cierto es que caí de seis metros. Debido al accidente tenía todos los días durante 35 años desmayos diarios. Ojalá hubiera estado en coma. Debí de contarlo antes porque se salió de madre. En ningún momento mi pretensión era semejante. Admito y asumo toda la culpabilidad", acabó diciendo frente a las cámaras de televisión.
Con el caso de Manel acaba esta lista de grandes Pinochos de 2021. Ha habido muchos más, porque, tal y como se recoge en el inicio de este artículo, todo el mundo miente de cuando en cuando. Pero, de recogerlas todas, este texto sería infinito. Da igual. 2022 está a la vuelta de la esquina y habrá nuevas. Es eso, algo inalienable a nuestra condición, por mucho que de niños viéramos que al personaje del cuento le crecía la nariz cuando pasaba.
La última, en Cataluña
Laura Borrás. Como queriendo acabar por todo lo alto un 2021 plagado de mentiras, la presidenta del Parlament catalán presumió esta Nochebuena de que la Casa Blanca le había mandado un regalo y lo colgó del árbol de Navidad que hay en la institución. Se trata de una medalla y subió la foto a Twitter agradeciendo al presidente estadounidense, Joe Biden, por el obsequio. En realidad, se ha tratado de un suvenir que está a la venta en la tienda de regalos de la Casa Blanca y no ha sido más que un mero regalo institucional del Consulado de Estados Unidos ubicado en Barcelona, según ha tenido que aclarar la cuenta en la red social del Parlament tras el revuelo generado.