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Si usted ha visto Benidorm, en persona o en la tele, probablemente se habrá preguntado: ¿quién ha construido tantos rascacielos? Hoy le damos la respuesta: muchos son obra de un emigrante andaluz que empezó de camarero. Ésta es su historia.
"¡Vamos directos al triunfo!". El constructor Manuel Peláez Castillo lanzaba este pacífico grito de guerra para animar a los trabajadores de Ecisa cada vez que emprendían un nuevo proyecto, recuerdan sus hijos a EL ESPAÑOL | Porfolio. Con ese lema, su empresa familiar construyó más de 30 rascacielos en Benidorm por encima de 25 plantas, contribuyendo así como ninguna otra a modelar el skyline, el perfil recortado en el cielo, de la ciudad con más edificios altos de Europa.
Aquí, frente al Mediterráneo de la Costa Blanca alicantina, más de un tercio de los rascacielos los han levantado ellos. Es la constructora con más experiencia. En Benidorm también edificaron lugares emblemáticos como el Ayuntamiento (un "rascasuelos" horizontal, nos dirá luego el alcalde), el polideportivo o el paseo marítimo de la playa de Poniente. Son sólo una parte de las más de 1.500 obras privadas y públicas que han ejecutado a lo largo de medio siglo repartidas por diez países.
Por eso la vida de los Peláez se funde con la de Benidorm como la arena, el agua y el cemento en el hormigón. Esta discreta familia alicantina, de humildes orígenes andaluces, sirve de ejemplo para ilustrar el esfuerzo colectivo que creó esta ciudad única, la tercera con más pernoctaciones del país tras Madrid y Barcelona. La capital turística del Levante español vuelve a sonar con fuerza gracias al reciente y exitoso festival de la canción Benidorm Fest, que ha relanzado su nombre en la opinión pública.
Mientras la Manhattan del Mediterráneo se dispone a estrenar la nueva temporada alta después de dos años de pandemia, esta revista recorre sus calles para contar su pasado, presente y futuro a través de la historia empresarial de los Peláez, con fotos inéditas de su archivo familiar y un encuentro en exclusiva con Manuel y Enrique Peláez Robles, hijos del fundador y difusores de su legado. Ellos cuentan la intrahistoria de un lugar originalísimo en el que un hombre autodidacta y sin estudios dejó huella liderando a los trabajadores que erigieron, por ejemplo, el edificio residencial más alto de Europa, el Neguri Egane, de 145 metros.
De camarero a constructor
Manuel Pelaéz Castillo nació en 1937 en el pueblo granadino de Benalúa de las Villas, en una familia de cuatro hermanos (tres varones y una mujer). Él era el tercero. La mina en la que trabajaba su padre cerró y ellos emigraron a Málaga, donde abrieron un bar-restaurante. Manuel no terminó sus estudios primarios y se puso a trabajar de camarero en el negocio familiar. Allí conoció a una clienta, Carmen Robles Pariente, ocho años más joven, que trabajaba en una tienda de ropa cercana. Se casaron y tuvieron tres hijos: Manuel (1966), Javier (1968) y Enrique (1975).
Antes de ser padre, el joven camarero empezó a trabajar por su cuenta intermediando en la venta de materiales de construcción. Lo contrataron en Sevilla y allí un empresario alicantino, Felipe Fuster, de Estructuras Alicante, lo fichó para que se fuera con él a la capital alicantina como responsable comercial. Dos años después, en 1968, decidió establecerse por su cuenta con sus hermanos Miguel y José Luis fundando en las islas Canarias la empresa Estructuras y Cimentaciones Insulares Sociedad Anónima (Ecisa). La constructora estableció luego su sede en Alicante. Eran los años del boom del desarrollismo español que transformó el paisaje urbano y el litoral como nunca antes.
La empresa de Manuel Peláez se especializó en levantar estructuras de edificios altos y creció hasta convertirse en el gran referente de Benidorm y la provincia de Alicante gracias, cuentan sus hijos, a su don gentes, a su capacidad para crear equipos humanos y a su carácter innovador, que lo llevó a adelantarse siempre a su época. Introdujo, explica su hijo Manuel, el forjado reticular, que, en sustitución de las vigas de acero, permitía construir rascacielos en menos tiempo, más baratos y más ligeros. "La Seguridad Social le dio un premio en 1976 por introducir medidas de seguridad en sus obras antes de que fuera una obligación legal", añade su hijo Enrique.
Introdujeron el forjado reticular, para construir rascacielos en menos tiempo, más baratos y más ligeros
Los cinco miembros de la familia Peláez-Robles se implicaron en la constructora, incluida Carmen Robles, la esposa, madre y, también, empresaria por cuenta propia. Durante los 16 años iniciales dirigió la contabilidad y hasta mucho después, recuerdan su hijos, se llevaba la caja de la empresa a su casa para revisar las cuentas. Era la única mujer (y la primera de la provincia) en el curso de alta dirección empresarial que los jesuitas de Deusto dieron en Alicante a mediados de los años 70, junto a 27 hombres. Hoy ella preside la Fundación Manuel Peláez Castillo, dedicada a continuar la obra social de su marido tras su muerte en 2014.
Al cabo de más de medio siglo dedicados a la construcción, en 2020 vendieron la empresa. Los Peláez hacen ahora balance, en conversación con este periódico, sobre la trayectoria de Ecisa, su impacto en Alicante, España y el extranjero, y el legado filantrópico de su padre, mientras se embarcan en nuevos proyectos. El abogado y músico Javier y el economista Enrique han fundado la consultoría Peláez Consulting y se han especializado en asesorar a empresas familiares, que son 1,1 millones en España, el 89% de las que hay.
Manuel, que relevó al fundador en la presidencia, mantiene negocios pero se dedica sobre todo a cuidar de su salud. Tiene esclerosis múltiple, que afecta a su movilidad, pero él afronta esta enfermedad degenerativa con el coraje tranquilo que aprendió de su padre. "Disfruto de lo que puedo hacer, en vez de lamentarme de lo que ya no puedo", dice, positivo. Es admirable ver cómo el ingeniero de caminos que ha dirigido la construcción de tantos edificios se esfuerza ahora por erguirse y ponerse en pie apoyado en una muleta. El primogénito es hoy nuestro guía de lujo para enseñarnos el Benidorm donde él, su familia y sus compañeros han invertido lo mejor de su trabajo.
Tour exclusivo
En el camino desde Alicante a Benidorm, a bordo del coche que pilota su colaborador Carlos, Manuel va nombrando a lo largo de la costa las obras que llevan el sello de Ecisa, en las que participó a solas o en unión temporal de empresas (UTE) con otras grandes constructoras, como Dragados: el aeropuerto de Alicante, el tranvía costero, la sede de la regata Volvo, la Oficina de Patentes de la Unión Europea, centenares de edificios residenciales en diversos municipios, muchos de ellos "de hormigón visto, que era lo que más le gustaba" al fundador.
El filántropo de la grúa
En el viaje hacia Benidorm, el ingeniero Manuel Peláez Robles se detiene para enseñar en la playa de San Juan, perteneciente a Alicante, el parque que el Ayuntamiento le dedicó a su legendario padre, Manuel Peláez Castillo. Lo recuerdan como un emprendedor íntegro, todo lo opuesto del antimodelo del empresario corrupto. "No se conformaba con pagar impuestos sino que iba mucho más allá", añade luego su hermano Enrique. Y aportan pruebas que definen a este filántropo de la grúa.
Se implicó con la asociación Proyecto Hombre para la rehabilitación de drogadictos, fundó y presidió Fundesem, la primera escuela de negocios de la provincia, cuando aún no había universidad, y creó la Asociación de la Empresa Familiar de Alicante (AEFA) siguiendo el modelo que había aprendido en Barcelona en el influyente Instituto de Empresa Familiar. También financió investigaciones de la Universidad de Alicante, apoyó a la Asociación a Favor de los Discapacitados Psíquicos (APSA) y contrató a tres de ellos, y fue de los primeros de la construcción en emplear a mujeres, sobre todo técnicas.
Su relación con los jesuitas de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-Icade de Madrid lo encaminó en esa concepción altruista cristiana y a aplicar, según explican sus hijos, los valores de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) cuando esta idea aún no se había acuñado y extendido entre las empresas.
"Mi padre prefería destinar las ganancias a obras sociales en vez de gastarse el dinero en yates y lujos", cuenta Manuel. Se puede concluir por tanto que, en el caso de Ecisa, la construcción de los rascacielos de Benidorm, modelo de democratización del turismo para todos los bolsillos, alimentó de rebote un amplio reguero de actividades benéficas.
El perfil de Benidorm, su característico skyline, asoma en el horizonte de la autovía A-7. A la entrada de la ciudad, Manuel Peláez hijo enseña a la izquierda el pabellón polideportivo que construyó Ecisa. Luego, en la rotonda donde se unen las avenidas de la Comunidad Europea y de la Comunidad Valenciana, nos detenemos para ver, alineados, cuatro rascacielos que llevan su sello. En el centro, el Neguri Gane, el edificio residencial más alto de Europa, diseñado por el arquitecto Roberto Pérez-Guerras, con sus reconocibles balcones redondeados. A su derecha, el Neptuno. A la izquierda, los dos bloques iguales del Residencial Cibeles.
En la cima del Neguri Egane está tomada la foto, en el año 2000, en que se ve a Manuel Peláez padre rodeado de trabajadores de la obra y haciendo con los brazos en alto el signo de la victoria. Celebraban la "puesta de bandera", cuando culminaban la estructura de un edificio y no habían sufrido accidentes. A 145 metros de altura, hermanados con sus cascos, todos sonríen triunfales, con la felicidad del trabajo cumplido.
Desde el otro lado de la avenida, sentados en la terraza de la cervecería María, el ingeniero Manuel Peláez contempla estos rascacielos que son el fruto de su vida profesional. Sus ventanas reflejan el sol en mil destellos. La identidad cosmopolita de Benidorm se sintetiza en este cuadro donde confluyen una tienda de productos rusos, un local de la comunidad islámica, la iglesia evangelista china y esta cervecería donde el menú del día cuesta ocho euros.
Bajando por la avenida de Europa hacia la playa de Levante, Manuel Peláez Robles indica a la izquierda otros dos rascacielos, los Gemelos 20, coronados con un pico triangular, de las decenas que Ecisa construyó en Benidorm por encargo de promotores inmobiliarios (aunque a veces ellos también ejercían de promotores y vendedores). La lista de sus hijos con esqueleto de hormigón armado incluye, además, la Torre Don Jorge (34 plantas, 105 metros), los dos Gemelos 26 (35 plantas, 110 metros), los Sol Poniente I y II (35 plantas, 110 metros) o las gemelas Torres D'Oboe (30 plantas, 95 metros). Todos figuran en la completa Guía de rascacielos de Benidorm que editó el Ayuntamiento en 2011.
El "rascasuelos"
Las amplias calles se vuelven a animar con turistas extranjeros y nacionales, sobre todo los de mayor edad. Es un día radiante de finales de invierno que anuncia el resurgir de la actividad en Benidorm y la próxima temporada alta, cuando en Semana Santa y en verano su población oficial de 69.000 habitantes crecerá hasta 400.000.
Llegamos hasta el Ayuntamiento, también construido por los Peláez, a pocos metros del anfiteatro al aire libre que albergó originalmente el Festival Internacional de la Canción de Benidorm desde 1959. La sede municipal es rompedora. En vez de un rascacielos vertical, es un "rascasuelos" tumbado equivalente a 23 alturas, que se extiende en horizontal apoyado en dos pilares. Los parasoles transparentes de las ventanas llevan inscritos los nombres de todos los habitantes censados de la ciudad. Lo inauguraron en 2003 el alcalde Vicente Pérez Devesa y su compañero en el PP y ministro de Trabajo y Asuntos Sociales Eduardo Zaplana, que lo había precedido en la Alcaldía.
Manuel Peláez se sorprende del tiempo transcurrido desde la inauguración, casi veinte años, y de que el edificio siga pareciendo tan nuevo. Entra dentro para preguntar por su viejo amigo Toni. Se trata del actual alcalde, Antonio Pérez Pérez, también del PP, que ha promovido el revival del antiguo Festival de la Canción con el nuevo formato del Benidorm Fest, para elegir al representante de España en Eurovisión.
El alcalde está fuera, pero aprovechamos para repasar en el pasillo junto a su despacho los retratos de sus antecesores en el cargo, en particular los que desde mediados de los años 50, cuando el regidor era Pedro Zaragoza Orts (1950-1966), han gobernado Benidorm y desarrollado su original modelo urbanístico en vertical, adelantado a su tiempo. Una apuesta que ha probado ser más sostenible y eficiente por su aprovechamiento del espacio.
El alcalde
Los Peláez han trabajado con estos alcaldes desde finales de los años 60, del franquismo primero y luego, en democracia, del PP y del PSOE. Por eso no extraña que cuando un rato después Manuel hijo recibe una llamada del Ayuntamiento para encontrarse con el regidor en una terraza junto a la casa consistorial, éste lo reciba con abrazos junto a sus tenientes de alcalde Ana Pellicer y José Ramón González de Zárate. El alcalde Antonio Pérez y el ingeniero Manuel Peláez posan contentos con el Ayuntamiento de fondo.
¿Hacia dónde van los benidormíes? El jefe del gobierno local responde: "Benidorm, que en 1956 aprobó su primer plan urbanístico cuando aún no existía la Ley del Suelo, se ha reafirmado con el tiempo como el modelo de máxima sostenibilidad social y económica". Se siguen haciendo rascacielos pero dentro de un urbanismo "más blando, renaturalizando la trama urbana" con más parques y vías peatonales. Destaca que van camino de tener protegido el 60% de los 37,5 kilómetros cuadrados del municipio. Junto al "Benidorm azul" de la costa, el Ayuntamiento promueve ahora un "Benidorm verde" con un corredor periférico que conecte los espacios naturales de fuera y dentro del casco urbano.
"Benidorm se ha reafirmado con el tiempo como el modelo de máxima sostenibilidad social y económica"
El alcalde señala las grúas que se alzan al cielo detrás del Ayuntamiento. "Son de la reforma de un hotel". Pone al sector hotelero de Benidorm como ejemplo de "resiliencia" frente a la pandemia. "No se ha enajenado ningún hotel. Muchos han aprovechado estos dos años para modernizar los suyos. Los hoteleros fueron un ejemplo cuando se declaró el confinamiento en marzo de 2019, porque en 72 horas evacuaron a 30.000 turistas, 25.000 de ellos británicos, que llenaban ese momento los hoteles al 80 por ciento de ocupación", elogia Pérez sobre la eficacia del gremio.
Y apunta un problema: "Se habla de la 'España vaciada', pero también hay que hablar de la 'España rellenada'", porque la ciudad tiene más habitantes estables de los 69.118 que figuran empadronados, pero no recibe los ingresos estatales acordes con esa población real. "El día que menos personas duermen en Benidorm en el año, no hay menos de 135.000, y llegamos a 400.000 en semana santa y verano", dice Antonio Pérez. Se felicita en todo caso de que su ciudad siga siendo tierra de promisión: "Llegan buscando oportunidades, las encuentran y se quedan para toda la vida".
De la playa de Levante, por donde empezó la expansión moderna de Benidorm aprovechando su orografía más llana, pasamos, al otro lado del centro y de la punta de Canfali, a la playa de Poniente, que está experimentando un nuevo boom en construcción y ventas. "Los pisos se venden como churros", dice el regidor sobre esta zona en desarrollo. Aquí, Manuel Peláez se asoma al Mediterráneo desde el paseo marítimo de Poniente, otra de las obras emblemáticas de la empresa familiar. Lo diseñó Carlos Ferrater en forma de olas de hormigón blanco cubiertas con un pavimento gres porcelánico en 22 colores. Se irán los constructores, pero siempre quedarán aquí sus obras para que la gente las disfrute, reconoce Peláez Robles con satisfacción.
De España a Catar
De vuelta a Alicante, su hermano Enrique Peláez se encarga de buscar fotos de la memoria familiar. Localiza la de su padre con los trabajadores en la cumbre del Neguri Gane de Benidorm; retratos del fundador en blanco y negro, sonriente; otra de cuando fue a ver con Enrique los rascacielos que la empresa construía en Catar y aprovecharon para visitar el vecino emirato de Dubái y subir al edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa (828 metros). Eran los tiempos de la crisis de 2008 en que, con el mercado hundido en España, se fueron al extranjero para construir hoteles cataríes, una línea de metro en Dublín, un tranvía en Taiwán, tres rascacielos en la ciudad argelina de Orán (ligada por mar con Alicante) o infraestructuras públicas como la red de alcantarillado en Casablanca o estructuras ferroviarias en Mozambique.
Con la recesión de 2008, se fueron a construir grandes hoteles en Catar, el metro de Dublín o un tranvía en Taiwán
"Mi padre siempre estaba aprendiendo, y devolviendo a la sociedad lo que había recibido de ella", cuenta Enrique. En obras, calles y despachos lo llamaban "Don Manuel", pero él, subraya su hijo, trataba a todo el mundo con tanto o más respeto sin importar su posición social. Recuerda su hijo menor las chuletadas y arroces que celebraban en el almacén de la empresa algunos domingos, a los que acudían los trabajadores y sus familias. Da algunos nombres como ejemplo de los centenares de hombres y mujeres que construyeron con Ecisa buena parte de Benidorm: "Víctor Julián, Rafa Frutos, José Antonio López Frutos, Mari Carmen Ruiz, Berta Benito, Mar Alonso...". Insiste en que Benidorm es una obra coral en la que los Peláez fueron de la mano con promotoras, inmobiliarias e instituciones.
"No nos hemos hecho millonarios", dice Enrique Peláez sobre la venta de la empresa familiar al socio catarí, que evitó la bancarrota sufrida por tantas otras constructoras y aseguró su supervivencia. En cambio, los hijos se sienten ricos por una herencia intangible: los valores de la ética empresarial que aprendieron de su padre. Ahora Enrique y Javier trabajan como consultores para empresas familiares y nuevos emprendedores.
Quieren que el modelo de honradez en los negocios que su padre aplicó a la construcción de los rascacielos de Benidorm sirva de ejemplo para que lo repliquen otras empresas. En sus asesorías enseñan las fotos de sus obras y de su padre como ejemplo de responsabilidad y liderazgo, y explican, a partir de su propio caso, cómo crear protocolos en una empresa familiar para gestionar la transición del poder entre generaciones y evitar así conflictos. El legado se resume en la frase que Enrique Peláez nos dijo una vez: "Construimos rascacielos y no nos hemos corrompido".
El joven camarero sin estudios llegó a ser el constructor más importante de Benidorm y la provincia de Alicante. Era bajito de estatura pero un gigante en calidad humana que basó su éxito en confiar en los demás y ser comprensivo, dicen sus hijos. Enrique lo resume con un caso entre miles. Manuel Peláez Castillo descubrió que un empleado suyo, padre de familia en apuros, se había llevado dinero de la caja. En lugar de despedirlo, le dijo que siguiera en la empresa y devolviera poco a poco lo sustraído. "Siempre daba una segunda oportunidad", dice su hijo economista.
Ahora que conocemos su historia desconocida, los rascacielos de Benidorm cobran otra significado, como si su esqueleto de hormigón se humanizara con lo mejor del espíritu de sus constructores. Sus fachadas espejean al sol y difunden el eco de aquel mensaje de ánimo que sonaba desde 1968 al empezar cada obra: "¡Vamos directos al triunfo!".
Los hijos y el futuro
Para el empresario Manuel Peláez, que no tenía titulación académica, fue un orgullo que sus tres hijos estudiaran carreras, que además eran complementarias en el negocio: Manuel se hizo ingeniero de caminos, Javier abogado y Enrique economista. Los tres trabajaron en la empresa familiar, sobre todo el mayor, que tomó el relevo muy joven cuando a su padre lo operaron del corazón en 1990. Con Manuel Peláez Robles, el hijo, como director general, la empresa aceleró su modernización.
Javier se ocupó en el Grupo Ecisa de las divisiones de Concesiones e Inmobiliaria, y Enrique se encargó como director de contrataciones, durante los difíciles años de la gran recesión de 2008, de internacionalizar las obras abriendo nuevos mercados. Sobre todo en Catar, donde construyeron siete rascacielos de hoteles y apartamentos y, a través de la filial Harinsa Qatar, se asociaron al jeque de la familia real catarí Bin Jassim Al Thani, quien entró en el accionariado de la empresa familiar.
El fundador murió en 2014. Aún no había terminado la crisis, mucho más larga que las anteriores en el sector de la construcción que había superado, como la de 1993. La familia Peláez vendió en julio de 2020 el resto de sus participaciones al holding Al Alfia de su socio catarí. Después de 52 años, salieron de la propiedad de Ecisa Compañía General de Construcciones SA, pero a cambio lograron el objetivo de que la constructora sobreviviera a la recesión y continuara su actividad con otros dueños. Un año después, en julio de 2021, Urbas adquirió a Al Alfia el 100% de Ecisa.
Antes de despedirse, los Peláez contrataron con la promotora Alibuilding la construcción, por 27,8 millones de euros, del primer rascacielos postpandemia de la urbe. El Benidorm Beach Residencial, de 36 plantas, va cobrando forma en la playa de Poniente. La historia que empezó Manuel Peláez continúa. Como dice la canción del grupo Franz Ferdinand: Always Ascending. Siempre hacia arriba.