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Dentro de un mes y medio (el 9 de abril) se cumplirán cinco años de la muerte de una mujer que pudo cambiar la historia de España. [Carme] Chacón. La mujer que pudo gobernar (Editorial Península), de Joana Bonet, sale a la venta el próximo 2 de marzo con la idea de airear la intensa vida de una política que estuvo a sólo 22 votos de hacerse con el PSOE y de convertirse en la líder de uno de los dos partidos principales por primera vez. Hubiera roto un techo de cristal que, en 45 años de democracia, todavía sigue siendo una anomalía: nunca ha habido una candidata con posibilidad de llegar a Moncloa. Ella lo hubiera sido.
El momento clave fue el 4 de febrero de 2012 en el 38º Congreso socialista celebrado en Sevilla, cuando se le escapó de los dedos esa posibilidad. Enfrente, Alfredo Pérez Rubalcaba. Enfrente, el aparato. Enfrente, alguien que había estado décadas en puestos orgánicos y de poder con redes de contactos a todos los niveles. De su lado, la primera vez que una mujer (y catalana, como resaltaban entonces) podía hacerse con el partido. De su lado, todas las primeras veces que ella había conseguido: la primera ministra de Defensa; primera embarazada que pasaba revista a las tropas; la primera en retar al protocolo de la Pascua Militar con un simple esmoquin; la primera ministra en activo en dar a luz...
De hecho, a partir de cierta edad, cada día que amanecía era una primera vez para Carme Chacón, que sufría una cardiopatía congénita desde los tres años que acabó agotando su gran corazón el 9 de abril de 2017. EL ESPAÑOL | Porfolio adelanta el álbum familiar y vital que incluye Chacón. La mujer que pudo gobernar con fotos que marcaron la vida de la catalana y las imágenes políticas que guiaron sus grandes hitos, conquistados sólo con 35 pulsaciones por minuto.
Manchester. Carme Chacón aprendió casi desde la cuna de su apretada habitación la conciencia de clase obrera en una guerrera comarca catalana como es el Baix Llobregat. Pertenecía a esa clase media de los años 90 que estaba más cerca del bajo que del ático. Sin embargo, si por algo pelearon sus padres fue por darle una educación lo mejor posible y moderna. Pasó algunos veranos de su adolescencia en Reino Unido y apostó por estudiar cuarto de Derecho en la Universidad de Manchester, gracias a una beca Erasmus. Carme ya sabía lo que era buscarse la vida. Cuando acabó COU pidió un trabajo en El Corte Inglés de la Avenida Diagonal de Barcelona y la formaron en costura para trabajar en la sección de faldas y blusas. Incluso cuentan que un día Isidoro Álvarez le preguntó qué tal con las clientas y ella le contestó que algunas eran pesadas. "Las clientas no son pesadas, siempre llevan la razón", dicen que le contestó el magnate. Una lección de vida para Chacón que, ya siendo ministra, le confesó a Álvarez que le había sido muy útil en su vocación de servicio público. En esa etapa, Carme también demostró que era difícil pillarla no preparada: cursó posgrados en la Universidad de York, en la de Kingston, en la de Montreal y en la Laval.
"Capitán, mande firmes". Fue un 14 de abril de 2008 cuando una mujer menuda, embarazada, pasaba revista como la primera ministra de Defensa de la Historia de España. Una imagen que dio la vuelta al mundo y la catalana con ella. Curiosamente, muchos señalan a Miguel Barroso, a la postre marido de Carme y padre de su hijo, como el artífice del golpe de efecto de José Luis Rodríguez Zapatero de crear, por primera vez, un Gobierno paritario. Pero el gesto más potente de esa apuesta por el feminismo y por la igualdad de la mujer fue el de una recién nombrada responsable de Defensa, embarazada de siete meses, desfilando ante el Ejército español. Zapatero ya sabía que Chacón estaba encinta cuando le propuso el cargo. Ya sabía que era una futura mamá dispuesta a cogerse su baja maternal como cualquier mamá del resto de España. Pero también sabía que iba a ser una buena ministra de Defensa. Carme se empolló los protocolos, los uniformes, los nombres, las insignias... estaba dispuesta a modernizar el Ejército español [ya con su sola presencia metía a la institución en el siglo XXI]. Incluso viajó a Afganistán, junto a las tropas españolas, antes de dar a luz a Miquel y demostró que se puede conciliar estando en la cumbre.
El esmoquin de la libertad. Era su primera Pascua Militar (2009) como ministra. La primera vez que una mujer iba a dar el discurso ante el rey y Carme Chacón decidió dejar claro que su lucha para cambiar las cosas era a todos los niveles. La tradición, que no el protocolo, marca que las mujeres vistan de largo para esta ocasión; pero ella decidió sustituirlo por un esmoquin elegantísimo de Purificación García. Se recogió el pelo con un moño y se maquilló los ojos con un ahumado firme, profesional, como la imagen que quería dar. A la mitad de los presentes casi le da un infarto porque una ministra se atreviera a llevar los pantalones en ese solemne acto; la otra mitad sonrió aún más ampliamente para disfrutar con ella su victoria. Los medios hablaron más de su look que de su discurso. Pero nadie pudo ponerle ni un pero. Ella cumplía las normas, era protocolariamente adecuada y, sobre todo, representaba una demostración de poder femenino necesaria en aquellos años.
El 'abismo' Rubalcaba. En noviembre de 2011, el PSOE consiguió sus peores resultados hasta entonces. José Luis Rodríguez Zapatero decidió que era el momento de dar el testigo y se convocó un congreso en Sevilla para el mes de febrero. El candidato del aparato, Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente del Gobierno hasta esa fecha, frente a la eterna joven promesa, Carme Chacón. Sólo 22 votos (11 personas, porque los votos son dobles) le dieron la victoria a Rubalcaba el día en el que podría haber cambiado la historia política de nuestro país. Por el camino, la exministra recibió puñaladas, desprecios y abandonos que la marcaron vital y políticamente. Y aún así sólo se quedó a 22 votos. Muchos aseguran que el miedo a la influencia de su marido, Miguel Barroso, sacó lo peor de quien había sido su maestro durante sus primeros pasos en el Congreso y que Rubalcaba puso a toda la vieja guardia a trabajar. La realidad es que fue el principio del fin de la vida política de Carme. Se planteó dejarlo en ese mismo momento, pero aguantó. Sin embargo, cinco años después, en abril de 2016, ya con Pedro Sánchez pero también con el peor resultado de la historia para el PSOE, la catalana dejó todos sus cargos y la política.
El impulsor. En la imagen, un día después de su boda el 14 de diciembre de 2007, en La Rambla del Raval de Barcelona. Carme Chacón era diputada y portavoz de Educación en el Congreso cuando conoció a Miguel Barroso, que trabajaba en el departamento de Comunicación Corporativa del PSOE. La misión de Miguel, entre otras, era limar a las jóvenes promesas socialistas para que supieran comunicar sus políticas y sus opiniones, algo tan importante como el contenido en estos tiempos. Y Chacón era uno de esos activos junto a Trinidad Jiménez o Juan Fernando López Aguilar. El flechazo fue inminente y poco tiempo después, cuando ella ya era ministra de Vivienda, iniciaron una relación que acabó en una discreta boda en Esplugues (todo pasa por Esplugues en la vida de Carme). Él, 18 años mayor que ella, había sido secretario de Estado de Comunicación, asesor de José Luis Rodríguez Zapatero, vicepresidente de FNAC en París, escritor de novelas y, en ese momento, director de Casa América. Era una de las mentes más influyentes en la política de comunicación del Gobierno y mucho se ha hablado de si estaba detrás o no de los golpes de efecto que protagonizó Carme Chacón con la misión de convertirla en la futura presidenta del Gobierno. Los colaboradores de Carme lo niegan: ella marcaba siempre sus pasos; era parte de su personalidad y su preparación. Sin embargo, a muchos socialistas les entró el pánico y empezaron a ver a la ministra de Defensa como una contrincante peligrosa. Carme y Miguel se separaron 10 años después, en 2017, con una despedida amistosa y un objetivo común: su hijo Miquel.
El amor de su vida. El último mensaje público que colgó Carme Chacón en las redes antes de morir fue para su hijo: "Ganas de casa, ganas de amar y muuuuchas ganas de Miquelete", como lo llamaba. Lo publicó antes de coger el avión que la traía de Miami de vuelta a España para estar con su pequeño milagro. Su hijo estaba con sus primos y sus tíos en la playa cuando el corazón de su madre dejó de latir. Cuentan que la catalana, una "mare feliç", siempre fue sincera con Miquel sobre su enfermedad desde pequeñito para prepararlo para el día en que dejara de respirar. Era una mujer pragmática y tremendamente amorosa y sabía que su Miquel tenía que entenderlo. El día de su funeral, sobre el féretro, se colocó una tiernísima foto con su hijo que le había hecho su amiga Teresa Peyrí [la primera de arriba]. Dos sonrisas eternas y la demostración de que Carme podía hacer realidad todo lo que se proponía, como ser madre, algo que le habían prohibido por su enfermedad.
Catalana de Almería. Aunque Carme nació en Esplugas de Llobregat (Cataluña) un 13 de marzo de 1971, su vinculación con Olula del Río (Almería), la tierra natal de su padre, fue espiritual y carnal. Siempre se sintió muy unida a la familia Chacón. De hecho, su nombre se lo debe a su tía Carmen. Con cuatro años ya la mandaban a la casa cueva de sus abuelos, en la pedanía de San Juan de los Terreros, donde el Mediterráneo se vuelve más salvaje y los días de Carme eternos. Allí coincidía con sus primas, las fiestas, las salidas con amigos, las heridas en las rocas de la playa, las noches de verano, las verbenas, los paseos, la adolescencia... Hasta llegó a estudiar dos cursos, entre los siete y los ocho años, en el colegio público de Olula. Todos en su familia sabían que playa del Rincón de los Nidos, en San Juan de los Terreros, era su lugar favorito en el mundo. Ese donde buscarla si se hubiera perdido. Por eso, cuando lanzó su mayor órdago político, su candidatura a la Secretaría General del PSOE, eligió este municipio almeriense para hacerlo oficial.
Su fuente de vida. En la foto con su madre, su padre y su hermana Mireia, de bebé -era cuatro años y medio menor que Carme-, en la casa de unos primos en Piera (Barcelona). Su padre, Baltasar Chacón, ejerció como bombero en Cataluña. Aunque se había afincado en Esplugues siempre mantuvo el corazón en Almería donde, en 2011, la familia al completo compró un chalé en primera línea de playa. Su madre, Esther Piqueras, abogada de profesión, era hija del famoso anarquita aragonés Paco Piqueras. La conciencia de lucha, y de clase, que guió la vida política de Carme Chacón, no sólo le venía de herencia; también se forjó en el piso de 60 metros donde vivió parte de su infancia y en las distintas mudanzas por la zona para buscar una casa digna a un precio que pudieran pagar. Acabaron comprando en Esplugues una vivienda pública donde Carme pasó su adolescencia hasta que se independizó con 23 años, de alquiler, obviamente, en una casa con una cocina diminuta que le encantaba y que pagaba todos los meses gracias a trabajar y estudiar al mismo tiempo. La que a la postre sería ministra de Vivienda sabía muy bien el agujero negro que puede suponer el mercado inmobiliario para algunas familias y jóvenes con proyectos y sin euros. Quizá por eso fue la primera dirigente en promover la ayuda de 210 euros en alquiler para menores de 30 años.
Su abuelo Paco, el anarquista. Carmen, con 15 años, con su abuelo Francisco Piqueras, su primer y gran mentor político. José Antonio Labordeta, en el Congreso de los Diputados, se dirigía a ella como "la nieta del anarquista Piqueras". Francisco Piqueras contaba con 16 años en 1936. Perteneció a la llamada Quinta del Biberón y luchó con la 26 División-Columna Durruti (121 Brigada). Como otros exiliados, estuvo en los campos de detención de Francia: Mazeres, Vernet, Septfonds y el famoso Argelés. A su regreso a España fue encarcelado en diferentes lugares. Aunque redujo su actividad anarquista durante los años de dictadura, se mantuvo fiel a la CNT hasta el final de sus días, una ideología que le impedía votar a su nieta pero no ver el potencial que tenía: una mujer ávida por entender el destino de su propio país "que llegará a presidenta del Gobierno". Al contrario que su amigo Zapatero, por ejemplo, poco había hablado Carme Chacón de su abuelo durante su carrera hasta que lo hizo rodeada de jóvenes, en un acto de campaña por la Secretaría General: "Un día, él me dijo: 'Mira, niña, a ver si lo entiendes, yo nunca fui joven, la historia de mi país me robó mi juventud". En ese momento, aseguró la propia Chacón, fue consciente de que "los dueños del futuro no pueden ser esclavos del presente". Si era un dardo para su oponente, Alfredo Pérez Rubalcaba, nadie se dio por aludido.
Su hermana del alma. En la primera imagen, cuatro de las personas más importantes en la vida de la exministra: sus padres, que ese día celebraban sus 31 años de casados, y su hermana Mireia y su marido, Javier Tapia, nacido en Olula del Río y su médico de cabecera. El actual director médico del Hospital Quirónsalud Barcelona la acompañó siempre en el cuidado de su delicado corazón. Fue uno de los numerosos facultativos que ayudaron a Carme Chacón a romper otra de las barreras que le había puesto la vida sin conocerla: la de ser madre. El 19 de mayo de 2008 daba a luz en el hospital San Joan de Déu a su hijo Miquel cuando le habían dicho años antes que nunca podría ser mamá. En la sala había ginecólogos, cardiólogos, enfermeras, pediatras, auxiliares y Javier Tapia que, como todos, respiró profundamente cuando vio que el pequeño no había heredado la cardiopatía de su madre. Su hermana Mireia y sus tres hijos, de la misma edad que Miquel, siempre fueron para Carme el refugio al que volver, no importaba cuán largo pudiera ser el camino. Cuentan que se cogía un AVE o un avión en cuanto podía para estar aunque fuera un ratito con los suyos.
Su Macondo. Carme Chacón era una ávida lectora. Una mujer que se manejaba muy bien entre libros y películas. De hecho, cuentan que la enorme cultura de su marido fue una de las cosas que la enamoró. Gracias a Barroso, precisamente, cumplió otro de sus sueños: conocer a uno de sus escritores favoritos, Gabriel García Márquez. Cien años de soledad era una lectura recurrente para ella, para crear su mundo, su Macondo especial. "Conocer a Gabo era mi sueño. Y me pasó en un momento precioso de mi vida, embarazada y sabiendo ya que iba a ser la próxima ministra de Defensa de España. Recuerdo nuestro almuerzo juntos en Barcelona como si fuera hoy y esa foto me acompaña desde entonces en mi lugar de trabajo", contaba años después la propia exministra sobre esa foto.