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Un adolescente escuálido con la cara pálida y profundas ojeras. Más de 10 horas de videojuegos al día. Ha dejado los estudios, se ha vuelto violento y ha terminado agrediendo a sus padres. Llamada al 112. Interviene la Policía. Su caso es uno más de los que cada día llegan al primer Hospital de día especializado en adicción a los videojuegos y móviles. Está en Barcelona. Desde hace poco más de un año ha abierto también en Madrid. Ambos están ampliando instalaciones para paliar la lista de espera. Suman más de 100 jóvenes en tratamiento.
Institutos que han expulsado radicalmente las tablets de las aulas. Ni hablar de los móviles. Desterrados. Este mes de febrero la OMS, la Organización Mundial de la Salud, ha incluido en su lista de enfermedades mentales el trastorno por adicción a videojuegos. También este febrero, España se estremecía: en Elche (Alicante) un niño de 15 años asesinó, con una escopeta de caza, a su padre, a su madre y a su hermano de 10 años. Supuestamente por su adicción a los videojuegos: le habían cortado la wifi por sacar malas notas.
Son algunas pinceladas del mundo distópico que han traído los videojuegos y las pantallas. Una pintura negra contra la que cada día se alzan más voces. Psicólogos, terapeutas y profesores advierten: "Las familias están cada vez peor". ¿Qué está pasando? EL ESPAÑOL | Porfolio ha hablado con ellos y ha cruzado las puertas de los primeros Hospitales de día de España especializados en la desintoxicación contra la nueva droga del siglo XXI. Advertencia: lo que hay al otro lado asusta. Éste es un resumen en tres capítulos con paradas en Barcelona -pionera en estos centros-, Madrid y Elche, una localidad aún en shock.
1. Hospitales de día
El rótulo de la puerta del chalecito de Arturo Soria, en Madrid, puede despistar al viandante. Su elegante tipografía plateada reza Desconect@. ¿Un Spa? ¿Yoga? Nada que ver. Estamos en uno de los primeros hospitales de día que hay en España para tratar a jóvenes dependientes a los videojuegos y al móvil. Su fundador, el psicólogo Marc Masip (1987), lo llama, al smartphone, "la heroína del siglo XXI".
Masip gestiona dos hospitales, uno en Barcelona, y otro en Madrid, abierto hace poco más de un año. En ambos hay obras de ampliación en marcha. Se han hecho para reducir las listas de espera. Asegura que ahora no hay tanta, pero han pasado épocas "sin capacidad". Suma 68 profesionales en ambos y más de 100 chavales en tratamiento.
Lo primero que tienen que hacer los jóvenes al llegar a Desconect@ es desprenderse de su móvil. Dejarlo en una cubeta. Lo hacen por la mañana y por la tarde. Por la mañana el centro imparte clases de Bachillerato y Secundaria. Reducidas, con un máximo de seis alumnos por aula. Por la tarde, Desconect@ se convierte en hospital de día. Con muchos alumnos de la mañana y algunos nuevos.
¿Por qué ambas funciones en un mismo centro? Lo explica Masip. "Al principio monté un gabinete psicológico y me di cuenta de que, aunque el tratamiento psicológico ayudaba a los jóvenes, si no había retroalimentación con la parte académica no funcionaba". El colegio es totalmente privado. Al Hospital de día acuden chicos cuyo tratamiento lo paga, al 80%, la Seguridad Social, que trabaja con Desconect@ como centro colaborador.
Si no fuera porque los alumnos son adolescentes, el visitante se creería en una selecta escuela de negocios. Aulas acristaladas, con mucha luz, con una mesa central que invita a debatir. Pequeños despachos en los que se desarrollan las tutorías y reuniones. Un enorme patio, con sillas y mesas, separa la zona de despachos de los coordinadores de las zonas de aulas.
Esta mañana hace algo de frío en Madrid, pero hay dos adolescentes sentados en el patio. No están mirando el móvil. No tienen. Cuando pasamos, el terapeuta pregunta por los exámenes. No han ido bien, dicen, como resignados. "Necesitan mucho cariño", nos dirá el terapeuta, como resumen, cuando salgamos del centro.
En el Hospital de día, que se activa por la tarde, los jóvenes realizan primero una terapia de grupo. Se separan por edades. Por un lado los mayores, a partir de 15. Los pequeños, de 12 a 15, por otro. Chicas por un lado. Chicos por otro. "Ellas tienden más a tendencias depresivas", explica José Domínguez, terapeuta ocupacional del hospital de Madrid y uno de los coordinadores del centro. Custodia las cubetas de móviles.
Terapia hospitalaria
Terapia de grupo. A primera hora de la tarde, los jóvenes, separados por edades y sexos, charlan de cómo se encuentran y de sus objetivos.
Talleres. Tras la merienda, realizan talleres más centrados en cuestiones sociales y reciben formación afectivo-sexual.
Control de internet. Los terapeutas del centro marcan los tiempos en los que, fuera del Hospital, pueden utilizar internet: 10 minutos para Instagram, 15 para TikTok...
Lista de espera. El director del centro señala que ahora su lista de espera no supera la semana, pero han llegado a encontrarse sin plazas. Está ampliando sus dos hospitales: el de Barcelona y el de Madrid.
Tratamiento. Para recibir un alta completa, los jóvenes suelen pasar entre un año y medio y dos años acudiendo a terapia.
En esa primera reunión se habla de sus objetivos, de cómo están. "Muchos suelen ser conscientes de que tienen dificultades para relacionarse con la vida real, de que pierden horas de sueño y han dejado de comer, también de que en ocasiones se ponen en riesgo. Por ejemplo, hay muchas chicas que han sufrido abusos por el móvil", explica José Domínguez.
Tras la merienda, se realizan talleres. "Ya no hablan tanto de ellos, aquí trabajamos mucho lo afectivo sexual y las habilidades sociales". Pero además, también hay reuniones de familias y seguimiento con los padres.
Terminada la jornada, los chicos recuperan su móvil. Para muchos es su bien más preciado. Algunos no quieren nada más: ni coches, ni motos, ni ropa. Sólo una pantalla. El fin de las cosas, que dice el filósofo Byung-Chul Han en su último libro. "Yo con 18 años quería una moto, que me dejaran salir a la calle. Hoy los chicos piden pantallas más grandes y una silla gamer", explica Masip.
"Yo con 18 años quería una moto y salir a la calle. Hoy, los chicos piden pantallas más grandes y una silla gamer"
Los jóvenes de Desconect@ se llevan el móvil, pero el tratamiento continúa. Los expertos, psicólogos, psiquiatras y terapeutas les ponen límites a través de aplicaciones para ello. 10 minutos de Instagram, 15 de TikTok… Es la forma de hacer seguimiento de sus conductas adictivas.
Pero para entender el porqué de las adicciones, Marc Masip, director de los centros, explica que hay que conocer qué problemas existen de antes: "Jugar es agradable, es como un refugio cuando existe un problema anterior: una dificultad de adaptación, baja autoestima, frustraciones, sensación de falta de pertenencia a un grupo, bullying…". Por eso, señala el psicólogo, se enganchan: "Pero ni los videojuegos ni el móvil solventan el problema anterior". Al revés.
Las redes sociales "provocan diferencias entre el yo real y el yo virtual y eso se llama frustración. Y la frustración tiene dos amigas: la adicción y la depresión", explica Masip.
La dependencia, explican los expertos del hospital, puede generar violencia, "como al cocainómano que le quitas su raya". Hacia los demás o hacia sí mismos. "Hay muchos que se autolesionan", nos explican. De hecho, su cuerpo es lo primero que maltratan. En Madrid recuerdan a un chico que hacía pis por la ventana para no salir de la habitación y no perder tiempo para jugar.
Una de las grandes batallas en el hospital es "hacerle ver al adicto que es adicto cuando la sociedad no lo señala como tal". Y aquí, Marc Masip habla de la sociedad, de las instituciones, de los padres. A estos últimos, asegura, les cuesta mucho llevar a sus hijos a este tipo de centros.
Pero además, el psicólogo insiste: el móvil, los videojuegos, tienen un componente adictivo altísimo: lo que se busca es el beneficio económico. "Todos tenemos que aprender a hacer un buen uso, pero las leyes deberían regular mucho más los contenidos. Prohibir acceso a determinados sitios, como el porno: el primer contacto en España con el porno se realiza de media, a los 8 años. A un porno machista y sumiso".
"Las leyes deberían regular mucho más los contenidos de internet y prohibir acceso a determinados sitios"
Dependiendo del tratamiento, los pacientes de su hospital necesitan entre un año y medio y dos años para alcanzar un alta completa. Pero las adicciones, recuerda Masip, "pueden dejar secuelas gravísimas".
Masip lleva 10 años con su proyecto. "He pasado de ser un loco a ser un pionero", dice. Porque él defiende que nada de móvil hasta los 16 años. "No lo necesitan", contesta. ¿No es demasiado taxativo? "Los mismos que me acusaron de serlo ahora me llaman por problemas con sus hijos", contesta.
Entre ellos quizá se encuentre el amigo que le hizo ver la luz, que encendió el piloto de su proyecto. Verano de 2012. "Estábamos en Menorca, habíamos alquilado un barco para navegar unos días. Pero al segundo día uno de nuestros amigos metió su móvil en una bolsa junto con cuatro pertenencias más y se tiró al agua para alcanzar una playa, luego tuvo que andar a menos una hora para llegar a la primera carretera. Lo hizo porque necesitaba wifi. Cuando volvimos a la casa, unos días después, estaba tirado en el sofá, con el móvil en la mano, como un drogadicto", relata Masip. A la vuelta de aquellas vacaciones, Masip abrió su primera consulta.
Hoy, asesora al Ministerio de Justicia y es consejero de la Comunidad de Madrid. "Isabel Díaz Ayuso está muy concienciada, realmente involucrada y se están buscando soluciones reales, para poner en marcha cosas". Pero no puede contarnos más, asegura.
2. Colegios sin tablets
En 2014 el colegio Liceu Politècnic de Sant Cugat del Vallés, en Barcelona, introdujo las tablets en algunas asignaturas de Secundaria. A final de año, las quitaron. No es que el centro esté en contra de la tecnología: son pioneros en robótica, con un programa de la Universidad de Stanford. El colegio, concertado, tiene una alta demanda de estudiantes. Acaban de abrir su propio hospital de día para atender, como Desconect@, a los jóvenes con adicciones. Y no permite ni un móvil en el aula.
El propietario del centro, Lluis Seguí, explica a esta revista las razones de la expulsión definitiva de las pantallas de su colegio hace casi una década. "A pesar de los filtros y programas preventivos que puedas poner, los chicos se las ingeniaban para jugar y distraerse en clase. Además, era un problema para las familias el uso que sus hijos hacían de las tablets, porque se justificaban diciendo que eran tareas del colegio, pero un padre o madre no puede estar allí todo el rato supervisando lo que hacen", desgrana. Los padres, asegura, lo entendieron perfectamente.
Pregunta.- ¿En el siglo XXI, es revolucionario no permitir el móvil en el centro?
Respuesta.- Pues no sé qué hacen los demás concertados. En la normativa breve y sencilla que tenemos el móvil está prohibido dentro del colegio.
P.- Dice Marc Masip que el móvil es la heroína del s. XXI, ¿Sí? ¿No? ¿Exagerado?
R.- Que es la droga del siglo XXI me parece totalmente cierto. Lo de la heroína… En todo caso ha cambiado todo el juego: la pagan los padres y se consume sin salir de casa. Esto es revolucionario y demencial.
P.- Si la tecnología puede producir adicción, ¿meterla en clase es meter la droga en el aula y, además, subvencionarla?
R.- Si el uso está contrastado educativamente, con seriedad, no; pero en la mayoría de los casos es una mala opción.
P.- ¿Qué problemas genera esta tecnología en la mente de los jóvenes?
R.- La tecnología, como los móviles en chavales y los juegos, como decías citando a Masip, crea adicción. Aísla, encierra en un mundo ficticio y hermético, y con frecuencia genera violencia. Pero lo más grave: te aleja de la realidad, y de esta manera deforma la personalidad de los niños y jóvenes.
P.- ¿Ustedes ven problemas de adicción? ¿Están creciendo?
R.- Sí claro, todo el mundo los ve. Pero como los intereses creados son tan grandes... muchos callan. Durante y después de la llegada de la pandemia han crecido sustancialmente.
P.- ¿Cómo se relaciona la violencia con esas adicciones?
R.- Todas las adicciones generan violencia porque son una esclavitud para la persona. No el primer día, obviamente, pero sí a larga. Lo grave es que las edades de iniciación bajan constantemente.
P.- Habla Buyng-Chul Han del fin de las cosas. ¿Hoy los jóvenes prefieren internet a todo lo demás?
R.- Su punto de vista sobre el mundo de hoy es muy interesante e incisivo. Y es verdad, por diversas razones, que un modelo de sociedad que no se basa en el esfuerzo y el sacrificio no tiene futuro. Muchos jóvenes que prefieren internet a todo lo demás en el fondo lo que manifiestan, y piden a gritos, es que los adultos no están presentes en su vida, es decir, están, pero no son relevantes para la formación de su personalidad.
P.- El lema de su colegio es 'Educar es introducir a la persona en la realidad'. Vivir a través de la pantalla, ¿no lo es?
P.- No. La educación en España ha dejado de ser realista. Sólo hay que ver cómo se bajan contenidos y se desarma a los profesores y los colegios con cada nueva reforma educativa. Un adulto de verdad introduce al joven en la realidad, con el sacrificio que esto conlleva ¡pues las matemáticas no son divertidas! y acompañándole, pues sabe que no cualquier camino lleva la felicidad. Decirle al joven que con la pantalla aprenderá más es mentira. Véase al respecto, por citar un referente, el libro superventas en Francia: La fábrica de cretinos digitales. Y además es no entender nada del proceso educativo, que exige dominar "los apetitos", de los que hablaban Platón y Aristóteles, para que la razón pueda hacer su trabajo.
P.- Cuéntenos su proyecto de hospital de día.
R.- Lo hemos abierto precisamente para atender a jóvenes que ya no van al colegio. El vínculo con la realidad -horarios, clases, estudio...- se ha roto, y buscan alternativas que casi siempre acaban en adicciones, especialmente a las pantallas y a la marihuana.
P.- ¿Qué les dicen las instituciones?
R.- Pues casi nada. Los más atrevidos hablan de prevención, de educar en el uso inteligente de las tecnologías, pero cuando estas entran en el corazón del niño a temprana edad es casi imposible. También es sorprendente ver a instituciones pretendidamente educativas lanzar continuamente campañas a favor de la digitalización de las escuelas. Es lamentable.
P.- ¿Se consideran como la última aldea gala?
R.- No del todo, pero diferente sin duda. No obstante, a medio plazo el realismo de los resultados tanto académicos como de problemáticas personales crecientes harán que muchos otros se posicionen también. La gran pedagoga y escritora sueca Inger Enkvist tiene artículos de hace más de 20 años sobre el descenso del nivel educativo por la introducción de los ordenadores en las aulas.
P.- Mensaje para los padres ante los gadgets que tenemos en casa.
R.- Bueno… La educación, hoy más que nunca, es una tarea compartida entre colegio y hogar. Lo primero, por tanto: ir de la mano. Si esto no es posible, el resto de consejos no sirven para nada. Si hay cierto criterio compartido, entonces tiene sentido que el uso del móvil se retrase lo más posible, que se limiten las horas de uso en casa, que el trabajo con ordenador se haga en lugar visible y no encerrado en la habitación, etc.
P.- Director, ¿qué no le he preguntado y debería?
R.- Si es posible educar bien hoy en día y la respuesta es que sí.
3. El shock de Elche
El pasado 11 de febrero, la Organización Mundial de la Salud incluyó la adicción a los videojuegos en su lista de enfermedades mentales. Se incluye dentro de la categoría de Uso de sustancias o comportamientos adictivos, junto al trastorno por adicción a juegos de azar.
Al día siguiente, se descubrió que un chaval de 15 años había matado a su padre, a su madre y a su hermano de 10 años y había convivido varios días con sus cadáveres en Elche, Alicante. Les disparó con una escopeta de caza y la hipótesis de los investigadores apunta a una discusión causada por su bajo rendimiento académico y la prohibición de usar internet.
Las armas eran habituales en casa porque su padre era cazador. Los suspensos, no. Santi había sido un buen estudiante, pero había empezado a suspender. Demasiado tiempo con los videojuegos, parece ser. De hecho, la investigación baraja que tras el monstruoso crimen pasó varios días jugando.
"Con el caso de Elche hay que ser muy precavidos", señala Marc Masip. Destaca la facilidad de acceso al arma pero también los problemas de la adicción a los videojuegos: "Efectivamente quien juega de forma adictiva lo hace aislado y deja de hacer caso a las cosas que son buenas para él", explica cuando le preguntamos por el triple asesinato del menor de 15 años. "Los chavales se enfadan cuando los padres les quitan la wifi, sí, como un cocainómano cuando le quitas su raya", compara.
"Nos preocupa el maltrato de hijos a padres por limitarles el acceso al móvil"
Masip asegura que cada día ve casos con violencia. En Desconect@ recomiendan llamar siempre al 112. La Policía Nacional no ofrece datos, incidiendo en que se trata de menores. La Fiscalía de Menores no desglosa sus estadísticas de la llamada violencia filioparental. En su última Memoria publicada, la de 2020, se alerta de un aumento de la misma: "Con carácter general, persiste el alza de delitos no asociados a la marginalidad: los delitos de violencia doméstica contra los padres y delitos contra la libertad sexual", señala la Memoria. El fiscal de Menores de Cádiz, Pedro Gosálvez, ha manifestado en foros sobre violencia de menores la preocupación del maltrato a los padres "por limitarles el acceso al móvil".
En su libro La fábrica de cretinos digitales, Michel Desmurget, doctor en neurociencia y director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia, recoge cientos de estudios. Con ellos concluye "que el uso abusivo de pantallas por parte de los niños y niñas acarrea graves consecuencias para el desarrollo del cerebro infantil".
Desmurget incide en una cuestión básica: "Las pantallas alteran gravemente el sueño y dormir menos hace perder memoria y salud". Su consecuencia visible es las ojeras. Esas que cada día ven llegar en los hospitales que tratan a los adictos a videojuegos.