Deambulaba a su antojo y cambiaba de identidad cuando le venía en gana. Todo hasta que el pasado 21 de junio lo detuvieron en Budapest mientras era protegido por sus poderosos contactos de las mafias internacionales. La sorpresa de su detención fue mayúscula y todo un hito, ya que su nombre, Paul Wouter, constaba en el listado de los miles de cadáveres que fallecieron por la pandemia de Covid-19 en Marbella.
Sergio Roberto de Carvalho, su verdadera identidad, también conocido como el “Pablo Escobar brasileño”, fue el líder de uno de los cárteles más importantes de la coca. El multimillonario pez gordo de las mil caras y los mil nombres, de 64 años, movió 49 toneladas de cocaína por todo el mundo y consiguió convertirse en uno de los narcotraficantes más buscados. Se escondió en España haciéndose pasar por Paul Wouter y con un pasaporte que le otorgaba la nacionalidad surinamesa.
Este antiguo policía militar brasileño que en su tierra natal llegó a la categoría de Mayor (de ahí su otro alias, Mayor Carvalho), fingió su muerte por coronavirus para huir de la Justicia cuando se escondía en España con su identidad falsa. Para certificar su 'deceso' requirió de los servicios de un médico que trabajaba, entre otras, en una clínica en Marbella propiedad de Cenyt Salud, sociedad dependiente del comisario José Manuel Villarejo, y de un cadáver de identidad aún desconocida que fue reducido a cenizas en un crematorio.
Carvalho, bajo el nombre de Wouter, se ocupó de diseñar a la perfección una muerte a la carta con el fin de evadir el juicio al que tenía que enfrentarse en España y así poder librarse de la pena de la Fiscalía Antidroga de Pontevedra. Para él pedían 13 años y medio de prisión por liderar, junto al intermediario Jacinto Viñas, histórico narco gallego, el alijo de 1.732 kilos de cocaína dama blanca que la Policía Nacional interceptó en 2018 en el remolcador Titán III cuando este navegaba en las costas de Ribeira (A Coruña). Nadie imaginaba que aquel hombre era uno de los criminales más influyentes del planeta.
La urdimbre maquiavélica
“Los muertos no van a juicio”, debió decirse a sí mismo Carvalho. Una declaración que seguramente leyó en los libros de Rubem Fonseca, su novelista de cabecera, uno de los personajes más insignes de la literatura fantástica brasileña. Seguramente de él aprendió esa letanía como si fuera el más perfecto de los padrenuestros. De esta manera se puso a orquestar su plan con total minuciosidad, pergeñando cada detalle. Lo hizo mientras aguardaba el juicio por el caso Titan III, del cual se encontraba en libertad condicional tras el pago de 200.000 euros.
El capo brasileño era sabedor de que la época de la pandemia era la excusa perfecta para poner en marcha un guion de película. Quería desaparecer, y los controles funerarios eran más laxos de lo habitual debido a la cantidad de fallecimientos que se sucedían a diario en el país por culpa de la crisis de la Covid-19. Con ese escenario propicio para su cometido, puso en marcha su fantástico plan de 'muerte'.
“Lo haré a mi manera”, debió decir. No quería para él una muerte como la de Pablo Escobar, tiroteado como un perro en un tejado en Medellín cuando intentaba huir del Bloque de Búsqueda, la unidad de operaciones especiales de la Policía Nacional y del Ejército Nacional de Colombia. No, su muerte sería mas sofisticada y, por supuesto, con mucho más glamour: en una villa millonaria en la que un médico diagnosticaría, según su plan estratégico, un fallecimiento por infarto, que sería rápidamente certificado y confirmado por las autoridades pertinentes. A las 24 horas incinerarían su cadáver sin dejar huella.
Era la última salida. De no funcionar el plan, la identidad real del Paul Wouter sería descubierta e iría a la cárcel. Así que cuando el Mayor Carvalho vio que su identidad fals estaba más que agotada y no le quedaba recorrido, buscó una fecha: el 29 de agosto de 2020. Ese mismo día sus seres queridos llorarían su muerte.
Un médico hecho cenizas
Para certificar la muerte clínica del capo hubo que urdir un plan perfecto. El primero en intervenir en esta oscura red de influencias perversas fue Pedro Martín Martos, un doctor de medicina estética dedicado a hacer tratamientos de belleza con botox, vitaminas y ácido hialurónico. Él firmó el parte de defunción. Martín Martos trabajaba, entre otros centros, en la clínica Cenyt, propiedad del Cenyt Salud, una de las múltiples sociedades en las que participa el comisario Villarejo.
Hay muchos interrogantes sobre el caso que aún se siguen investigando. Uno de ellos es qué hacía un médico de cirugía estética firmando un parte de defunción en una villa particular. Porfolio | EL ESPAÑOL ha podido hablar con este facultativo, que se licenció en la Universidad de Granada, y quien no ceja en reafirmar su inocencia: “A mí me engañaron. Unos brasileños me pusieron delante unos papeles que eran falsos. Yo soy inocente. No conocía de nada a esta gente. Es mentira lo que se está contando sobre mí. No puedo contar más, porque me acojo al secreto profesional médico”.
Estos extremos están siendo investigados por la Sección III de la Udyco Costa del Sol, la Brigada Central de Estupefacientes que examina con lupa cada detalle del informe médico, por lo que aún no hay una acusación formal contra él. Presunción de inocencia. Según ha sabido esta revista, en las declaraciones pertinentes consta que el médico declaró que fue contactado por la funeraria y él tan sólo se desplazó para "certificar la muerte", algo que ya había hecho "en distintas ocasiones".
La funeraria –cuyo nombre no ha trascendido– también ha ratificado las palabras del médico, alegando que a ellos "les llamaron de una vivienda de la zona para el tema de las pompas fúnebres". Según consta en el informe de la sección III del Registro Civil de Marbella, la muerte por infarto de Paul Wouter, nacionalizado en Surinam, tuvo lugar en su domicilio particular, a las 10:50 minutos del 29 de agosto del 2020.
Además de la firma del médico Martín Martos, quien presuntamente actuó por libre, figura también la del juez Antonio Ruiz Villén. Se da el caso de que este togado, antes de incorporarse como magistrado al Juzgado del Registro de Marbella, había sido en su excedencia abogado del empresario Tomás Olivo, el promotor que se sentó en el banquillo –para ser posteriomente absuelto– por el caso Malaya.
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Este documento oficial expedido en Marbella sirvió para que pocos días después, en pleno agosto de 2020, cuando los juzgados estaban prácticamente cerrados, el abogado de Wouter entregara a las autoridades judiciales el certificado oficial de defunción que acreditaba que el narcotraficanete había fallecido por coronavirus en Marbella. También figuraba toda la documentación relativa a su incineración en la misma localidad.
Los papeles, aparentemente legales, consiguieron su cometido. De esta manera Wouter se libraba de los 13 años de cárcel y 170 millones de euros de multa que le reclamaba la Fiscalía. Ahora, desde distintos puntos de la investigación, todos se preguntan: '¿De quién es el cadáver que se ha incinerado en sustitución del falso Sergio Roberto de Carvalho? ¿Quién era la persona a la que se quemó haciéndose para por Wouter?'. Como el cuerpo pasó por el crematorio, es difícil encontrar ADN y poder determinar la identidad de la persona que se hizo pasar por el difunto capo de la cocaína.
Al certificarse el óbito de Wouter, el juzgado Pontevedra, que le investigaba por el alijo del Titán III, archivó la causa, ya que la responsabilidad penal se extingue tras la defunción. Plan redondo que ni al mismísimo Pablo Escobar se le hubiera ocurrido, pensaba el narcotraficante.
Pero su duende de la suerte le jugó una mala pasada: las autoridades policiales comprobaron que las huellas de Carvalho y las de Wouter eran las mismas. Todas las alarmas se despertaron con su repentina ausencia en el juzgado, al que acudía periódicamente para firmar su libertad condicional hasta la celebración del juicio.
Era tiempo de silencio. Tal vez hasta se atrevió a soñar que en las favelas brasileñas le harían una placa en homenaje a su pasado en el Ejército. 'Mayor Carvalho: el mejor Policía Militar'. La comunidad brasileña sabría agradecerle los servicios prestados. ¿Volvería alguna vez a su hogar o seguiría en busca y captura por la Interpol?
El sueño se esfumó cuando lo encontraron vivo en Hungría. La Guardia Civil, la DEA estadounidense y la Policía Federal de Brasil resucitaron el caso después de que el muerto levantara de su tumba. Demostraron que las huellas de Wouter coincidían plenamente con las de uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo, Sergio Roberto de Carvalho, que durante años había estado circulando por Europa con un pasaporte de Surinam (antigua colonia de Holanda) que le otorgaba la condición de ciudadano 'holandés'.
El 'Triángulo de Oro'
Sergio Roberto de Carvalho siempre quiso para su funeral una banda sonora con los acordes de Antônio Carlos Jobim, su admirado brasilero, icono de la bossa nova. Pero no pudo ser. No podía disipar su energía en complementos ajenos a su 'plan perfecto'. Su objetivo estando en libertad bajo fianza en Marbella era liberarse de la pena de 13 años de prisión. Y los meses en libertad en la Costa del Sol le dieron mucho de sí.
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La vida de lujos y dispendios del narco empieza a conocerse en la Costa del Sol en el 2017. Sergio Roberto de Carvalho decidió desnudar su identidad y bautizarse como Paul Wouter, “Pablo” en inglés, un nombre que aún le acercaba más a su admirado capo de Medellín. En este nuevo periplo eligió el “Triangulo de Oro”, entre Marbella y Benahavís, como centro de operaciones.
Allí aterrizó como un conocido empresario 'holandés', ya bajo su popular seudónimo. Nada más llegar a la zona compró una villa de dos millones de euros en la urbanización Capanes del Golf, Benahavís, un terreno magnífico desde donde se divisa Gibraltar. Y allí, desde su Villa Blanca, dirigió millonarias operaciones de narcotráfico mundial. En este remanso de lujo y paz el 'holandés' era un hombre bien visto. Su aspecto campechano, de típico gordito con cara de buena persona, no levantó las sospechas de nadie.
Capanes Sur es una de las zonas mas cotizadas de la Costa del Sol. Hasta el mismísimo Fabian Picardo, el Ministro principal de Gibraltar, tiene una propiedad para su disfrute en esta lujosa urbanización. El lugar también brilló en los medios el pasado año después de que la Guardia Civil encontrase el cadáver de un hombre con varias heridas por arma de fuego. Lo habían ejecutado dentro de su propio vehículo, tiroteado por profesionales con armas automáticas.
El capo 'holandés', propenso a la obesidad, compaginaba su tiempo con la asistencia a la otra clínica, la Buchinger, donde recibía curas de ayunoterapia para reducir su peso. En aquella época no hacía ningún tipo de estipendio que llamara la atención a sus vecinos. Y nadie presagiaba su detención. Mientras practicaba el ayuno terapéutico Buchinger, Carvalho maquinaba costosas operaciones de narcotráfico con las que llegó a introducir desde Brasil a Alemania, Bélgica, España, Italia y Francia unas 45 toneladas de cocaína. La tapadera perfecta.
Pero pasado un tiempo la Policía se personó en la glamurosa urbanización y Wouter fue detenido. ¡Quién le iba a decir a "Don Paul" que su único arresto fuera de Brasil iba a ser durante una de sus vacaciones en Villa Blanca! Corría el año 2018. Las autoridades registraron de arriba a abajo la exclusiva vivienda. Allí encontraron de todo, hasta fajos de billetes de 500 euros que hacían de hormas en los zapatos del capo. A continuación pasó dos años en prisión, pero en 2020 consiguó su ansiada libertad provisional tras abonar 200.000€ de fianza.
Extradición a Brasil
Ahora es la Sección III de Udyco, junto la Sección de la UDEF de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, quienes lideran las pesquisas de este caso. Las autoridades policiales han estimado que la organización del conocido como "Pablo Escobar brasileño" podría haber obtenido unos beneficios de 100 millones de euros en el último año.
Según el informe de la investigación, la preferencia por la inversión inmobiliaria que tenía el clan de narcotraficantes relacionados con Carvalho tenía como fin el blanqueo de capitales: "Los beneficios se mueven, esconden y diversifican a través de una compleja red de contables y mulas de confianza en diferentes países europeos", reza la investigación.
Además, en Brasil sospechan que Carvalho estaba relacionado con la red de narcotráfico destapada por la operación Turia, gracias a la cual se desarticuló una organización criminal que había introducido en España alrededor de 3.900 kilos de cocaína, y en la que han participado agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) realizando registros domiciliarios. Las autoridades la catalogan como "una de las más activas" en el narcotráfico entre América del Sur y Europa.
Esta investigación arrancó hace poco más de un año, cuando la UCO interceptó un aumento de la actividad de importación de droga en los puertos españoles mediante la utilización de método conocido como 'gancho ciego', una técnica con la que se introducen sustancias ilegales en contenedores de carga después de que las autoridades aduaneras –a veces compinchadas con los criminales– los hayan revisado.
En 2021 la Policía interceptó en Valencia un alijo de 300 kilos de cocaína. Guardia Civil, Policía Federal brasileña, DEA y Europol se pusieron en marcha para dar con los cabecillas de la operación, los cuales actuaban deslocalizados desde diferentes puntos del planeta, como Brasil o Dubái. Y todo apuntaba a que Sergio Roberto de Carvalho y su poderosa red de influencias criminales estaban implicados de alguna u otra forma.
Poco se sabe sobre los movimientos del Mayor Carvalho tras huir de Marbella. Tras la falsa muerte de Paul Wouter, el capo desapareció sin dejar rastro. Las autoridades brasileñas creen que viajó a Emiratos Árabes Unidos o a Ucrania con otros pasaportes falsos. Tras meses de incertidumbre sobre su paradero, finalmente la Europol lo descubrió el pasado 21 de junio en Budapest. Portaba un pasaporte mexicano.
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Hoy, desde el calor de su celda, el Mayor Carvalho quizás pueda aclarar todas las incógnitas del resto de casos con los que se le relaciona. Mientras aguarda retenido en una prisión en Budapest, Hungría ya ha pedido a Brasil que envíe todos los documentos necesarios para su extradición.
Su país natal tiene emitida desde 2020 una orden internacional de detención en la que se le acusa de estar involucrado en tráfico de drogas, contrabando, blanqueo de dinero, asesinato y falsificación de documentos. Dónde y cómo acabará sus días el 'Pablo Escobar brasileño' es aún un misterio, pero todo parece apuntar a que su futuro no será nada halagüeño.