Es temporada de huracanes. Pero Bahamas sigue siendo un paraíso. En una de las 700 islas privadas se encuentra el cantante español más internacional de todos los tiempos. Ha vendido alrededor de 350 millones de álbumes y sigue adicto a su voz. Este sábado, Julio Iglesias cumple 80 años. Y asegura que lo va a hacer de forma íntima y sencilla, si entendemos qué significa para una estrella de su dimensión este último adjetivo. Por ejemplo, en una simple comida o cena en su casa, un burdeos Château Lafite de 1.000 euros cae en un santiamén.
Al cantante le duele lo que se escribe sobre su salud. "Estoy de puta madre", le ha confesado a su compadre, Jaime Peñafiel (91). Julio es un Quijote que no se ha olvidado de vivir, aunque no comulga con lo que dijo en su momento Adolfo Domínguez (73): "La arruga es bella".
En esta celebración tan especial está junto a su segunda familia. Cuando de carambola vio a su mujer, la exmodelo holandesa Miranda Rijnsburger (58), en el aeropuerto de Yakarta (Indonesia), su corazón se paró ipso facto. Él tenía 47 años y ella 25. Julio la invitó a su concierto, ella accedió, tenía dudas, inseguridad, pero aceptó. Y también accedió a acompañarle a la gira por Asia. Lo que empezó en 1990 terminó en boda en 2010 en la parroquia de la Virgen del Carmen en Marbella con unos testigos de excepción, sus cinco hijos: Miguel (26), Rodrigo (24), Cristina (22), Victoria (22) y Guillermo (16).
No muy lejos del epicentro de la Costa del Sol, el intérprete de Hey (1980) compró en el año 2000 en Ojén una finca de 450 hectáreas por 18 millones de euros en la que hoy se encuentra una mansión de 900 metros cuadrados bautizada como Las Cuatro Lunas. Entre otros lujos posee tres piscinas, dos helipuertos, un estudio de grabación, una capilla, siete dormitorios y otros cinco para el servicio, ocho baños y un estudio de grabación. La propiedad está gestionada a través de las sociedades Bellevue Costa del Sol S.L. y Androsemo S.L., ambas controladas por Miranda que ostenta los cargos de socia y administradora única.
La primera se constituyó en 1999 en Madrid, tiene como finalidad el negocio inmobiliario de urbanización y construcción de toda especie y su venta, así como la adquisición y enajenación de fincas rústicas y urbanas y acorde de lo publicado en el Registro Mercantil, las últimas cuentas se presentaron en 2017. En aquel entonces tenía un activo total de 4.623.719 euros y un capital social de 4.958.415 euros. La segunda se creó en 1992, su domicilio fiscal está en Marbella, se dedica a la promoción inmobiliaria y según los últimos datos del Registro Mercantil en 2021 la sociedad tenía un capital social de 8.242.625 euros y un activo total de 5.336.407 euros.
Un año después de la adquisición de la mansión malagueña, concretamente en el 2001 Julio se hizo con el terreno colindante de 5,5 hectáreas al ex torero Curro Romero (90) por 1,8 millones de euros. Se dijo que hace cinco años la había puesto en venta por 145 millones de euros, pero al parecer fue un rumor, como los muchos que se están difundiendo en los últimos meses relacionados con su salud.
Su primera familia en el cumpleaños
A la fiesta de celebración está previsto que también se unan los hijos que tuvo con su primera esposa, Isabel Preysler (72), concretamente, Chabeli (52) y Julio Jr (50), ya que Enrique ha declinado la invitación. Una vez más, los chismes sobre la rivalidad entre padre e hijo han saltado a la palestra. Isabel y Julio estuvieron casados de 1971 a 1978 periodo en el que la socialité aguantó infidelidades hasta que dijo basta. Con el tiempo se convirtieron en amigos y confidentes.
Si hay un adjetivo que lo defina ése es currante. A lo largo de su carrera, Julio ha obtenido 2.600 álbumes de oro y platino, ha cantado para más de 60 millones de personas en 14 idiomas y ha grabado 80 discos. Este éxito le convierte en uno de los artistas más ricos del planeta con 700 millones de euros según datos de la lista Forbes de 2022. Pero esa cifra fluctúa bastante de un año para otro ya que el cantante tiene una veintena de empresas con las que gestiona sus inversiones. Y aquí viene lo gordo.
En 1978 se marchó de España a Florida con la intención de internacionalizar su carrera en una época en la que las redes sociales eran una quimera. A base de esfuerzo y rodearse de gente inteligente como su manos derechas Alfredo Fraile -fallecido en 2021 a causa de la Covid- y Rafael Lozano, que murió hace nueve años y quien, por cierto, era tío de Elena Tablada (42), expareja y madre de la primogénita de David Bisbal (44), invirtió en la mejor zona del estado norteamericano.
Indian Creek es una pequeña isla unida a Miami por solo un puente a la que popularmente denominan del búnker de los billonarios. Un eslogan publicitario a lo grande, como les gusta a los americanos. Según los últimos datos del censo, en sus 120 hectáreas viven 44 personas repartidas en 27 propiedades, están protegidos por 22 policías certificados del Estado de Florida, hay centenares de cámaras de seguridad, alrededor de 500 profesionales trabajan para ellos y cuenta con un elitista campo de golf cuya cuota de inscripción asciende a 125.000 dólares.
En este exclusivo código postal Julio y el milmillonario colombiano Jaime Gilinski son los que poseen los mayores porcentajes de suelo. Establecido ya en la costa este de Estados Unidos, en 1978 compró los lotes 5 y 6 por 675.000 dólares y posteriormente adquirió el número 4 y el número 7. En total, tres hectáreas de terreno con 244 metros de playa privada y, por supuesto, con embarcadero privado que en el año 2017 salieron a la venta por 135,8 millones de dólares. En detalle, la número cuatro costaba 31,8 millones, la 5 y 6 un montante de 70 millones y la 7 salió al mercado por 34 millones.
Como no podía ser de otra manera, los lotes están registrados a nombre de varias sociedades radicadas en el paraíso fiscal de Las Islas Vírgenes Británicas que, tal y como desvelaron los Papeles de Pandora, corresponden a Sommerville Corporation NV, Somerville II Corporation, Mirasong Ltd y Miracreek Limited. El motivo por el que las tiene gestionadas de esta manera es una mera cuestión de protección de patrimonio, ya que en Florida se paga cerca del 40% de impuestos de transmisiones patrimoniales. En 2020, vendió la parcela número 4 a Ivanka Trump y a su esposo, Jared Kushner, por 32,2 millones de dólares. El resto decidió quitarlas del mercado porque no encontraba un comprador que pudiera desembolsar una cifra tan elevada.
El anuncio de la venta provocó a Iglesias cierta tristeza, ya que en las últimas décadas había estado invirtiendo con la intención de construir una mansión para cada uno de los vástagos que había tenido con Miranda. Los jóvenes, no obstante, le comunicaron a su progenitor que no deseaban quedarse Indian Creek. Las gemelas Victoria y Cristina son unas enamoradas de la propiedad de la Costa del Sol, desde donde no paran de hacerse selfies para que sus seguidores en Instagram se deshagan de envidia. Y, al primogénito, Miguel, le encanta escaparse con sus amigos a la otra mansión que Julio tiene en las Bahamas para practicar pesca submarina.
En otra época, su centro neurálgico de operaciones fue en la República Dominicana, concretamente en la región de Punta Cana. Su íntimo amigo, el diseñador Óscar de la Renta, le convenció para que invirtiera en la isla, ya que estaba fascinado porque poseía una mansión a pie de playa. De esta manera se unieron al proyecto turístico que estaban tejiendo el empresario dominicano Frank Rainieri (77) y el abogado neoyorquino Theodore W. Kheel que, con una participación del 25% cada uno, fundaron el Grupo Punta Cana.
Conscientes del potencial del lugar por sus aguas prístinas y su vegetación salvaje, poco a poco estos 'cuatro jinetes del Apocalipsis' dominaron esta zona del este de la República Dominicana, donde llegaron a controlar dos campos de golf (la Cana Golf Club), hoteles (Tortuga Bay Resort & Club, el primer cinco estrellas de la isla), varias urbanizaciones de lujo (Villas Corales), diversos helipuertos y, por su puesto, el aeropuerto de Punta Cana. En cierto sentido, Julio puso de moda que los españoles viajáramos hasta ese paraíso, que dista a menos de 400 kilómetros de las Islas Vírgenes Británicas, el paraíso fiscal de cientos de millonarios. Cada vez que aterrizaba un avión, Julio Iglesias se volvía un poco más rico.
Pero tras el fallecimiento del exquisito diseñador en 2014, el cantante se sintió bastante solo en la isla y, en 2018, vendió su participación en la empresa, por la que obtuvo unos 300 millones de dólares, tal y como informó en su momento ABC. Sin embargo, se quedó con un 5% del rendimiento del aeropuerto. Sigue manteniendo su mansión, donde prácticamente se han criado sus hijos, y a la que cariñosamente la familia llama La Villa, cuyo precio en el mercado sobrepasa los 20 millones de dólares.
Su otra gran residencia está cerca de Nassau, capital de Bahamas, que también cuenta con un helipuerto y un embarcadero privado. La compró en los años ochenta. Su lugar estratégico hace que el artista se plante en su avión privado desde Miami en tan sólo 50 minutos. Curiosamente, al igual que le ocurrió con algunas de sus parcelas en Florida, durante varios años intentó vender su avión, un Gulfstream G-550, por 32 millones de dólares. Cansado de tenerlo en el mercado, lo rebajó a 19 millones, pero finalmente desistió y se eliminó el anuncio. Así que sus gemelas se han convertido en las principales beneficiadas, ya que suelen usarlo para sus desplazamientos.
Empezó el siglo XXI por la puerta grande, ya que en el 2000 decidió unirse como inversor a los empresarios José Lladró y Fernando Polanco y al constructor Andrés Ballester para construir en la urbanización Villa Gadea de Altea (Alicante) un hotel de cinco estrellas y 262 casas de lujo. A través de Grupo Ballester, el cantante tenía diferentes participaciones entre las mercantiles que le supuso un desembolso inicial de 100 millones de euros. Según el diario Levante-EMV, éstas fueron Altea Futura con un 35% de las acciones, Urcosa (20%), Desarrollos Urbanísticos El Algar (45%) y Terras de I27 Horta con otro 45%. En 2007 decidió vender toda su participación al Grupo Ballester.
¿El motivo? Todo fue a raíz de la investigación al expresidente de la Generalitat Valenciana, Eduardo Zaplana, que finalmente entró en prisión por los delitos de malversación de caudales públicos, tráfico de influencias, prevaricación, blanqueo de capitales y fraude en la contratación y fiscal, entre otros. El 'mandamás' contrató a Iglesias para que en 1998 y 1999 fuera imagen mundial de la Comunidad Valenciana por 6 millones de euros a través de dos contratos, y uno de ellos se ocultó ante la comisión del Parlamento de la comunidad autónoma.
Julio Iglesias declaró ante el juez asegurando que había firmado dos contratos, uno por imagen y otro por los conciertos. El político lo negó. Alegó que sólo existió uno. El segundo había sido un contrato B. Tras dieciocho años de instrucción, en la primavera de este año el Juzgado de Valencia archivó el caso del Instituto Valenciano de la Exportación (IVEX), organismo que había pagado al artista, porque había prescrito la instrucción.
El renacer de Julio Iglesias
Cuando en septiembre de 1962 Julio sufrió aquel terrible accidente de coche que truncó su carrera como guardameta en los juveniles del Real Madrid, nada le hacía pensar que se convertiría en una figura universal. Tras aprender a volver a andar, y consciente de que en el césped no tenía nada que hacer, probó fortuna con la música, llegando a ganar el Festival de Benidorm de 1968.
Con tesón, sabiduría y quizás algo de suerte, cinco años más tarde ya se sentaba en la mesa de la residencia parisina de Philippine de Rothschild, intérprete gala que actuó bajo el nombre de Philippine Pascal, dueña de la bodega Château Mouton Rothschild e hija del barón Philippe de Rothschild. En definitiva, miembro de una de las familias más poderosas del mundo de los últimos dos siglos.
Aquella noche prácticamente nació su pasión por los vinos, ya que se dice que la aristócrata le preguntó si el caldo había sido de su agrado, a lo que Julio le contestó que era un elixir. Se trataba de un Château Lafite de los años sesenta de cuya bodega se enamoró hasta tal punto que en la actualidad es capaz de beber una botella de 15.000 euros solo para comer. Entre sus favoritos también están los Vega Sicilia, cuya bodega estuvo a punto de adquirir. Su capricho llega hasta tal extremo que llegó a pagar un millón de dólares por dos cajas de Romanée Conti del 85. En sus residencias de Miami, Marbella y Punta Cana tiene clasificadas alrededor de 5.000 botellas.