Apellidarse Iglesias no siempre es sinónimo de celebridad. Julio (80) y Enrique (48) lo son, Chábeli (52) tuvo su momento y Julio José (50) aparece y desaparece como el Guadiana. Y luego está Carlos Luis (78), quien el pasado 8 de noviembre protagonizó los titulares de la prensa rosa y económica porque ha sido condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a seis meses de cárcel y a pagar casi 30 millones de euros por supuestamente defraudar a la Agencia Tributaria en 2002 al no presentar el impuesto de sociedades. En el ejercicio fiscal de aquel año tenía que haber abonado 19 millones de euros al fisco por los beneficios obtenidos por vender tres parcelas en Vicálvaro (Madrid).
En 1989 adquirió esos solares a través de la sociedad panameña Rolimpa Trading Corporation por 601.012 euros para luego obtener en 2001 un suculento beneficio con la compraventa de los mismos por 46.277.932,04 euros. Tras consultar en el Boletín Oficial del Registro Mercantil (Borme) queda patente que Carlos Luis Iglesias de la Cueva no posee ninguna sociedad a su nombre. La única que figura, ya extinguida, es Kepler Research SA, creada en 1986, dedicada al comercio al por mayor no especializado.
En aquel momento, Panamá estaba considerado un paraíso fiscal. El acusado dijo que residía en el país centroamericano. Sin embargo, Hacienda averiguó que había hecho uso de un entramado de sociedades para evitar el pago de impuestos. Rolimpa pertenecía a Cid Holding Company y a su vez ésta estaba bajo el paraguas de Ganivet Investment S.A. En todas ellas, Carlos Iglesias figuraba como titular. Todavía se puede recurrir la sentencia.
Hasta que saltó a los medios sus problemas con la Agencia Tributaria, Carlos Luis Iglesias ha tenido un perfil social inexistente por lo que respecta a la prensa del corazón. En las últimas tres décadas no hay rastro de él junto a su familia o la de su famoso hermano. Ni tan siquiera el reciente 80 cumpleaños de Julio ha sido razón suficiente para que ambos hermanos se dieran un abrazo en privado. El cordón umbilical que les unía se rompió hace tiempo.
Como Carlos y Julio solo se llevan dos años, durante su infancia siempre estaban como el perro y el gato en el domicilio familiar del madrileño barrio de Argüelles que poseían sus padres, el ginecólogo Julio Iglesias Puga, a quien popularmente llamaban Papuchi y María del Rosario de la Cueva y Perignat. Por sus venas corre sangre gallega, andaluza y puertorriqueña. Ambos eran buenos estudiantes, aunque a veces les tenían que meter en vereda como a cualquier chiquillo de su edad.
Julio empezó la carrera de Derecho mientras la compaginaba profesionalmente jugando en la cantera del Real Madrid y Carlos se matriculó en Medicina para orgullo de su progenitor. En 1962 todo cambió en la familia Iglesias-De la Cueva cuando el primogénito tuvo un accidente de coche que le dejó semiparalítico sin apenas esperanzas de volver a caminar. A su lado estuvo Carlos. Casi dos años después acabó la pesadilla de la rehabilitación y Julio empezó adentrándose poco a poco en la música.
En 1968 ganó en el Festival Internacional de la Canción de Benidorm con La vida sigue igual y Carlos se licenciaba en Medicina para posteriormente especializarse en Cirugía Mamaria. Éste nunca fue un mujeriego, a diferencia de Julio, ya que cuando conoció a Carmen Domínguez-Macaya Fernández-Portillo supo que era la mujer de su vida. Como así lo ha demostrado el tiempo, ya que el año pasado celebraron sus bodas de oro. Tienen tres hijos, Carlos (50), Jorge (48) y Marta (45), quienes a diferencia de sus primos Chábeli, Julio José y Enrique, no se han prodigado en las alfombras rojas y los posados madrileños.
Al igual que suele pasar entre actores, la profesión de médico es tan absorbente que su corazón prácticamente estaba predestinado a conocer a alguien del hospital en el que trabajaba. Y así fue, ya que en cuanto vio a Mamen, como la llaman cariñosamente, supo que era la compañera ideal para un largo viaje. Médico y enfermera no tardaron mucho en casarse, celebrándose la boda en 1972.
"Siempre he considerado que el matrimonio era el estado ideal para el hombre", aseguraba Carlos cuando sus hijos eran adolescentes. Por aquel entonces, Carlos seguía muy unido a su hermano mayor, convirtiéndose en padrino de Chábeli. La madrina fue Victoria Preysler Arrastia, hermana mayor de la reina del baldosín. De aquella niña convertida a mujer, como cantaba Julio, Carlos llegó confesó en Lecturas en 1990 que "tiene las virtudes de su madre y de su padre. Ha empezado ya a acaparar las portadas de las revistas y puede que llegue a triunfar como ellos. No obstante, creo que está viviendo en una bola de humo".
El matrimonio convencional de Carlos y Mamen distaba mucho de lo que ambicionaba Julio, ya que lo que más deseaba era alcanzar la fama y oír permanentemente el aplauso, por lo que de haber seguido casado con Isabel Preysler no lo habría conocido. La pareja se divorció en 1978 y el cantante se instaló en Miami.
La familia Iglesias-Domínguez-Macaya ha sido tremendamente discreta y se pueden contar con los dedos de una mano los reportajes en los que ha aparecido la familia. Tan solo el primogénito, a quien llaman Curro, intentó salir de ese pseudo anonimato para intentar triunfar como actor.
Tras haber hecho sus pinitos en Estados Unidos y México, el joven se trasladó a España recién empezado el siglo XXI donde consiguió participar en cuatro episodios de la exitosa serie Ala… Dina (2000-2002), siendo su protagonista más conocida Paz Padilla (54), aunque también actuaron Gary Piquer, Lidia San José (40) y Verónica Mengod (56). En 2002, Curro formó parte del casting de una de las comedias más exitosas del cine español, El otro lado de la cama (2002), cuyos protagonistas fueron Ernesto Alterio, Paz Vega, Guillermo Toledo, María Esteve, entre otros muchos. Ya no consta ningún trabajo más de Carlos vinculado a las artes escénicas.
El búnker de los millonarios
Una vez que Julio se instaló en una lujosa mansión en Indian Creek (Miami), el búnker de los millonarios, tuvo clara su intención de conquistar el planeta con su voz. Entonces fue cuando le dijo a Carlos que cruzara el charco para ayudarle. Corría el año 1978. Carlos dejó su puesto como médico, se llevó a toda su familia y empezó una etapa que duró ocho años. Manuel Román, que trabajó en la revista Semana de 1967 a 1990 siendo periodista y redactor jefe, comenta a EL ESPAÑOL | Porfolio que "cuando Julio le pidió que se fuera a trabajar con él habló con su manager, Alfredo Fraile, a quien le pidió que no se enfadara porque Carlos iba a venir para colaborar con él. De esta manera, Alfredo pasaría a cobrar la mitad. Fue una putada para él".
A lo largo de todo el tiempo en el que los hermanos trabajaron juntos, Carlos empezó a construirse una reputación no demasiado buena, como recuerda Román. "Los que le entrevistábamos a Julio, que éramos unos siete u ocho, íbamos a su casa de Indian Creek y Carlos era el que nos atendía. Con Alfredo no había problemas, su muerte por la Covid me dolió mucho porque era un tío cojonudo. Todos los periodistas opinábamos lo mismo porque era muy franco y cuando te decía que no podía contar ciertas cosas por equis motivos nosotros lo comprendíamos. En cambio, Carlos era un tío totalmente antipático, odiado por los reporteros y naturalmente a nosotros no nos ayudaba en nada. Se indispuso con muchos periodistas hasta que Julio le mandó a freír espárragos", asegura.
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En Lecturas en julio de 1991, el hermanísimo dio una versión bastante diferente porque "cuando le dije a Julio que me marchaba porque estaba cansado, no veía a mi familia, estaba harto de tanto viajar y del mundo y las gentes del show business, me contestó: 'Si rompemos la alianza profesional, rompemos todas las alianzas'. Yo le dije: '¡tú estás loco! Una cosa no tiene nada que ver con la otra’. Pero él no dio su brazo a torcer y así están las cosas".
Son muchos los dimes y diretes entorno a la relación intermitente entre los hermanos, que estuvieron muchos años enemistados. Con respecto a esa fama que le dieron los periodistas, Carlos se desquitó en una entrevista en Lecturas alegando que le tocó hacer el papel de "malo de la película. Yo lo sabía y acepté. Alguien tenía que asumirlo. Julio era quien daba las órdenes y yo su brazo ejecutor. Tuve que convertirme en verdugo de muchos. Para mí fue muy difícil. Es mejor obedecer que mandar, pero me tocó hacer cumplir los deseos de Julio. No obstante, a mi favor tengo que decir que protegí a bastante gente y que en todo momento he sido un amigo fiel".
Con ese desquite no hizo cambiar de opinión a los profesionales que iban a entrevistar al artista latino más exitoso de todos los tiempos con más de 350 millones de discos vendidos en el mundo que le ha permitido atesorar una gran fortuna tras haber hecho inversiones inteligentes. Hace unos días Forbes publicó su lista de millonarios españoles de 2023 donde Julio Iglesias es el único artista que aparece, concretamente, en el puesto 49 con 750 millones de euros.
Mientras duró su alianza profesional, Carlos no echó de menos su sueldo como médico, ya que "se hizo rico a través de las amistades de Julio al conocer a personas vinculadas a inmobiliarias, las finanzas o el sector bancario. Realizó inversiones muy buenas", confirma Román. "Sí, sí, de pobrecito nada -apostilla el periodista Juan Luis Galiacho- porque se pegó a su hermano quien le presentó contactos muy buenos con los que invirtió y dio sucesivos pelotazos. Fundamentalmente a nivel inmobiliario. Invirtió muy bien en Miami". Como promotor, también es artífice del complejo de viviendas de lujo Laguna States en Uruguay, tal y como ha publicado Galiacho y María Jesús Navarro en El cierre digital.
Carlos se compró otra mansión no muy lejos Indian Creek, una pequeña isla de 120 hectáreas que según los datos del último censo está habitada por 44 personas repartidas en 27 propiedades protegidas por 22 policías certificados del Estado de Florida. Para mantenerles a salvo hay centenares de cámaras de seguridad y alrededor de 500 profesionales trabajan para ellos y en medio de la isla se construyó un elitista campo de golf cuya cuota de inscripción asciende a 125.000 dólares.
A la residencia de Carlos en Coral Gables -ciudad ubicada en el condado de Miami-Dade- se mudó su madre, Charo de la Cueva. La mujer, “bastante piadosa”, según Román, estaba bastante harta de las juegas nocturnas de Julio con modelos tan bellas como jóvenes. La abuela, fallecida en 2002, fue una mujer reverenciada y muy querida, especialmente, por todos sus nietos, que vieron en ella a una segunda madre. Mientras Mamen se encargaba de la logística y la intendencia de la casa y sus hijos, Carlos viajaba incesantemente por los cinco continentes para ayudar al cantante de "Soy un truhán, soy un señor" a la par que satisfacer sus caprichos. Cuando partieron peras dejaron de hablarse, sin embargo, en 1989 Julio le pidió que regresara, pero tan solo duraron un año.
Incompatibilidad de caracteres
A pesar de que los hermanos Iglesias vivieron en la misma ciudad, se veían muy poco o prácticamente nada. Incompatibilidad de caracteres, se dijo. Durante muchos años dejaron de hablarse. A principios de los 90, Carlos apuntaba que habían coincidido en la jura de bandera de sus hijos, en un concierto, un bautizo y una boda. Y ya. Desde la perspectiva que otorga el tiempo, Carlos asumió que uno de los grandes errores fue intentar poner orden en la vida sentimental de su hermano mientras también lo hacía con el aspecto económico. A este respecto se defendía aduciendo que "más que arreglarle su vida amorosa y criticarle sus novias, lo que intenté con todas mis fuerzas fue apartar de él a esas gentes mediocres, grises y chupópteros que pululaban a su lado y que solo pretendían aprovecharse de él. Por el contrario, lo que hice bien fue arreglarle su vida económica y la profesional".
Trabajar para Julio le reportó importantes emolumentos económicos. Se había comprado la mansión de Miami, durante muchos años veraneó en su hogar de Mallorca y también invirtió en la Costa del Sol. Nunca llegó a desembolsar decenas de millones en alguna parcela de Indian Creek, el código postal estadounidense más exclusivo donde Julio y el milmillonario colombiano Jaime Gilinski son los que poseen los mayores porcentajes de suelo. Pero cuidado, que Jeff Bezos (59) se acerca a pasos agigantados porque se acaba de hacer público que el fundador de Amazon ha comprado una segunda residencia por 79 millones de dólares que linda con otra que adquirió la pasada primavera por 68 millones.
Establecido ya en la costa este de Estados Unidos, en 1978 compró los lotes 5 y 6 por 675.000 dólares y posteriormente adquirió el número 4 y el número 7. En total, tres hectáreas de terreno con 244 metros de playa privada y, por supuesto, con embarcadero privado que en el año 2017 salieron a la venta por 135,8 millones de dólares. En detalle, la número cuatro costaba 31,8 millones, la 5 y 6 un montante de 70 millones y la 7 salió al mercado por 34 millones.
"Un ególatra"
Han pasado muchos años y Manuel Román sigue recordando a Carlos como "un ególatra. Se creía que estaba por encima de su hermano. Julio no iba de nada y Carlos se creía que estaba por encima de todos nosotros". A ciencia cierta no se sabe realmente si los hermanos mantienen relación, pero según Galiacho, "como desde hace un tiempo Julio está haciendo las paces, en ese acto de constricción quizás haya incluido a Carlos. Pero es mi suposición". En la actualidad, Carlos divide su tiempo entre Miami y Chile, donde ha continuado con su trayectoria como promotor de residenciales de lujo. No quiere saber nada de la prensa.