Salvador Illa (1966) es un vecino más de La Roca del Vallès (Barcelona). Por las mañanas sale a correr. "Pero para verlo tienes que madrugar mucho, que duerme muy poco", cuenta una de sus vecinas. Después se va a trabajar y, cuando le dejan, disfruta de sus amistades, a las que siempre ha tenido en gran estima.
Los ya pasados comicios catalanes le han tenido muy ocupado. "Hace dos meses ya había recorrido 28.000 kilómetros en Cataluña. Imagínate ahora después de la campaña los que habrá hecho", dice un viejo amigo. La gente de la comarca del Vallès Oriental aprecia a Salva (como le llaman sus allegados); le tiene en estima personal. Aquí no le conocen únicamente por ser el exministro de Sanidad que soportó la crisis sanitaria de la Covid-19 o por ser el candidato del PSC a las elecciones catalanas del 12 de mayo o por los buenos resultados obtenidos en esos comicios. Aquí se le conoce más bien como vecino; aquí se le recuerda, en realidad, por su gestión como alcalde.
A la alcaldía ascendió por sorpresa. Una espantada de los miembros del PSC de la época, hizo que Romà Planas tuviera que volver al pueblo para tomar las riendas del partido. Contó con los jóvenes talentos, entre los que se encontraba un Salvador Illa que ya había sido concejal de Cultura. De Planas aprendió todo: pasó por la oposición primero para luego tomar el bastón de mando. Romà falleció por sorpresa al mes de mandato. "A mí se me vino el mundo encima", rememoraba Illa.
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Illa, primer edil de La Roca desde 1995 hasta 2005, logró modernizar este territorio del Vallés Oriental, señalan los vecinos favorables. Construyó centros médicos, bibliotecas y hasta asfaltó calles. Su mandato, en realidad, no fue fácil.
En su localidad natal, muchos tienen "el corazón dividido" con el roquerol. Unos desean que consiga el objetivo de ser president de la Generalitat tras ganar los comicios. El resto no le desea el mal, pero no quieren que lleve las riendas del gobierno regional.
"Es que eso de que sea socialista...", deja en el aire una vecina como punto negativo. "Aquí aplicó políticas de derechas, según mi punto de vista", le reprocha otra que espera que no consiga formar gobierno. En La Roca hay quien entiende que hubo suficientes polémicas alrededor de su gestión como para no catalogarle de buen regidor.
Aquella época se recuerda en esta ciudad por la construcción de La Roca Village, un poblado de tiendas de lujo convertido en el mayor atractivo turístico de Cataluña, y un campo de golf.
El primer edil socialista se curtió entonces en mil batallas: gobernaba con el apoyo de otros dos partidos. "Los plenos en aquel momento eran tensos", recuerda uno de los miembros de aquella corporación. Incluso, en su primer mandato, a Salvador Illa se le realizó una moción de censura. "Fue un acto político a falta de cinco meses para las elecciones", recuerdan en el pueblo los favorables a Illa. Los contrarios indican que hubo recalificaciones de terreno irregulares."No solo no había nada, sino que Illa ganó a los cinco meses con mayoría absoluta las siguientes elecciones".
Con tantas peleas tuvo que lidiar que, incluso, le retiraron el sueldo. El resto de grupos lo veían como un niño.
En este pueblo fue donde el ahora candidato a presidir la Generalitat aprendió todo cuanto sabe de política. Hizo oposición junto a Romà Planas, su mentor, y luego se formó en distintas negociaciones para poder gobernar.
Alcalde por sorpresa
El joven filósofo llegó al Ayuntamiento de su localidad a finales de los 80' de la mano de Joan Pujol. Tras ser concejal de Cultura, Illa abandonaría el consistorio para seguir con sus estudios.
En 1991, Illa se encontraba "volcado" en la política municipal. Sin embargo, también estaba haciendo por entonces el servicio militar y realizando sus estudios de lo que hoy llamaríamos posgrado. "No tenía intención de formar parte de la candidatura", reconocía él mismo a posteriori. Ni siquiera estaba afiliado al partido, algo que haría más adelante, pero los acontecimientos ocurridos en el ámbito local le hicieron cambiar de idea.
La revista de Illa
Y sus poesías. En el año 1984 se publicó la primera entrega de Roquerols, publicación mensual con información local de La Roca del Vallès. El primer director de esta revista sería un jovencísimo Salvador Illa, que ya empezaba a sentir el germen del municipalismo y dejaba caer su pasión por la cultura publicando sus poesías.
Apenas tenía 18 años el joven roquerol, que formaba parte de una publicación en la que también estaba su hermano. El paso de los años fue cambiando el rol de Illa dentro de la revista. Hizo las tareas de periodista, entrevistando a Agustí Bassols, y llegó incluso a darle un número a Jordi Pujol.
Tantos fueron los cambios que, a lo largo de los ejemplares, Illa pasó de director a noticia. Por ejemplo, cuando se convirtió en alcalde. Tras su primer año y medio, se hizo una valoración de su mandato. Se negó a participar en ella Joan Pujol, la primera persona que apostó por él.
La publicación finalizó pasados los primeros años de la década de los 90. La biblioteca de La Roca aún guarda mucho de estos ejemplares.
El alcalde y líder del PSC de la época en La Roca del Vallés, Joan Pujol, decidió sumarse a las listas de Convergència i Unió. También lo haría una gran mayoría de militantes del partido, por lo que los socialistas se quedarían sin un líder claro.
Todo ocurre apenas tres meses antes de las elecciones municipales. Esto indignará a un socialista histórico de la localidad, Romà Planas, exiliado de la Guerra Civil, catalanista y fiel escudero de Josep Tarradellas.
De talante abierto, dialogante y profundamente democrático según las crónicas de la época y quienes le conocieron, Romà se decidió a hacer un equipo con los que había: los jóvenes. Y en ese grupo se encontraba un joven filósofo, muy periquito, apasionado de la lectura y la escritura, que años antes había fundado una revista municipal llamada Roquerols. Su nombre: Salvador Illa.
Narra el exministro socialista que, "en ese momento, tenía referencias" de Planas, pero no lo había conocido personalmente. Durante la campaña electoral de 1991, que hicimos juntos, lo descubrí poco a poco".
Cuenta Illa sobre Planas que, "evidentemente, era una persona demasiado seria. Su único objetivo al iniciar su carrera política era corregir la anomalía de que un alcalde socialista y su equipo pasaran a otro partido tres meses antes de las elecciones".
Aquel grupo de trabajo comenzó a marchas forzadas y marcaría al joven Salvador Illa, que iría aprendiendo del veterano político. "Fue claramente su alumno aventajado", cuentan a EL ESPAÑOL fuentes que vivieron aquella época.
Era la primera piedra de toque. Illa apunta que, "para empezar, sabíamos que nuestro objetivo no eran esas elecciones municipales de 1991, sabíamos que estábamos iniciando una lucha política de más largo plazo. La líder de nuestra lista era Carme Tomé. El resultado no va a ser tan malo como esperamos. Vamos a conseguir tres concejales. Mientras que Convergencia no obtuvo la mayoría absoluta. En consecuencia, vamos a iniciar el trabajo de oposición".
Esta primera legislatura en la oposición enseña mucho al joven Illa. Roma Plànas le muestra "un estilo que consistía básicamente en realizar una tarea de oposición pensando siempre en el interés general del municipio". Esto es algo que Illa, "ha hecho en el Parlament en la pasada legislatura", reconocen fuentes de su entorno.
El objetivo nunca era "desestabilizar" al equipo de Gobierno. Se trataba de hacer política con un estilo "más abierto, más dialogante, más claro en sus objetivos, más confiado en el futuro del municipio", narra Illa en el libro sobre Romà Planas.
Esto llevó al grupo socialista a ganar las siguientes elecciones municipales. Sin embargo, lo harían con un ayuntamiento muy fragmentado. El cabeza de lista era Romà Planas y el número 2 un joven Salvador Illa que había declinado ir primero.
Los cuatro concejales del PSC se unirían a los dos del Grupo Independiente por La Roca y a uno de Iniciativa por Cataluña. En la oposición, tres ediles de Convergencia y otros tres del partido Independiente por La Torreta, uno de los tres núcleos urbanos del lugar.
Romà Planas falleció apenas un mes después de tomar el bastón de mando. Salvador Illa, como número dos de la candidatura, se haría con poder. Llegaba su primera oportunidad de gobernar.
"A mí, el mundo se me cayó encima", reconocía el propio Salvador Illa. "Tres meses antes había declinado ir de cabeza de lista, y ahora, como número 2, me encontraba en el puesto de alcalde".
Legislatura
Salvador Illa acaba de cosechar, en las pasadas elecciones catalanas de junio de 2024, un resultado que puede recordar al que le permitió por primera vez ser alcalde. A pesar de la victoria en votos y escaños, lo cierto es que el parlamento catalán estará fragmentado e Illa deberá llegar a acuerdos con otros grupos para poder gobernar.
Esto mismo le ocurrió tras tomar el testigo de Romà Planas en el Ayuntamiento de La Roca. Tras su primer año como alcalde, Illa hacía una valoración positiva de su mandato. "Nos hemos visto obligados a poner orden dentro de casa", decía el por entonces alcalde.
Las quejas de la oposición eran claras. Josep Nieto, del grupo de Independientes de La Torreta, esgrimía que la valoración del primer año y medio de legislatura era "negativa y descertada". El problema, para este edil, era la fragmentación: "En La Roca se suele decir que hay tres alcaldes y los tres quieren mandar y esto imposibilita una cohesión interna de la coalición de gobierno".
Acusaban por entonces a Salvador Illa de haber tomado decisiones "dictatoriales", "sin tener en cuenta al resto de grupos políticos".
"En los plenos se tratan temas de los que la oposición no tiene previa información y luego pretenden que votemos positivo a todo. El mismo señor alcalde reconoció en un pleno que había prohibido al secretario dar documentación a la oposición", continuaba Nieto. "En general la valoración es muy negativa".
Quienes estuvieron al lado de Salvador Illa en aquellos momentos recuerdan plenos bastante tensos. "Esto le sirvió de entrenamiento para sus intervenciones en el Congreso", aducen. "Por aquella época aquí se vivieron plenos muy acalorados".
No en vano, la revista fundada por Salvador Illa titulaba tras su primer año y medio de mandato: "Hipertensión en los plenos del Ayuntamiento de La Roca".
En los últimos cinco meses de la primera legislatura, uno de los ediles que le apoyaba le formó una moción de censura. En las siguientes elecciones, las de 1999, Illa conseguiría mayoría absoluta. Volvería a ser elegido alcalde en 2003. En 2005 abandonó la alcaldía camino al departamento de Justicia de la Generalitat.
Carácter tranquilo
Salvador Illa se licenció en Filosofía por la Universidad de Barcelona y posteriormente realizó un MBA en el IESE Business School antes de ser alcalde. En política, su currículum es amplio y ha pasado por todos los niveles: desde la administración local hasta el ejecutivo nacional. Además, tiene experiencia en múltiples negociaciones para formar gobierno.
En el plano más personal, se ha casado en dos ocasiones y tiene una hija. Quienes le tratan aseguran que no ha cambiado en casi nada. Sigue bajando a las fiestas de su pueblo andando y sin escolta. Cuando puede, se escapa con sus amigos a cenar y disfruta como uno más.
Sus allegados le definen como alguien afable, tranquilo. "Le gusta mucho el fútbol, es del Espanyol, y leer", cuenta una fuente de su entorno. No en vano, en su revista se publicaron algunos de sus poemas. "Cuando da una cita es porque ha leído al autor", avisan.
Los posicionamientos políticos de Salvador Illa no han variado en estos años. El joven catalán entró en política gracias al municipalismo y se forjó una leyenda a su alrededor tras aprenderlo casi todo de Romà Planas. "Trata de no añadir problemas a los ciudadanos", aseveran en su entorno. Si hubiera que encuadrarle en algún perfil político, dentro del PSC sería el "centrismo puro".
"Es un buen líder", define quien le conoce. A la hora de las negociaciones, establece grupos y los deja trabajar. Él solo interviene en caso de que el problema se enquiste. "Sabe muy bien cómo negociar porque aprendió en La Roca", atisban en su entorno. "Será president de la Generalitat".
Gobierno alternativo
El trabajo realizado en la Generalitat por Salvador Illa en los últimos cuatro años ha sido prácticamente calcado al que realizó Romà Planas en su primera legislatura en la oposición del gobierno de La Roca. Lejos de torpedear el trabajo que realizaba el Govern, Illa estableció una especie de Govern Alternatiu. "Se trataba de poner una especie de consejero en la oposición dedicado a una materia distinta", explican desde el entorno de Salvador Illa.
Además, decidió patearse Cataluña "pueblo a pueblo". Los 28.000 kilómetros que había recorrido antes de la campaña de los últimos comicios fue otro de los aciertos. "Decidió mirar a lo que necesitaba la gente en el día a día", especifícan a EL ESPAÑOL en La Roca.
El trabajo ha dado sus frutos, reflejados en las elecciones del pasado domingo en Cataluña. Sin embargo, ahora deberá constatarlo llegando a acuerdos con otros grupos políticos. "Yo creo que ya tendrá un equipo negociador que trabajará en la sombra", estiman fuentes del entorno de Illa. Continuará con el estilo de Romà Planas.