“Tengo experiencia en el sector financiero porque trabajé en algunos bancos y compañías de pensiones. Este mes me iré a vivir a Suiza para acomodarme con mi novia, que es suizo-finlandesa. Vamos a casarnos en un año y creo que podría ser de gran utilidad trabajando para su oficina”, escribía el 16 de marzo de este año un peruano en una comunicación supuestamente “secreta” con también 'supuestos' funcionarios de Moscú.
Luego, el individuo aclaraba que había sido comandante del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), una organización armada marxista-leninista de inspiración guevarista peruana a cuyos miembros suele conocerse como 'emerretistas' o 'martacos'. La llamada Comisión para la Verdad y la Reconciliación de su país les atribuye 1.039 muertes, además de extorsiones y asaltos selectivos cometidos en las zonas altoandinas.
Cuando el antiguo cabecilla de ese grupo terrorista peruano menciona la 'oficina' en la conversación que aquí reproducimos se refiere de forma indistinta al FSB (Servicio Federal de Seguridad) y al SVR, el Servicio de Inteligencia Exterior del Kremlin. O si se quiere de otro modo, antes de viajar a Europa en busca de un empleo, con el fin de establecer aquí su residencia, ya estaba ofreciendo sus servicios a Moscú para atentar contra los intereses ucranianos y europeos.
EL ESPAÑOL | Porfolio conoce la identidad y la trayectoria personal y profesional del postulante a espía ruso porque la rastreó mientras elaboraba este reportaje sobre los caladeros latinos low cost donde Moscú está en condiciones de reclutar — y de facto recluta— a chivatos e infiltrados. Son pescaderos de bajo coste porque lo que alienta a muchos de estos aspirantes a traicionar a sus países de acogida y rendirse a Putin no es solo el dinero, sino cierta afinidad ideológica.
Podría decirse que los restos del naufragio latinoamericano del marxismo están dispuestos a cobrar menos que Mata Hari porque, a pesar de sus credenciales “rojas”, simpatizan con una dictadura tradicionalista en manos de una oligarquía corrupta, bendecida por los sectores más mojigatos y codiciosos de la iglesia ortodoxa.
Pero volvamos ahora a nuestro candidato a espía. Al 'martaco' peruano lo llamaremos Marco, que es su auténtico nombre de pila, según consta en los documentos. Omitiremos, sin embargo, su apellido. El ex guerrillero está plenamente convencido de que ha entrado en contacto con un reclutador del Kremlin y enumera sus virtudes como lo haría un candidato a un empleo, lo que en parte es. Pero se equivoca. No está hablando con un intermediario del SVR sino con un equipo occidental de investigadores periodísticos, el de EL ESPAÑOL | Porfolio.
“Tengo un grupo de seis personas trabajando para mí en mi país”, prosigue en la conversación registrada por este suplemento. Los seis hombres que menciona eran antiguos miembros a sus órdenes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. El peruano nos insiste en que tienen habilidades y experiencia con las armas, lo que hace aún más inquietante su propuesta.
“Nos conocimos en la guerrilla”, asegura. “Estoy abierto a cualquier oferta. En Suiza, puedo reunir información política o financiera para su oficina. Proyecto incorporarme pronto como asesor a una entidad financiera. Empecé a trabajar en el sector bancario desde joven, cuando era universitario, y viajé muchas veces a Europa. Estudié un verano en la Universidad de Uppsala. Visité Alemania, Francia, Suecia, Italia y Bélgica. Allí tengo un amigo que trabaja en el Parlamento europeo. Tengo otro buen amigo que es candidato a alcalde en Uppsala. Por supuesto, mi novia no sabe nada de todo esto”.
Cerca de un mes después, el peruano restableció el contacto con la falsa oficina de la Inteligencia rusa, visiblemente inquieto por la falta de respuesta a su ofrecimiento previo. Ahora habla ya desde Suiza. No ha logrado el puesto de trabajo que esperaba obtener en la entidad financiera e insiste en que está dispuesto a todo, en beneficio de Putin y de Rusia. Las palabras que Porfolio reproduce aquí son literales y constituyen las respuestas a las preguntas previas de nuestro equipo. Hemos modificado el canal y ahora usamos un servicio anónimo de mensajería. El siguiente segmento de la conversación con el ex comandante del MRTA discurre en inglés.
“Nadie sabe de esta situación”, aclara en la siguiente toma de contacto. “Quiero colaborar con su agencia porque tenemos intereses comunes. Actualmente, vivo con mi novia en XXX, en el cantón de XXX. Ella trabaja para la empresa XXX. En Europa tengo contactos a diferentes niveles. Por ejemplo, mi sobrino trabaja desde hace tres años en el Parlamento europeo, en el ámbito de la logística. Tengo un amigo turco-italiano que tiene contactos entre los abogados y políticos de Milán. Mi primo trabaja en Telefónica, en Palma de Mallorca. Ellos no están al corriente de lo que estoy haciendo, pero podría trabajar para atraerles a nuestra causa”. Su currículo también incluye algún tiempo de trabajo en el Banco de Santander.
Monitorizado por españoles
Hemos reunido pruebas de que este peruano se halla ya en el radar de diversas agencias europeas de inteligencia y, entre ellas, la española, que conoció y anticipó sus movimientos hace semanas. Su currículum es cualquier cosa menos ordinario. “Durante los noventa, cuando estaba en la universidad, me uní a la guerrilla del MRTA en la selva y permanecí en el campo hasta el año 2001, cuando hicimos un acuerdo con el gobierno peruano”, aclara en la conversación que cree mantener con 'la oficina' (FSB).
“Fui comandante guerrillero con formación política y, como les mencioné, actualmente tengo un grupo de seis personas con las que me mantengo en contacto. Están en Perú y, por ahora, no creo que deban venir a Europa. Durante nuestra estancia en la guerrilla realizamos trabajo de campo. Tomamos algunos rehenes para intercambiar con otros compañeros; tomamos la universidad de San Martín en Tarapoto y tomamos tres comisarías de la policía peruana”, continúa.
A renglón seguido, nuestro equipo insiste sobre el tipo de acciones que podría realizar y Marco es todavía más explícito. “Mi gente tiene experiencia probada en acciones militares, pero aún no está preparada para un trabajo fuera del país. Necesitan un poco de entrenamiento. Tres meses sería suficiente. En cuanto a mí, puedo hablar alemán, italiano e inglés. Mi lengua materna es el español”.
En la penúltima comunicación que el peruano cree mantener con el FSB o el Servicio de Inteligencia del Exterior ruso, del día 19 de mayo, Marco afirma: “Creo que sería bueno tener a alguien disponible en este área de Suiza. Es muy estratégica para los intereses de su agencia”.
Una semana después, el día 24 de mayo, envía una fotografía del edificio donde se aloja la selección ucraniana de esquí. “Tanto el equipo ucraniano como sus dos vehículos están alojados en esta casa de Cham”, afirma. Llegados a este punto, su ofrecimiento se ha tornado espeluznante.
Hace tiempo que a los servicios de información exterior de España le preocupa que latinoamericanos abiertamente prorrusos y furiosamente antiamericanos puedan convertirse en un problema futuro de orden público. Que el dinero no sea su principal motivación aún los hace más peligrosos.
De acuerdo a nuestras fuentes, diferentes agencias de inteligencia española llevan desde que comenzó la invasión total de Ucrania tratando de detectar y monitorizar, no solo a los españoles, sino a los latinos que han combatido del lado del Kremlin en los territorios ocupados y, especialmente, a los que luchan en ciertas unidades de voluntarios del Donetsk.
Es un hecho comprobado que hay varios miles luchando en ambos bandos. EL ESPAÑOL | Porfolio entrevistó a hace algo más de un mes a tres ex militares colombianos que lideraban una unidad de élite dedicada a labores de sabotaje y reconocimiento en territorio enemigo.
El propio Kratos reconocía que su contribución estaba resultando fundamental, a medida que el conflicto avanza y el Gobierno de Kiev tiene serios problemas para abastecer las líneas con sus propios hombres. Claro que el colombiano procedía de las fuerzas armadas de su país y estaba con “los buenos”. Cientos más de hispanos procedentes de Argentina, México, Colombia, Brasil, Chile y, en menor medida, España, han jugado un papel relevante no solo en las filas de la Legión, sino en otros cuerpos de voluntarios como Carpathian Sich o entre las fuerzas regulares de infantería.
Lo que inquieta al CNI y a la inteligencia militar de nuestro país son los iberoamericanos que combaten o han combatido en los batallones rusos de voluntarios como Wagner o en la Compañía Militar Privada que ha heredado su legado. El grueso son cubanos, venezolanos y colombianos, aunque hay también chilenos y argentinos.
“Nuestro temor es doble”, nos dice un funcionario español. “De un lado, sabemos que muchas de esas armas europeas que han ido para Ucrania van a acabar y, de hecho, han acabado ya en el mercado negro a través de diferentes vías. Y del otro, no descartamos que algunos de esos latinos de Cuba, Colombia u otros países, que han peleado a las órdenes del Kremlin, vengan a Europa tras el conflicto y planteen alguna forma de amenaza, tomando ventaja de su profundo conocimiento del manejo de armas y su larga experiencia en el campo de batalla”.
Tanto el CNI como otros organismos de inteligencia militar europeos mantienen actualizado un inventario de estos latinos a los que Rusia podría recurrir o ya está recurriendo. A menudo, no es tan complicado porque son ellos mismos quienes divulgan fotos en sus canales de Telegram. Otros fueron identificados a su paso por los aeropuertos de tránsito donde hicieron escala de camino a Rusia y los territorios ocupados.
Otro buen ejemplo del modo en que estos sectores de la izquierda latina más recalcitrante afincada en nuestro país han entregado sus simpatías al Kremlin actualizando aquel sistema de alianzas bipolares de la Guerra Fría es el de Alexis o Alexei Castillo, un español de origen colombiano fallecido en noviembre de 2022 en el Donbás.
Allí era conocido como Alfonso, un nombre de guerra que adoptó en honor de un comandante de las FARC poco después de viajar a Ucrania, en octubre de 2014, para unirse a los secesionistas azuzados por el Kremlin en compañía de varios comunistas españoles más. A los distintos homenajes que le hicieron tras su muerte asistieron comunistas de toda la antigua Unión Soviética. En el momento de su muerte, Castillo era miembro del Konsomol y del Comité Central del Partido Comunista de la autoproclamada República Popular del Donetsk (DPR, de acuerdo a sus siglas inglesas).
Esta misma semana, durante la visita de Zelensky a nuestro país, Pedro Sánchez y su homólogo ucraniano suscribieron un acuerdo para la cooperación de sus servicios de inteligencia que hacía referencia, entre otras cosas, a la lucha conjunta contra la manipulación informativa, el ciberespionaje, la ciberagresión y la propaganda rusa. Lo que ambos convinieron es compartir más información entre el CNI y el SBU para contrarrestar la injerencia digital o la financiación del terrorismo mediante las criptodivisas u otros ardides con el que el Kremlin está tratando de burlar el bloqueo.
El presidente de la Asociación de Rusos Libres, Max Golovanov, no alberga ninguna duda de que agitadoras como Tatiana Samoylova, Elena Evdokimova o Aliona Bocharnikova o influencers como Liu Sivaya o Inna trabajan en estrecha colaboración con el Kremlin.
A su juicio, la reestructuración de los servicios exteriores de inteligencia rusos en nuestro país se ha articulado de tal forma que ahora se recurre simultáneamente a agentes profesionales y a mafiosos afincados en algunas zonas como Alicante. En efecto, las agencias occidentales de inteligencia llevan advirtiendo desde febrero de 2022 de que el Kremlin había modificado profundamente las pautas de sus servicios de inteligencia relegando a los profesionales salidos de unidades militares como los spetnaz en favor de civiles de las comunidades de inmigrantes y, entre ellos, mafiosos.
La pregunta, en tal caso, es si los 80.000 rusos que aproximadamente residen en España podrían ser también un caladero de bajo coste donde salir a reclutar colaboradores, junto a los prorrusos españoles o latinos que no ocultan sus simpatías. “Es cierto que muchas de las personas que llevan más años en España simpatizan con Putin”, nos dice Golovanov. “Pero también lo es que muchos de los que han llegado después salieron de Rusia huyendo de él y de su gobierno”.
Por otro lado, el asunto aquí no es solo si los sectores de latinos más comprometidos con el Kremlin y familiarizados con las armas podrían servir o están sirviendo ya de caladero de bajo coste para reclutar agentes e informadores. De lo que se habla ahora es de la situación inversa. Según The Economist, “América Latina ha vuelto a convertirse como en la Guerra Fría en un trampolín para los espías rusos que luego husmean en Estados Unidos y Europa”. De acuerdo a la investigación realizada por ese semanario, el Kremlin está mandando a sus agentes a Iberoamérica a construirse identidades falsas desde las que dar el salto posterior a Europa.