A 14.000 kilómetros de Washington DC, en un pueblo del sur de la India, un enorme cartel con una foto de Kamala Harris sonriente desea éxito a la actual vicepresidenta estadounidense en su recién iniciada carrera por convertirse en la primera mujer presidenta de la historia del país.
Allí, en Thulasendrapuram, Harris no es la exfiscal californiana, hija de dos doctores egresados de Berkeley, que dio el salto a la política con un ascenso vertiginoso. Ella es la nieta de un vecino de una aldea de 350 habitantes que trabajó como asesor del Gobierno de la India y envió a su hija a estudiar al extranjero.
Pero esa es sólo una de las múltiples identidades de Harris. Otra, del lado paterno, lleva a Brown's Town, una ciudad rural de la isla de Jamaica de la que su padre, descendiente de esclavos, emigró para estudiar en Londres y luego doctorarse de economía en San Francisco.
Sin embargo, Harris, con una madre india y un padre jamaicano, afirma haberse criado en una tercera cultura: nacida en 1964 en Oakland, en plena bahía de San Francisco (California), forjó su personalidad en la comunidad afroamericana de Estados Unidos, entre vinilos de Aretha Franklin y Bob Marley, durante el movimiento por los derechos civiles.
“Mi madre entendió muy bien que estaba criando a dos hijas negras. Ella sabía que su tierra natal adoptiva nos vería como chicas negras y estaba decidida a asegurarse de que nos convirtiéramos en mujeres negras seguras y orgullosas”, escribió en su autobiografía The Truths We Hold.
Así son las variadas identidades de Kamala Harris, quien el 5 de noviembre podría convertirse en la primera mujer en sentarse en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Un historial familiar ligado a la emigración, la raza y la búsqueda de oportunidades que define a la perfección el ADN de un país como Estados Unidos, donde, aunque algunos parecen haberlo olvidado, muy pocos son los que no tienen raíces en otro lugar del mundo, ya sea Italia, Irlanda, el este de Europa, el sudeste asiático o una región de África.
Su origen birracial puede atraer a muchas identidades estadounidenses. Sobre todo en aquellas partes del país que han visto un rápido cambio demográfico, como Nevada, Arizona y Texas, y se han alterado las dinámicas de voto.
Kamala, su nombre hindú
El nombre Kamala tiene sus raíces en la antigua India, su etimología deriva de la palabra kamalam, que significa flor de loto. Es decir, Kamala se refiere a la pureza y el despertar espiritual. Su madre eligió para sus dos hijas nombres de la mitología hindú (Kamala y Maya) para que preservaran su identidad.
“No puedes saber quién es Kamala Harris sin saber quién era nuestra madre”, tuiteó su hermana pequeña Maya, una abogada y asesora política, cuando Harris acababa de ser nombrada candidata la vicepresidencia junto a Joe Biden en 2020.
Shyamala Gopalan, su madre, fue una científica que llegó a Estados Unidos con 19 años para estudiar un máster en la prestigiosa Universidad de Berkeley, donde terminó doctorándose, conociendo al padre sus hijas y asentándose para el resto de su vida hasta que falleció de cáncer en 2009.
Llevó desde pequeña una vida itinerante. Su padre -el abuelo de Kamala Harris-, P. V. Gopalan pertenecía a una casta elitista del sur de la India y dejó joven su localidad natal, Thulasendrapuram, para viajar por el país asumiendo diferentes cargos públicos entre Nueva Delhi, Bombay y Calcuta. Así, tanto él como su esposa, Rajam, criaron a sus hijos despegados de convenciones tradicionales y estos pronto sintieron el deseo de conocer mundo.
En 1958, con 19 años, Shyamala logró ser admitida en Berkeley, una de las mejores universidades del mundo, y se matriculó en estudios de Endocrinología, con los que inició una carrera científica que la llevó posteriormente a investigar las células cancerígenas en centros de Estados Unidos y Europa.
En Berkeley se inmiscuyó en el activismo político de la universidad, epicentro de los movimientos sociales de en la década de los 60. En esos años años acudía a reuniones de la Asociación Afroamericana, que daría origen al partido de los Panteras Negras, y en esa efervescencia se enamoró un estudiante de economía de Jamaica, Donald J. Harris, con quien tendría dos hijas: Kamala en 1964 y Maya en 1967.
Cuando en 2021, Kamala Harris hizo historia con la primera mujer vicepresidenta de la historia de Estados Unidos, atribuyó a su madre toda inspiración: "Me crió una madre que me decía eso todo el tiempo: 'Kamala, puede que seas la primera en hacer muchas cosas, asegúrate de no ser la última'”, dijo en una entrevista con Good Morning America.
Kamala viajó con su madre, ya divorciada, en varias ocasiones a la India para visitar a sus abuelos y en 2009, tras su fallecimiento, llevó sus cenizas al Océano Índico, en la costa sureste de la India peninsular.
Aunque hace décadas que no visita el pueblo originario de su familia, en Thulasendrapuram su nombre está inscrito en las tablas de un templo al que donó fondos para su renovación. Cuando resultó electa en 2020, la aldea celebró una fiesta y en estos días insólitos se han instalado varias pancartas con su imagen para desearla suerte. Incluso se organizan rezos a las deidades locales por su victoria.
“Es el deseo de los residentes de Thulasendrapuram y Painganadu que una mujer de origen indio y del distrito de Tiruvarur en Tamil Nadu (un estado del país) ocupe la posición más alta de EE.UU., lo que será una cuestión de gran orgullo para todas las mujeres", celebraba esta semana un concejal al diario The Hindu.
Harris, apellido jamaicano
Si el nombre de Kamala la vincula con sus raíces hindúes, su apellido anglosajón se remonta al origen de su familia paterna en la isla de Jamaica, situada en pleno Caribe y con tres millones de habitantes que lo convierten en el tercer país de habla inglesa más poblado del continente americano.
Su padre, Donald J. Harris, es un destacado catedrático de Economía de la Universidad de Stanford procedente de Brown's Town, una ciudad ubicada en la región de St.Ann., el lugar donde nacieron Bob Marley y la música reggae.
"Mi padre, como tantos jamaicanos, tiene un inmenso orgullo de nuestra herencia jamaicana e inculcó ese mismo orgullo en mi hermana y en mí. Nos encanta Jamaica. Nos enseñó la historia de dónde somos, sus luchas, su belleza y la riqueza de su cultura”, explicó Kamala en 2021 al Washington Post.
El abuelo de Kamala, Oscar Harris, era hijo de una mujer descendiente de esclavos afroamericanos y de un hombre de raíces europeas. La familia se dedicaba al comercio local, pero Donald destacó académicamente.
Tras estudiar Economía en la Universidad de las Indias Occidentales (West Indias), se transfirió a la Universidad de Londres y finalmente, en 1966, presentó su doctorado en la Universidad de Berkeley, en California, donde también formó su familia al enamorarse de Shyamala.
Tras divorciarse, fue profesor visitante en instituciones de la élite académica como Cambridge, Yale y Northwestern, y luego se incorporó al claustro de académicos de Stanford, siendo su primer catedrático de Economía de raza negra.
Sus estudios desarrollan teorías poskeynesianas y también ha sido asesor del Gobierno jamaicano y consultor del Banco Mundial. El diario The Economist le describe como un “marxista combativo con influencia en la Casa Blanca”.
En su biografía, Kamala hace un repaso de sus veranos en Jamaica y señala que su padre, muy comprometido con los derechos civiles, transmitió a sus hijas la historia de esclavitud afroamericana de la isla. Sin embargo, otros medios describen una relación algo distante entre Kamala y su padre, que perdió la custodia de sus hijas tras un amargo divorcio cuando ella tenía siete años. “Dejaron de gustarse. Aunque yo sabía que se querían mucho, parecía que se habían transformado en el agua y el aceite”, recuerda en sus memorias.
La única vez que Donald se metió en los asuntos de su hija fue cuando pidió a la prensa que no le vincularan con una declaración de Kamala, quien aludió a sus orígenes jamaicanos para responder irónicamente a un periodista que le preguntó si había probado la marihuana. Desde entonces, a sus 85 años, prefiere mantenerse al margen.
Kamala Harris, 100% estadounidense
Es habitual que muchas figuras públicas se definan de manera dual en Estados Unidos. Unos dicen que son italoamericanos, otros prefieren identificarse como latinoamericanos, afro-latinos o asiático-estadounidenses. Pero cuando han preguntado a Kamala por su identidad, ella siempre ha respondido simple y llanamente “estadounidense”.
“Soy quien soy. Y me parece bien. Puede que sientas necesidad de averiguarlo, pero lo llevo bien", dijo al Washington Post en 2019, cuando era senadora, antes de lanzarse al proceso de primarias del Partido Demócrata.
Tanto su madre como su padre llegaron a Estados Unidos desde distintas partes del mundo y con intención de permanecer temporalmente, pero terminaron quedándose por amor: Kamala nació a los pocos años de conocerse, cuando ambos terminaban sus tesis doctorales y participaban en movimientos estudiantiles. De hecho, vivió sus primeras manifestaciones a “vista de carrito de bebé”.
“Así es como se conocieron, en las calles de Oakland, marchando y gritando por esta cosa llamada justicia, en una lucha que continúa hasta el día de hoy. Y yo fui parte de ello. Mis padres me llevaban a las protestas en cochecito”, detalla en sus memorias.
Tras su amargo divorcio, “las cosas se pusieron difíciles” y tanto Kamala como su hermana Maya, tres años menor que ella, se quedaron principalmente con su madre, quien educó a sus hijas en la cultura afroamericana de San Francisco: escuchaban a Aretha Franklin, acudían a misa gospel y en su escuela colgaban carteles de Harriet Tubman.
“Siempre fuimos recibidos con cálidos abrazos y expuestos a personas extraordinarias como Shirley Chisholm, Nina Simone y Maya Angelou, que nos ayudaron a mostrar en qué podríamos convertirnos”, señaló Kamala en una publicación de Instagram junto a una foto antigua de su madre, su hermana y ella en las afueras de su apartamento de California.
En su discurso en la Convención Nacional Demócrata de 2020, tras ser confirmada candidata a la vicepresidencia, Harris dedicó gran parte del discurso a su madre.
“Mi madre me enseñó que el servicio a los demás da propósito y significado a la vida. ¡Cómo desearía que estuviera aquí esta noche! Pero sé que me está mirando desde arriba. Sigo pensando en esa mujer india de 25 años, que me dio a luz en el Hospital Kaiser de Oakland, California. Ese día probablemente nunca podría haber imaginado que yo estaría de pie ante ustedes diciendo estas palabras: Acepto la nominación para vicepresidente de los Estados Unidos de América”, dijo emocionada.
Con una madre y un padre migrantes, activos en la lucha por los derechos civiles y pertenecientes al mundo académico, parecía que el futuro de sus dos hijas estaba escrito.
Maya se graduó de Derecho en Stanford y ha trabajado para la Asociación de las Libertades Civiles (ACLU, ha sido asesora en la campaña de Hillary Clinton y también de su hermana.
Por su parte, Kamala no necesita presentación. Ya se han escrito ríos de tinta sobre su trayectoria profesional como fiscal y política. También de sus orígenes asiáticos, afroamericanos y caribeños. La compleja identidad de una mujer de segunda generación de migrantes que podría ser la próxima inquilina de la Casa Blanca en Washington DC, ciudad en la que comenzó su estudios en los años 80 en la Universidad de Howard, institución históricamente vinculada a la identidad afroamericana con la que ella dice sentirse más cómoda.