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Dan igual los años que cumpla Pepe Domingo Castaño: siempre será la persona más joven que he conocido. Va a soplar ochenta y no se le ven por ningún lado, inaudito. ¿Dónde estará la trampa? Quizás Dios no le retiró nunca la dádiva de la fuerza, del carácter y del lustre desde aquellos tiempos núbiles en los que Pepe tonteó con la idea de ser fraile. Va impoluto, grato, feliz. Es un agitador experto, un tremendo conversador, un enamorao’ de la vida aunque a veces duela, como cantaba Camarón. Un tipo popular. Un poco pícaro y, sobre todo, sentimental. Siempre que brinda, lo hace por la libertad. Por el sol, por los amigos. Y por la España de sus amores.
Es un animal de las ondas: más de medio siglo existiendo a través de la voz, del gracejo, de la radio. Radio Galicia, La SER, la COPE. Ahora acaba de publicar sus memorias, Hasta que se me acaben las palabras (Aguilar), el relato sin filtros de una vida intensa salpicada de nombres de la sociedad española y anécdotas infinitas. No lleva ni una semana en la calle y ya va por la tercera edición. El jueves se lo presentó Ayuso en Madrid, porque Pepe es uno de esos que levanta el teléfono y siempre consigue que quien desea responda al otro lado da línea: eso es el poder, dice. Y también el carisma. Tiene razón su leyenda: apetece echarse con él un purito.
Pregunta.- Empezaste a estudiar para cura, Pepe. ¿Por qué dejó de interesarte ser santo?
Respuesta.- Me dejó de interesar porque en la vida, si no conoces las cosas, no puedes valorarlas. Yo no salía del convento, estaba todo el día metido allí, rezando, estudiando, cantando maitines, con los laúdes, todo gregoriano… ¡un plan! Y un día nos llevaron de procesión por las calles de Palencia y yo vi que había un montón de chicas que cuando pasábamos mi amigo y yo, vestidos de frailes, nos decían cosas.
P.- ¿Piropillos?
R.- Sí. "¡Guapo!". Entonces dije: "Hay otro mundo". Se lo dije al maestro, me dijo que me lo pensara, me lo pensé y me fui. Y eso que me decía que iba a ser mínimo obispo, porque era un muy buen estudiante. Me iban a mandar a Roma a tener una carrera formidable. "Tú vas a llegar a cardenal, tienes mucha facilidad para hablar y convencer…". No, no.
P.- Dejaste los hábitos porque empezaste a coquetear con los placeres de la carne.
R.- ¡Bueno, coquetear…! (ríe). Me los imaginaba. Pero nunca me sentí culpable, porque siempre he tratado de ser buena gente. Creo que en la vida el cuerpo está para usarlo y disfrutarlo como buenamente quieras, solo o acompañado.
P.- El prólogo de este libro lo escribe tu amigo Julio Iglesias, que es un emblema del sexo, del amor, de la alegría, del hedonismo… digamos que te cayó mejor Julio Iglesias que Dios. Seguiste más su senda.
R.- (Ríe). Bueno, es que Julio es Dios en lo suyo. Es melodía pura. Muy cariñoso conmigo, y eso que no habla con nadie, no se prodiga. Es el prototipo del español universal, conquistador, atrevido, donjuanesco… ¡un tipo genial!
P.- ¿Has salido con él a ligar por ahí?
R.- No te lo voy a contar.
P.- ¿Pero cómo no…?
R.- Eso es secreto.
P.- Salir a ligar con Julio Iglesias, perdona que te diga, ha de ser muy divertido pero también una putada. Una partida con las cartas marcadas. ¡Gana él!
R.- (Ríe). No es la palabra "ligar", pero… yo estuve viviendo en casa de Julio un tiempo y le conozco desde hace muchos años… Algo queda, algo pasó… ¡déjame ser misterioso! (ríe).
P.- Oye, ahora que hemos dejado el celibato, ¿en qué se parece un periodista a un cura?
R.- El cura se ocupa de las almas y el periodista se ocupa de las mentes. Un periodista influye mucho en las mentes. No nos damos cuenta de la posibilidad que tienen las palabras que escribimos o decimos para convencer a la gente que nos escucha. El periodista trabaja en la mente de la gente: con una crónica puedes convencer a alguien de que cambie su voto, porque le explicas que ese político al que iba a votar es un inútil, y quizás ese voto sea el que haga a otro presidente.
"Yo he votado al PSOE, al PP y a Ciudadanos, a Podemos jamás"
P.- Pero los españoles no cambian mucho de opinión, ¿no? Suelen apoyar a sus partidos con cierto hooliganismo, en general.
R.- A mí no me gusta eso, creo que en la vida hay que evolucionar. Yo nunca he sido de ningún bloque. Apoyé a Tierno Galván en su día, cuando estaba en el PSP, trabajé con él. Luego me decepcionó tierno cuando se unió al PSOE, porque ya no era el Tierno que yo conocía. Luego voté al PSOE alguna vez, voté al PP de Aznar (porque creía que había que cambiar económicamente el país y la derecha acostumbra a hacerlo mejor en eso), luego voté a Ciudadanos y ahora no sé qué votar. Como todo el mundo miente…
P.- Podemos nunca te sedujo.
R.- No, jamás, porque yo creo que Podemos quiere destrozar todo lo que hemos conseguido en estos años: quieren destrozar el pacto que logramos después de la guerra, con dos bandos completamente diferenciados, quieren acabar con el 78, que consiguió que cediesen hasta los más rebeldes, como Carrillo. Podemos quiere ir contra natura, contra España y contra la gente. Por eso yo no votaría a Podemos.
P.- ¿Y Ayuso te gusta?
R.- Me encanta porque es un espíritu libre y yo creo en los espíritus libres. Ayuso es una de esas perlas que aparecen en política de cuando en cuando y concitan el odio y el cariño a partes iguales. Es una mujer muy carismática.
P.- ¿Y Yolanda Díaz?
R.- ¡Pues me gusta! Porque es moderada. Aunque a veces habla demasiado y eso hace que se equivoque muchas veces. Pero es un valor político importante para este país. Una mujer de izquierda pura y dura pero templada. Tiene muchas cosas que hacer y la va a votar mucha gente.
P.- ¿Has tenido amigos políticos?
R.- Bastantes. Aznar es un buen tipo. Rajoy. Tierno Galván en su momento. Felipe. He pasado dos fines de año con Felipe González en la casa de José Ramón de la Morena.
P.- ¿Y cómo os comisteis ahí las uvas, cómo fue aquello?
R.- Ahí Felipe estaba atravesando un momento malo para él, y Augusto Delkáder, que era muy amigo suyo, le dijo a Joserra: "Oye, ¿por qué no pasamos el fin de año con Felipe, su mujer y alguna gente de confianza?". Y así fue. Por cierto, a Felipe no le gusta el marisco, para que lo sepas.
P.- Guau. ¿Herencias de la vieja pana?
R.- (Ríe). Yo no sé, pero teníamos ahí centollas y no las probó. Me hice amigo de él.
P.- ¿Te contó Felipe algún secreto así, un poco de borrachillo, en aquellas nocheviejas?
R.- No, no. Estuvo bien, estuvo simpático. Me encantó la mujer, Carmen Romero. Era muy divertida. Estuvimos hasta altas horas cantando rancheras. Con Rajoy como de vez en cuando, es un tío estupendo, ¡te lo voy a presentar! Es simpatiquísimo. Tiene ese espíritu gallego, irónico, que sin querer ser gracioso lo es… disfruto con él. No creí que era así.
"Como con Rajoy de vez en cuando, disfruto con él, no creí que era así"
P.- En el libro cuentas que quizás te arrepientes un poco de haber vendido tu boda en Bahamas con Tere para Lecturas.
R.- Bueno, no es arrepentimiento tampoco, es que surgió… estábamos en una discoteca. Mis amigos siempre me decían "¿por qué no te casas con Tere, si sois una pareja ideal?". Éramos y somos una pareja ideal. Muy enamorados. Y dije: "No, que ya me casé una vez y me trae mala suerte". Allí estaban Maika Vergara y su marido Ángel Llamazares, y nos insistieron. Yo dije: "Yo si me caso es en un sitio extranjero, donde no valga la boda en España. Pero si me caso es para justificar ante mis hijos que me he casado, que tengo un compromiso con Tere". Y me dijeron de irnos a Bahamas, al restaurante de Manolo Chocolate, allí al hotel donde lo había puesto… Me pareció bien.
P.- ¿Cuánto te pagaron por la exclusiva?
R.- Yo no quería dinero por casarme, y dije: "¿Hay un sistema para que yo no cobre, pero para que vosotros cobréis y me paguéis, en lugar de en dinero, en otra cosa, por ejemplo, en viajes?". Hicimos un planning de viajes. Acapulco, Miami, Venezuela… siempre buscando el sol. No me acuerdo de la cantidad…
P.- ¿Tú estabas nervioso?
R.- Hombre, llego a Bahamas y había como 20 tíos en la playa con cámaras para pillar la exclusiva. Yo estaba ahí plantado en la arena esperando. Así que fuimos a la última planta y lo hicimos allí. La boda no vale en España, vale en la Commonwealth. Después nos fuimos a ver el mundo.
P.- Este oficio te ha dado muchos amigos. ¿Cuáles han sido los mejores?
R.- Los del pueblo primero, claro, lo que pasa es que muchos han cascado ya los pobres. Cuando te vas a Madrid, los amigos del pueblo ya no son lo que eran, los ves en verano, y quizás entiendes que habéis perdido cierta alegría de la infancia… ya no congenias tanto con ellos. Ellos están en un plano y tú estás en otro. Pueden más los amigos de Madrid. Aquí tengo un montón. Pedro Herrero, que acaba de fallecer, Emilio José, el cantante, ¡Paco Santos, que se me murió también…!
En su discoteca conocí a Tere. Ahí nos reuníamos toda la gente de la música. Ahora tengo dos pandillas. Una se llama Pandilla Basura: son 20 personas, amigos de la música. Nos reunimos todos los domingos en Txistu al terminar mi programa Tiempo de Juego. Mi otra pandilla es gastronómica, es un ¡viva la vida!, que se llama Los Cabritos. Y nos reunimos cada viernes en un restaurante distinto, cada vez paga uno, el que elige ese día, y puede traer un invitado. Somos 18. Queremos vivir, ¿sabes? Yo tuve un infarto, el Covid… lo pasé muy mal. No sabes cómo se agradece levantar tu copa de tequila y brindar al grito de "viva la vida y vida España".
P.- ¿Y qué pasa con los enemigos? Has tenido encontronazos históricos.
R.- Pues me peleé con Alvite cuando la Xunta de Galicia institucionalizó un gallego normativizado, que era una copia del gallego con incrustaciones portuguesas. No me gustaba nada, no era popular. Yo hablaba mi gallego. Y cogió Alvite y empezó a meterse conmigo: "¡Ese gallego es una mierda… tú qué te has creído, si todo el mundo lo habla, tú también!".
P.- Era un punki, Alvite. A mí me encanta.
R.- Y a mí, porque era un gran escritor, con una vis trágica, profunda, emocionante… pero vaya… el padre de Alvite, que era periodista y estupendo, era muy amigo mío, así que le dije: "Tu padre no haría esto. Allá tú con tu conciencia". Me enfadé con él. Se murió y no volvimos a hablar. Me dio pena.
"Mariñas es un impresentable, Aute vino a la radio a pegarme y con Alvite me peleé"
P.- Aute te quería matar con sus propias manos: "¡Hijo de puta!", te gritó.
R.- Sí, sí. Yo tenía una página musical en Hola y me llegó una carta donde el PSOE recomendaba que para las fiestas de los pueblos fichasen a cantantes del partido. Miguel Ríos, Víctor Manuel, Ana Belén, Serrat… y el propio Aute. Todos los de la ceja antes de la ceja. Lo publiqué y dije "no hay derecho que el resto de artistas queden marginados, qué más da que sean de un lado o de otro". Vino a la radio a pegarme. Cuando le echaron, al día siguiente le llamé. Me dijo: "Joder, cabronazo".
P.- ¡Vamos! Qué exageración.
R.- Le dije: "Cálmate. ¿Era mentira? No. ¿Has conseguido muchas galas gracias a la recomendación del PSOE? Sí. A mí no me reproches nada. ¿Te atreves a comer conmigo?". Y comimos y muy bien.
P.- Sin hostiaros ni nada.
R.- Sí, eso suele ocurrir siempre. Se come y tan amigos. El tercer episodio fue con Jesús Mariñas, que sí es un gran impresentable. Yo trabajaba en la tele gallega y llegó un momento en que no pude compaginarla con la radio y me tuve que ir. Pues a los dos días dijo Mariñas, que me llamaba "el morenito" -yo estaba moreno todo el año y eso le jodía-, en el programa de Luis del Olmo, que me habían echado. Las críticas las admito, las mentiras no. Llamé a Luis del Olmo y me la jugó también, porque le pedí una rectificación y eso acabó en una encerrona en directo con Mariñas. El cabrón de Luis… luego lo arreglamos.
P.- Viejo zorro ahí, ¿eh?
R.- Sí, porque entré con la muleta. Los mandé a la mierda. Perdí los papeles, lo reconozco. Con Luis luego bien, me pidió perdón y ahora me llama de vez en cuando, sin venir a cuento. "Hola, Pepe, ¿cómo estás?". Me habrá cogido cariño.
P.- Tú a él no tanto, ¿no? Te noto con recelillo.
R.- Es que esas cosas quedan. No te acaba de convencer una persona.
P.- ¿Quién es para ti el gran rey de la radio?
R.- Bobby Deglané y Joaquín Prat, mis favoritos de siempre. Pero vivos: Iñaki Gabilondo, Luis del Olmo… Carlos Herrera me parece, junto a Paco González, el mejor hombre de radio.
P.- ¿Jiménez Losantos te gusta?
R.- Bueno, tiene su parcela y la defiende con uñas y dientes. Hay que respetarlo, estés de acuerdo con él o no. En la radio todo se acepta mientras tú sientas que lo que dices es verdad. El oyente se entera cuando mientes adrede. Mi secreto es haber dicho siempre la verdad, no engañar nunca a la audiencia. Se puede engañar a otra gente, ¡a la audiencia no!
P.- ¿Tú crees que una gran leyenda debe tener siempre un gran antagonista, como te pasó con José Ramón de la Morena? ¿Es necesario que estos piques existan?
R.- Yo no estuve realmente picado. El gran pique suyo fue con García. Pero conmigo, lo que era una amistad muy profunda, se convirtió en cariño. Tuvimos divergencias, nos enfadamos. Un poco mi culpa, otro poco la suya. Pero con el paso el tiempo las asperezas se liman. Un día me llama Juanma Castaño y me dice "oye, que dice Joserra que quiere volver a ser amigo tuyo".
P.- Qué cosa más naif, ¿no? Con enviados especiales…
R.- Bueno, yo le dije "yo nunca he dejado de ser amigo de Joserra, pero no me apetece la idea, a qué viene esto ahora, después de más de diez años…". Al final me convenció y quedamos. Fue gracioso. Nos dimos un abrazo y no hablamos para nada del pasado. ¿Sabes lo difícil que es eso, con el pasado en común que tenemos ambos? Era como "vamos a vivir a partir de ahora, dejémonos de mamonadas". Me ha alegrado recuperar su amistad, su cariño. Es uno de los referentes de la radio española de los últimos veinte años.
P.- Cuando sustituiste a Joaquín Prat firmaste "el mejor contrato de tu carrera". ¿De cuánto era?
R.- Vamos a ver, cuando Prat se va, no me eligieron a mí para sustituirle, eso me dolió muchísimo. Primero me dijeron que yo, luego que no. Muy feo. Estuve a punto de dejar mi carrera. Pero soy gallego y vocacional, y se me ocurrió una idea. Yo sabía que el que había puesto no iba a durar, sabía que me iban a llamar. Así que a la secretaria de mi jefe, Pilar Gumuzia, le dije: "Vamos a escribir ahí y vamos a firmar Tomás y yo: si me llaman, voy a pedir más de un millón al año". Año 88. Así fue al final, claro. Era más del doble de lo que yo estaba cobrando. Me dijeron "no podemos pagar eso". Y le dije: "Pues no lo hago". Y…
P.- Buena jugada, Pepe.
R.- Lo fue. Aceptaron después de mucho tira y afloja. Ahí empecé de verdad a ganar dinero en la radio.
"Llega un momento en el que ganas tanto que te deja de importar el dinero"
P.- ¿Te has hecho rico en la radio?
R.- Sí. Sí. Antes no ganábamos mucho, pero desde Carrusel Deportivo fui creciendo. Llega un momento en el que ganas tanto y tienes tus "necesidades de felicidad" cumplidas… que te deja de importar el dinero. Yo no hago galas, no hago nada, si me llega con lo que hago. Pienso: "¿Seré más feliz si gano un millón de euros más?". Y no: tengo la mujer que quiero, unos hijos estupendos, dos nietos maravillosos, mi casa de toda la vida que no la quiero cambiar… podría tener una casa mejor y no quiero. Tengo amigos. Me divierto, me lo paso en grande. Viajo, juego al golf. ¿Qué más quiero?
P.- ¿Y qué has hecho con tantísimo dinero ganado en estos años?
R.- Pues mira, donárselo a mis hijos, aprovechando que con la donación en Madrid ahora no pagas, pagas muy poquito. Hace poco les he donado para que compren una casa cada uno y les he donado aparte más dinero para que puedan vivir su vida sin problemas.
P.- Qué regalazo. Así da gusto.
R.- ¡Hombre, no! Pues claro. El resto me lo voy a pulir yo, si puedo. No sé si voy a tener tiempo para pulírmelo todo.
P.- ¿La SER y la COPE son las dos Españas?
R.- Pues sí. Ahora mismo sí. Hace tiempo no sé. Ahora que estoy en la COPE y que he estado en la SER, puedo decirte que sí. Yo soy equidistante. Me gusta lo bueno de un lado y lo bueno del otro.
P.- ¡Gallego!
R.- Sí, por un lado no sé y por otro, qué quieres que te diga (ríe). Eso sí: aunque la COPE sea de derechas, nunca nadie me ha censurado, nunca nadie me ha dicho que diga determinada cosa, determinada consigna política… no. Sin embargo, sí me la dieron en la SER.
P.- Pero cuenta.
R.- No voy a decir quién ni cómo porque pertenece al pasado, a las cosas íntimas. Pero en la SER me echaron de un programa porque lo pidió un ministro. En la COPE, nada, y mira que en Tiempo de Juego somos iconoclastas, rompemos con todo y decimos burradas. Yo no estoy casado…
P.- A ver si en la COPE piensan que estás viviendo en pecado, Pepe.
R.- (Se parte). ¡Es que es eso! ¡Con los obispos y tal…! Pues yo he dicho en antena que tengo dudas de dios y nadie me ha reprochado nunca nada. Yo no he visto obispos por la COPE andando ni diciendo nada, ¡no he visto ni uno! Yo voy a mi aire.
P.- ¿Y dónde has sido más feliz?
R.- Ahora en la COPE. En La SER fui feliz porque allí empecé y estuve 37 años. En 37 años tienes tiempo para ser muy feliz. Para mí no existía otra cosa que la SER, y cuando no conoces otra cosa, eres feliz con lo que tienes. ¡Ahora, el día que conoces otra cosa y comparas…! Bueno. En COPE somos muy felices, hay familiaridad, te dan cariño. Mira, ayer, por ejemplo, hice una cena con los invitados al programa, con Vicente del Bosque, con Almeida, con mi sobrina Cristina Castaño… y vino el presidente de COPE a cenar con nosotros. Eso en la SER, con Jesús de Polanco, era imposible.
P.- Vaya revolución hicisteis en la salida de la SER. 50 personas marchando. Todo un motín. Parecíais comunistas.
R.- Fue increíble y no creo que se repita nunca más. Fue una revolución mediática. Lo consiguió Paco González porque es un personaje fuera de lo común. Nos fuimos por él. No pretende nada, piensa en el equipo, no quiere premios.
P.- Has dicho "que le den" a la SER.
R.- Sí, pero bueno, no a la SER, donde tengo grandes amigos, sino a tres personas que se portaron muy mal conmigo. No me dejaron despedirme de mi audiencia después de 37 años, aunque lo habíamos pactado así. Ni adiós, ni hostias. Después de darlo todo por esa empresa. Les mandé a tomar por el culo. A Raúl Rodríguez, a Augusto Delkáder y al correveidile, al abrazafarolas de Dani Anido. Esos tres tienen mi desprecio eterno.
P.- ¿Qué has aprendido de España en tantos años en las ondas?
R.- ¿Por qué nos da tanto miedo gritar "viva España"? ¿Qué pasa, que eso es un grito fascista; que España se la han apropiado la gente que no quiere democracia, que no quiere libertad? Yo gritaré siempre "viva España" con todas mis fuerzas, mi país democrático, moderno, avanzado, que ha demostrado al mundo que se puede hacer una Transición de una guerra entre hermanos y una Constitución que cumple con todas las expectativas de libertad. Me duele mucho que haya gente que en lugar de "España" digan "Estado Español". Esto es España, ¡señores! Gritar "viva España" es gritar "viva la vida, viva la libertad y viva la gente".
"Yo gritaré siempre ‘viva España’: significa ‘viva la vida, la libertad y la gente’"
P.- ¿Quién es la persona de España más poderosa que has conocido? ¿Quién mueve los hilos del garito?
R.- No he tenido mucha relación con poderosos...
P.- Perdóname, Pepe, pero has estado citando unos nombres…
R.- Cuando García descolgaba el teléfono y hablaba con el rey… eso es tener poder. Cuando Jose Ramón levantaba el teléfono y hablaba con el presidente el Gobierno… eso es tener poder. Y usarlo. Yo también podría hacer eso, pero la verdad es que no lo he hecho.
P.- ¿Nunca has llamado al rey?
R.- No, pero les conozco, al emérito y al nuevo. Nos llevamos bien. Cuando Juan Carlos me entregó el Premio Nacional del Deporte, me dijo: "Pepe, ¿un purito?" (ríe). Levantar el teléfono y llamarles es poder, pero ojo, que el poder te corrompe. Cuando tú eres capaz de levantar el teléfono y que se ponga quien tú quieres… te crees el rey del mundo. Es muy peligroso.
P.- ¿Cuáles serían las últimas palabras que dirías por la radio?
R.- "No sé qué decir… Ya lo he dicho todo. Han sido casi 60 años pegando gritos, inventando palabras. ¡Lo he dicho todo! Quiero que les quede lo más grande que tengo: el amor, la ilusión y las ganas de vivir".