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Jesús Cintora (Ágreda, 1977) es un tipo muy afable en el trato, con cierto don de gentes: no se siente muy lejano al niño que se crio en un pueblo del Moncayo, hijo de un ganadero y de un ama de casa, y que empezó en esto del periodismo porque tenía un "maestro en la escuela" que colaboraba en el Diario de Soria y que empezó a mandar allá sus artículos porque le gustaba cómo escribía. Poco más, comenta.
En las retinas le araña todavía una España sórdida en blanco y negro: "Mi madre calentaba el agua en una lata de conservas para bañarnos porque en casa no había agua caliente, ni lavadora, ni frigorífico, ni ducha", expresa. "Nos bañaba en la misma pila en la que luego fregaba los cacharros". Y le retumba en la mente la radio siempre puesta, como el runrún de la vida sonando. "Vengo de esa España que se esforzó y trabajó un montón para vivir dignamente, y eso no se me quita. Un día cogí un tren para irme a estudiar a Pamplona y elegí el periodismo".
No tiene sacralizado el oficio: no es de esos cursis. "Podía haber elegido, igual que algunos amigos de mi infancia, el ser panadero o fontanero o peón de albañil, como fue mi abuelo. A mí me gusta la gente que empieza clavando un clavo y luego acaba haciendo unas puertas magníficas: eso para todo en la vida". Jesús Cintora aún es, en su pueblo, "el nieto de La Milagros, la Carrasca", una hembra, como él la llamó, "de árbol duro, de corteza fuerte". Hace poco se le fue esa mujer de su vida. También él ha tenido que robustecerse por el camino de los medios, y eso que ha estado en casi todos.
En televisión ha estado al frente de Las cosas claras, Las mañanas de Cuatro, Cintora a pie de calle o Carretera y manta. En la radio trabajó durante quince años en la Cadena SER, donde coordinó el tramo informativo de Hoy por hoy con Iñaki Gabilondo o dirigió Hora 14 y Hora 25 Fin de Semana. También fue miembro de la redacción que arrancó Radio Marca y ha colaborado con Telecinco, RTVE, 13TV o la Agencia EFE. Casi nada.
Ha vivido en sus carnes lo que son las reyertas con el poder político -ese que no quiere que salgan a la luz ciertas informaciones ni tolera ciertos enfoques-. Le ha costado algún disgusto ser progresista y actuar como tal. La pasada temporada, RTVE canceló su programa Las cosas claras a pesar de que los datos acompañaban, y en su lugar colocó a Ion Aramendi con Mejor contigo. Ahora Cintora publica No quieren que lo sepas (Espasa), un libro como una navaja contra las estrategias de los poderosos para mantener su statu quo -mientras el ciudadano lo paga-.
Pregunta.- ¿Cómo es ahora un día normal en tu vida? Me gustaba mucho lo que contabas en el libro que decía tu abuelo. En lugar de preguntar "¿cómo estás?", preguntar "¿qué vida llevas?".
R.- Me gusta levantarme por la mañana muy pronto, en torno a las 6 o las 7; abro la prensa digital, porque tengo clasificados un montón de diarios digitales -aunque a algunos esté suscrito y a otros no-, y voy leyendo un montón de prensa.
P.- Me recuerda a una canción de Nacho Vegas que decía: "Desayunas leyendo la prensa para saber lo que hay que pensar".
R.- Bueno (ríe), la frase está muy bien. Lógicamente, el conocimiento es la materia prima para tener un sentido crítico, para acerarte a la realidad, y ya a partir de eso desarrollar tu propia noción, sin duda. Dicho esto: una persona informada vale por dos. Leo, veo mucho las redes sociales, hago deporte, me encanta la música, escribo, avanzo con proyectos y trabajo, quedo con amigos… ese tipo de cosas. Siempre tengo al lado del escritorio una guitarra eléctrica y de vez en cuando hago mis riffs, mis cosas.
P.- ¡Anda!
R.- Nosotros fuimos teloneros de Rosendo en el año 97 (sonríe). Y nos grabó una maqueta Ramón Gacías, que ahora es el batería de Bunbury.
P.- ¿Cómo surge este libro; qué es lo que no quieren que sepamos?
R.- El periodismo está para contar lo que pasa y sólo contra ya puede ser revolucionario, porque hay quienes quisieran que no se contar. La pretensión del libro, precisamente, es contarlo, es adentrarse en las tripas del poder. ¿Quién maneja el cotarro?
P.- Eso digo yo. Quién maneja mi barca, que decía la canción.
R.- (Ríe). Qué mal quedó aquella canción en Eurovisión y luego qué de culto fue, para que veas. En definitiva, los poderosos. ¿Por qué tenemos un sistema judicial donde hay una politización que debiera terminar, donde hay un reparto político de cargos que están en los órganos de dirección de la justicia, donde tenemos un número de aforados que no tiene parangón, donde lógicamente les tiran de la oreja desde el grupo europeo que combate la corrupción, el Greco?
¿Por qué tenemos experiencias en España como que un rey emérito, habiendo conocido todos los escándalos de corrupción, quede impune? ¿Por qué ocurre en España que inspectores de Hacienda que están investigando a gente muy gorda cogen y los cambian de destino y los mandan a otra comunidad? ¿Qué ocurre con los medios de comunicación; qué lazos hay con determinados poderes políticos para conseguir que unas cosas se cuenten y otras no…? De eso va este libro.
"España no es un país corrompido, ya quisieran: sólo es un lugar donde a determinados niveles no se ha llegado a hacer justicia"
P.- Casi nada. ¿Dirías que España es un país corrompido?
R.- No, ya quisieran.
P.- O sea, ¿que a pesar de todo se libra del peso del sistema?
R.- Yo soy de los que creen que el bien siempre se tiene que imponer al mal…
P.- Pero, ¿se está imponiendo o no se está imponiendo?
R.- Yo creo que España es un país donde hay demasiados corruptos y es más, demasiados corruptos que han quedado impunes, y hay determinados niveles donde no se ha llegado a hacer justicia; pero en absoluto el país es un país corrompido. Es un país con un entorno natural maravilloso, tenemos gente con una creatividad encomiable, tenemos al mismo tiempo un ocio y una cultura envidiables e históricos, tenemos a gente que trabaja y que lucha a pesar de que haya ineptos que intenten evitarlo… no se debe generalizar.
P.- ¿En quién confías?
R.- Amigos, amigos, hay pocos: y eso es verdad.
P.- Siendo un periodista crítico con el sistema te parecerá que está todo un poco manchado.
R.- Todo no está manchado. La pretensión del libro ir a esas zonas manchadas: quién tiene el poder, qué ocurre con los grupos estratégicos que manejan empresas como las energéticas, las petroleras, qué ocurre con la banca, la justicia, las constructoras… etc. ¿Qué ocurre con los que tienen la capacidad de influir en un medio de comunicación y poner o quitar una campaña publicitaria, o los que presionan a un directivo para que ponga o quite tal programa? Ojalá la pluralidad que hay en la prensa digital la hubiese también en la televisión, por cierto. Ojalá muchos programas, que la gente pueda elegir. Los que manejan el cotarro quisieran una sociedad más aborregada o con menos capacidad de crítica y eso va en detrimento de la calidad democrática.
P.- ¿Quién es en realidad el hombre más poderoso de España, si no es Pedro Sánchez?
R.- Hay varias personas muy peligrosas.
P.- ¿Quiénes?
R.- No, no me gusta…
P.- Hombre, si estás levantando alfombras, estás levantando alfombras.
R.- No, es que se lleva mucho simplificar y este libro es una reivindicación de los matices. No hay un único culpable ni me gusta poner sambenitos a la gente como se hace tanto en España: etiquetarles, arrinconarlos. Esto va en detrimento de la justicia. Pero uno sí se plantea qué pasa cuando el directivo de una gran eléctrica donde se están alcanzado beneficios récord tiene capacidad de fichar al que era el jefe de los espías de España -al hombre que más información sensible tiene en este país-.
Al mismo tiempo que ocurre esto -beneficios, fichajes, puertas giratorias- hay ciudadanía que está pagando más por el recibo. Y ves al poder político que no acaba de embridar ese asunto, no acaba de conseguir una rebaja del recibo… están abusando, todos. El Gobierno no les encauza. Y no hablo sólo de las eléctricas, sino también de las constructoras, por ejemplo. Aquí, durante mucho tiempo, ha habido un señor que se suponía que era la máxima autoridad, que era el rey emérito, que durante mucho tiempo tuvo relaciones con la corrupción y se piró hacia otro lado. Se le consintió, sabiéndolo, incluso.
"Al rey emérito se le consintió la corrupción aún conociéndola: ese es el capitalismo de amiguetes"
P.- Porque era muy campechano…
R.- Es el capitalismo de amiguetes. Muchos se le arrimaban y obtenían un rédito de eso, o eso parece. Lamentable. Ocurrió, yo creo, como en el Lazarillo de Tormes. ¿Te acuerdas del Lazarillo y del ciego? Dicen "vamos a coger este racimo de uvas y vamos a ir repartiéndolo de una en una". Hay un momento en que el ciego empieza a coger de dos en dos y el Lazarillo, en vez de hablar, decide coger de tres en tres. Eso es lo que ha pasado aquí: han roto el pacto social. El ciego le dijo: "Presumo que me has engañado, porque yo me he puesto a coger de dos en dos y tú no has dicho nada". En el caso del rey emérito igual, hay quien ha callado porque le ha venido bien.
P.- Hasta hace poco liberabas un programa que cumplió con sus expectativas de audiencia y a pesar de sus datos fue eliminado fulgurantemente. ¿Quién persigue a Jesús Cintora? ¿Te sientes vetado?
R.- Bueno, a ver… de Las cosas claras, en TVE, lo que hay que decir es que es un programa que gozaba del apoyo del público, porque tenía buena audiencia, porque tenía una tendencia positiva. Se hacía para el público. No se hacía pensando únicamente en el gusto de algunos políticos, que también son parte del público. Se hizo con vocación de servicio público. Para una persona de pueblo como yo, es bonito, y estoy agradecido por haber hecho un programa en TVE, pero sí pondré en valor el hecho de que se nos encargó hacer ese programa con esa fórmula.
Era una fórmula mixta, mitad de TVE, mitad de una productora. A mí se me encargó así y así lo hicimos. Hubo quien incluso lo llevó a Competencia diciendo "no, es un programa informativo y no puede hacerse con esta fórmula". Y Competencia dijo: "Es un programa de actualidad con una carga de servicio público y se puede hacer así".
Si a mí me hubieran llamado a un despacho y me hubieran dicho "no, se tiene que hacer con esta fórmula, al 100% personal de TVE", lo hubiera hecho, pero nunca se me brindó esa alternativa. Se me dijo esa fórmula y con esa fórmula intenté hacer el mejor programa para TVE. Me levantaba a las 4.45 h de la mañana cada día. Por ahí pasaba gente muy variada, por ejemplo, Pedro J., el director de EL ESPAÑOL. Y también otros periodistas.
"En mi programa de RTVE quise que fuésemos una voz más, pero esa voz se silenció y se calló, interesadamente"
P.- ¿A quién le molestó, pues? ¿Quién movió esos hilos?
R.- Yo creo en la competencia, en la pluralidad de medios, y creo que tiene que haber programas diversos. Yo dije que quería hacer ese programa con vocación de ser una voz más, pero esa voz se silenció y se acalló, interesadamente. La mía y la de más colaboradores.
P.- Qué poco sofisticados son a veces en sus vetos, ¿no? Quiero decir: qué torpe el sistema cuando usa la brocha gorda.
R.- Eso lo dices tú y me lo dice mucha otra gente por la calle. Te aseguro que me para un montón de gente y me dicen que no lo han entendido ni lo van a entender. Y menos en la Televisión Pública. Creo que contábamos con rigor y agilidad lo que estaba pasando. Pero decidieron quitarlo de esta forma… y bueno, hay que seguir. No me voy a rendir para que haya más oportunidades.
P.- Podemos insistió para que eso no sucediera, para que no te cerraran el programa. ¿Ese romance es mutuo?
R.- Hubo varias formaciones políticas que lamentaron lo que estaba ocurriendo, no sólo una. Pero eso ya no me afecta a mí. Sobre eso deberían responder los partidos políticos y explicarlo.
P.- Ah, pero no lo explican.
R.- A veces hay silencios que son estruendosos.
P.- ¿Se paga caro mostrarse progresista o de izquierdas en la televisión?
R.- Yo me identifico como una persona que intenta defender el sentido común, te lo digo tal cual. Si me preguntas por la economía, te diré que no soy comunista, pero que me parece que vivimos en un capitalismo salvaje en algunas facetas al que el poder público tiene que plantarle cara para ordenarlo. No creo en el liberalismo o en el capitalismo absoluto sin intervención por parte del Estado.
Creo mucho en el punto medio, en el término medio de las cosas. Si me preguntas por mis sentimientos con los derechos sociales, creo que en este país ha habido grandes avances en temas de igualdad, para el colectivo LGTBI, para las mujeres… que hay que defender. Y luego creo mucho, firmemente, en la cultura del esfuerzo, en el mérito de la gente.
P.- Esto último dirían que es de derechas. Meritocracia, ascensor social…
R.- En absoluto. Conozco a muchísima gente que se ha partido el lomo y eran de izquierdas, y al revés. A veces hay más puntos en común de lo que pudiera parecer en ciertos aspectos.
P.- ¿Cómo se trabaja como periodista cuando hay un Gobierno de izquierdas y cómo cuando hay uno de derechas?
R.- Pues es que depende. Hay de todo como en botica. Cada uno te podrá contar según le va. Yo hablo por mí: el gremio, el sector tiene que reivindicarse más y ha sufrido una serie de cornadas o de recortes o embates o como lo quieras llamar, por parte de poderes económicos y políticos ante los que se ha ido cediendo. El poder político quiere palmeros, gente sin sentido crítico.
P.- Pero, ¿quién es el poder político? Me suena tan genérico eso…
R.- Los partidos, los gobiernos, la jefatura del Estado, los gobiernos autonómicos… y quisieran únicamente palmeros. Hay experiencias lamentables como una Ley Mordaza, como la concentración de medios que hay que intentar combatirla… y una precarización terrible en el periodismo.
"El poder político sólo quiere palmeros"
P.- Digo yo que tú, viendo tu propia trayectoria, te habrás dicho a ti mismo: "Si hubiera sido más dócil, ¿habría ganado más pasta?".
R.- (Ríe). Pues sí. Habría ganado más dinero, probablemente, pero no me duele nada pensarlo, todo lo contrario. Uno elige un camino y uno opta por lo que quiere ser, yo opté por ser periodista.
P.- ¿Has puesto tus intereses por debajo de tus ideales?
R.- De entrada, si uno quisiera ganar mucha pasta, como dices tú, no sería periodista.
P.- Oye, o no, que hay periodistas que cobran muy muy bien.
R.- Sí, pero no es lo que se asocia enseguida a la profesión. Este oficio es vocación. He tenido experiencias muy diversas con gobiernos de uno y otro tipo…
P.- ¿Quién te ha tratado peor?
R.- Yo reivindico el papel del periodismo para establecer cercos a sus intromisiones. En los medios claro que tiene que haber una línea editorial, pero hay que estar fuerte ante tentaciones de control, que las hay, y cada vez más, por parte de poderes en la sombra. No pueden pretender que todos seamos ovejitas, gente dócil que está aplaudiendo en Twitter y diciéndoles a todo "qué guay". A mí ahí no me van a encontrar.
P.- Has estado en medios variopintos, ¿en cuál te has sentido más libre?
R.- Yo soy un hijo de la SER, de la SER de aquellos años… estuve casi quince años ahí. Tuve experiencias en la radio local, y luego trabajé en informativos y en programas en esa radio que imprimió en mí un sentido del periodismo que tenía que ver con la denuncia, incisivo.
Trabajar con gente como Iñaki Gabilondo durante siete años, casi… eso, quieras que no… marca. Somos hijos profesionales de aquellos con los que hemos estado. Ahí era joven, ingenuo, y tenía más ilusiones, por eso también creo que son los años más bonitos. Me acuerdo de Carlos Llamas, en paz descanse… era un crack en la radio.
P.- ¿Un periodista puede ser amigo de sus fuentes? ¿Un periodista puede tener amigos políticos?
R.- Sí, por qué no, políticos, expolíticos… de entrada, es que esta pregunta es muy relativa, porque tú puedes tener un amigo que es tu amigo antes de llegar a ser político. Yo, sinceramente, no tengo amigos políticos. Pero ninguno. Mis amigos son, por ejemplo, Juan Luis, con el que monté un grupo de rock en el instituto y ahora es músico profesional y da clases en el conservatorio de Huesca. O Sergio, compañero periodista en Pamplona: nos juntábamos siempre Sergio, David Beriain -al que asesinaron no hace tanto- y yo. Tuvimos anécdotas increíbles. Una vez íbamos tarde a un concierto de Extremaduro e hicimos una maniobra prohibida con el coche: nos paró la poli secreta y nos puso contra el coche. Yo no llevaba DNI, y llevaba el pelo largo, unas pintas que entonces parecían sospechosas. Eran tiempos en los que ETA estaba matando, habrá mucha kale borroka, y salías por Pamplona y por la noche veías helicópteros sobrevolando.
"Se puede ser periodista y tener amigos en política, pero yo, la verdad, es que no tengo ninguno"
P.- ¿Nochecita en calabozo?
R.- (Ríe) Qué va. No teníamos móvil, pero me sabía perfectamente el teléfono del cuartel de la Guardia Civil de mi pueblo y les dije: llamad a estos, que saben quiénes somos, que en el pueblo nos conocemos. Cuando llegamos al concierto ya no había entradas, pero estábamos cerca de la puerta y hubo gente que empezó a empujar… se formó una tromba… y entramos. Esos son mis amigos y esas son mis historias con mis amigos.
P.- ¿A qué trabajo dentro del mundo del periodismo te negarías? ¿Presentarías cualquier tipo de formato, por ejemplo, de entretenimiento estilo Sálvame, si te cerrasen las puertas de la información política?
R.- En esta profesión hay que saber decir que no, y yo he dicho que no a varias propuestas. Uno intenta ser coherente. Me encantaría hacer una incursión: me encanta la música, me encanta el mundo de la cultura, me encanta la naturaleza, me encantan muchas cosas, pero no me interesa la prensa rosa. Respeto a quien le interese. Podría verlo como parte de un programa, quizá, pero dirigir un programa como Sálvame no creo, no me veo, y hay gente que lo hace infinitamente mejor que yo.
P.- ¿Podrías dirigir un medio con una línea editorial contraria a la tuya?
R.- Bueno, dentro de mi posición siempre intentaría defender el sentido común, e igual leo artículos de El Español que de El Confidencial que de Infolibre que de El País. Estoy abonado a todos los que te he dicho, ahí encuentras más de dos o tres artículos interesantes al día.
P.- ¿Cuál es el modelo de televisión pública que hay que seguir? Telemadrid, TV3, Canal Nou…
R.- En general, una televisión pública tiene que ser fresca, sin complejos, con rigor y agilidad. Yo echo la vista atrás y pienso en esa televisión que hacíamos en los años ochenta y había una frescura, una falta de complejos, no había autocensura a la hora de poder ser incómodo, porque a veces hay que incomodar a los que merecen ser incomodados… ¿por qué?
Porque hay gente a la que le molesta que hables del precio de la luz si está subiendo mucho. Eso es así y ya se pueda quejar Agamenón o su porquero. En TVE, insisto, quisimos ser una voz más y nos dejamos la piel por ello y ahí está el trabajo.
P.- ¿Puede el PP ser presentable democráticamente pactando con Vox?
R.- Mira, te voy a contar una cosa. Yo a Pablo Casado lo conocí por aquel programa que empezamos a hacer, Las mañanas de Cuatro. En la primera edición vino Pablo, y te digo algo: antes de ser el líder del PP ya se veía venir que iba a tener serios problemas ante competencias que se le estaban planteando desde la derecha. Él era muy consciente, siempre lo fue, ya lo era entonces.
Y eso que habían ganado las elecciones con una mayoría absolutísima, pero él ya hablaba de un concepto parecido a un "gigante con pies de barro". Hablado con él. Luego llegó a liderar el Partido. Y luego, cuando hablamos de "lo que no quieren que sepas", fíjate, el PP es el gran caso. Todo lo que se llega a mover en la trastienda de un partido. El PP lo ha hecho ya: si necesita a Vox para mantener o conquistar el poder, lo va a hacer, no tengas la mínima duda.
"Yo creo que hay gente muy demócrata en el Partido Popular"
P.- Pero, insisto, ¿te parece eso presentable democráticamente?
R.- Creo que no deben ponerse en práctica políticas de retroceso en derechos sociales de las mujeres y del colectivo LGTBI, de las víctimas de cualquier terror -ya sean las víctimas de ETA o las de Franco-. En eso no debe haber retroceso, aunque luego digamos de Vox lo de "perro ladrador, poco mordedor".
Pero mira, ya han inoculado en un sector de la sociedad el negacionismo de la violencia de género, por ejemplo. Están relativizando esos asesinatos y es inaceptable. Ojo, yo creo que hay gente muy demócrata en el Partido Popular. No creo en lo de "todos los del PP son fachas". No creo en eso en absoluto.
P.- ¿Cuál es el mayor error que está cometiendo la izquierda actual?
R.- De entrada, hay hasta debates sobre quién es y no de izquierdas… y qué es la izquierda y qué no.
P.- Hablemos de la del Gobierno, por centrarnos.
R.- Hasta en eso hay debate. Porque luego se puede ser de izquierdas y no aplicar políticas de izquierdas. El movimiento se demuestra andando.
P.- ¿Te está pareciendo poco de izquierdas nuestro Gobierno de izquierdas?
R.- No, hay políticas de izquierdas, sin duda, y otras que dejan desear. La reforma laboral que se dijo que se iba a hacer no es la que se ha hecho: esa es la realidad. Se dijo que con esta reforma se pasaría página a la precariedad en España… y hombre, no. Pasar página, pasar página… pues no. Hay que demostrar que se es un Gobierno de izquierdas también la práctica y conquistar más espacios de libertad.
P.- Gobierno de izquierdas, bueno, pero, ¿se abre una comisión de investigación contra el rey emérito, se sube impuestos a las grandes fortunas, se interviene la cuestión de la luz…?
R.- Lo del rey es importante. No me interesa tanto que se abra una comisión de investigación como que se siente en el banquillo como cualquier hijo de vecino que hizo lo que hizo. Y no me interesa tanto que pida disculpas como que rinda cuentas ante la justicia. Las disculpas del emérito me dan igual, ya sé que es un mentiroso y lo ha demostrado. ¿En cuanto al Gobierno progresista? Pues hay cosas que se han hecho bien y otras que necesitan mejorar.