12 junio, 2022 03:08

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Qué voz tan interesante tiene el académico de la RAE, profesor, historiador de la lengua y lexicógrafo Pedro Álvarez de Miranda (Roma, 1953): el mundo perdió un gran talento radiofónico pero ganó a un hombre lúcido y amable que habita la casa de barro de las palabras, que son un refugio aunque a veces manchen. Ah: mejor que una casa de barro, las palabras bien podrían ser un castillo forrado de espejos, porque enfrentan a una sociedad a su verdadera imagen, a sus sonidos emocionales, a sus ideologías subrepticias, a su gracia y su personalidad, a su manera de leer -y llamar- al mundo. ¿Nos gustará lo que vemos, al cabo?

Álvarez de Miranda es divertido, fluvial, fresco: no se enfada tanto como los españolitos por Twitter a cuenta de las guerras lingüísticas. De hecho, no se enfada nada. Para qué, si luego la lengua va a su rollo, si está sorda a las imposiciones de la política o de la cátedra, si no tiene dueño ni presenta respetos, si es tan bella e ingobernable como España. ¡Terriblemente democrática, la lengua, y cuánto duele eso a algunos, algunas o algunes! Nuestro académico vive para estudiarla y sonreírle a sus giros nuevos, a su magia escurridiza. Parece un oficio valioso, el de tratar de capturar el arcoíris en una botella. Y conseguirlo tantas veces.

Perteneció a la comisión de la RAE a la que Carmen Calvo encargó un informe sobre cómo sería una Constitución feminista -inclusiva, digamos-, y en noviembre de 2018 publicó su libro El género y la lengua (Turner Libros). Es de todo menos un intelectual aupado en una torre de cristal, es de todo menos un carca. Pedro Álvarez de Miranda tiene el oído y el cráneo -privilegiado- abierto a los murmullos de la calle. A la actualidad del vocabulario. A las expresiones vivas como vísceras calientes. Hasta sabe que un "cayetano" es un "pijo" y que este concepto se cristalizó a partir de una canción del grupo Carolina Durante: "Todos mis amigos se llaman Cayetano, no votan al PP, votan a Ciudadanos… siempre tres botones desabrochados, menudo pelazo, CEU San Pablo". Si esto no es un académico moderno, que venga Dios y lo vea.

Nos lleva de paseo por la sede institucional de la RAE en Madrid, allá en la calle Felipe IV, y no saben ustedes qué delicia, que fantástica quietud, qué templo tan excepcional, tan desconocido y a la vez tan nuestro. Charlamos en una de sus salas, rodeados por los retratos de todos los directores de la noble casa, imponentes como fantasmas del tiempo viejo y el tiempo nuevo. Desde un marquito, nos sonríen Felipe VI y la reina Letizia, para que no se nos olvide por qué esta Academia se llama "real". Vaya por delante que están guapísimos. 

P.- ¿Se siente usted poderoso como académico?

R.- No.

P.- Pero sabe que la gente les ve como a un animal mitológico o como a doctos policías de la lengua.

R.- La gente se equivoca. Digamos que los académicos-escritores tienen un glamour que no tenemos los académicos-filólogos, que somos unos perfectos desconocidos y no tenemos esa aura de fama. Luego están los sabios en otras cuestiones: juristas, filósofos… personas con gran categoría intelectual.

P.- Esos sí que tienen poco glamour, los pobres.

R.- (Ríe) ¡Hombre, no sé…! Mira Emilio Lledó. Pero esta composición tripartita de la Academia es una originalidad de nuestra, de la Academia Española, algo que no tiene, por ejemplo, la francesa, y yo creo que es una de las claves del éxito o de la proyección social y cultural que tiene esta casa.

P.- ¿La Academia… es rancia?

R.- (Suspira).

P.- Yo le he leído a usted decir que sí, que cómo no va a serlo si tiene tres siglos a sus espaldas.

R.- No recuerdo haberlo dicho; lo que sí es, es antigua. "Rancia" tiene una connotación peyorativa que no voy a emplear.

P.- ¿Y si usamos "conservadora"? Dice Savater que el que es conservador, lo es porque tiene algo que conservar.

R.- ¡Tampoco! Es antigua. No quiero dar una imagen de la Academia que no sea exacta: ha sido conservadora mucho tiempo, sí. Desde Don Ramón Menéndez Pidal, la función de la Academia ha sido el estudio de la lengua, y eso antes no era así. Los académicos del XIX aún se creían investidos de una especie de autoridad que no se sabía de donde les venía -como prohombres de la patria: políticos, juristas, algún obispo, aristócratas-. Pero en 1925 esa idea gira.

El académico y lexicógrafo Pedro Álvarez de Miranda.

El académico y lexicógrafo Pedro Álvarez de Miranda. Sara Fernández.

P.- ¿Hay alguna norma de la RAE que usted incumpla por placer privado?

R.- La ortografía es el único terreno en el que la RAE tiene una potestad clara, y tenemos la suerte de que todo el mundo hispánico acata estas normas. Somos 23 países con una ortografía común, y no me gusta hacer mucho triunfalismo, pero… yo puedo leer a Cortázar y a Carlos Fuentes sin ningún problema. La RAE tomó una serie de decisiones bastante progresistas en el siglo XVIII para modernizar la ortografía, todo el mundo acató eso y a partir de determinado momento se vuelve conservadora, sí, porque lo mejor con la ortografía es no tocarla: tocas cualquier cosa y la fastidias.

P.- Se nos cae el castillo.

R.- Bueno, hay académicos disidentes, hay algunos que no respetan las normas de la Academia.

P.- ¿Quiénes?

R.- No te lo voy a decir.

P.- ¡Pues amenazo con googlearlo!

Javier Marías y Pérez Reverte, intelectuales y académicos míticos.

Javier Marías y Pérez Reverte, intelectuales y académicos míticos.

R.- Arturo Pérez Reverte y Javier Marías.

P.- ¿Los más chulos de la casa?

R.- (Ríe). Ellos no acataron unas determinadas normas sobre acentuación: a la palabra "guion", por ejemplo, le siguen poniendo tilde aunque no lleva y tal. Yo creo en el "acatar rechistando", yo rechisto pero acato. No estaba de acuerdo con algunas de esas enmiendas pero los acato. ¿Por qué? Porque creo en el carácter positivo que tiene la ortografía común.

P.- A pesar de Juan Ramón Jiménez…

R.- Eso es una excepción.

P.- Es un desafío.

R.- Sí, efectivamente, su caso es especial. Lo puedes hacer tú también, ¿eh? No pasa nada. México se empeñó en que su país se escribiese con "x", y las demás Academias al final lo aceptaron. También "Texas". Si a ti te da la gana de hacer algo, hazlo, aunque no todos somos Juan Ramón Jiménez.

P.- Le perdonaron, un poco.

R.- No tengo que perdonar nada a nadie, lo hizo, se aceptó; es una pequeña excentricidad que forma parte de su imagen literaria y poética.

"No hay académicos subversivos en la RAE, somos todos muy dóciles"

P.- ¿Quién es el académico más subversivo de la Academia?

R.- No hay académicos subversivos, somos todos muy dóciles.

P.- Venga ya, hombre. Alguno habrá un poquito más punki.

R.- (Ríe). ¿Punki? Joer, no fastidies. ¿Tú crees que este ambiente favorece el punkismo?

P.- Yo creo que hay hierbas revoltosas.

R.- Lo que hay es diferentes edades. Mira, a Mayorga le han dado el Princesa de Asturias. Juan es muy joven y llama la atención, dado que la edad media de los académicos es bastante alta. Es como si la filología y la longevidad tuviesen una especie de pacto.

P.- Parece que da años de vida ser filólogo. ¿Será un hechizo ancestral?

R.- ¡Ojalá! Lo único que pasa es que somos personas aburridas y poco dadas a los excesos.

El reflejo del académico.

El reflejo del académico. Sara Fernández.

P.- Esa es otra. ¿Entre académicos no quedan a echar unos vinos, unos puros o algo?

R.- (Ríe). Sí, sí, hay amistades cruzadas, por supuesto. Pero vamos, que eso ya entra dentro de la vida privada de cada cual…

P.- Entiendo. Oiga, cambiando de tercio: a veces parece que se emplea la palabra "castellano", en lugar de "español", para no agraviar a los catalanes o quizá a nuestros amigos hispanoamericanos… ¿Suena menos invasivo? ¿Esto es decoro o es una cobardía absurda?

R.- No es cobardía, es un asunto muy antiguo y complejo. Es una lengua que curiosamente tiene dos sinónimos, "castellano" y "español". Hay un librito célebre y clásico de un filólogo, discípulo de Don Ramón, que se llamaba Amado Alonso, titulado Castellano, español, idioma nacional, historia espiritual de tres nombres. Ahí lo dejan muy claro. En Argentina se usó mucho "idioma nacional". Amado Alonso dice que de puertas adentro en España es recomendable usar "castellano", si estamos pensando que el castellano se opone a, o se sitúa en el mismo plano que las otras lenguas peninsulares españolas: el catalán, el vasco, el gallego, el portugués incluso… mientras que a nivel extrapeninsular, a nivel europeo o mundial, lo lógico es usar "español".

P.- ¿Quién se ofende?

R.- Bueno, es que eres muy joven, pero cuando se redactó la Constitución hubo unas polémicas tremendas con esto. En el artículo 3 de la Constitución se dice: "El castellano es la lengua española oficial del Estado", y eso trajo discusiones enormes, porque había partidarios de decir "el español"… La Constitución se hizo con muchos deseos de mantener equilibrios con las llamadas nacionalidades y regiones -sobre todo con catalanes y vascos- y al final se consensuó esta redacción.

Los partidarios de "español" consiguieron meter un poco de rondón el adjetivo "española". Un artículo un poco baciyélmico. Yo creo que un catalán no debería ofenderse al escuchar "español" en vez de "castellano", y conozco muchos que no lo hacen, pero lo curioso del caso es que los catalanes más independentistas o los vascos más independentistas dicen: "Sí, sí, español"… lo usan para poner distancia. Para decir "no tienen nada que ver con nosotros". Hay matices en el asunto. ¡Hábitos! El nacionalismo no está en eso, creo yo.

"Un catalán no debería ofenderse al escuchar ‘español’ en lugar de ‘castellano’, el nacionalismo no está ahí"

P.- Pues dígamelo a mí, que hay veces que digo que soy periodista de "El Español" y noto algún mohín…

R.- ¡Claro, exacto! A mí me parece estupendo el nombre de la cabecera. El franquismo se adueñó de una idea de España ilegítimamente y eso me irrita: yo nunca me he considerado -ni por generación ni por nada- cómplice del franquismo, y reivindico la palabra "español". No me acompleja en absoluto. Pero en la izquierda ha habido muchos recelos hacia el concepto de "España" y hacia el adjetivo "español".

Las manos de Pedro Álvarez de Miranda.

Las manos de Pedro Álvarez de Miranda. Sara Fernández.

P.- ¿Dos lenguas pueden coexistir realmente o una acaba arrinconando a la otra? Luis García Montero me dijo que "la igualdad entre el catalán y el español es tan importante como la de hombres y mujeres".

R.- Mira, los sociolingüistas tienen un término que se llama diglosia, que no es lo mismo que bilingüismo. Diglosia quiere decir que dos lenguas conviven en un territorio pero que una está, en cierto modo, subordinada socialmente a la otra. Una tiene más prestigio social que la otra. Eso ha ocurrido durante bastante tiempo en Cataluña con el catalán y el español. Hay quien dice, no sé si exagera, que se está produciendo una inversión de la diglosia, es decir, que ahora tiene más prestigio en Cataluña el catalán y que la lengua que está en situación de inferioridad es el castellano.

P.- Tiene sentido, ¿no?

R.- No lo sé, no lo conozco. Pero lo ideal es que no haya diglosia, que dos lenguas convivan. Siempre habrá tensiones. Las ha habido en Canadá, en Quebec; las ha habido en Bélgica con el francés y el flamenco…

P.- Joan Margarit decía en un poema: "El castellano me ahoga, pero no lo odio / él no tiene la culpa de su fuerza / y menos todavía de mi debilidad".

R.- Sí. Yo, como me considero madrileño -aunque nací en Roma- y soy pétreamente monolingüe, me dan envidia los bilingües. Es una riqueza. Si yo me trasladara a Cataluña haría todos los esfuerzos posibles por aprender catalán.

P.- Bueno, es que tendría que hacerlo, porque si no, en ciertas Universidades, en conferencias, colegios… tendría usted problemas de literalidad. Y de simpatía.

R.- No lo sé, conozco gente que se ha ido a vivir a Cataluña y que se maneja con el castellano sin problemas. Yo creo que la cosa es no dramatizar. La convivencia entre lenguas, en general, funciona bastante bien.

"Yo reivindico la palabra 'español' y no soy cómplice del franquismo: no me acompleja en absoluto"

P.- ¿Vivimos en un país donde alguien opta por decir "Lérida" en vez de "Lleida" es mirado como un facha?

R.- No es lo mismo, esto es un topónimo. Es como Sanxenxo o Sanjenjo: yo voy a decir y a escribir siempre "Sanjenjo", y esto llévalo a "Lérida". Hablando castellano voy a decir "Lérida" siempre; si hablase catalán, diría "Lleida". "Lleida" es el nombre oficial, pero como hablo castellano digo "Lérida", igual que el nombre oficial es "London" pero decimos "Londres". Es de cajón.

P.- Y no quiere que por eso se piense mal de usted.

R.- De ninguna manera; no es ningún indicio de anticatalanismo ni de centralismo ni de españolismo ni de franquismo ni de nada. ¡Introduzcamos sensatez!

P.- Existe un 25% de obligatoriedad en Cataluña de dar clases en castellano. ¿Recuerda la polémica del niño de Canet de Mar? ¿Cree que la inmersión lingüística puede hacer que los niños hablen peor castellano o que tengan un vocabulario menos sofisticado?

R.- No lo tengo claro, es un tema complejo. A mí me parece que la enseñanza en Cataluña tiene que hacer lo posible por robustecer ese bilingüismo y evitar situaciones de preferencia o de prelación de una lengua sobre otra. Las leyes de educación tienen que salvaguardar eso. No he seguido mucho lo del 25%, pero me parece razonable, como mínimo, que un 25% de las clases se impartan en castellano…

P.- Para que no hubiera diglosia, debiera ser un 50%, ¿no?

R.- Pues probablemente sí. Habría que estudiar sociológicamente también los entornos. No es lo mismo un barrio obrero de la periferia de Barcelona que una localidad de Gerona medio rural donde casi todos los niños sean catalanófonos casi puros. No tengo ni idea. Habría que estudiarlo y sin imposiciones, pero que el resultado final fuese el bilingüismo de todos los niños y ciudadanos de Cataluña. Es curioso, porque en el País Vasco no hay estas tensiones, ¿no? Ya, porque el vasco es dificilísimo y lo habla una minoría de la población del País Vasco. Si se impusiera el vasco se armaría la de San Quintín.

El académico en uno de los sillones donde se reúnen los jueves.

El académico en uno de los sillones donde se reúnen los jueves. Sara Fernández.

P.- Se habla mucho del tema también entre el inglés y el español. Inmersión lingüística, vale, pero a qué precio. 

R.- Basta salir un poco de España para darse cuenta de que el nivel de conocimiento del inglés fuera de aquí es bastante más alto, y no digamos en los países nórdicos europeos. Un conductor de autobús, un taxista o un camarero, todo el mundo habla un inglés impresionante en Dinamarca o en Holanda. En Francia, no tanto. Y en España… ya ves…

P.- Se nos da regularcillo. Acuérdese de Mariano. Vamos, de Rajoy.

R.- (Ríe). Sí, me acuerdo. Sánchez es el primer presidente del Gobierno que habla inglés bastante bien. Ni Suárez, ni Felipe… Felipe habla un francés chapurreao’.

P.- ¿Cuál es su insulto favorito en castellano?

R.- "Cantamañanas".

"“El ‘portavozas’ de Irene Montero es una salida de pata de banco: el feminismo es mucho más serio que eso"

P.- Uno de sus grandes temas es la lengua y el género y ha hablado numerosas veces de ello. Trataré de no repetirme, pero quería preguntarle por aquel polémico "portavozas" de Irene Montero. Me dijo José Sacristán que "necedades así matan a la izquierda".

R.- Pues sí, estoy bastante de acuerdo con esa reacción de Sacristán. Es una necedad lo de "portavozas". La cuestión es complicadísima y no sabemos bien por qué algunas palabras tienen flexión de género y otras no. ¿Por qué "presidenta" sí pero "gerenta" no? Lo que es seguro es que "portavoza" no flexiona ni pa’trás, esto es una salida de pata de banco de Irene Montero. Si lo hace para dejar patente su feminismo, que busque otras maneras, que seguro que las tiene. Esto es epidérmico.

P.- Repercusión lingüística, desde luego, no tiene, porque no se extiende; pero, ¿tiene repercusión política?

R.- Sí, pero se distorsiona el asunto. Y el feminismo es más serio que eso.

P.- ¿Qué hay del femenino genérico?

R.- Ojo, es una posibilidad. Es un experimento: si lo hace una persona no vale para nada, hay que convencer a 500 millones de que hagan lo mismo, y eso es lo difícil. Es como la -e de los argentinos, de "les niñes", que allí cuaja bastante pero en España no tanto. Esa -e ya tiene un problema, y es que tiene ya dos valores, ya es polisémica: o el valor inclusivo de masculino y femenino, o el valor de género no binario o fluido.

P.- ¡Que la ‘e’ también puede marginar! ¡Agárrense los machos!

R.- (Ríe). Ya es conflictiva, sí. Es que se nos están acabando las vocales.

P.- Mire la comunidad gay: muchos chicos homosexuales hablan en femenino sobre sí mismos. ¿Recogerá la RAE este uso? Es frecuente en la calle, en la oralidad.

R.- Esa es otra historia. Una persona transexual u homosexual que quiere identificarse con un género que no es su género biológico, ¡por supuesto que es libérrima de hacerlo!

El académico en una de las bibliotecas de la institución.

El académico en una de las bibliotecas de la institución. Sara Fernández.

P.- A mí me gusta el femenino genérico, Pedro. Mire, por ejemplo, el caso de una clase: el alumnado es mayoritariamente femenino, a excepción de uno o dos chicos, y el docente se refiere a la clase entera en femenino. ¿Qué habría de extraño, si el hablante puede reconocer ‘a ojo’ lo que hay…?

R.- Yo, como soy un poco antiguo, en mis clases en la universidad utilizo el "usted" y el "ustedes".

P.- Arreglao’.

R.- Arreglaísimo’. El "tú" no tiene género, pero el "vosotros" sí, así que si lo usara, tendría que tomar esa decisión. En filología, hay tal abundancia de chicas… me ha ocurrido entrar en clase y ver que son todo chicas. Y he usado el "vosotras". Pero si hay un chico, me siento incómodo usando el "vosotras". Si digo "¿están ustedes cansados?", chas, ahí tengo que elegir. Procuro que no se dé esa situación.

P.- Ahora muchos profesores cuentan que cuando empieza el curso, piden al alumnado que se defina para saber cómo tratarles el resto del curso.

R.- (Resopla). Afortunadamente estoy a punto de jubilarme y esto no me va a ocurrir ya (ríe). No me he planteado ese problema. Tengo grupos pequeños, son todos filólogos, y habitualmente sé por la lista quién es chico y quién es chica, no se me ha dado la situación. Pero oye, me parece bien. Supongo que también sucederá en los colegios. Yo tengo dos nietas, una de siete y otra de cuatro, y ya empiezan a salir en las conversaciones estas cosas, lo que me parece muy saludable.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- Qué sé yo, por ejemplo, una de ellas tiene una amiguita cuyos padres son una pareja homosexual de varones. Eso en mi infancia hubiese sido inconcebible y ahora se vive con mucha naturalidad y es perfecto.

"“Las únicas que menstruáis sois las mujeres; no tiene sentido decir ‘persona gestante'"

P.- ¿Qué opina de decir "personas gestantes" en lugar de "madres" o "personas menstruantes" en lugar de "mujeres"? La Ley Trans de Montero recoge estas palabras y forman parte de una norma jurídica, por tanto son relevantes.

R.- Me parece un pelín exagerado, ¿no? (ironiza). Por ahora, las únicas que menstruáis sois las mujeres, pero todo se andará, qué sé yo. Esto no es lenguaje inclusivo, ¡es una ordinariez...! Esto es una distorsión y un exceso de celo. Mira, es curioso: en español, la palabra "padres" siempre ha significado "padre y madre", a diferencia de otras lenguas. Muy poca gente se ha dado cuenta de esto, y la gente sigue diciendo "mis padres".

Un niño con dos madres dice "mis madres", un niño con dos padres dice "mis padres", pero alguien pensará que tiene un padre y una madre, ¿no? Son misterios de la lengua. ¿Por qué el español rechazó la palabra ‘parents’, ‘parentis’, para sacar de ahí un sustantivo para los progenitores, y habilitó un doble significado de la palabra "padre": el padre varón y en plural, el padre y la madre? ¿Esto quiere decir que somos una sociedad más machista? No, es que la lengua tiene estas cosas. Mira "monoparental", que quiere decir "de un solo progenitor". Algunas mujeres se han inventado "monomarental", que es un disparate.

P.- No la he escuchado en mi vida.

R.- Yo sí, y te digo más, ¡también aceptamos los disparates! Lo interesante es no enfadarse, sino estudiar, reflexionar y pensar por qué ocurre. Eso es lo que hacemos los filólogos.

P.- A mi generación le da mucha curiosidad por qué la RAE acepta "amigovio", que no lo dice nadie, y no abraza "follamigo".

R.- "Amigovio" surgió en América primero, y "follamigo"... un poquito más vulgar sí que es, ¿no?

P.- Bien, pero puede quedar recogida como vulgarismo, ¿no? ¿Qué le parece? ¿Elevamos esta petición?

R.- (Ríe). Yo si quieres la recojo. Y "follamiga".

P.- Todo inclusivo, usted sabe.

R.- "Follamigo". Tiene gracia. Es muy curioso porque es un tipo de composición en español muy raro, que consiste en fusionar dos palabras y zas, en el centro se pierden cosas, sobre todo en "amigovio", que se dice mucho en México, Paraguay o Uruguay. Es lo mismo que "brunch" en inglés, "breakfast" + "lunch". En español es un procedimiento muy extraño, no lo usamos mucho, pero está empezando a generar algunas palabras. "Follamigo", qué gracia, no se sabe si "folla" es del verbo "follar" o de "follador" (se parte de risa).

"El Gobierno del Frente Popular disolvió la RAE: la consideraba derecha rancia"

P.- Hablemos de cómo mete mano la política en la Academia. Leí que Fernando VII lo procuró, pero que daba mucho miedo el colega y que nadie se atrevió a desdecirle; y luego Franco, que no sé de qué modo lo hizo, por cierto. ¿Qué hay del poder político actual y sus injerencias?

R.- En términos generales, el poder político respeta bastante a la Academia. Desde luego, Fernando VII no, porque fue el rey más impresentable que hemos tenido en la historia de España.

P.- Franco tampoco era un dulce.

R.- Es que no era rey (ríe). Es lo que le faltó. En el caso de Franco… tampoco hay que exagerar, yo creo que en el fondo la Academia no le quitaba el sueño. Muchos académicos ya estaban exiliados o fallecieron por esas fechas, y bueno, digamos que Franco toleró la Academia. Hay que tener en cuenta una cosa que yo creo que no se sabe, y es que el Gobierno del Frente Popular, en el otoño de 1936, disolvió las Academias, que es bastante fuerte, ¿no?

Don Ramón Menéndez Pidal.

Don Ramón Menéndez Pidal.

P.- Sí que lo es.

R.- Ajá. Las consideraba un centro de la derecha más rancia y tal. Este edificio estuvo ocupado durante los años de la guerra por un retén de milicianos. Fue incautado por la República. En la llamada España nacional, la de Franco, algunos académicos dispersos empezaron a reunirse. Hubo una reunión en Salamanca, otra en San Sebastián… Pemán entre ellos, claro. Y poco a poco empezaron a reconstruir la Academia. Ten en cuenta que Franco le devuelve a España la condición de "reino"; y que durante la República la Academia se llamaba "Academia Española", no "Real Academia Española", el adjetivo "real" desapareció.

Entonces don Ramón Menéndez Pidal se volvió una persona clave: era el director de la Academia en el 36. Franco entonces nombra -ahí sí que hay una injerencia, porque nunca el poder político ha podido nombrar a nuestro director- a Pemán. Y don Ramón, que se había ido a París, vuelve a Madrid y se mete en su casa de Chamartín y no pisa la Academia en seis años. Pemán hizo todo lo posible porque don Ramón volviera, por reanudar la normalidad.

Es más, Pemán fue a ver a Franco para convencerle de que don Ramón tenía que volver a ser director de la Academia. Y Franco tenía recelos y tal, pero Pemán le dijo una cosa que le convenció: "¿Cómo va a ser don Ramón sospechoso de antiespañolidad, si ha sido el que ha rescatado la figura del Cid?". Eso a Franco le gustó, la idea de que don Ramón no era un rojo emboscado.

Poco a poco, Pemán hizo una labor importante y se volvió a la normalidad: don Ramón volvió a la Academia como director. Y otra cosa muy, muy importante, y es que la Academia desobedeció una orden de Franco.

"La RAE desobedeció órdenes de Franco"

P.- Mire usted qué punkis, ¿qué hicieron ahí?

R.- (Ríe). Sí, punkísimos. Franco ordenó a la Academia que cubriese las plazas de los académicos exiliados, y la Academia desoyó esa norma y mantuvo los asientos vacíos hasta que Franco murió, y regresaron o no regresaron ya nunca… pero ahí se demuestra que a Franco, en el fondo, plin, porque si se empeña lo consigue. Hicimos oídos sordos, digamos. Se hicieron los suecos.

Salvador de Madariaga.

Salvador de Madariaga.

Hay dos casos muy bonitos: un fonetista, que se llamaba don Tomás Navarro Tomás, que había sido elegido en el año 35, y era un hombre muy comprometido con la izquierda y la República, y se fue a EEUU y murió después que Franco, mayorcísimo, en el año 80. Y cuando murió, se cubrió su plaza. Su plaza estuvo esperando por si volvía 40 años. Otro caso es el de don Salvador de Madariaga, que había sido elegido en el 36, antes de julio, se fue al exilio, no volvió nunca, murió Franco, volvió… ¡y leyó su discurso!

P.- ¡Emocionante!

R.- Treinta y tantos años después… ay, sí lo fue. Y al poco se murió el pobre ya. Hay casos impresionantes de cómo esta Academia ha intentado mantener las distancias respecto al poder político.

Pedro.

Pedro. Sara Fernández.

P.- ¿Cree que la izquierda sigue viendo con ese recelo a la Academia, o sigue pensando que es un nido conservador, como le parecía a los chicos del Frente Popular?

R.- No creo, no creo. Según qué izquierda. Si consideramos al PSOE izquierda… pues no.

P.- Qué cosa, Pedro, ese comentario suyo es muy de izquierdas.

R.- (Ríe y esquiva). ¿Que qué opina Unidas Podemos de la Academia…? Ojo, por cierto, ese femenino me pareció una apuesta arriesgadísima que les ha funcionado muy bien, me quito el cráneo, que diría Valle-Inclán. Yo no daba un duro.

P.- Vamos a lo nuestro: ¿piensa Unidas Podemos que ustedes son derecha, o, mejor dicho, derechona?

R.- (Ríe). Curioso adjetivo, sin duda, "derechona". Pues habrá de todo, no sé qué opinan de nosotros. Son muy libres de opinar lo que quieran. "Derechona"… el otro día, en un periódico, no voy a decir cuál, decían "la izquierda a la izquierda del PSOE". A un periodista de ese periódico, muy amigo mío, le dije: "Qué curioso, decís ‘la izquierda a la izquierda del PSOE’, y no decís ‘la derecha a la derecha del PP’, decís ‘la extrema derecha’ o ‘la ultraderecha’". Y me dijo: "Es que la ultraderecha es más de derechas que de izquierdas los de extrema izquierda". ¿Tenemos una ultraizquierda en España?

"Que exista Vox es un indicio de la superación del franquismo: extrema derecha era lo de Blas Piñar"

P.- No lo sé. ¿La tenemos?

R.- ¡Pregunto!

P.- Las preguntas las hago yo en esta ocasión, querido.

R.- Yo también puedo hacer preguntas, me las puedo hacer a mí mismo (reímos). ¿Tenemos ultraizquierda? ¿Podemos es ultraizquierda? No lo sé.

P.- ¿Tenemos ultraderecha?

R.- Parece ser que sí.

P.- Lo que seguro no tenemos es "izquierdona".

R.- Cierto. Pero la derechona es más bien un concepto sociológico, no político. Abascal no es derechona. Derechona son las señoras que están tomando el aperitivo en la calle Serrano. De todas maneras, como sois muy jóvenes, no vivisteis la extrema derecha del inmediato posfranquismo. Habéis oído hablar de Blas Piñar, ¿no?

P.- Tan mal no estamos, Pedro.

R.- Pues era distinto. Eso era extrema derecha de verdad. Hay que tener en cuenta que Vox es una escisión del PP. El PP ha tenido la suerte de que durante muchos años le votaba tanto el centro derecha como la extrema derecha, en bloque, y es lógico que se le hayan escindido. Es decir: en toda Europa hay partidos de extrema derecha, ¿por qué no lo íbamos a tener nosotros? En cierto modo, aunque parezca una boutade, que exista Vox es un indicio de la superación del franquismo. Los que conocimos lo que fue la extrema derecha posfranquista creemos que esto es otra cosa, esto es, digamos, paradójicamente, es una extrema derecha europea.

Los reyes presidiendo una reunión de la RAE, en la foto, junto a Darío Villanueva.

Los reyes presidiendo una reunión de la RAE, en la foto, junto a Darío Villanueva. Casa Real.

P.- La Corona española ha sido protectora de la Academia desde que nació, en 1713. Y el rey Juan Carlos puso un millón de pesetas de su bolsillo -bueno, como lo queramos llamar al bolsillo- cuando Felipe González impulsó la Fundación Pro Real Academia en el 93. ¿Eso convierte a la RAE en monárquica?

R.- Bueno, eso del millón de pesetas… sí, lo he leído alguna vez, se creó esa Asociación de Amigos… era una Fundación particular, privada, y el rey, a título personal, puso su millón de pesetas. Pues bien.

P.- Pues gracias.

R.- Sí. Hubo empresarios que seguro pusieron también mucho dinero, lo que sea. Eso no supone ningún factor especial acerca las relaciones de la Academia con la Corona, que siempre han existido -salvo durante la República-.

"Estoy tan decepcionado con el rey emérito como muchos españoles"

P.- ¿Cómo definimos entonces la relación de la Academia con la monarquía? Mire que aquí al lado, mientras hablamos, nos miran Felipe y Letizia desde una fotito enmarcada.

R.- (Resopla). La Academia no es Administración, pero somos Estado, porque estamos bajo la protección o el patrocinio histórico de la Corona de España. Todas las Academias que se fundaron luego también recibieron el título de "real". ¿La relación con la Corona? Pues sí, evidentemente es importante en la historia de esta casa.

P.- ¿Qué tal le cae a usted el emérito?

R.- De eso no voy a hablar.

P.- Hombre… tampoco será para tanto... 

R.- (Se detiene). Estoy, si quieres, tan decepcionado como muchos españoles. Con eso está dicho todo.

Álvarez de Miranda durante la charla.

Álvarez de Miranda durante la charla. Sara Fernández.

P.- Inditex les donó 1,6 millones de euros al año para que se avanzase con el Diccionario Histórico. Me preguntaba, leyendo esto, por qué se ven tan mal desde la izquierda las donaciones de Amancio a la sanidad y no se habla de estas. "No queremos donaciones, sino un Estado fuerte con sanidad pública…".

R.- Bueno, yo ese argumento sí lo comparto. Las donaciones deben ser bienvenidas en principio, pero la Sanidad no es cuestión de Amancio Ortega, sino del Gobierno de España; y la Sanidad y la Educación son muchísimo más importantes que la Real Academia Española y por tanto deben ser prioridades absolutas de un Estado sólido, sano. ¿Que haya aportaciones privadas…? Bueno, tampoco las vas a rechazar, pero no me parece que haya que hacer de eso un problema político, y, por supuesto, nada de reaccionar agresivamente contra Amancio Ortega por eso.

Mira, yo estoy muy vinculado a Cantabria y la familia Botín allí ha hecho muchas aportaciones de este tipo, al hospital de Valdecilla, pero como ocurre allí, no nos enteramos tanto. La familia Botín tiene muchísimo dinero y está muy vinculada a Cantabria y ayuda a Cantabria. Me parece bien. Y Amancio Ortega ayuda no sólo a Galicia, sino a toda España. Me parece bien.

P.- ¿Quién diría que es el político o política que mejor se expresa en la actualidad? ¿Y peor?

R.- No, no, peor no, no me compliques ya más la vida…

"La Sanidad no es asunto de las donaciones de Amancio Ortega, sino del Gobierno, y es mucho más importante que la RAE"

P.- Si es usted profesor, tendrá que poner nota, ¿o esto qué recreo es?

R.- (Ríe). A ver, mira José Bono. Un hombre culto que habla bastante bien, pero que tiene un problema fonético, la "s" esa implosiva que se convierte en "j". "Ejque". Yo creo que un político expuesto al público debería disimularlo o evitarlo, y no sólo no lo hace, sino que lo exagera. No es muy grave. Un político que hable bien… buf… ¡uy! No sé. Sánchez se expresa bien. Y Yolanda Díaz, muy bien. En general todos se expresan bastante bien, otra cosa es que usen técnicas de ocultación, de retórica… cuando los periodistas les preguntáis algo, casi nunca responden a lo que preguntáis exactamente.

P.- ¿A quién haría usted ministro de Cultura?

R.- Tengo admiración por muchas personas, pero igual no serían buenos gestores…

P.- Vamos, es una pregunta romántica.

R.- Te diré entonces un escritor e intelectual al que admiro muchísimo: Muñoz Molina.