Christian y Alan Anadón son los herederos de un imperio que ha exportado la 'marca Ibiza' a cientos de rincones del planeta. Ambos han crecido rodeados de vinilos importados e imposibles de conseguir en la España de los 90, visto los primeros atisbos de la música electrónica a nivel mundial y alcanzado el éxito rodeados de celebridades que han marcado un antes y un después en la historia de la isla.
Hoy se cumplen 28 años de la apertura de su primer local, Café Mambo. En casi tres décadas han conseguido situar su marca, Grupo Mambo, entre las primeras de referencia musical y gastronómica a nivel internacional. Han apostado por la combinación perfecta de música y gastronomía en uno de los paisajes mediterráneos más venerados de las últimas décadas... y han ganado.
El Grupo Mambo cuenta con más de 17 locales entre bares, restaurantes y hoteles, lo que constituye uno de los imperios más importantes de la isla. Su enorme popularidad ha llevado a que los ya conocidos como Mambo Brothers sean escogidos como la cara visible de campañas publicitarias de Nokia, Suunto –marca finlandesa de relojes deportivos– e incluso que lancen su propia colección privada en American Rag, una marca estadounidense de ropa urbana con base en Los Ángeles.
En los últimos años han llegado a compartir cabina con el británico Carl Cox y han sido nombrados dos veces mejores DJ del mundo por la revista DJmag. Su primer gran éxito –y todavía uno de sus temas más conocidos– es Momento (Toolroom Records), que llegó a ser seleccionado para aparecer en la banda sonora de la película de Netflix XOXO, cinta que narra la historia de un grupo jóvenes veinteañeros que logran acceder al mayor festival de música tecno de los Estados Unidos. Tambien han compuesto parte de la música del videojuego Drive.
“Este verano tenemos pendiente ir a San Diego a jugar a golf con Clint Eastwood", ríen los hermanos. "Son algunas de las cosas mágicas que te ocurren en este sector”. Scottie Eastwood, uno de los hijos del famoso actor estadounidense, estuvo en su El Chiringuito Cala Gracioneta, uno de los bares más conocidos del Grupo Mambo, a principios de verano.
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Empezó tomando “un par de tequilas” con ellos y acabó invitándolos a una partida de golf en California con su padre. “¡Pero si nosotros no tenemos ni idea de jugar a golf!”, respondieron. “'¡Qué más da! Mejor aún. Así tendréis una anécdota para explicar a vuestros nietos el resto de vuestras vidas'”, sentenció el hijo del intérprete de El bueno el feo y el malo y Gran Torino. No pudieron negarse.
Los hippies ibicencos
La historia de los Mambo Brothers comenzó en 1994, cuando Javier Anadón, el padre Alan y Christian, fundador de lo que es ahora el Grupo Mambo, abrió su primer local en una finca medio en ruinas en la localidad de San Antonio, una de las zonas ibicencas más concurridas por los turistas británicos. En la gala de inauguración sonaba, profética, la canción The Times They Are A-Changing de Bob Dylan.
Javier es origen navarro. Caroline Wilson, su esposa, de nacionalidad escocesa. Los dos se conocieron en el Benidorm ochentero mientras gozaban de aquella ansiada vida bohemia que tanto se había popularizado entre los 60 y 70. Como a muchos otros hippies de la época, les llegó la noticia de que Ibiza era el paraíso para vivir el sueño el paz y amor, así que decidieron viajar hasta allí para buscar trabajo.
Al igual que la gran mayoría de los que emprendieron una aventura en la isla, se acabaron enamorando sus tierras. Empezaron trabajando en otros negocios –Javier llegó después a tener un bar en Benidorm que se llamaba Bucaneros– hasta que montaron su primer negocio en la bahía de San Antonio: el actual Café Mambo.
“Nosotros trabajábamos en el bar de nuestros padres como friegaplatos al llegar de la escuela", explican los hermanos. "Todavía recuerdo cómo retumbaba la música a través de los altavoces Bose, que por entonces eran algo súper exclusivo”.
Aquel primer Café Mambo arrancó en 1994 como un humilde bar de copas. Pronto los principales artistas de música electrónica que llegaban a la isla iban a reunirse en su local. “Cada tarde veíamos a nuestros ídolos hablar con los representantes y repartir folletos de sus próximos conciertos. Para nosotros eran los chicos cool, las estrellas de cine de la época. Nuestro padre siempre nos mandaba a cobrarles las hamacas que teníamos a pie de playa… ¡Y nos peleábamos por conseguir sus propinas!”, evocan entre risas.
Cantera de artistas musicales
El éxito de Grupo Mambo se debe a un cúmulo de factores. “Por aquel entonces, cuando abrió Café Mambo, la puesta de sol ya era la más famosa del mundo. Todo eran piedras y arena, y no estaba tan bien organizado como ahora. ¡Pero la magia de la época fluía!”, recuerdan.
Tanto es así, que se convirtió en un verdadero hub o laboratorio de artistas, un sitio donde los grandes DJ de la época, sus promotores, equipos e incluso los creativos de otras disciplinas, quedaban para encontrarse. “Me acuerdo cómo los discjockey, que por entonces eran los números uno a nivel mundial, se acercaban cuando empezaba a ponerse el sol para ver si podían pinchar un par de discos", recuerda Alan Anadón.
Ambos hermanos hablan de música con una mirada embelesada, perdida en sus propias palabras de admiración hacia las principales estrellas del house, el techno, el minimal y todas las variantes existentes de la electrónica. Se refieren a los sonidos como algo tangible que puede transformar el estado de ánimo al instante y transportar al oyente hasta el éxtasis del espectáculo.
“Ver como Roger Sánchez cambia la tonalidad en el Divino Café –uno de los locales más populares de la isla entre los devotos de la música en vivo– a medida que va saliendo el sol a primera hora de la mañana es algo mágico, imposible de describir con palabras. Para que te hagas una idea: nosotros no nos quedábamos hasta altas horas de la madrugada por la fiesta; lo hacíamos para vivir y experimentar la música que pinchaban”.
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Desde los atardeceres de Frankie Knuckles a pie de playa hasta los cierres con música chill out de José Padilla en el Café del Mar, la influencia de la música que producen bebe de un abanico interminable de estilos. “No sólo es por el hecho de que hayamos escuchado músicas y estilos muy variados, sino que los hemos vivido en nuestras propias carnes desde muy pequeños”, apuntan los hermanos. “Haber aprendido de Louie Vega o Laurent Garnier en directo es algo que ningún máster musical nos podria haber enseñado nunca”.
Pete Tong, Roger Sánchez, Masters at Work o Sasha son sólo algunos de los nombres legendarios que se pasaban las tardes en sus locales dándose a conocer o pinchando sus primeros temas. “Por entonces no había Shazam ni estas aplicaciones que hoy te permiten saber la canción que está sonando. La única manera de averiguarlas era esperar a que el DJ acabara y fuera simpático contigo. ¡Había muchas veces que ni siquiera lográbamos saber qué canciones habíamos escuchado!”, cuenta Christian, el mayor de los hermanos, mientras se lleva las manos a la cabeza.
"Empezamos a pinchar a los 18"
Ellos no sólo compartían mesa como genios de la electrónica de renombre. A su local también acudían personalidades de la moda como John Galliano, convirtiendo el Mambo uno de los punto de encuentro de cientos de artistas. “Teníamos antes nosotros, cada día, algunas de las figuras más influyentes de todos los sectores artísticos. Cuando lo piensas, al cabo del tiempo, te das cuenta de que es algo impagable”, destaca Alan.
Los ya aclamados Mambo Brothers sonríen con nostalgia cada vez que cuentan alguna de las anécdotas de sus primeros años de adolescencia. Aunque ahora forman uno de los dúos más conocidos del mundo, no empezaron a convertirse en profesionales de la música hasta 2014. “Empezamos a pinchar con 18 años, pero nuestro principal negocio era la restauración. La música era nuestro hobby, aquello por lo que nos pasábamos todas las noches despiertos hasta la madrugada… hasta que decidimos empezar a producir”.
“Recuerdo cuando venían a casa los amigos de nuestros padres y traían vinilos recién importados de las islas británicas. Aquí era imposible escucharlos. Esa música era de otro planeta. Poder escuchar los temas con los que crecimos era un privilegio al alcance de muy pocos”, destaca Christian Anadón con un entusiasmo contagioso.
Su padre, cuenta, siempre les hablaba de DJ Alfredo, una de las leyendas de la isla. “Mezclaba música africana, la Pantera Rosa, Miriam Makeba e incluso los Rolling Stones con electrónica. Acabó pasando a la historia por acuñar un concepto único hasta entonces: la música baleárica”. Se refiere al Balearic beat o Ibiza house, un género de música electrónica que surgió entre mediados y finales de los años 80 y que mezcla una grandísima variedad de estilos de todo el mundo.
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Aunque tienen ascendencia británica, el principal objetivo de los dos hermanos siempre ha sido recuperar el espíritu original ibicenco y devolver a la isla ese carácter tan especial que, según dicen, “se ha ido perdiendo”. A pesar de haber vivido en Barcelona durante algunos años para estudiar economía y marketing, rápidamente se volvieron a su Ibiza natal para desarrollar allí su carrera musical y empresarial. “La cantidad de artistas de fama mundial que pasan por esta isla en menos de tres meses, no ocurre en ninguna otra gran ciudad del mundo ni en un año entero”.
Ibiza, epicentro turístico
Con apenas 150.000 habitantes, Ibiza acoge a alrededor de 4 millones de turistas al año. En temporada alta su población se multiplica por 27 en una superficie de poco más de 572 kilómetros cuadrados. Una cifra que venía creciendo en los cursos anteriores hasta llegar a su punto más alto en el año en 2019, justo antes de la pandemia.
De todos ellos, 1 millón provenía del Reino Unido. Unos datos que se espera sean recuperados este 2022, ya que las cifras oficiales del Instituto de Estadística de las Islas Baleares publicaron recientemente que en los seis primeros meses del año se habían superado los 1,2 millones de turistas en la isla, una cifra que prácticamente triplica la de 2021 (con 340.000). Se acabaron los veranos tranquilos para los residentes ibicencos.
The Real Ibiza
Es precisamente la música baleárica lo que les ha llevado a renovar sus negocios gastronómicos, consiguiendo que alcancen un perfecto maridaje entre música y comida que ha marcado un punto de inflexión en la historia del grupo.
“En los últimos años hemos observado cómo el alma balear ha empezado a quedar relegada a un segundo plano y se ha dado más importancia a los estilos musicales, los espectáculos e incluso la gastronomía extranjera”. Por ello, han decidido darle una vuelta a la carta de sus locales y apostar por un “estilo de comida de proximidad, ecológica y consciente”. También han invertido en métodos de reciclaje de producto y, sobre todo, en la reutilización del agua que consumen. Así lo expone su eslógan principal: “The real Ibiza. La que siempre debe estar y la que debe existir”.
Ellos contribuyeron a crear un concepto único que hoy se conoce en todos los rincones del planeta, pero temen que se pervierta y acabe por desaparecer. “Nuestra isla necesita recuperar el desenfado, la familiaridad y el carácter que la convirtieron años atrás en una referencia mundial”.
A pesar de todo, el Café Mambo continúa como uno de los puntos de encuentro más concurridos de los artistas que visitan la isla. Prueba de ello es que la familia conserva una colección de más de 15.000 vinilos distintos. Un hito al alcance de muy pocos, sobre todo por la procedencia de gran parte de ellos, que han sido cedidos por los propios artistas que se han ido dejando caer por alguno de sus locales a lo largo de las últimas tres décadas.
Un éxito que aún se mantiene
En 2022 el grupo cuenta con más de 400 empleados en temporada alta y ha logrado triplicar sus beneficios a lo largo de los últimos cinco años. Como si todavía fueran aquellos niños de 13 años que escuchaban sus primeros temas en directo en la barraca de sus padres, se les abren los ojos como platos cada vez que mencionan alguno de los grandes nombres con los que han actuado en estos últimos años.
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Glastonbury y We Are FSTVL (Reino Unido), Defected (Croacia), Tinderbox (Dinamarca) y el Corona Sunsets (India) son sólo algunos de los encuentros musicales que han pisado recientemente, logrando levantar a miles de personas al ritmo de los bajos. De hecho, este verano han estado en Tomorrowland (Boom, Bélgica), unos de los encuentros de electrónica más reputados a nivel mundial, donde llegaron a organizar su propio escenario, “Café Mambo”.
Los Anadón cuentan con el cariño de Calvin Harris, que recientemente les invitó a aparecer en dos de sus grandes espectáculos en Ushuaia (Ibiza), una de las discotecas más emblemáticas del mundo, y justo antes de la pandemia llegaron a acumular una media de 150 actuaciones anuales.
El fin de año pasado, además, estuvieron en uno de los eventos más importantes de Miami. “Tuvimos el honor de dar las campanadas en el Wall, un club legendario en Estados Unidos. Este trabajo te brinda a situaciones únicas que de otro modo sería imposible vivir”, explica Alan mientras se gira hacia su hermano, buscando esa mirada de complicidad que tanto les caracteriza.
Hace poco más de un año, cuando se encontraban en la terminal de vuelos privados de la isla griega de Mykonos, conocieron a Alec Monopoly, uno de los artistas callejeros más populares de la escena artística urbana. Mundialmente famoso por crear el personaje de Mr. Monopoly (el protagonista del juego de mesa), acabó entablando amistad con los hermanos Mambo durante la espera del vuelo.
Tanto es así que, a los pocos meses, el artista se desplazó hasta Ibiza y decoró una de las paredes del Mambo con un dibujo suyo ante decenas de espectadores. “Fue algo espectacular. Que un artista de este calibre venga hasta nuestro local y nos regale una de sus obras de arte es algo que te marca para siempre”.
Café Mambo, concluyen los hermanos, surgió de la necesidad de crear algo diferente en la zona oeste de la isla. Su éxito se fue cocinando poco a poco y tuvo la suerte de encandilar a los artistas y empresarios más potentes de la década de los 90 y principios de los 2000, llegando a ser escogido ‘Bar of the Year’ por la prestigiosa revista GQ.
Un local que empezó albergando las fiestas privadas de los amigos de los padres y que poco a poco se fue convirtiendo en uno de los lugares de visita obligada para todo aquel que pusiera un pie en la isla. “Nuestra única intención es devolver a la isla todo lo que nos ha dado. Y hacerlo desde el respeto, la conciencia sostenible y el sentido común que tanto se merece este paisaje mediterráneo”, concluyen.