Si la elegancia empieza cuando dices "basta", Cuca Gamarra (Logroño, 1974) es una mujer elegante. Comedida, discreta, encantadora. Una mujer capaz de dominar el ego y diluirse en su partido, el Popular, para servirlo, para prestarle su cara y su voz y tratar de representarlos a todos.
Ríe mucho, Cuca, como un cascabelillo, y no se opone a ninguna pregunta. Tiene callo. Tiene cintura. Trata de torear sin perder la amabilidad, sin encresparse, porque eso es vulgar y propio de oradores sin recursos. Digamos que da buen rollo, que inspira confianza, que no es de esos animales políticos que salen de la membrana del Congreso envilecidos, con los colmillos llenos de sangre. Será el espíritu de lealtad y de civismo que segrega el que la ha convertido en una superviviente en su propio grupo, líder tras líder. Dándole a cada uno lo suyo. Saliendo impoluta del barro.
Resulta abierta y moderna, Cuca, ángel pizpireto del ala moderada. Cuca con sus uñas rojísimas, Cuca con su chupa de cuero medio rockera. Cuca, rompeolas de los PP. Cuca con su energía de buena mañanita, con su deporte como válvula de escape, con sus libros de Chirbes y Muñoz Molina y Paul Auster apilados en la mesilla.
Cuca sin bajar la cabeza ante nadie -ni ante los padres, ni ante los santos, ni ante los dogmáticos-. Cuca sin estridencias. Cuca dejando a los demás que sean quienes quieran y brindando con vinito de La Rioja sin preguntarle a la peña si es de izquierdas o de derechas. Cuca, española y patriota a su modo, sin aferrarse demasiado a nada: ni a las pasiones cañís, ni a las banderas.
Cuca, generosa en tiempo y formas en este retrato personal, cultural y político, mientras recoge el guante de las bromas y toma -pausadamente, como ella- un cafelito con leche en el Café Gatopardo de Chueca. Hace sol fuera. Y dentro. Pasen y vean.
P.- ¿Quién es Cuca Gamarra, además de la portavoz del PP?
R.- Soy una mujer de mi tiempo. Soy vitalista. Soy alegre. Soy optimista y luchadora.
P.- Todos cuentan contigo: Rajoy, Casado, Feijóo… ¿qué tienes, Cuca? ¿Qué les das a estos chavales?
R.- (Ríe). ¿A estos chavales? Bueno, todos me conocen desde hace mucho tiempo y cuando a la gente la conoces así… es más fácil que recurras a esa gente, ¿no? Sobre todo, soy una persona de partido por encima de todo.
Infancia y juventud
P- Logroño, 1974. ¿Qué tipo de niña fuiste?
R.- Fui una niña muy feliz. Tuve una infancia muy bonita. Fui la hermana mayor de tres hermanos. Siempre estaba rodeada de mis primos y rodeada de mi familia. Me gustaba jugar, caminar… me gustaba, en realidad, ser niña. Esa es la clave. Nosotros no éramos de consolas. Tuvimos una infancia analógica y hemos sido más de saltar a la comba, jugar a los cromos y a las muñecas.
P.- Procedes de una familia conservadora y creyente que te ha inculcado valores religiosos, pero eres un poco anárquica. ¿Cómo hacen las rebeldes para hablar con Dios? ¿Responde?
R.- Bueno, soy anárquica en el sentido de que aunque sea creyente, no soy muy practicante. Lo preestablecido que pueda plantearse como obligación no me convence. Soy muy libre en todo y también en mi manera de practicar el catolicismo, por decirlo de alguna manera. A veces no entiendes cosas… la vida es dura, ¿no?
"Soy creyente pero no muy practicante: lo preestablecido que se plantea como obligación no me convence, soy muy libre en todo"
P.- ¿En qué sentido?
R.- Te pasan cosas… o fallece gente… y no entiendes por qué pasa.
P.- Y dices “¿cómo a Dios le puede parecer bien esto, este tipo de dolor?”.
R.- Sí. Sí. Pero vamos, que tampoco te creas… que no hablo todos los días, como se suele decir (ríe).
P.- Nuestras raíces y nuestros valores familiares son importantes, ¿cómo lleva una mujer tan fuerte e independiente como tú las imposiciones del conservadurismo o del catolicismo?
R.- Yo nunca he considerado que nada fuera una imposición para mí. Si he actuado de una determinada manera o he asumido algo, es porque quería hacerlo. No creo en otra manera de entender la vida y nunca he tenido la sensación de que nadie me estuviera imponiendo nada: siempre he decidido lo que quiero y lo que creo. Nadie me ha dicho nunca qué creer.
P.- Tus padres no te ponían hora. ¿Cómo eran las noches más locas de Cuca, cómo son las noches de ahora?
R.- Creo que como las de todos, ¿no? Mis padres me dieron mucha confianza y posiblemente yo tenga esta manera de entender la vida por esa confianza suya de que yo tomase siempre mis decisiones, incluso esa, esa en la que durante unos años necesitas que te pongan una serie de límites. No los he tenido. Ha sido una decisión inteligente, porque al final, todas mis amigas tenían hora, así que eso te lo marca le propio contexto. ¿Cómo ha sido mi juventud y esas noches…? Las propias de mi generación en una ciudad como Logroño, una ciudad media y que tiene menos riesgos.
"Soy de codo en barra, posiblemente porque no bailo bien"
P.- ¿Eres de bailar o de codo en barra?
R.- De codo en barra. Soy mucho más de hablar, posiblemente porque tampoco bailo bien y una sabe sus limitaciones (ríe). Conforme a esas limitaciones va determinando uno cómo es.
P.- La fiesta es un lugar muy político. Lazos, afectos.
R.- Sí, pero bueno, entendiendo la política en sentido amplio, porque no me gusta pensar que en la vida todo es política. Cuando uno va de fiesta, la política debe quedarse un poco a un lado. No sólo me relaciono con políticos, no sólo hablo de política y no todo tiene que ser política. Eso es una limitación que empobrece muchísimo.
P.- ¿Tienes amigos de izquierdas?
R.- Sí, claro. Sobre todo porque nunca le pregunto a nadie su ideología, con lo cual… los tengo, seguro, y de mucho de ellos posiblemente no lo sepa. Pero es que no me importa eso. La amistad es una cosa totalmente distinta y cada uno tiene derecho a tener sus ideas y a defenderlas. Y además, rodearte de gente plural te enriquece y además aprendes. No creo que nadie tenga la verdad absoluta, ni creo en los clichés, ni en que las cosas tengan que ser blancas o negras. Esto de “derechas o izquierdas” cada día se diluye más y me parece más accesorio.
"Tengo amigos de izquierdas y podría enamorarme de alguien de izquierdas"
P.- Así que podrías enamorarte también de una persona de izquierdas, supongo.
R.- Claro. Tampoco le vas preguntando a la gente “oye, ¿tú de dónde…?”. No creo que uno se enamore de alguien y luego se desenamore por sus ideas.
Madrid, Logroño y placeres gastro
P.- Has dicho que vives en Logroño pero trabajas en Madrid. ¿Qué es lo peor de Madrid?
R.- Las distancias, porque el tiempo es algo que se va. Yo soy muy disfrutona y soy consciente de que el día que pasa, no vuelve, el minuto que pasa, no vuelve.
P.- Se nos va la vida en los atascos.
R.- El día es mucho más corto aquí. Y en una ciudad mediana, es más largo, se vive de manera distinta. Intento volver todos los fines de semana a casa, todos los que puedo. Allí puedo hacer planes cinco minutos antes, aquí deben hacerse casi con una semana… como teniendo una agenda de ocio.
"Lo peor de Madrid son las distancias: el día es mucho más corto aquí"
P.- ¿Y si un día te sientas a tomas una caña y te viene Mario Vaquerizo a contarte su vida, qué harías?
R.- (Ríe). Me parecería apasionante. Su vida, cuanto menos, es muy curiosa.
P.- ¿Su vida… o la del anuncio?
R.- Cuanto menos, captaría mi atención y me reiría mucho. Si te pasa esa circunstancia, cuanto menos no te aburres. Luego ya no sé si me quedaría más días o a lo mejor me tendría que volver a Logroño.
P.- ¿En qué restaurante madrileño te gusta sellar tus acuerdos parlamentarios?
R.- Por la manera de vivir en la Rioja, nos gusta mucho la gastronomía, que es fantástica, y el vino es cultura y es nuestra manera de vivir. Hemos interiorizado que en torno a una comida, en torno a una copa de vino, tú sellas los acuerdos sin necesidad de que haya nada escrito.
P.- Es bonito.
R.- Es muy habitual que un agricultor llegue a un acuerdo con una bodega solamente con un apretón de manos. Yo creo en esa manera de entender la vida y en la política también debería ser posible. ¿Restaurantes? Normalmente, los que están cerca del Congreso. El Manolo es un clásico en la zona de Zorrilla. Que ahí se sellen hoy acuerdos es bueno porque se han sellado muchos durante toda la democracia. En la historia somos un eslabón más, ni los primeros ni los últimos, lo cual creo que tiene cierto simbolismo. La Ancha también, porque se come fenomenal: ¡el escalope…!El mejor y el más grande.
Una copa de vino con Sánchez
P.- Ahora que mencionabas lo del vino, me preguntaba si habías tenido ocasión de tomar alguna vez una copa con Sánchez.
R.- No, no he tenido oportunidad.
P.- ¿Qué le preguntarías con esa copa de vino en la mano, sin cámaras delante, un poco más íntimos, sin la vehemencia a la que estamos acostumbrados en el arco político?
R.- ¿Que qué le preguntaría? (Ríe). Le preguntaría, posiblemente: “Pero, ¿te crees todo lo que dices?”.
“A Sánchez, con una copa de vino en la mano, le preguntaría: ‘Pero, ¿te crees todo lo que dices?’"
P.- Guau. El otro día contaba Máximo Huerta que cuando fue a dimitir, le dolió mucho que Sánchez sólo hablase de sí mismo y se preguntase cómo pasaría él a la historia. ¿Tú crees que Pedro es un narciso?
R.- Bueno, tiene todos los rasgos. Lo parece. Creo que las declaraciones de Maxim nos sorprendieron a todos, porque uno cree que el punto en el que le vemos ahora ha sido un proceso de evolución, eso que se dice de cómo el poder te va aislando o te va haciendo perder los pies del suelo y el sentido de la realidad y de la humildad, que creo que es lo más importante: tú tienes que ser lo último. Nos ha sorprendido que eso se produjese en el inicio de su llegada a la Moncloa. Que su ‘síndrome de la Moncloa’ empezase tan pronto da buena prueba del problema tan gordo que tenemos en nuestro país.
P.- Tú siempre has sido muy dura con él. Me preguntaba si no te has dejado seducir por su belleza, que tan bien le viene en otras ocasiones. ¿Cómo le ayuda ser ‘guapito’?
R.- (Ríe). Yo creo que lo utiliza. (Ríe a carcajadas). Lo sabe y lo utiliza. Yo me fijo en otras cosas, en este caso, y creo que hay que ser firme cuando las cosas se hacen mal y se lleva por el mal camino a un gran país. Sobre todo, más allá que en una política concreta, en la convivencia. Yo he sido alcaldesa y eso me hace vivir la política de otra manera, yo no creo en la política de los bloques, creo en la convivencia y en eso él es el máximo responsable. Se trata de que promueva que entre los desiguales se den puntos de encuentro y en cambio el presidente del Gobierno promueve lo contrario y eso es lo que me parece más grave de todo lo que está ocurriendo durante esta legislatura.
"Sánchez tiene todos los rasgos de un narciso"
P.- ¿Cómo vas de bares de copas? ¿Te dejan salir, te molesta la gente?
R.- La gente normalmente es muy respetuosa. Es cierto que la llegada de los móviles ha cambiado un poco esto, pero creo que es más por ansiedad… por la sensación que podemos tener cada uno dentro de nosotros, que por otra cosa. Más que de bar de copas, soy de quedar a cenar y alargar la sobremesa.
Afectos y seducción
P.- Siempre has dicho que una mujer con poder da miedo. ¿Cómo es Cuca Gamarra en el contexto de la seducción?
R.- Pues muy normal (ríe), muy directa.
P.- ¿Eres directa?
R.- Tal y como soy, quiero decir. Lo que pasa es que cuando tienes una faceta pública ya te conocen o se han hecho una composición de cómo eres.
P.- ¿Has encontrado el amor en política en alguna ocasión?
R.- El amor lo encuentras en todos los espacios, eso no es relevante tampoco (ríe).
P.- ¿Sientes que se pone el foco sobre la soltería de ciertos políticos, como Almeida y como tú misma? Esto es un poco carca, ¿no? ¿Por qué esta obsesión porque tengamos pareja?
R.- Sí, es bastante carca (ríe). De hecho, me lo estás preguntando.
"La pregunta sobre si Almeida o yo tenemos pareja es bastante carca"
P.- Es una metapregunta intentando no ser carca, precisamente (reímos).
R.- Si no lo fuera, no me estarías haciendo esta pregunta, con lo cual, sí tiene ese punto.
El PP y las etiquetas
P.- De acuerdo. Cambiamos de tercio. ¿Tú dirías que el PP es un partido de derechas?
R.- El PP es un partido muy plural. No me gustan las etiquetas. En el PP hay gente que se considera de centro, hay gente más liberal, hay gente más conservadora… creo que es el partido de España donde más gente distinta hay, el más abierto, y eso hace que sea rico a la hora de generar reformas, de querer cambiar la sociedad. El PP es el partido que más se parece a la sociedad española. Cabemos gente muy distinta. Y eso no nos molesta, todo lo contrario, esa es la clave.
P.- ¿Tú misma te sientes cómoda con la etiqueta de “derechas”?
R.- Aborrezco las etiquetas y me aburren enormemente. El que está todo el día etiquetando se esfuerza bastante poco.
P.- Pereza intelectual.
R.- Sí. Me da mucha pereza intelectual lo de las etiquetas y eso de “derechas”… es que yo no me siento así. Suele tener un toque despectivo, ¿no? Se quiere utilizar así. Creo que somos mucho más que todo eso.
P.- ¿Cómo haces para defender cosas de las que a veces no estás convencida; o cómo se defiende con vehemencia, por disciplina de partido, algo que no te encaja?
R.- A mí se me nota todo en la cara. La disciplina de partido al final son las líneas en las que el partido se mueve en un momento determinado porque hay que tomar decisiones, y tomar decisiones lleva a elegir algo que no gusta a todo el mundo o con lo que todo el mundo se pueda sentir cómodo. Yo creo que hay que llevarlo a cabo con flexibilidad, de manera que no sean excluyentes. Yo, por el papel que tengo, sé que no se tiene que imponer lo que Cuca Gamarra piensa, porque eso no es un partido, el partido está por encima de nosotros mismos.
"Me dan pereza intelectual las etiquetas y lo de “derechas”: yo no me siento así, suele tener un toque despectivo"
P.- Al final tú das la cara y eso es mucha responsabilidad.
R.- Sí, pero bueno. En aquello en lo que yo no esté convencida… se me notará en la cara si lo defiendo con mucha vehemencia (risas).
P.- ¿Recuerdas alguna ocasión en la que te haya pasado eso?
R.- Bueno, no, porque si una sabe que esa posición él no la defiende, es mejor que deje a otro esa defensa. Y me parece más honesto.
Polémicas feministas
P.- A ti nunca te ha dado pudor llamarte feminista, pero es una palabra que a otras políticas del PP les cuesta pronunciar, ¿por qué?
R.- Vuelve a ser otra etiqueta y en ese sentido creo que la gente no tiene que estar reivindicándose como feminista todos los días. Para mí decirlo con tranquilidad fue una manera de reacción porque parecía que me cuestionaban. Oiga, perdone. En la última década ha estado esto de “si eres mujer y del PP o mujer y de centro derecha parece que no defiendes la igualdad entre hombres y mujeres”. ¿Qué bobada es esa? Es absurdo. Todo lo contrario, y hay que decirlo con naturalidad. Defiendo que el feminismo no es contra los hombres y no tiene la etiqueta de una ideología, es transversal y lo compartimos hombres y mujeres y mujeres independientemente de nuestra ideología.
P.- ¿Recuerdas algún momento de tu infancia o tu adolescencia donde dijeras “esto me está pasando por ser chica”? Un trato discriminatorio, desde lo menor a lo mayor.
R.- Tendría que hacer mucha memoria, pero vamos, que eso nos ha pasado a todas. Si se me ocurre alguna, te digo.
P.- Ahora que estamos en una cafetería: siempre que nos pedimos las mujeres una caña y nuestro compañero un café, siempre el camarero los sirve al revés, por ejemplo.
R.- (Ríe). Sí, sí. Eso sigue pasando, siempre, sí. Exactamente. El café para nosotras.
"Si estás con un hombre en una cafetería y él pide té verde y tú una caña, el té te lo ponen a ti"
P.- Y mira que estamos en la ciudad de las cañas, que diría Ayuso.
R.- Sí, y si se ha pedido el hombre un té, el té verde va a ser para ti.
P.- ¿Qué tienen en común Cuca Gamarra e Irene Montero?
R.- Creo que poco. Posiblemente que las dos somos mujeres y que las dos estamos en el ámbito político, pero es cierto que es una persona con la que he encontrado pocos puntos en común.
P.- ¿Cómo sería una cena entre vosotros dos, cómo buscarías complicidad con ella?
R.- A lo mejor le plantearía lo mismo que ella a mí: por qué siempre tiene esas cuestiones tan maximalistas y por qué en sus afirmaciones prejuzga.
P.- ¿Con Yolanda Díaz lo ves diferente? ¿Tiene otro tono?
R.- Sí, tiene otro tono y es mucho más cercana en ese sentido. Eso también es bueno, que haya pluralidad y que las personalidades muy sean distintas.
P.- Estamos inmersos en la polémica de la ley del ‘sólo sí es sí’. Nos está dando unos disgustitos y unos dolores de cabeza tremendos. En los Premios Feroz hemos visto que ha habido dos denuncias por agresión sexual, por tocamientos. ¿Tú has vivido algo similar en tu vida: algún caso de acoso, te has sentido molestada? Quería relacionar esto con la ley, partiendo de lo personal a lo político.
R.- En mi experiencia no he tenido ninguna situación que se enmarque dentro de la ley del ‘sólo sí es sí’, porque ahí estamos hablando del Código Penal y estamos hablando de agresiones sexuales. En fin. Yo creo que lo que estamos viviendo con esta ley es una de las cuestiones más graves que se han producido durante los últimos años en lo que tiene que ver con la defensa de la igualdad, sobre todo en la lucha contra la violencia de género y en la defensa de la libertad sexual de las mujeres. Lo que más me duele de esa ley es que se haya tratado con frivolidad y que eso nos haya llevado a donde estamos.
No se ha escuchado a los expertos. Quien legisla no se ha dejado asesorar. Las leyes tienen que ser las mejores posibles, y eso se traduce en buena calidad jurídica y buena técnica jurídica, y si hay un error, se tiene que rectificar cuanto antes. No entiendo que el error no se rectifique. No entiendo esa soberbia de querer seguir defendiendo algo que la sociedad rechaza. La sociedad está rechazando el efecto de esa ley y hay alarma social: la política no puede estar al margen de todo eso, tiene que actuar rápido.
"Hay una línea que, cuando se cruza, un hombre deja de ser un ‘pesado’ y empieza a agredir tu espacio"
P.- Todos estamos aprendiendo a reaccionar, o, al menos, andamos en reflexión. ¿Cómo diferenciamos al ‘borracho pesado’ de la fiesta del agresor sexual? Cuando hemos fundido los dos delitos, nos surgen dudas.
P.- Depende de hasta dónde llegue, ¿cómo le has llamado?, el pesado. Hay una línea. Y cuando esa línea se cruza, uno deja de ser un pesado y esa conducta es otra cosa, porque te está agrediendo en tu espacio.
P.- ¿Estás a favor del derecho al aborto?
R.- Yo creo que no hay que prejuzgar a ninguna mujer que se haya visto en esa situación. Eso es lo que marca mi manera de entender el aborto. Y creo que no hay que juzgarla: a toda mujer que tome esa decisión y que quiera acceder con toda la seguridad a un aborto. Pero debe existir un contexto donde nadie tenga que verse abocado a esa situación. Deben contar con el apoyo suficiente para tomar otra.
P.- ¿Por qué sigue siendo un tema tan polémico dentro del PP?
R.- Qué va. Bueno, es un tema que afecta a las creencias de la persona y eso hay que dejar que cada uno lo pueda entender o creer de una manera distinta.
P.- ¿Por qué hemos llegado a 2023 y seguimos sin ver a cargos del PP en las manifestaciones del Orgullo LGTB?
R.- Ha habido…
P.- ¿Por qué existe esa incomodidad entre el colectivo LGTB y el PP?
R.- No, no. Yo conozco a compañeros míos que han participado en las manifestaciones con total naturalidad y tranquilidad.
"No tendría ningún tipo de problema en ir a la manifestación del Orgullo LGTB como he ido a las del 8-M"
P.- ¿Veremos a Feijóo?
R.- Pues… no sé si lo veremos. No me atrevo a predecir el futuro. Pero sí tengo claro que no sólo es estar en una manifestación un día concreto del año, ¿no? También es cómo trabajas en defensa de esos derechos y cómo haces que la sociedad avance en la defensa de los derechos de todas las personas, piensen lo que piensen, recen lo que recen, amen a quien amen y vengan de donde vengan.
P.- Estoy de acuerdo con que la clave es lo práctico, pero lo simbólico pesa mucho en política. ¿Tú te sentirías cómoda yendo a la manifestación del Orgullo?
R.- Pues sí, tampoco tendría ningún tipo de problema. Pero vamos, igual que he ido a las manifestaciones del 8-M sin ningún tipo de problema.
Cultura (y viejas rencillas)
P.- Hablemos de tu faceta literaria. He leído que te gustan mucho Antonio Muñoz Molina y Chirbes. Curioso, ¿no? Son dos autores manifiestamente de izquierdas.
R.- Chirbes me gusta mucho.
P.- Es muy crítico con el sistema, con el poder.
R.- Sí. Bueno, Chirbes, durante la crisis anterior, la de 2008, fue una de las personas que mejor describió lo que estaba pasando en la sociedad española. Creo que es un fantástico escritor, posiblemente uno de los mejores que ha habido en los últimos tiempos.
P.- Me gusta que elijas autores con espíritu crítico. Como tú misma, supongo.
R.- Sí, pero bueno, porque creo que enriquecen muchísimo. Chirbes me gusta especialmente y lo descubrí a través de críticos literarios. En la orilla es un libro que en el año 2012-2013 definió fenomenalmente bien cómo estaba sufriendo la sociedad española, sobre todo la juventud. Cómo se sentían respecto a la crisis. Y de Muñoz Molina me encanta Ventana de Manhattan, también porque me gusta mucho Nueva York. A la literatura te tienes que acercar sin ningún tipo de prejuicio.
“No hay rencor a la cultura por el tema de la ceja, fue hace mucho tiempo"
P.- ¿Por qué siempre esas fricciones entre la cultura y el PP y qué queda de la herencia de aquellos años duros del enfrentamiento entre el cine español y tu partido? Aquel viejo mal rollo que parece que sobrevive un poco.
R.- (Ríe). Creo que tampoco hay que poner etiquetas a la cultura o a los escritores ni al ámbito del cine. En esos ámbitos también hay gente que tiene idea distintas a la de la izquierda, y creo que cuando hemos gobernado también hemos hecho grandes cosas por apoyar al sector y por que pudieran avanzar, sin ningún tipo de complejo.
P.- ¿No les tenéis rencor por el tema de la ceja?
R.- (Ríe). No… eso fue hace mucho tiempo.
P.- Deberíamos superarlo.
R.- Sí.
P.- ¿Qué personas de la cultura crees que se identifican con el PP?
R.- No quiero… no me parece bien señalar a nadie. No señalar, pero si alguien de la cultura quiere decir cuáles son sus ideas o que se siente identificado con el PP, tiene que ser él quien lo diga, no me corresponde a mí. No hay blancos y negros, yo creo en los grises porque en ellos está la riqueza.
P.- ¿Qué tal te llevas con Almodóvar? ¿Te gusta su cine, te gusta él, te parece Marca España?
R.- Muchas me han gustado y creo que ha aportado mucho a la cultura española y al cine. No creo que haya que negarlo y no sería justo negarlo. Una cosa no quita la otra. Otra cosa es que a veces en sus manifestaciones yo difiera absolutamente o me parezca que no está siendo justo, pero son sus ideas.
P.- ¿Recuerdas alguna que te haya quedado especialmente en el imaginario? ¿Cómo ves la España que cuenta Almodóvar en sus películas: la sientes real?
R.- Bueno, es transgresora (ríe). Mujeres al borde de un ataque de nervios. Tacones lejanos. Tiene muchas. ¿La España real? Hay una España real que él mismo proyecta… y también hay otra.
P.- Ahora que mencionas la España real y la proyectada, ¿cuántas Españas crees que hay?
R.- Muchas. Tantas como españoles. Dejemos a cada español que sea libre. Habrá tantas Españas como españoles haya, y eso es bueno.
“Hay tantas Españas como españoles"
P.- ¿Te consideras patriota? ¿Qué tal esa palabra?
R.- Me considero patriota porque defiendo a mi país y siempre estoy pensando en él, me dedico a esto porque pienso en qué puedo hacer yo para que mi país sea mejor. Si eso es ser patriota, sí. Pero si a mí me dices “defínete”, no te diría lo primero “soy patriota” (ríe).
P.- Tu actitud es moderna y abierta. ¿Cómo conseguimos quitarle la caspa a la España mal entendida o a la España reaccionaria o a la violencia con la que se agita la bandera en ciertas ocasiones?
R.- Pues mira, yo creo que lo que hace el PP es dar libertad a todo el mundo y respetar a todo el mundo, esa es nuestra manera de no encasillar. Respetamos al que quiera huir de esa caspa, como tú dices, y al que quiera expresarse de una manera más firme. No juzguemos tanto.
Sanidad (y salud mental)
P.- Iba a seguir con Almodóvar pero luego nuestro tema ha derivado un poco, permíteme volver. En Los Feroz, reivindicó su defensa de la pública “aunque pueda pagarme la privada”. ¿Qué opinas de esa aparente contradicción?
R.- La contradicción ahí es que critican aquellos… vamos a ver, yo defiendo la sanidad pública, como no puede ser de otra manera, pero el sistema nacional de salud que tenemos para mí es el mejor del mundo (aunque tiene ahora mismo sus debilidades, marcadas por la pandemia y por decisiones que no se han tomado y se tendrían que estar tomando en estos momentos). El sistema tiene ahora una fatiga de la tensión y estrés al que ha estado sometido y tenemos que darle respuesta entre todos. Creo que no es bueno usar la sanidad para arrojarla.
P.- Está sirviendo bastante para eso. Ves un día en Twitter una foto de Luis Tosar saliendo de un hospital privado y de repente esto es viral, porque a la gente le afecta la idea de pública-privada o de ser de izquierdas o derechas y manifestarse a favor o en contra.
P.- Vamos a ver, tiene que haber una sanidad pública a la que pueda acceder todo el mundo pero nadie puede impedir que exista una privada. Y que en un momento de máxima presión pueda complementar a la pública para tener más capacidad.
De hecho, en la pandemia, la sanidad privada fue utilizada también por el sistema para poder dar cobertura en un momento de tensión. No son excluyentes, pero la responsabilidad de los poderes públicos es dejar que la privada tenga su camino garantizando que la pública siga siendo fuerte.
P.- ¿Tú crees, como Ayuso, que los médicos se quejan mucho?
R.- (Ríe). Yo no le he escuchado eso a Ayuso…
P.- Vimos una enorme manifestación y ha habido fricciones, desde luego.
R.- Eso hay que enmarcarlo en un momento de tensión y de negociación sindical. Y los que han vivido -y yo he vivido- negociaciones sindicales en el ámbito de lo público sabe que en esos tiempos pasan muchas cosas.
P.- ¿Cómo defines tu tensión actual?
R.- Ahora mi papel es distinto al de la alcaldía, claro, y es un papel de control al Gobierno.
“He llorado de angustia en política: es sano y hay que desconfiar de los que no lloran"
P.- ¿Tienes días de angustia? De decir “estoy angustiada… de verdad”.
R.- Tuve mucha angustia durante la pandemia. Fui la persona que el partido designó para que llevase las comparecencias del ministro de Sanidad, durante esos meses en los que España estuvo cerrada, y ahí hubo mucha angustia y mucha tensión.
P.- ¿Has llorado por algún momento político?
R.- Sí, sí. Claro que sí.
P.- De angustia, digo, no de alegría. No celebrando un buen dato.
R.- Sí, claro, claro que sí. Además llorar es muy sano, muy, muy sano. Y hay que desconfiar de los que no lloran.
P.- Hay un punto psicopático ahí, ¿no? Es como: “¿qué estáis ocultando?”.
R.- (Ríe). Sí, porque además hay momentos en los que la tensión te desborda… y te desborda. Y en política tiene que existir ese momento.
P.- Ahora que hablamos más de salud mental, afortunadamente, te quería preguntar si vas al psicólogo o has ido. Con un cargo como el que tienes…
R.- Creo que la salud mental es la gran asignatura pendiente que tiene la sociedad actual y la política actual. La pandemia nos hizo despertar sobre su importancia, pero también, por cómo somos los españoles, nos estamos olvidando demasiado rápido de algunas lecciones. A la psicóloga del colegio sí fui y la volví loca cuando tenía que tomar decisiones sobre si estudiar ciencias o letras.
“No vuelvo al psicólogo desde el colegio, tengo amigas psicólogas que me han escuchado"
P.- ¿Y después, no has vuelto?
R.- No, luego no he vuelto, pero sí que he buscado también espacios en los que… tengo unas cuantas amigas psicólogas, así que a lo mejor no lo he buscado de manera directa, pero…
P.- Ah, que lo que no has hecho ha sido pagar.
R.- (Reímos). Han sido ellas, mi grupo de amigas de toda la vida, a las que tengo bastante cerca, quienes me han ayudado. Y por otro lado, el deporte a mí me ha dado una vía de escape para esa tensión y ese estrés, ha sido un buen medicamento para luchar contra la ansiedad y para mi salud mental.
Pactos de Estado
P.- ¿De quién te sientes más lejos tú, Cuca, no el PP: del PSOE o de Vox?
R.- Posiblemente, más lejos de Vox, pero es que al PSOE ahora mismo no lo encuentro.
P.- ¿Cómo que no lo encuentras?
R.- El PSOE que yo he conocido lo veo muy absorbido por el ‘sanchismo’, y eso hace que las posiciones estén mucho menos centradas y por tanto más alejadas. Digamos que yo también estoy viviendo el actual momento político, pero tengo una trayectoria que se ha materializado fundamentalmente en el bipartidismo, con lo cual tengo una experiencia distinta ahí. Me refiero al ámbito municipal, en la relación PP-PSOE.
P.- ¿El PP y el PSOE podrían… ser amigos? ¿Podrían cogobernar?
R.- Yo creo que no.
P.- Se habla de eso. De grandes pactos de Estado. Es un tema morboso, incluso.
R.- Y si le preguntas a Pedro J. ni te cuento (ríe). Le encanta esta idea, es su idea romántica. Pero no, no creo que en España tengamos esa cultura política que nos lleve ahí. Alemania lo ha hecho, pero es muy distinta. Pero eso no significa que no tengan que existir los pactos de Estado y los grandes acuerdos, eso es una cosa bien distinta y sí creo que tiene que existir y que le da fortaleza a nuestro sistema y a la alternancia en el poder. Creo en eso. En los grandes acuerdos y los pactos entre grandes partidos, que significan convivencia y estabilidad para nuestro país. Y luego, en la alternancia.
"No creo que PSOE y PP pudieran cogobernar, en España no tenemos esa cultura política que tiene Alemania"
P.- ¿Quién dirías que es tu gran enemigo político?
R.- La palabra “enemigo” no me gusta.
P.- Adversario, venga.
R.- No tengo enemigos políticos ni quiero tenerlos. No los quiero ver así y no los veo. ¿Adversarios políticos? El Partido Socialista.
P.- ¿Cómo eliges en quién confiar en un mundo tan navajero como el de la política, donde el que hoy es tu amigo mañana te traiciona, donde uno ya no sabe a quién poder contarle las cosas con honestidad sin que mañana esa información sea usada en tu contra…? ¿Cómo te manejas?
R.- Por la intuición. Por las personas que te ofrecen confianza. Y luego porque creo que es preferible ser confiada y que te la jueguen a ser desconfiada y vivir en esa permanente…
P.- Alerta.
R.- Alerta. Y tensión.
P.- ¿Te han traicionado?
R.- Como a todos.
P.- En el ámbito político.
R.- Sí.
P.- ¿Quién te ha fallado? ¿No se pueden dar nombres?
R.- No, no, no… no creo que eso aporte. Te los puedo dar en una conversación privada, pero hombre, ¡hacerlo público, imagínate…! Haríamos resurgir… y además hay traiciones que ya están perdonadas.
"Me han traicionado en política, como a todos"
P.- Quería preguntarte por Feijóo. ¿Cómo te llevas con él, cómo lo definirías, cómo lo dibujas en el trato de tú a tú, en el ámbito más estrecho y personal?
R.- Me llevo muy bien con él y sobre todo tengo que decir que es de ese tipo de personas que deja a todo el mundo ser como es, que es muy importante. Tiene muy poco prejuicio y una mentalidad muy abierta y creo que eso es muy bueno para el PP y para España.
P.- ¿Ha sido tu favorito? Pienso en Rajoy, en Casado, en él… ¿cuál ha sido tu chico favorito?
R.- (Ríe). Cada cosa tiene su momento, ¿no? Las cosas deben tratarse desde esa manera. Pero lo que tengo claro es que es mi político favorito para este momento de la historia de España. Sin duda.
P.- ¿Qué tipo de presidente crees que podría llegar a ser?
R.- Pues mira, yo creo que va a ser… (¡porque creo que lo va a ser!) el presidente con el que se van a identificar muchos españoles que no han votado a Partido Popular hasta ahora y con el que no van a sentir rechazo incluso aquellos que no le voten. Va a gobernar para todos. Alguien que ha tenido cuatro mayorías absolutas ya lo ha hecho: se dice pronto, pero hoy en la política española nadie atesora eso. Eso significa que has conseguido que confiara en ti gente muy distinta. Piensa en una grandísima mayoría, no en sí.
P.- Por la anécdota: siempre se le echa en cara su foto mítica -por cierto, sale bastante guapo- compartiendo barco con un narcotraficante gallego. ¿Qué te parece a ti esta imagen y esa polémica arrojada?
R.- Me parece que buscar algo y vincular y generar historias… no es bueno y además es muy hipócrita.
“De Sánchez me despediría diciéndole ‘que te vaya bien’"
P.- ¿Me haces una predicción política de aquí a dos años?
R.- Creo que habremos vivido un cambio político aquí en España y que sobre todo habrá otro clima político, que es muy importante. Y ese clima político -buscando más encuentros- generará otro clima social.
P.- ¿Con qué frase te despedirías de Pedro Sánchez, en el caso de que haya una despedida?
R.- (Se ríe a carcajadas). ¿Con qué frase me despediría…?
P.- Dime algo épico, ¿no?
R.- “Que te vaya bien”.