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"Yo no me quito la próstata", le dijo a su oncólogo F. (inicial ficticia) cuando recibió un diagnóstico que escucharon 35.764 hombres sólo en España en el año 2021. "Prefiero morirme", añadió. F. es funcionario, culto, informado y homosexual y el que cuenta esta anécdota a EL ESPAÑOL | Porfolio es su médico, el urooncólogo -urólogo especializado en el tratamiento del cáncer de próstata- Juan Ignacio Martínez Salamanca, que le contestó: "Hombre, vamos a intentar que no", recuerda riéndose.
Y fue que no. Porque a F. no le extirparon la próstata y tampoco ha fallecido. A estas alturas, puede que algún lector se pregunte qué importancia tiene para esta historia que F. sea homosexual, pero la tiene. Hasta el punto de que en EEUU -en la Universidad Northwestern de Chicago- se ha abierto la primera unidad especializada en Urología para hombres homo y bisexuales y en España, aunque eso todavía no ha ocurrido, se ha publicado el primer manual específico sobre este asunto, titulado Cáncer de próstata en heteros, gays y bisexuales (Amazon, disponible en inglés y en castellano) y escrito por el oncólogo y profesor emérito en el Hospital Clínic de Barcelona Jordi Estapé y Tania Estapé, psicooncóloga y su hija, ambos miembros destacados de la fundación contra el cáncer FEFOC.
Martínez Salamanca, que ejerce en la sanidad pública -Hospital Universitario Puerta de Hierro- y en la privada -Lyx Instituto de Urología y Hospital del Mar- y que es también profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, cree que no haría falta crear este tipo de unidades en España, pero desde luego considera que el manejo del cáncer puede mejorar, sobre todo en lo que se refiere a la comunicación de efectos adversos de los tratamientos. "Estos pacientes deberían ser manejados en unidades dedicadas a ello", señala.
En EEUU se ha abierto la primera unidad específica de cáncer de próstata para gays y bisexuales
¿Y respecto a los gays y bisexuales? El urólogo tiene muy claro que es positivo preguntar por la orientación sexual a un paciente nuevo de cáncer de próstata, "cuando se está discutiendo la hoja de ruta del tratamiento". Pero cuestionar a un paciente sobre su orientación sexual no es limitarse a una simple pregunta, sobre todo porque hay gente que no se siente cómoda hablando de ella. "Se le puede proponer, por ejemplo, que no figure en la historia clínica, pero discutirlo hay que discutirlo", enfatiza.
La razón es la misma que contó a The New York Times Channa Amarasekera, el director de esa primera unidad especializada en el otro lado del Atlántico. Aunque los posibles efectos adversos del tratamiento del cáncer de próstata no discriminan según la orientación sexual, sí pueden afectar más a la calidad de vida de los que prefieren mantener sexo con otros hombres.
Jordi Estapé pone un ejemplo especifico, que se recoge en el libro: "La radioterapia en esa zona va a provocar una irritación en el canal anal que le va a impedir la práctica del sexo anal durante mucho tiempo". Y añade otro dato y es que la eyaculación es más importante en hombres con esta orientación sexual, una declaración en la que coincide con la profesora Jane Ussher, una experta de la Western Sydney University School of Medicine consultada por el rotativo estadounidense. Y cuando se opta por extirpar la próstata, al menos si se quita toda la glándula, se acabó la eyaculación.
Eldiberto Manuel Fernández, urólogo del Hospital San Rafael y del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, no es partidario sin embargo de preguntar por la orientación sexual a los pacientes de cáncer de próstata, pero sí reconoce que hay que hablar más de las posibles consecuencias de los tratamientos para este tipo de cáncer, el que más se diagnostica a los hombres. "La disfunción eréctil que puede provocar el tratamiento del cáncer de próstata puede tener más interés para determinados grupos de personas, pero importa a los de cualquier orientación sexual", subraya.
Así, para este experto -que insiste, por cierto, en la importancia de las revisiones de los varones para la detección precoz de esta enfermedad, mucho menos habitual en ellos que en ellas para detectar el cáncer de mama-, es importante discutir con el paciente si va a requerir de apoyo terapéutico en andrología después del tratamiento.
En lo que sí parecen coincidir todos los expertos es en que, hasta la fecha, el tema de la orientación sexual ha sido tabú en el manejo del cáncer de próstata. Y eso que esté órgano es el correspondiente al punto G en la mujer por lo que la importancia erógena para el varón es más que relevante, con independencia de si es gay, bi o heterosexual.
La próstata es el equivalente al punto G femenino para los hombres
Los Estapé creen que existe una discriminación hacia el paciente de cáncer de próstata con esta condición y, de hecho, que eso ocurre en general. "La sanidad es muy heteronormativa, es fácil que al enfermo se le diga que acuda al médico 'con su mujer', que los folletos de apoyo hagan referencia siempre a la pareja heterosexual o que esta sea la orientación dominante en los grupos de apoyo", explica Tania.
Quitar 'lo malo'
El tratamiento del cáncer de próstata ha evolucionado en los últimos años, pero partía de un punto de vista bastante primitivo, aunque lógico. Si unas células empiezan a crecer descontroladamente dentro de un único órgano -y ahí se quedan sin hacer metástasis-, ¿qué mejor forma de atajar el problema que extirpando ese órgano, que encima no es vital?
Algo parecido sucedía con el cáncer de mama. Existe constancia -como cuenta en su libro El emperador de todos los males (Editorial Debate) Siddhartha Mukherjee- que Atosa, una reina de Persia, se notó un bulto en el pecho en el año 440 a.C. Sin dudarlo lo más mínimo, le dijo a su esclavo Demasitis que acabara de raíz con el problema; es decir, que le extirpara el pecho. Así lo hizo y se cree que la enfermedad se paró, al menos temporalmente.
Pero con el cáncer más frecuente en mujeres se ha evolucionado hacia una cirugía cada vez menos invasiva, que conserva cada vez más porción del tejido mamario, al menos siempre que se puede.
Esto, sin embargo, no ha sucedido en el cáncer de próstata, donde parece que la preservación del órgano y de las funciones sexuales asociadas a él es una asignatura pendiente. "Los grandes estudios nos demuestran que no hay una mejora muy significativa, seguimos con cifras no aceptables. Van a tener una afectación sexual importante dos de cada tres pacientes, también con la radioterapia. En la cirugía mejora con el tiempo y en la radioterapia es al revés, empeora", explica con cifras Martínez Salamanca.
Indica este experto que entre un 15% y un 20% de las personas que se someten a una prostatectomía radical -la extirpación de la glándula prostática- se arrepiente. "La causa fundamental no es la técnica quirúrgica, sino las secuelas", resalta. O sea, que no importa que la cirugía sea más primitiva o llevada a cabo con el robot quirúrgico más puntero: importa lo que el paciente experimentará después, aunque el cáncer haya salido de su vida.
Así, tanto este urólogo como el resto de los profesionales consultados por esta revista insisten en la importancia del diálogo; hablar, hablar y hablar antes de optar por uno u otro procedimiento terapéutico. ¿No es algo que habría que hacer con independencia de la orientación sexual del paciente? Sin duda, pero ciertos aspectos importarán más a unos que a otros.
La cirugía ha sido históricamente la opción preferida por médicos y pacientes, pero las cosas están cambiando. Existen otras alternativas para el tratamiento del cáncer de próstata y, según los doctores Estapé, una de ellas debería de ser especialmente ofertada a los pacientes homosexuales y bisexuales: la vigilancia activa.
La antiterapia
Alrededor de un 50% de los casos localizados de cáncer de próstata son tumores de bajo riesgo y, por tanto, candidatos a esta terapia, que hay quien podría calificar de antiterapia. Porque la vigilancia activa en el cáncer de próstata no es otra cosa que lo que su propio nombre indica: no hacer nada sobre el tumor y vigilar activamente su evolución. Esto, comenta el profesor Estapé, se hace con técnicas de imagen mejoradas como la resonancia nuclear multiparamétrica de próstata.
Pero no es algo fácil para los pacientes y, por ello, los Estapé abogan por la asistencia psicóoncológica. "Del cáncer hablamos como de la espada de Damocles. Tuve un paciente que me decía: 'Me levanto cada día sabiendo que tengo el cáncer dentro' y es que esto va contra el instinto natural que dice que hay que erradicar el tumor. La familia también insiste y vemos a personas angustiadas pero, a día de hoy, es el único tratamiento del cáncer de próstata que impide las secuelas", comenta Tania Estapé. "Yo sólo digo que se ofrezca la alternativa de la vigilancia activa y que sea una opción para la minoría gay y bisexual", subraya el profesor Estapé.
Martínez Salamanca apunta a otra alternativa, que no implica la extirpación de la próstata ni tampoco no hacer nada. Es la llamada terapia focal, en la que se identifica la lesión y se trata ésta con un margen de seguridad. El tratamiento puede implicar la aplicación de ultrasonidos (técnica HIFU), la crioterapia o impulsos eléctricos, entre otros. Pero el urólogo es claro en esto: aunque es un tratamiento que se está llevando a cabo en hospitales públicos y privados "todavía está en fase de estudio".
El especialista cree que hay una característica del cáncer de próstata que hace todavía más fácil que se pueda debatir con el paciente el tratamiento, y es que es un tumor "en el que el tiempo no apremia". En cualquier caso, son opciones que antes no existían o, en el caso de la vigilancia activa, que no se contemplaban. Y ahora están sobre la mesa más que nunca. Y más todavía si las posibles secuelas del tratamiento convencional pueden afectar más a la vida sexual, lo que todo parece indicar que sucede con los varones gays y bisexuales. Si bien las unidades específicas para esta orientación sexual pueden quedarse en una anécdota en Chicago, lo que está claro es que la orientación sexual debería ser un factor más para tener en cuenta.
El cáncer de próstata en España
-Si se tiene en cuenta a los dos sexos, el cáncer de próstata es el segundo tumor más común en España.
- En varones, es el tumor maligno más frecuentemente diagnosticado.
- Se calcula que en 2021 se diagnosticaron en nuestro país 35.764 casos de cáncer de próstata.
- En 2020, fallecieron 5. 798 personas por cáncer de próstata en España.
- La enfermedad provoca el 8,6% de los fallecimientos por cáncer del país.
- El 89,8% de los pacientes de cáncer de próstata está vivo a los cinco años del diagnóstico.