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Hace más de 300 años, el filósofo René Descartes describió la glándula pineal, una estructura cerebral del tamaño de un grano de arroz, como el lugar del organismo donde se asentaba el alma. Más de tres siglos después, esta tesis no se ha demostrado pero sí se sabe con certeza desde 1958 que es la que produce una hormona que muchos identifican con la purga de Benito frente al insomnio ocasional y crónico: la melatonina. Pero, ¿qué hay de cierto en esta definición?
La glándula pineal no fabrica melatonina de forma continua, sino que sigue unos patrones. Como explica a EL ESPAÑOL | Porfolio Eduard Estivill, director de la clínica del sueño del mismo nombre y responsable de la tranquilidad de millones de padres que han seguido su método para ayudar a dormir a sus bebés -aunque también tiene detractores-, la produce cuando la luz baja y la deja de fabricar cuando ésta aparece. Es decir, la factoría funciona de noche y cierra de día.
Dormir mal no es ninguna broma. No sólo afecta al carácter y al rendimiento de la persona afectada sino que, según se empeñan en demostrar los estudios científicos una y otra vez, es un problema importante para la salud. A saber: aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular, de diabetes, de obesidad, de depresión e incluso empeora la salud dermatológica. Los insomnes envejecen peor. Así, la tentación de recurrir al botiquín para mejorar la cantidad y calidad del sueño es innegable para quien no descansa, pero ¡ojo! si se consigue una prescripción para los medicamentos habituales frente al insomnio, mejor no leer el prospecto. Las consecuencias de consumir hipnóticos y barbitúricos pueden ser aún peores que las de la propia falta de sueño. Pero, ¿y si existiera algo que ayudara a dormir, no requiriera de prescripción médica y no tuviera efectos adversos de ningún tipo?
Descartes dijo que el alma estaba en la glándula pineal, la encargada de producir la melatonina
Ya desde mediados de la década de 1990 se demostró que la administración de melatonina sintética -un extra a la que produce el organismo de forma natural y a un ritmo que se ralentiza según la edad- mejoraba el sueño, como se narra en una revisión de The New England Journal of Medicine publicada en 1997. Sin embargo, la literatura científica no es clara ni en el cómo ni en el cuándo ni en el cuanto. El manual de instrucciones para consumir melatonina para dormir parece no estar escrito del todo.
Si hay alguien en España que lo sabe todo sobre la melatonina es Darío Acuña, catedrático del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada y director del Instituto Internacional de la Melatonina, un centro de investigación biomédica donde esta hormona es la protagonista exclusiva. Acuña y sus colaboradores llevan 30 años analizando su posible uso mucho más allá de para inducir el sueño, sino para mil indicaciones más, desde el párkinson hasta la Covid-19. Para muchas de esas patologías, los resultados preliminares son positivos.
Lo primero que deja claro Acuña a esta revista es que la melatonina sintética es un medicamento en toda regla, al menos en su formulación de 2 miligramos. Ésta fue la que autorizó la Agencia Europea del Medicamento (EMA) tras el requerimiento de Neurin pharma, un laboratorio israelí en 2007 y, curiosamente, la indicación es sólo para mayores de 55 años, con insomnio primario, es decir, no asociado a ningún otro trastorno (y sí, esto incluye el estrés o la ansiedad). El nombre: Circadín y probablemente no le suene a ninguno de los lectores porque, entre otras cosas, sólo se administra con prescripción médica.
Pero entonces, ¿qué es toda esa melatonina que se ve en las farmacias y parafarmacias, aquella de la que todo el mundo habla? Todas las presentaciones que no llegan a esa cantidad se pueden comercializar sin receta y son ellas las que se han puesto de moda, como reconoce Estivill. "Sobre todo cuando se combina con plantas; no sirve como pastilla para dormir, pero sí nos ayuda a regular nuestro ritmo del sueño".
Es una de las características desconcertantes de la melatonina. Con receta a partir de los 2 mg., sin receta hasta 1,95 mg. Se compra en grandes superficies en países como EEUU hasta 15 mg. y, por supuesto, es fácilmente adquirible por internet en estas formulaciones, algo que asusta a los que conocen bien esta hormona, también conocida como la hormona vampiro.
"Lo que no podemos hacer es guiarnos por información que leemos en internet o automedicarnos; antes de empezar a utilizar melatonina hay que asesorarse para analizar cuáles son las causas de ese mal dormir; si una persona se toma diez cafés o diez Coca-Colas al día, no le va a servir de nada consumirla antes de dormir", apunta Estivill.
Los estudios científicos coinciden en que el consumo de melatonina no se asocia a efectos adversos graves
Según Acuña, la razón por la que en determinados países como EEUU la melatonina se vende sin receta es por la carencia de efectos secundarios, algo en lo que coinciden la mayoría de los estudios científicos publicados. De hecho, en EEUU no sólo se vende sin receta, sino que se comercializa como complemento alimenticio, lo que implica que no está regulado con las mismas restricciones de un medicamento. Un estudio publicado en 2017 en la revista Journal of Clinical Sleep Medicine demostró que el 70% de los productos vendidos como melatonina presentaban niveles de esta hormona distintos a los indicados en la etiqueta.
Además de no producir efectos adversos graves, otra ventaja de la melatonina es que no genera adicción, tolerancia ni dependencia. Es decir, no hay que tomar cada vez más dosis para conseguir el mismo efecto y éste no se revierte cuando se deja de consumir.
Pero Acuña advierte de que sí puede causar problemas. "Hay que saber manejarla", explica a esta revista. "Puede producir trastornos del sueño y de otros ritmos circadianos". Para este experto, el papel del médico es clave tanto para decidir cuánta melatonina se debe tomar como cuándo. Y es que mucha gente que se automedica con esta hormona -y sí, dos más dos son cuatro y la suma de dos pastillas de 1,95 mg. de melatonina hace que aumente la dosis- la toma como lo haría con otros fármacos para dormir: antes de irse a la cama.
Los picos de melatonina
En este sentido, el instituto que dirige Acuña ha desarrollado un novedoso método que consiste en medir con muestras de saliva cuándo se produce el pico de melatonina. En un organismo normal, éste se daría entre las dos y las cuatro de la mañana, pero el asunto cambia en personas que sufren trastornos del sueño. Y además se va modificando con la edad, al mismo tiempo que disminuye en general la producción de la hormona. "Yo tengo pacientes que toman melatonina a las cinco de la mañana, a las siete de la tarde y a las nueve de la noche", comenta el catedrático, que explica que "muchos profesores de la universidad" se han beneficiado del uso correcto de esta hormona.
El problema, sin embargo, es que no hay un "uso correcto" estándar que se pueda aplicar de manera generalizada. Lo que parece quedar claro es que no es recomendable su consumo antes de dormir -al menos, inmediatamente antes- ni sin previa consulta médica. Tampoco hay consenso con respecto a la dosis y los expertos remiten a la individualización del tratamiento.
"Si la tomamos un solo día antes de acostarnos, probablemente no servirá de nada"
Alertando de nuevo contra la automedicación -o, lo que es lo mismo, el consumo de la melatonina que se puede adquirir sin receta-, Acuña tiene claro que "ante un trastorno del sueño, el primer medicamento de elección es la melatonina". "Conozco muchos casos de personas que han pasado de dormir a fatal a hacerlo muy bien", subraya.
Estivill no cree imprescindible un estudio previo antes de optar por la melatonina, pero también insiste en la importancia de dejarse asesorar por un profesional antes de tomarla. "Si la tomamos un día antes de acostarnos, probablemente no servirá de nada", recalca.
La mayoría de casos de éxito de su clínica, explica, se han dado en gente que trabaja de noche, personas que viajan mucho y sufren jet lag y también en niños pequeños, una opinión que no comparten todos los pediatras, pero que sí está avalada por algunos estudios científicos en casos muy concretos.
"La melatonina es una neurohormona que nosotros mismos sintetizamos, así que si no tenemos una carencia, no tiene sentido que tomemos estas pastillas. La melatonina de liberación rápida se elimina en 3 horas y puede tener sentido para un trabajador por turnos que necesita dormir por la mañana o una persona que padece jet lag. La melatonina no es un hipnótico, sino que ayuda a regular la cronobiología del cuerpo", explica por su parte a esta revista Odile Romero, coordinadora del Grupo de Trabajo de Insomnio de la Sociedad Española del Sueño.
Literatura científica
Aunque existen muchos estudios científicos que demuestran que la melatonina puede ser una opción para el insomnio crónico, los propios autores de muchos de ellos reconocen que existe una carencia de evidencia científica sólida. Es decir, los estudios que se realizan tienen pocos participantes y periodos de seguimiento relativamente cortos.
Algunas, no obstante, aportan información interesante. Un metaanálisis publicado en 2013 en la revista PLoS One concluía que la ingesta de melatonina reducía en algo más de 7 minutos el tiempo que una persona tarda en dormirse e incrementaba el tiempo total de sueño ocho minutos. Unas cifras pequeñas, pero que implican una gran variabilidad entre los participantes en los distintos estudios. También se demostraba que la calidad del sueño era mejor en los usuarios de esta hormona.
Esto se puede leer en una revisión publicada en la revista española Neurología, que afirma: "Los metaanálisis no proporcionan una visión uniforme con respecto a la eficacia de la melatonina. Buscemi y Ferracioli-Oda publicaron que la melatonina reduce la latencia de inicio de sueño. Liu y Wang y Kuriyama también encontraron efectos significativos positivos en la latencia de inicio de sueño y en la calidad del mismo. Sin embargo, en todos los casos los efectos eran pequeños desde un punto de vista clínico". Su principal autor, el coordinador de la Sociedad Española de Neurología Juan José Poza, no es partidario del uso de esta hormona ya que, resalta, "la función fisiológica de la misma no es hacer dormir, sino regular los ritmos circadianos".
Pero a pesar de la falta de evidencia científica concluyente, lo que sí es común en todos los estudios es la falta de observación de efectos adversos graves, lo que quizás ha llevado a la generalización del uso de esta hormona. "Lo más destacable es una ligera actividad anticoagulante, lo que demuestra la importancia del seguimiento médico, por ejemplo para las personas mayores que toman también sintrom", comenta Ojeda. De manera poco frecuente, el catedrático apunta a que se han dado casos de diarrea, cefalea y "gente que refiere tener sueños muy vívidos, que suelen desaparecer al cabo de uno o dos meses de tratamiento".
Mucho más que el sueño
La función principal de la melatonina no es ayudar a conciliar el sueño, sino regular los ritmos circadianos. La ciencia está poniendo de manifiesto que esta regulación está detrás de muchos procesos fisiológicos, por lo que arreglarla podría implicar también una mejora de ciertas patologías. Por esta razón, la melatonina se está estudiando como agente terapéutico para otros procesos más allá del insomnio. En 2017, un médico español publicaba en The American Journal of Cardiology un estudio en fase II en el que se demostraba que la inyección de melatonina reducía en un 40% la cicatriz que provocaba un determinado tipo de infarto. Otro trabajo publicado en las mismas fechas, asociaba el uso de la hormona a la menor presencia de dolor neuropático en pacientes de cáncer en tratamiento de un tipo muy común de quimioterapia. El equipo del Instituto Internacional de la Melatonina acaba de presentar los resultados de un estudio que demuestra un mejor pronóstico de las personas hospitalizadas con Covid que recibían melatonina inyectada. Son sólo algunos ejemplos de la investigación con esta hormona, que además de vampiro podría llamarse de las mil caras.