Antihistamínicos diarios. Ropa 100% algodón. Sólo cuatro duchas a la semana en un tiempo inferior a cinco minutos, con jabón de glicerina y a una temperatura máxima de 29 °C. Nada de piscinas, mares, ríos o lagos. Tampoco spas ni balnearios. El agua, así como la lluvia, es su kriptonita. Sudar y llorar es un auténtico martirio. Está claro que vivir así es una pesadilla, pero así es la vida de Diana, alérgica al agua.
Sí, como leen. Existe la alergia al agua, y también personas alérgicas a esta, pese a que represente entre el 50 y el 70% del cuerpo humano. Aunque muy poca. Poquísima. Hay menos de 40 casos registrados en todo el mundo, donde habitan más de 7,9 mil millones de personas. Casualidades de la vida que una de ellas está en España, concretamente en el pequeño municipio de Monzón (Huesca). Y EL ESPAÑOL, como no podía ser de otra forma, ha averiguado su identidad. Es Diana Petrovan: nació en Cluj-Napoca (Rumanía), tiene 19 años y se mudó a la provincia oscense hace 15. Es alérgica al agua desde hace cuatro.
"Empecé a darme cuenta de que algo no iba bien. Cada vez que me duchaba me salían ronchas rojas que me picaban muchísimo por el abdomen, la espalda, el cuello y la cara. Primero pensé que sería algún componente del champú, ya que había empezado a probar uno distinto al que solía usar. Decidí ir al alergólogo para saber qué producto me daba alergia, y resultó que lo que realmente me daba alergia era el agua", asegura Diana a este periódico.
Esta afección tan inusual y científicamente denominada urticaria acuagénica, surge al entrar en contacto con el agua, aunque solo sea un par de segundos, que produce un picor bastante molesto. Insufrible. Paula Cabrera, responsable de la unidad de alergología de la Clínica DKF, señala que se caracteriza "por la aparición de ronchas o habones de entre 1 y 3 milímetros, y por un picor en la piel, independientemente de la temperatura a la que esté el agua. Las lesiones aparecen a los 20 minutos de entrar la piel en contacto con ésta y duran de 15 a 90 minutos. Afectan, sobre todo, a los miembros superiores, aunque suelen respetar las palmas de las manos y las plantas de los pies".
El sudor y las lágrimas son también el enemigo de estas víctimas, como lo es Diana. Imagine por un momento a la joven intentando secarse las lágrimas con papel o con el propio aire que generan sus manos en movimiento para evitar que el simple hecho de llorar le dé alergia. Aunque hay algunas situaciones en las que es inevitable. Los fans de La lista de Schindler lo entenderán.
El comienzo de todo
La peor experiencia de Diana todavía le hace recordar por qué debe evitar el agua a toda costa. "Ocurrió en el verano de 2019, cuando decidí irme con unos amigos a un lago un día que hacía muchísimo calor. Por ese entonces yo no era consciente de la condición médica que tenía, y estuve metida en el agua aproximadamente una hora. Cuando salí, me picaba todo, me había puesto superroja, la cara se me había hinchado muchísimo y me costaba respirar".
Las causas de esta alergia no están del todo claras, aunque algunos científicos lo achacan a una sustancia en la piel de los afectados que se disuelve al entrar en contacto con el agua. Esa sustancia traspasa a la parte más externa de la piel y crea una liberación de histamina, que a su vez provoca la dilatación de los vasos capilares, hinchazón, y un malestar propio de este tipo de urticaria. Esta molécula es la que está detrás de muchos de los procesos relacionados con las alergias.
Para saber si un paciente es alérgico al agua, se hace la siguiente prueba: aplicar una compresa empapada con agua, "a una temperatura de 35 °C y situada en el tercio superior de la espalda durante 30 minutos", apunta Cabrera. Si no presenta ningún síntoma, el paciente puede respirar tranquilo, ya que se salva de ser una de las escasísimas personas que libran una batalla contra el agua. Sin embargo, eso no fue lo que le pasó a Diana.
"Cuando fui a hacerme la prueba, mis amigos ya sabían que me había ido a hacer un análisis para ver qué me pasaba. Cuando lo descubrí les dije: 'chicos, no os lo vais a creer, pero tengo alergia al agua'. Me decían que era mentira, que eso era imposible, porque la gente piensa que cuando eres alérgico al agua no bebes agua ni te duchas nunca. Sí que es verdad que los labios se me hinchan cuando bebo agua, pero no pasa nada. Solo me afecta a la piel", aclara la joven.
Y como seguían sin creerla, la única opción que encontró era enseñarles el diagnóstico que confirmaba su condición. "Ahí por fin dejaron de juzgarme. Pero me ha pasado con más personas que creían que estaba loca y me pedían el certificado médico para demostrar que no estaba mintiendo. Como no es común la gente no se lo cree, de hecho, todavía me siguen preguntando: '¿Pero de verdad eres alérgica al agua?' Y les digo: 'Que sí... que lo soy... que no estoy mintiendo'".
— ¿Cómo hace para repeler el agua?
— Lo evito lo máximo posible porque me arde muchísimo la piel cuando toco el agua, y a veces incluso se me inflama la cara muchísimo y me cuesta respirar. A la hora de ducharme tengo que hacerlo con agua templada y duchas muy cortas, de menos de cinco minutos. Pero como veía que tardaba mucho, empecé a lavarme el pelo por separado, ya que al tener el pelo largo estaba demasiado tiempo debajo del agua, y era casi insoportable tener que pasar por eso cada tres días que me tenía que lavar el pelo. En invierno intento ducharme cada dos días, a menos que me manche mucho o sude en exceso. Si me sale alguna roncha, generalmente lo que hago es limpiarme con toallas húmedas hasta que desaparezca.
— ¿Y qué le pasa cuando lo ingiere?
— ¡Nada! Puedo beber agua como si nada. Eso no me afecta. ¡Es más, me dijo el médico que tenía que beber más agua de lo normal! Solo intento que no me roce mucho los labios y ya.
Diana apunta que antes podía bañarse sin ningún problema porque le recetaban loratadina, un antihistamínico para tratar alergias y disminuir su dolor, "pero como ya no me lo recetan, pues me limito muchísimo a la hora de tener que ir a la piscina o al mar. No puedo hacerlo por mucho que quiera por la reacción que pueda salirme. También he tenido que cambiar mi vestimenta. Ahora únicamente uso ropa fabricada con algodón y evito la ropa sintética".
Al ser una enfermedad tan desconocida, Diana intenta concienciar a la gente sobre su existencia a través de las redes sociales. "Esta alergia le puede salir a cualquiera, lo mío es crónico y tengo que vivir toda la vida así. Por eso quiero contar mi experiencia y cómo es mi vida, para que se sepa más sobre esta condición", sentencia Diana.