En el año 813, un ermitaño observó unas luces extrañas que iluminaban una necrópolis antigua, y avisó a la autoridad más cercana, el obispo Teodomiro. Éste, tras examinar el hallazgo, dio cuenta a su rey, Alfonso II el Casto, de lo que habían descubierto: la tumba del Apóstol Santiago. El monarca decide ir personalmente a comprobar el hallazgo, que puede suponer un cambio drástico en la situación de aislamiento de su reino. Reúne a su séquito y toma el que en aquellos tiempos era el único camino de Oviedo a Galicia, en dirección al lugar del descubrimiento conocido como “Campo de Estrellas” (Compostela), convirtiéndose en el primer peregrino de la historia de Santiago, a través de lo que hoy denominamos Camino Primitivo.
El rey ordenó la construcción de una modesta y pequeña iglesia, que con el tiempo daría lugar a la actual Catedral y a Santiago de Compostela, ciudad que se pondría a la altura de las otras dos grandes capitales de la Cristiandad: Roma y Jerusalén.
A lo largo de los siglos, la afluencia de peregrinos fue cada vez mayor y los reyes a cargo del camino tuvieron organizar el tránsito de los viajeros. El Camino de Santiago se convierte en poco tiempo en una peregrinación obligada que realizan las grandes figuras y personalidades de cada época en busca del perdón de sus pecados, pero no sería hasta la década de 1970 cuando un extraordinario y legendario personaje estuvo a punto de realizar una de las peregrinaciones más mediáticas y excéntricas de todos los tiempos: Salvador Dalí.
El maestro del surrealismo tenía en mente un proyecto colosal, descabellado y digno de su figura: reunir a cientos de hippies con uno de los mayores símbolos de su época, John Lennon, para hacer el Camino Inglés, mientras su amigo Luis Buñuel dirigía y grababa una película de proporciones bíblicas de tan desproporcionado evento, una gran peregrinación hippie a Santiago de Compostela.
La amistad Dalí-Lennon
El 20 de marzo de 1969, dos de las personas más famosas e influyentes del siglo XX contraían matrimonio en Gibraltar: John Lennon y Yoko Ono. El fotógrafo que los acompañaba desde el día de la boda, Henry Pessar, les mencionó durante la luna de miel que era amigo de Salvador Dalí, uno de los artistas más admirados por Lennon, quien le pidió que se lo presentara. Dalí siempre había sentido una especial fascinación por el mundo de la música y también admiraba profundamente a Lennon, por lo que, cuando Pessar se lo pidió, aceptó sin dudarlo.
El 24 de marzo de 1969, los tres se reunieron para compartir una comida en París. Existen unas pocas fotografías de este encuentro, tomadas a las puertas del restaurante por el mismo Pessar. Aquel día se iniciaba una prolongada y estrecha amistad, acompañada de una sincera admiración, mediante la cual Lennon pretendía involucrar al español en su campaña a favor de la paz en Vietnam. El español estaba dispuesto a colaborar, siempre y cuando ellos también respaldaran una proposición tan contraria como provocadora, una campaña similar, pero a favor de la guerra… Naturalmente, aquello no cuajó, pero mantuvieron el contacto, porque además Dalí tenía realmente otros planes para el de Liverpool.
El escritor Antonio D. Olano los descubría en su obra: La Gran Vía se ríe.
Salvador Dalí concibió un extravagante y alocado plan: hacer el Camino de Santiago con John Lennon, cientos de hippies y Luis Buñuel, con la intención de atraer a los jóvenes a la religión católica. Buñuel dirigiría y grabaría la película o documental de este evento, Dalí estaría al frente de la parte artística y Lennon, además de ser el rey de los hippies, pondría la música de todo este evento.
Pero los planes del de Figueres comenzaron a truncarse cuando Buñuel, que llevaba 27 años sin hablarse con Dalí, rechazó la propuesta. Aun así, el artista no canceló su proyecto, porque creía firmemente que podía llevarse a cabo si podía convencer para ello al músico inglés. Tan sólo necesitaba convencer al Rey de los hippies para hacerlo.
Tenía ya todo organizado. Partirían desde el Museo del Prado, en donde rendirían tributo a Velázquez, pintor admirado por el catalán (y por el cual llevaba su icónico bigote), recorrerían la Gran Vía, se detendrían en el Museo de Arte Contemporáneo de la Ciudad Universitaria y desde allí tomarían la carretera Nacional VI con dirección a A Coruña, y desde donde partirían hacia Santiago de Compostela.
Sobre tan extraordinario proyecto Dalí llegó a decir: “Lo voy a hacer, aunque no sé cuándo, frente a cien hippies convertidos a la religión católica, apostólica y románica, y por ello me mantengo en contacto con John Lennon”.
Dalí, efectivamente, mantenía contacto y le enviaba telegramas de forma habitual, algo innecesario, ya que el catalán tenía el teléfono del de Liverpool (así se reflejaba en su agenda descubierta años más tarde) y podían hablar cuando querían, pero Dalí era especial hasta para eso.
El de Figueres conocía a la perfección la relación entre los Beatles y los hippies, a los que invitaba a su domicilio de manera habitual, aunque en privado creía que eran adictos a las drogas con una mística interesante, pero con una dirección equivocada que sólo la peregrinación que tenía planeada podía enderezar.
Sin embargo, Dalí nunca tenía prisa y el tiempo pasó.
"Voy a hacer el Camino de Santiago frente a cien hippies convertidos a la religión católica y por ello me mantengo en contacto con John Lennon".
Seis disparos a Lennon
Pero la mañana del lunes 8 de diciembre de 1980 todo cambió. Al llegar a la entrada del edificio Dakota, residencia de Lennon y Ono en Nueva York, un desequilibrado, Mark David Chapman, realizó seis disparos que acabaron con la vida del inglés. Al día siguiente, Yoko Ono emitía una declaración: “No hay ningún funeral para John. John amó y rezó por la raza humana. Por favor, hagan lo mismo por él”.
El asesinato de Lennon frustró todos los planes, dejando este ambicioso proyecto en una triste historia.
Existe una leyenda no confirmada que asegura que Salvador Dalí escribió una carta a Lennon en la que le explicaba todo lo que tenía en mente: fechas, itinerario, repercusiones… y se dice que en ella se fijaba la fecha de la peregrinación hippie para mucho antes del asesinato. El español selló la carta y se la dio a uno de los hippies de su séquito para que la llevara al correo. A finales de los años 90, la casa de subastas Sotheby's vendió esa carta con el sello aún intacto; una carta que podría haber cambiado la historia y que aquel hippie olvidó depositar en el buzón de Correos. Quizá esa carta nos hubiera regalado la imagen histórica de Dalí, Lennon y cientos de hippies paseando por la Plaza del Obradoiro o la Alameda. Aunque quizá tan sólo se trate de una leyenda…
De este modo, dos de las figuras culturales más grandes y mediáticas del siglo XX estuvieron a punto de materializar un alocado proyecto que, de haberse llevado a cabo, se habría convertido en una de las peregrinaciones más legendarias de todos los tiempos, la mayor campaña publicitaria de la historia, y que pasaría a formar parte para siempre de la leyenda de Santiago de Compostela y de su Camino.