La huella del Tercer Reich en Galicia: las Torres de Arneiro con las que Hitler quiso dominar mar y aire
La historia de una estación de radio nazi instalada en Lugo que sirvió en la Segunda Guerra Mundial como antecesor del sistema GPS
23 abril, 2023 05:00El 4 de octubre de 1957, la URSS ponía en órbita el Sputnik, el primer satélite artificial de la historia de la humanidad, una esfera de 50 centímetros de diámetro que emitía un “bip” cada pocos segundos en una frecuencia fácil de captar por cualquier radioaficionado, un inteligente movimiento para que, quien así lo deseara, pudiese registrar sus pasos sobre el cielo. Dos físicos estadounidenses sospechaban que todo aquello era un engaño de los soviéticos, así que se pusieron a trabajar hasta que, a media tarde, ya escuchaban aquel “bip”. La noticia se difundió en la Universidad de Maryland y pronto averiguaron que, por efecto Doppler, podían saber si el satélite se acercaba o se alejaba, así como su velocidad, dando con la técnica para calcular la trayectoria de un satélite. El director del Departamento de Física les propuso el problema inverso: ¿Podría averiguarse la posición de un objeto receptor en la Tierra que captara la señal de un satélite conociendo la órbita de dicho satélite? Tras unos intensos días de cálculos descubrieron que sí, que era posible. Aquel sistema de localización llegaría a ser conocido como Global Position System: GPS. Años antes, la Alemania nazi había concebido el Sistema Consol, un sistema de radiofaros creado para detectar la posición de sus submarinos, barcos y aviones en medio mundo y que Franco autorizó instalar en España. Una de las estaciones de seguimiento de aquel sistema estuvo en Lugo, en un lugar que forma parte de la huella dejada por el Tercer Reich en Galicia: las Torres de Arneiro.
Durante la Segunda Guerra Mundial el Océano Atlántico estaba plagado de submarinos, barcos y aviones de ambos mandos, provocando que uno de los factores clave para lograr la victoria fuese la exactitud de la posición propia y la del enemigo, algo que los alemanes tenían solucionado con su sistema “Elektra Sonne”.
La España de Francisco Franco se declaró oficialmente neutral durante la Segunda Guerra Mundial, pero la realidad era que estaba en deuda con Adolf Hitler por la ayuda prestada durante toda la Guerra Civil, lo que causó que, extraoficialmente, se le apoyara desde el punto de vista logístico, de comunicaciones y de suministro de materias primas.
La ubicación de Galicia era ideal para abastecer a sus submarinos en los puertos de Ferrol o Vigo y para extraer el wolframio tan necesario para sus blindajes y proyectiles. Pero, además, era el lugar perfecto para instalar y operar el sistema de posicionamiento más avanzado de su época, el “Elektra-Sonne” o “Consol”, como era llamado por los aliados.
Para ello, en 1940, un contingente de soldados alemanes que formaba el equipo técnico que iba a instalar y operar el sistema, fueron transportados en camiones desde Berlín, junto a las tres torres despiezadas de las que constaba el sistema, para levantarlas en las parroquias lucenses de Arneiro, Momán y Veiga de Pumar, en el municipio de Cospeito.
Además, se aprovechó para reformar y ampliar el viejo aeródromo de Rozas, que estaba situado a unos 10 kilómetros de la estación de seguimiento, gracias al que podían obtener repuestos u operarios desde Alemania en pocas horas.
La estación que se levantó en aquel lugar, a la que se conoció como las “Torres de Arneiro”, estaba basada en tres antenas verticales de 112 metros de altura, construidas en líneas recta y separadas entre sí alrededor de unos 3 kilómetros. Estas antenas emitían una señal codificada que era utilizada por la marina y la fuerza aérea alemana para, mediante triangulación, conocer su posición casi exacta.
Su alcance era de mil millas, lo que permitía cubrir el Atlántico hasta las islas Azores, el Canal de la Mancha y la mayor parte del Mediterráneo. Existían dos zonas de sombra a las que no llegaba la señal de Arneiro, en Irlanda y el Estrecho de Gibraltar, lo que provocó que se construyeran otras dos estaciones en Sevilla y en Francia, para cubrir esos sectores.
Según los mapas y anotaciones, la estación lucense fue determinante para las operaciones alemanas con las que se trató de cortar la navegación de los convoyes de abastecimiento entre Inglaterra y Estados Unidos. Finalizada la guerra, la estación pasa a depender del Ejército del Aire español y se amplían parte de las instalaciones
En 1962, la estación es transferida a Aviación Civil, donde siguió prestando servicio de control de navegación. La precisión del sistema era tal que se conservó en activo para el uso civil, pero el tiempo necesario para calcular cada posición y los crecientes avances tecnológicos, hicieron que el sistema se fuese quedando obsoleto paulatinamente hasta que, en 1971, el sistema deja de ser útil, motivo por el que la estación es apagada en 1980 y abandonada a su suerte.
La falta de mantenimiento acabó provocando que la noche del 4 al 5 de marzo de 2006, la torre norte fuese derribada por el viento. La torre central y la sur, acabaron cayendo en 24 de enero de 2009. Sus restos permanecieron durante un tiempo en el suelo, hasta que fueron expoliados para venderse como chatarra. Los edificios que formaron parte de la estación de seguimiento se encuentran en ruinas.
El sistema Elektra-Sonne ideado por los nazis llegó a cubrir la URSS, toda Europa y el Atlántico Norte hasta Groenlandia. Medio planeta posicionado mediante una red de antenas como las de Arneiro, una tecnología fue el germen de la tecnología de microondas y del moderno ILS que utilizan los aviones en la actualidad para sus aproximaciones a los aeropuertos.
Desgraciadamente la dejadez de los organismos oficiales acabó convirtiendo en chatarra un lugar que podría haber sido un extraordinario museo tecnológico e histórico. Algo similar a lo ocurrido en las baterías en la costa de Ferrol o la base que Estados Unidos tuvo en Estaca de Bares, que se encontraba en perfecto estado cuando la cedieron a España y a día de hoy está completamente desolada. Quizá algún día aprenderemos a cuidar de nuestra historia. Quién sabe si ya será demasiado tarde.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
- es.wikipedia.org
- lavozdegalicia.es
- cesarslagado.wordpress.com
- lasegundaguerra.com
- turismoenxebre.com
- ea1ddo.es
- asociacionbuxa.com
- elcorreogallego.es
- elprogreso.es
- escapalandia.com