“La Virgen con tormentas, nuestras cosechas aumentan; si truena, prepara el trillo y ensancha la era”. Esto es lo último que ha escrito en su página web José, más conocido como Pepe, natural de Mula (Murcia, 1953). Su escrito viene acompañado de fotos de nubes. Algo, a priori, sin importancia para cualquier ignorante en la ‘ciencia’ de las cabañuelas (método ancestral que se ha utilizado en el campo para predecir el tiempo), pero de vital importancia para El Buitrago, como es conocido entre sus amigos y familiares. Él observa el cielo de otra manera. Lo mira para sacar conclusiones, para poder acertar el parte meteorológico de toda España. Esa es su principal virtud, la que lo hace especial. Pero sus dotes adivinatorias van más allá. Es capaz de averiguar si una mujer está embarazada o si le ha sido infiel a su marido. Eso, entre otras muchas cosas. Vayamos por orden…



Pepe, a sus 65 años, se dedica únicamente a predecir el tiempo –por edad, ya le corresponde jubilarse–. Es más, en conversación con EL ESPAÑOL, se atreve a dar el parte meteorológico a corto y largo plazo. A partir de esta semana, reconoce, “va a llover todos los fines de semana hasta la primera luna de octubre (8-9) en la parte centro-este de la Península, pero no lo va a hacer ni en el oeste-centro ni en el norte, donde van a ser más esporádicas. A partir de entonces, las precipitaciones van a ser generalizadas –incluidas las Islas Canarias– y en julio los embalses van a estar al 65%”. Así de sencillo. En pocas palabras, ha acabado con todos los expertos en la materia.



Pero su máster en meteorología no lo ha adquirido de un día para otro. Pepe lleva años fijándose en las señales que le manda el campo. No acude a la tierra para montar una barbacoa, sino para mirar a los ojos a la naturaleza. “Son muchos años, mis conocimientos los he adquirido en la zona rural, viajando por España, cogiendo datos...”. Siempre con una libreta y un boli –o lapicero–, apuntando lo que ve, analizándolo y comparándolo. “Antes decían aquello de ‘si ves una cigüeña por San Blas, año de nieves’. Pero no es sólo eso. Hay que mirar también al cielo, fijarse en las hormigas y las abejas...”.

José Buitrago.



“Está escrito en el cielo todo lo que pasará en el suelo”, solía aventurar el abuelo de Pepe. Y él confía en ello. Cada día, toma notas. Interpreta en función del color de las nubes (si son rojas, por ejemplo, va a hacer frío). Todo esto lo complementa con lo que hacen las ondas de las radios. Llama a las diferentes estaciones y es capaz desde Murcia de saber el tiempo que va a hacer en León. “Que, por cierto, este año les va a sobrar agua”, avanza. Y concluye: “También será así en las Islas Canarias”.

ADIVINA SI TE PONEN LOS 'CUERNOS'



Ese es el oficio por el que más se le conoce. Pero no el único. Pepe no ha dedicado toda su vida en pleno a la meteorología. Eso es un complemento a las muchas otras cosas que ha ido haciendo. ¿La culpa? De su padre, que trabajaba en el campo y le descubrió el maná de conocimientos que se pueden adquirir allí. De hecho, todo aquello lo fue cultivando en sus largos años. De pequeño, jugando con otros niños y divirtiéndose como se hacía en la época. “Recuerdo hacer barbaridades. Teníamos un asno, uno se subía y el otro le pegaba con una vara. También jugando al escondite, a las canicas, con las bicicletas… Te criabas con lo que comías y la tierra te iba dando lecciones porque es muy sabia”, recuerda.



Pero aquel gusto por el campo no acabó en su niñez. Pepe, el quinto de nueve hermanos, estudió en los Jerónimos y comenzó a trabajar. Necesitaba dinero y lo contrataron en una conservera. Allí estuvo “15 años y un día”. Entonces, empezó a viajar por la región de Murcia y adquirió su mote de El Buitre de la carretera. Ya entonces se fijaba en las nubes, en la climatología, en absolutamente todos los factores que le iban a servir en poco tiempo para adivinar cuál iba a ser la climatología.



Aquellos viajes, sin embargo, no fueron nada más que el comienzo. Tras la conservera, lo contrataron en un banco. “Con los incentivos, nos recorrimos los cinco continentes”, recuerda ahora. Y él seguía anotando. Su libreta se iba llenando de notas. Ascendió a director y tuvo a su cargo 93 oficinas. Hasta que la compañía para la que trabajaba decidió cerrar. Y él se quedó en el paro. Tenía entonces 53 años. Se hizo autónomo y montó una inmobiliaria. “Eso casi me lleva a la ruina”. En 2013, su empresa cayó en picado y dijo adiós.

José Buitrago.



Durante todos esos años, ha ido adquiriendo muchas dotes adivinatorias. La mayoría, relativas al campo. Otras, sin embargo, relacionadas con otras cuestiones de mayor importancia. Con un péndulo, reconoce, puede saber si una mujer está embarazada. Es más, se atreve a adivinar ‘cuernos’ entre parejas. “Aunque no lo puedo decir. Me metería en unos líos”, bromea, riendo. Pero sus ‘virtudes’ no terminan ahí. “Yo dije que se iba a producir un terremoto en Murcia. No me creyeron. Y también cuando hay tsunamis...”.



Todas esas cualidades se las ha dado el conocimiento de la tierra y su experiencia. Pero sus cualidades sobrehumanas no terminan ahí. Pepe también es experto en radiestesia. Es decir, sabe dónde encontrar agua en la tierra. “Lo utilizaban en la Segunda Guerra Mundial. Entonces, se rifaban a los que eran capaces de descubrirlos. Ahora, esa capacidad la estoy utilizando para encontrar a un hombre, Alberto Hernández, que se ha perdido por la zona. Salió de casa y no ha vuelto. La familia me ha reconocido que hizo el recorrido que yo le marqué. Es más, ¡descubrí a la familia! Les dije dónde estaba”, explica.



Mientras suma ‘superpoderes’, Pepe sigue cultivando su alma. En sus ratos libres también escribe poesía. A su mujer, por ejemplo: “Busqué por toda la tierra, hasta hallar lo que tengo, la mujer más bella, el amor más tremendo”. O a las mujeres trabajadoras: “Somos los hombres quienes ignoramos vuestros valores, olvidando las condiciones en empresas y otras labores”. Así es Pepe El Buitrago: meteorólogo, poeta, pitoniso y cocinero, donde también le gusta hacer sus pinitos. Un hombre que vale, como reza el refrán, para “un roto y un descosido”.

José Buitrago.

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