Si no fuera por lo que esconde en la trastienda, la vida de Pilar Baeza sería como la de cualquier otro político de provincias. Dejó su Madrid natal, llegó a Ávila y montó su Giocare, un pequeño gimnasio con el que pasó los días discretamente hasta que sus aspiraciones políticas consiguieron hacerse un hueco.
Tras años en pequeñas plataformas ciudadanas peleando por los derechos de los vencidos, ha logrado subir en la escala política hasta colocarse como candidata de Podemos a la alcaldía de la ciudad y estará en la lista por Ávila al Congreso de los Diputados. Este domingo la formación morada la va a presentar oficialmente en Valladolid junto al resto de sus compañeros. Pero su pasado tiene fantasmas: según ha podido saber EL ESPAÑOL, en 1985 Pilar Baeza fue cómplice del asesinato de Manuel López Rodríguez, un joven de 24 años de la localidad madrileña de Leganés.
El lado oscuro -y hasta ahora desconocido- de la candidata de Podemos arrancó en verano de 1985. Ella entonces tenía 23 primaveras y vivía en Leganés con sus padres, Diego y María. Ahí arrimaba el hombro en el negocio familiar, la armería Deportes Baeza, y trabajaba como comercial para sus progenitores. Eran gente normal, trabajadores de la periferia. Pero todo cambió cuando Manuel López, un panadero conocido de Pilar y amigo de su novio, presuntamente la violó.
Como sucede en las crónicas negras, el ánimo de venganza fue creciendo y la ahora candidata de Podemos le contó a su novio de entonces, Manuel García, que había sido agredida sexualmente por su amigo Manuel López. El novio de Baeza planeó junto a otro amigo, Juan Carlos Torres, el asesinato de López y un mes después lo llevaron a un descampado y le pegaron cuatro tiros a bocajarro. A Manuel López lo encontraron en diciembre de 1985 tirado en un pozo y en avanzado estado de descomposición. Baeza acabó siendo condenada a 30 años de prisión: les había facilitado el arma del homicidio consciente de lo que iba a pasar.
En Leganés, los más mayores todavía recuerdan el suceso a día de hoy. Manuel García, que era chapista, y su amigo Juan Carlos Torres, que era carnicero, trabajaban de cara al público y eran conocidos en el barrio. Por eso cuando la historia saltó a los diarios conmocionó a la localidad. También llamó la atención por las edades de los implicados. En ese momento, Manuel García tenía 24 años y su amigo Juan Carlos, 19.
Pero el tiempo ha hecho mella, quedan lagunas, y pocos saben qué ha sido de los implicados. La armería Baeza, que estaba en el número 13 de la céntrica calle La Fuente de Leganés, cerró poco tiempo después del asesinato y ahora hay una sucursal de un banco. Además, la familia Baeza parece que desapareció del mapa. Lo que nadie sabe es que tras salir de la cárcel Pilar Baeza -a la que los vecinos recuerdan como “esa muchacha que les dio el arma”- empezó una nueva vida y ahora tiene un hueco en las listas electorales de Podemos.
Los que sí que conocen su pasado son los integrantes de la formación morada. EL ESPAÑOL ha podido confirmar que parte de la dirección de Podemos en Castilla y León está al tanto de lo que pasó. Este diario se puso en contacto con Pilar Baeza: tras confirmar que era ella la que respondía, contestó que era un atrevimiento llamarla, que no sabía nada al respecto y que no quería hablar, sin dar más explicaciones.
“Ya estás vengada”
A lo largo del mes de agosto de 1985, después de que Baeza contara que Manuel López la había violado, su novio Manuel García aprovechó la enemistad que Juan Carlos Torres tenía con el supuesto agresor y planearon meticulosamente el asesinato. El móvil era, por supuesto, la venganza por la presunta violación.
Según la sentencia del caso, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, entre todos decidieron que acabarían con la vida de Manuel López el 8 de septiembre de 1985. Lo harían y depositarían el cadáver en un pozo que había en un campo del término municipal de Villanueva de Perales (Madrid). Se trataba de un sitio alejado y recóndito que tanto Pilar como los dos asesinos materiales ya conocían. Era el sitio perfecto. Nadie les vería, las autoridades tardarían en encontrar el cadáver y estaba alejado de donde vivían todos. Nadie sabría cómo Manuel López acabó ahí.
Ese mismo día 8, la ahora candidata de Podemos acudió a la tienda de sus padres tras su jornada laboral y cogió una escopeta de caza de dos cañones que estaban reparando en el local. Su plan era devolverla tras el asesinato, antes de que volviera a abrir la tienda, y cuando fuera a recogerla su legítimo dueño las pistas se difuminarían, como en la película Match Point de Woody Allen. De hecho, el arma homicida nunca se encontró.
Tal y como se probó en el juicio, Pilar le entregó el arma a su novio y a Juan Carlos, que la escondieron en el capó de su Chrysler modelo 180 y se fueron a buscar a Manuel López. A López ni se le asomó la idea de que ya estaba en el tiempo de descuento. Quizás por eso aceptó subirse al coche con los que horas más tarde se convertirían en sus asesinos. Eran las 23:00 de la noche, le dijeron que se iban de fiesta a la capital, él aceptó y pusieron rumbo a una discoteca en la Gran Vía madrileña. Ahí pasaron unas horas hasta que se cansaron y decidieron marcharse al sitio en el que matarían a su amigo.
La sentencia recoge que buscaron y se ampararon en la noche “para mayor facilidad en la comisión delictiva”. Cuando llegaron al campo, todo sucedió rápido. El novio de Pilar Baeza, según quedó acreditado, le recriminó la supuesta violación a su entonces amigo y se enzarzaron en una disputa. López salió del coche y el novio de Baeza cogió la escopeta. “No tienes cojones para disparar”, le espetó Manuel López. Cuatro disparos después, López yacía muerto.
Todos los tiros habían impactado en zonas vitales. Justo después, Juan Carlos, que todavía seguía en el Chrysler salió del coche y llevaron el cuerpo al pozo donde lo tiraron y hundieron con piedras y maderas que había en la zona. Al acabar, fueron de nuevo a casa de Pilar Baeza y le devolvieron la escopeta. “Ya estás vengada”, le dijo su novio, según las confesiones.
“En avanzado estado de descomposición”
Al día siguiente, el padre de Manuel López empezó a echar de menos a su hijo. Espero otro día, y el 10 de septiembre de 1985 fue a la comisaría de Policía Nacional de Leganés a denunciar su desaparición. Le resultaba extraño no tener señales de él y a medida que pasaba el tiempo más raro se hacía, ya que su hijo no tenía ni un movimiento en la tarjeta de crédito. Ahí ya se temía lo peor.
A partir de esa denuncia, la Policía empezó a investigar el hecho y no tardó en situar a los tres implicados en el centro de sus sospechas, ya que eran las últimas personas con las que se había visto a Manuel López. Según relata un familiar del asesinado a EL ESPAÑOL, los tres implicados continuaron actuando como si nada e incluso llegaron a ir a casa de Manuel López a preguntar por él a la familia y hasta se quedaron a comer con ellos en alguna ocasión.
Quizás por darse cuenta de que les investigaban o quizás por el sentimiento de culpa, no hizo falta detenerles. El día 8 de diciembre de ese año se entregó Juan Carlos, que contó dónde se encontraba el cuerpo de Manuel López, y el 10 lo hicieron Pilar Baeza y su novio. Inmediatamente ingresaron en prisión provisional a la espera de juicio.
Una crónica del diario ABC publicada el 12 de diciembre de 1985 recogió el hecho y aseguraba que Baeza estaba embarazada tras la violación. Se desconoce si es verdad, si fue la versión de los acusados o si alguna fuente hizo llegar ese dato al periodista que firmó la pieza. En cuanto a Manuel López, su cuerpo fue rescatado del pozo el 8 de diciembre de ese mismo año, justo tres meses después de su asesinato. Según las informaciones de la época, se encontraba en “un avanzado estado de descomposición”.
En el juicio, que concluyó dos años más tarde de que se entregaran, los tres salieron culpables. Tanto Pilar Baeza como su novio y Juan Carlos fueron condenados a 29 años de reclusión mayor por el delito de homicidio premeditado y un año de prisión menor por tenencia ilícita de armas. A los autores materiales se les añadió una multa de 50.000 pesetas por inhumación ilegal, ya que enterraron el cadáver.
La defensa de Baeza intentó un atenuante haciendo referencia a su situación mental. Pero, aunque los informes forenses reconocen que era manipulable, con rasgos neuróticos y de escasa dotación intelectual, la consideraron dentro de los parámetros de la normalidad. A pesar de que la ahora candidata de Podemos no se encontraba en el momento de los hechos, la sentencia recoge que tenía conocimiento de lo que iba a suceder y que se implicó “tanto de forma previa como posterior al instante de la ejecución delictiva”. Esto, el tribunal lo supo gracias a que el novio de Baeza lo reiteró “de forma contundente y tajante en el acto del juicio oral”.
A la política por el fraude de las preferentes
Pero la candidata de Podemos no pasó los 30 años de la condena en prisión, por motivos que este periódico no ha podido concretar. En 1992, siete años después de su participación en el asesinato de Manuel López, Baeza abrió su gimnasio Giocare, situado en la calle Doña Vicenta Manzanedo de Ávila.
Según fuentes consultadas por este diario, la nueva residencia de Baeza se debe a que estuvo interna en la cárcel de mujeres de Brieva, en Ávila. En ese mismo centro se encuentra ahora Iñaki Urdangarin y por ahí han pasado otros ilustres presos como Luis Roldán y la etarra Idoia López Riaño, conocida como la Tigresa.
La actividad política de Pilar comenzó a partir de 2012. “En ese año descubrí que todos los ahorros que heredé de mi padre me los habían robado en una de las entidades bancarias más prestigiosas de esta ciudad”, relata, en primera persona, Baeza en su biografía de una página oficial de Podemos. Eso impulsó a Baeza a formar parte de la Plataforma de Afectados por las Preferentes de Ávila, donde llegó a ser su portavoz.
Gracias a la plataforma de afectados, Baeza entró en contacto con Trato Ciudadano, otra plataforma civil que se vinculó con el 15-M de Ávila y que se acercó a Podemos en 2014, cuando surgió la formación morada. Tanto Podemos como Trato Ciudadano empezaron a trabajar en una confluencia municipalista y Pilar Baeza iba a caballo entre ambas: en Trato Ciudadano había gente de Podemos y ella estaba inscrita en la formación liderada por Pablo Iglesias.
En marzo de 2015, Baeza se presentó a las primarias de Trato Ciudadano para la alcaldía de Ávila pero quedó séptima. Sin embargo no se dio por vencida y en noviembre de 2018 se presentó de nuevo, esta vez para ser secretaria general de Podemos en Ávila capital. Volvió a perder, a favor de Óscar Gregorio Jiménez. Eso sí, la victoria de Jiménez fue por una diferencia de tres votos. Baeza cada vez estaba más cerca de lograr un puesto político.
Su momento de gloria le llegó a principios de febrero de este año, cuando se celebraron las primarias municipales de Podemos en varias localidades de Castilla y León. Ahí por fin obtuvo su ansiado puesto político y salió elegida como cabeza de lista para la alcaldía en Ávila. Además, en las primarias que Podemos celebró para los candidatos al Congreso de los Diputados, ella salió segunda por Ávila.
Su objetivo electoral es transmitir y que cale en la calle que puede cambiar Ávila. “Me presento porque Podemos tiene que ser un espacio abierto a la gente y porque había una gran falta de mujeres”, aseguraba Baeza en una entrevista en la emisión regional del programa Hoy por hoy de la cadena SER. “Estoy dispuesta a luchar por un beneficio para toda la ciudadanía”, añadía.
“No hay que mirar a izquierdas y a derechas, hay que mirar a la gente de Ávila. La ciudad está peor que hace diez años y la gente conoce perfectamente lo que Ávila no necesita”, decía. Lo que la gente no conocía hasta ahora es que la que quiere liderar el cambio en la cuna de Teresa de Jesús tiene fantasmas guardados en el armario.
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