José Manuel iba siempre “con una sonrisa” por la vida. Era un tipo “bonachón”, “querido” y “bromista”. De hecho, posiblemente, el pasado viernes, antes de las 19:00 horas, cuando ocurrió el accidente, iría divirtiéndose camino de Gallur (Zaragoza), a donde llevaba, presumiblemente, a una amiga de entre 19 y 17 años. Estaban a apenas dos kilómetros del casco urbano de la localidad, casi llegando. Pero, entonces, el coche volcó (se desconocen aún las causas), cayó al Canal Imperial. Él murió ahogado, pero antes ayudó a que ella saliese del vehículo y llegara a unas escaleras para que pudiese subir. Su gesto, a la espera de conocer más detalles sobre la investigación, le honra. Lo convierte en un héroe gitano. O, mejor dicho, un héroe sin apelativos o apellidos.
No es la primera vez que un coche cae al Canal. En Gallur, donde conviven con su presencia a diario, están acostumbrados a escuchar historias milagrosas. Muchos caen, pero también consiguen salvarse. José Manuel, sin embargo, no tuvo esa suerte. Fue a parar al caño junto a su compañera. Pero, en un intento por sobrevivir, consiguió sacarla del coche y conducirla hasta unas escaleras situadas a la orilla –todas ellas situadas cada 50 metros–. Hizo un esfuerzo sobrehumano para ayudarla. Pero, cuando ella ya se encontraba a salvo, él no pudo más. Cansado y extenuado, acabó claudicando. Fue arrastrado por la corriente. Murió ahogado mientras su amiga, impotente, miraba desde lo alto y lo perdía de vista.
Siete horas después, los buzos encontraban su cuerpo con vida en la zona conocida como el Aliviadero de la Mina. Entonces, la joven contó a los agentes cómo la había salvado, cómo se había sacrificado por ella, cómo eligió acercarla a la orilla antes que, individualmente, nadar hasta la orilla y salir con vida del Canal. Su gesto, heroico, ha sumido a Magallón, pueblo donde residía, en un luto incomprensible. Han perdido a un vecino con apenas 27 años, en un buen momento de su vida, con mujer y dos hijas.
“Qué pena. Con lo que deja...”, lamenta un conocido en conversación con EL ESPAÑOL. José Manuel, aunque habitual en Magallón, donde residía y tenía a gran parte de su familia, estaba empadronado en Zaragoza, según la Guardia Civil. Allí iba y venía constantemente. Trasegaba un camino conocido sin pensarlo demasiado con su coche. La fatalidad, sin embargo, quiso cruzarse en su camino a tan solo dos kilómetros de su destino, cuando acercaba a su amiga. Sin otro oficio –se encontraba en paro– no le costaba nada acercarse a Gallur.
Lo hizo por un camino conocido como el cajero del Canal (propiedad de la Confederación Hidrográfica del Ebro), un lugar de uso restringido para el acceso a las fincas agrícolas, pero que es utilizado a menudo por los vecinos para transitar entre los pueblos colindantes de la zona. Por allí pasó José Manuel y su amiga. El accidente se produjo alrededor de las 19:00 horas. Después el 112 recibió una llamada de auxilio. Alguien, le dijeron, había sido arrastrado por el agua del canal tras caer con su coche.
Cuando llegaron los agentes, la acompañante de José Manuel estaba muy afectada. Ella había sobrevivido, sí. Eso era para estar alegre. Pero también había visto cómo él era arrastrado por el agua. Inmediatamente, los bomberos se sumergieron en el canal y fueron directos al coche. Allí no había ni rastro de él. José Manuel había conseguido salir, incluso había llegado a la orilla para darle la vida a su compañera. Pero no había podido más y había sido arrastrado por el caudal. La búsqueda, por tanto, se tenía que centrar en otro lugar.
Con el cadáver dieron a las 02:00 horas, pero no consiguieron sacarlo del canal hasta una hora después. Para ello, tuvieron que tener cuidado porque la parte donde encontraron a José Manuel tiene forma de uve y muy poca visibilidad. Un trabajo complicado culminado por los propios bomberos, pero también por el equipo subacuático de la Guardia Civil, por Protección Civil y por la Policía Local. Todos ellos, rescataron a José Manuel. Pero llegaron tarde. Entonces, ya había fallecido.
Es la segunda víctima mortal de los últimos años en prácticamente el mismo lugar. En 2011, un coche con cuatro jóvenes también cayó. Todos, salvo el conductor, lograron salir del vehículo y llegar a la orilla a nado para salir del canal. Uno de ellos falleció. Como José Manuel, su cadáver fue encontrado horas después. Las coincidencias, no obstante, ofrecen una certeza: es necesario acondicionar la zona para que no se repitan más accidentes.
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