La asesina de la pequeña Desirée estaba en casa: su madre pudo drogarla y asfixiarla
Al negarse a declarar ante la juez, la mujer está acusada de un delito de homicidio y se convierte así en la sospechosa número uno oficial del caso.
2 junio, 2019 02:26Dos viernes de cada mes, en torno a las siete de la tarde, José Manuel Leal esperaba en la puerta de la casa en la que vivía su pequeña Desirée en Muimenta, Cospeito (Lugo). Residía allí con su madre, Ana Sandamil, la expareja de José Manuel y madre de la niña que ambos habían tenido juntos. Desirée, algo más de siete años de edad, se subía al coche de su padre y disfrutaban juntos del fin de semana. La mañana del viernes 3 de mayo, hace justo un mes, José Manuel no pudo ir a esperarla porque antes recibió una llamada.
Eran las ocho. Al otro lado de la línea estaban las palabras tristes y melancólicas de la madre de Ana, anunciando algo terrible, según las fuentes cercanas a la investigación consultadas por este diario: "Desi murió", le dijo, en el gallego que le es propio. El padre cogió el coche, se dirigió aturdido a la parroquia de Muimenta y se encontró un enorme dispositivo policial que nadie del vecindario recordaba haber visto nunca.
Los investigadores estaban ya desplegado por la escena del crimen. La niña había pasado la noche con su madre. La abuela, esa mañana, encontró su cuerpo. Estaba desnuda, tapada con las sábanas de la cama. Presentaba lesiones en el rostro, en los labios y en el cuello. Yacía muerta. La mujer llamó rápidamente al 112. Los servicios de emergencias no lograron reanimarla. El cuerpo inerte de la pequeña atestiguaba que llevaba algún rato ya sin vida. Dentro de la casa encontraron también a la madre, envuelta en una manta y absolutamente enajenada.
Durante este último mes, según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, la mujer ha permanecido ingresada en el módulo de psiquiatría del Hospital Universitario Lucus Augusti (HULA) de Lugo. Hasta allí se trasladó esta semana la jueza del Juzgado Mixto número 1 de Vilalba. Quería tomarle declaración porque figuraba, desde el primer día, como principal sospechosa de haber acabado con la vida de la pequeña. La mujer llamó a su abogado. El letrado estuvo presente durante el breve intercambio, ya que Ana, la madre de la niña asesinada, se acogió a su derecho a no declarar.
En ese momento, la jueza la detuvo y la mandó a prisión provisional, comunicada y sin fianza. Está acusada de un delito de homicidio o asesinato de la niña.
La paz rota de una tranquila parroquia
Los agentes que registraron la casa hallaron varios objetos y sustancias sospechosas que señalaban automáticamente a la madre como autora de los hechos. Estaba una sustancia de color oscuro, un cóctel, al parecer, elaborado a base de una serie de pastillas. Eran las que tenía que tomar la madre de la pequeña para tratar los trastornos psicológicos que, al parecer, venía padeciendo desde hace años.
Aparecieron más cosas en la casa. Medicamentos. Las pastillas. El mismo líquido en una botella de agua de la que habitualmente bebía la pequeña. Recogieron pijamas, paños, ropa, las pastillas trituradas, coca-cola, etc. Todo ello puede resultar después decisivo. Como también el relato de los hechos y las declaraciones de los testigos.
El 1 de mayo, en Muimenta, se produce una de las fiestas más esperadas de todo el año por los vecinos del lugar. Se celebra a orillas de la iglesia parroquial de Santa Mariña. Es la fiesta de la Filloa -la cual, para los no iniciados (o no autóctonos), consiste en la elaboración de un tipo de crep dulce, típico de muchas regiones de Galicia-. Esta especie de rondalla lleva celebrando religiosamente desde el año 1992, coincidiendo y aprovechando que ese día que comienza el mes es festivo porque es el día de los trabajadores.
Allí, en plena naturaleza, se sirve churrasco, se asan criollos, las copas rebosan vino, y quien quiere se pone a bailar muiñeiras o a tocar la pandereta. Y Desirée tenía muchas ganas de ir a tocar la pandereta. También a bailar, se lo había dicho a su padre, y él lo recordaba, tal y como relató esta semana a La Voz de Galicia.
José Manuel sabe ahora que la niña no acudió a la fiesta. Y lo sabe porque se lo dijo ella misma. El hecho de que finalmente no hubiese acudido a le resultó muy extraño que no hubiese ido. El fin de semana anterior, que lo había pasado con su papá, insistió e insistió en que tenía muchas ganas de ir a la fiesta el uno de mayo. Y tocar la pandereta como siempre hacía. El padre no iba a poder llevarla.
El día del festejo, dos noche antes de que la pequeña apareciese muerta, José Manuel llamó por teléfono a la casa de su hija y le pidió que se pusiese al teléfono. Cuando le preguntó si lo había pasado bien en la fiesta ella le dijo que no llegó a ir. Él le preguntó por qué. Ella respondió seca y lacónica. "Porque no, papá". Esa noche, tras un "te quiero" que ahora le suena a despedida, fue la última vez que habló con su hija-
Esa paz de la parroquia, justo en la resaca del fin de semana posterior a una de sus fiestas más preciadas, se tiñó del color gris del cementerio, ese lugar que todos se vieron obligados a visitar para despedirse de una de sus vecinas más pequeñas. Y también una de las más alegres.
Investigación sobre la madre
La mujer rubia, con la tez bronceada, se convirtió en sospechosa para los investigadores desde el primer momento. Por eso se ha tenido un extremo cuidado en vigilarla desde el primer día con ella. Los agentes decidieron que habría que tomar todas las precauciones posibles con ella. Sobre todo por el estado en el que se la encontraron en la casa tras el crimen, a pocos metros de la pequeña muerta y totalmente enajenada, como en otro planeta, como si no supiera muy bien qué era lo que acababa de ocurrir.
De ese modo, dieron orden en el centro hospitalario que no se la permitiese abandonar el recinto sanitario, donde llevaba, hasta su entrada en prisión, un mes ingresada.
El padre declaró a diversos medios tras los hechos que la muerte de su hija Desirée no podía haber acontecido por causas naturales. Desirée era una joven animada, activa, deportista y que no paraba nunca de moverse. Además, todos los indicios apuntaban a una muerte de características violentas. O por lo menos, anómala.
El caso todavía está bajo secreto de sumario. Y la madre pasa ya, en su estancia en prisión, pasa a disposición judicial como la principal sospechosa del crimen. Sin embargo, pocos son los vecinos que se atreven a hablar directamente sobre lo ocurrido allí.
Debido al secreto sobre la causa, se desconocen los hechos e indicios que la magistrada posee para acusar a la madre de la pequeña. Pero sí que todo apunta a que la autopsia revelará que la menor ingirió los fármacos que la madre tenía recetados a modo de tratamiento.
La pequeña presentaba algunas marcas en la boca. Los informes médicos reflejaron, como causa de la muerte, la falta de respiración. Como Ana Sandamil, la madre de la menor, se ha negado a declarar, la juez la ha enviado provisionalmente a la cárcel.
El próximo 15 de julio Desirée habría cumplido ocho años. Su padre le había regalado, hacia poco, un pijama de unicornios. Se estaba convirtiendo en su ser mitológico favorito.
La jueza del Juzgado Mixto número 1 de Vilalba se trasladó ayer al Hospital Universitario Lucus Augusti (HULA) de Lugo para tomar declaración, en calidad de investigada, a Ana Sandamil, madre de la niña hallada muerta en su domicilio en la localidad de Muimenta (Cospeito) el pasado 3 de mayo. Con la presencia de un abogado nombrado por la investigada, esta se acogió a su derecho a no declarar. Entonces, la jueza acordó para ella prisión provisional, comunicada y sin fianza, acusada de un delito de homicidio o asesinato de la niña, lo que se determinará a medida que avance la instrucción judicial.
Los profesionales del 061 intentaron reanimar a la pequeña, pero no fue posible. Había fallecido. La casa se encontraba un tanto desordenada, y la madre estuvo envuelta en una manta y abstraída mientras los sanitarios intentaban la reanimación de su hija. También estuvo así durante el resto de la mañana, durante las horas que la jueza y los investigadores estuvieron en la casa. A algunas personas les dijo que desconocía qué había sucedido, pero a otras les indicó que la niña había ingerido pastillas que ella tenía que tomar con motivo de sus problemas mentales.
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