En la mansión sevillana de la lujuria: Patrick, el camarero ahogado que quería ser actor porno
La víctima, nigeriano de 26 años, trabajaba en un restaurante. Murió en la piscina de un chalet convertido en prostíbulo de lujo y set de rodaje de sexo.
4 septiembre, 2019 03:36Noticias relacionadas
- Ahí se hacían auténticas bacanales- dice un vecino que pasea con su perro por delante del número 10 de la calle Tartessos de Mairena del Aljarafe (Sevilla)-. De un burdel de lujo y discreto, al que las chicas llegaban con sus maletas como si fueran simples turistas, pasaron a una casa donde celebrar fiestas con prostitutas, drogas y todo tipo de desfase... Había que pagar entrada para poder acceder. La pena es que haya tenido que pasar una tragedia así para que se destapara lo que los vecinos venimos sufriendo desde hace dos años.
El hombre se refiere a la muerte, la tarde de este pasado domingo, de un joven de 26 años mientras se bañaba en la piscina de un chalet de la exclusiva urbanización Simón Verde de Mairena, donde los adosados de precios más asequibles se suceden entre casas que cuestan varios millones de euros.
El chico fallecido se llamaba Patrick C. E. Tenía 26 años. Era un nigeriano de Lagos que había emigrado a España en busca de trabajo. La causa más probable de su muerte es un fallo cardíaco, aunque a última hora de la tarde de ayer aún no se conocía el informe final de la autopsia, según fuentes oficiales de la Guardia Civil.
Pocas horas después de la muerte de Patrick se supo que el chico participaba en un casting de actores porno. La víctima acababa de mantener relaciones sexuales antes de morir. El titular del Juzgado número 5 de Sevilla decidió abrir diligencias para esclarecer los hechos.
- Quería sacarse un dinero extra. Siempre decía que como camarero no le llegaba el sueldo. Por lo visto, tenía las medidas para dedicarse a ese mundo- explica por teléfono a EL ESPAÑOL una amiga de Patrick que prefiere mantenerse en el anonimato.
La víctima trabajaba desde abril del año pasado en un restaurante de la calle Ximénez de Enciso de Sevilla, a la espalda de la catedral de la ciudad. El domingo probó suerte como actor porno. Tras rodar unas cuantas escenas, pidió darse un baño porque estaba sofocado. Luego, murió en la piscina.
El chalet donde falleció Patrick está levantado sobre una parcela de 1.700 metros cuadrados. La casa, de cuatro plantas y con garaje, mide 550 m2. Tiene las paredes del exterior pintadas de verde. En algunos portales de compra-venta de inmuebles se ofrece por un valor de un millón de euros. En otro, si se negocia directamente con el dueño, su precio se rebaja a los 800.000 euros. Su propietario la alquila por semanas y meses mientras intenta deshacerse de ella.
Hasta finales del año pasado, el chalet fue un prostíbulo de lujo, un burdel de scorts escondido bajo el falso negocio de un centro de masajes. En internet se publicitaba como Aljarafe Relax, un exclusivo lugar con piscina y jardín "donde relajar cuerpo y mente". También ha sido lugar de rodaje de numerosos vídeos pornográficos que circulan por la red.
- Los viernes por la tarde comenzaba el desfile de clientes y de chicas que venían a trabajar. Como esta calle no tiene salida - el final de la vía Tartessos es una pequeña rotonda que obliga a cambiar el sentido de la marcha- todos los vecinos sabíamos qué coches eran de fuera. Unos aparcaban un rato y otros se iban al cabo de horas.
La que habla con el periodista es otra vecina de los alrededores de este chalet de la lujuria. Cuenta que varios propietarios, ella incluida, denunciaron de forma verbal lo que sucedía en esa vivienda ante la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Policía local de Mairena.
Tras el cierre del burdel, desde principios de 2019 la casa se ha convertido en sede de fiestas que comenzaban con el sol de la mañana y se alargaban hasta la madrugada.
- Al menos se han celebrado dos. A la última vino la Guardia Civil a hacer controles de alcoholemia a la gente que salía conduciendo, pero no entró a la vivienda- cuenta esta vecina-. La gente se metía cocaína y practicaba sexo en la puerta. A los participantes de la bacanal se les cobraba 10 euros por el acceso a la casa.
“En el lado equivocado”
“Tengo miedo a caer de nuevo. Miedo de que en el momento en que empiece a caer… termine en el lado equivocado”.
El perfil en Facebook de Patrick F. suena a presagio. El nigeriano que murió en el citado chalet no pudo continuar con su incipiente carrera en el sector del porno. Sólo un día después de su muerte, sin saber nada del suceso que había ocurrido 24 horas antes, una familia sevillana se instaló en la casa. Eran un matrimonio y sus dos hijos, ambos menores de edad. Con ellos se trajeron a sus mascotas: un perro y un pájaro enjaulado.
Este martes, la familia abre la puerta del chalet al reportero y muestra la que va a ser su residencia de forma temporal. Dentro de la piscina, situada en la parte trasera de la parcela, hay un flotador hinchable de color rosa y forma de cisne. En una de las paredes del garaje hay una pizarra con nombres escritos con tiza. Ina. José. Kekote. Xino. En el centro, con letra redonda, se lee: “¡Felicidades, my amor!" En el comedor hay un flexo de metro y medio de altura y distintos cuadros colgados por las paredes. No hay rastro de excesos carnales del pasado.
- No sabíamos nada- cuenta el hombre que ha arrendado el chalet; es pintor-. Nos dejas a cuadros. ¿Que el domingo murió un chico en esa piscina? El intermediario que nos dio las llaves no nos dijo nada... Aunque igual ni lo sabía.
- Llegamos ayer [lunes] a las tres y media de la tarde. Hemos alquilado el chalet una semana por 700 euros. Tenemos el contrato. Somos de Mairena pero queríamos un sitio cercano con piscina -explica ahora la mujer-. Pero vamos, que yo aquí no me quedo. ¡Y ni mucho menos me baño!
Los últimos cuatro inquilinos de esta casa del sexo introducían bolsas y maletas en su coche a las tres de la tarde de este martes, poco después de hablar con el periodista. Daban por terminada su semana de vacaciones. El chalet volvía a estar deshabitado. La muerte de un nigeriano de 26 años lo ha silenciado por el momento.