La muerte del motorista Rafa, un Lancia Azul y un informe policial “falso”: los padres exigen justicia
Un extraño accidente en el que falleció un chico de 24 años y su novia de 18. El atestado policial era erróneo en un 60%.
16 noviembre, 2020 02:16Noticias relacionadas
Una pareja de jóvenes viaja en moto por una solitaria carretera secundaria de Madrid. Se cruzan en una curva con un coche que circula en sentido contrario. Algo sucede en ese momento que provoca la caída de la moto. La pareja, Rafa (24) y Laura (18) mueren en el acto. La Guardia Civil llega y hace el atestado. “Tu hijo iba como un loco”, le dicen después al padre del fallecido como toda explicación. Escriben el informe y así queda el suceso: Rafa iba muy rápido, perdió el control de la moto y los dos jóvenes murieron al estrellarse contra el quitamiedos. Fin de la historia.
¿Fin? No para Rafael y Carmen, los padres del motorista muerto. De inmediato se pusieron a pedir explicaciones, a recabar información, a analizar el atestado. Descubrieron que dicho informe policial era erróneo en más del 60% (según un peritaje posterior de la propia Guardia Civil). Una chapuza absoluta de los agentes que atendieron el siniestro. Apenas le hicieron preguntas a la presunta conductora del misterioso Lancia azul y dieron por buena su escueta versión. Le tomaron declaración a destiempo y ni siquiera la incorporaron al sumario. De hecho, la aportaron al juez 43 días después, cuando el caso ya se había archivado.
La muerte de Rafa Moral y su novia Laura el 8 de enero de 2017 se ha convertido en una obsesión para los padres del chico. Han movido cielo y tierra para que se reabra un caso plagado de fallos. A pesar de las evidencias, Rafael y Carmen se llevaron el mes pasado el último jarro de agua fría: un juzgado de Madrid desestimó la reapertura. Ahora hablan con EL ESPAÑOL y aportan toda la documentación que les hace creer que la muerte de su hijo no se ha resuelto de forma justa.
Un extraño accidente
Son las cuatro de la tarde del 8 de enero de 2017. Rafa, ‘Rafita’ para los suyos, conduce su Honda CBR 1000 por el término de Ribatejada (Madrid). Va ataviado con un mono blanco. Su novia Laura viaja detrás como copiloto. Adelantan a un coche en una recta sin demasiada complicación. La moto llega a una curva a izquierda. Ahí se cruza con un Lancia azul, en mitad de un cambio de rasante. No se sabe qué sucede en ese instante, solamente que la moto se va al suelo y los chicos acaban en el suelo. Los dos mueren.
Son varios los coches de paso que se detienen en ese punto tras el siniestro. La mujer del Lancia viaja junto a su marido, un hombre cano de mediana edad. Ella les dice a todos que está todo controlado, que ya ha llamado a la Guardia Civil y a la ambulancia. Cuando llega la benemérita le hace un par de preguntas. Ni siquiera las incorporan al atestado, en el que no hay ni rastro de la presencia de testigo ni coche alguno. Mientras, los sanitarios no pueden hacer nada por salvar la vida de Rafa y Laura.
Al padre de Rafa le dijeron los agentes, cuando fue a recoger los enseres de su hijo al cuartel, que el chico iba como loco. Los agentes no sabían con certeza si la moto iba muy rápido o no. No lo sabían porque no vieron el accidente, no hubo testigos que sostuviesen esa versión, ni siquiera se habían realizado mediciones por ningún experto.
La testigo del Lancia
A la mujer del Lancia le tomaron una somera declaración en el momento del accidente, testimonio que ratificó 27 horas más tarde, tras ser citada por las autoridades. Los agentes no revisaron en ningún momento si su coche tenía marcas de impacto o roce alguno. Preguntaron para cumplir el expediente, o eso se desprende de lo poco riguroso del interrogatorio. Los agentes que le tomaron declaración recogieron que ella dijo lo siguiente:
“(…) circulando en sentido decreciente con dirección Daganzo de Arriba, aproximándose con una curva con desarrollo hacia la derecha, observa una motocicleta que circula en sentido creciente, tomando la misma curva prácticamente por el centro de la calzada, invadiendo los cuerpos de los dos ocupantes de la motocicleta parte del carril por el que circula la dicente, esto debido a que la motocicleta trazaba la curva con cierta inclinación. Que cuando la motocicleta se aproxima a la posición ocupada por el vehículo conducido por la declarante, su conductor, para evitar la colisión, intenta corregir la posición de la motocicleta para sortear el obstáculo, momento en que, por la propia maniobra realizada, dirige el vehículo contra el margen derecho de la calzada y, para evitar una posible salida de vía, vuelve a tumbar la motocicleta para intentar salvar el desarrollo completo de la curva”.
Los agentes en ningún caso le preguntaron acerca de si vio el impacto, contra qué se golpearon o en qué posición se hallaba su coche. Con su marido, que iba en el coche, ni siquiera hablaron. Cerraron el interrogatorio y lo remitieron a sus superiores junto al resto de la documentación, una vez acabaron la investigación en marzo. Adjuntaron los cálculos realizados para valorar a qué velocidad iba la moto y cómo pudo ser el impacto. Incorporaron también un croquis dibujado por ellos mismos, en el que trataron de reconstruir la escena. En dicho plano ni siquiera aparece el Lancia de la mujer.
Su declaración tampoco aparece en el informe. Los agentes la omitieron. Fue incorporada 43 días después del siniestro, cuando el juez la reclamó por petición de los padres de Rafa, que ya habían identificado demasiadas irregularidades en el caso. Por ello solicitaron (y consiguieron) una revisión del caso a cargo del GIAT (Grupo de Investigación y Análisis de la Agrupación de Tráfico) de la Guardia Civil. Porque no cesaron de buscar pruebas, de fotografiar el lugar de los hechos y compararlos con las instantáneas del atestado. Localizaron incluso a una de las personas que pasó con el coche por aquella curva instantes después del siniestro, y declaró que el conductor del Lancia era, en realidad, un hombre cano de mediana edad.
Tras una exhaustiva investigación, desde el GIAT de Madrid entregaron la revisión del caso. Concluyendo que el informe inicial estaba plagado de errores que pudieron ser determinantes en la investigación. En casi todos los campos hay fallos: en los cálculos de la velocidad, de la trayectoria, en el croquis. Y que la praxis de los agentes a la hora de hacer su trabajo no fue correcta, especialmente en lo referente a interrogar a la testigo el Lancia. A continuación, exponemos un resumen de las principales correcciones que apunta esta revisión:
Los errores
- “Se le toma manifestación [a la conductora del Lancia] 27,5 horas después de la ocurrencia de los hechos y se entrega a la autoridad judicial 43 días después de haberla tomado. A juicio de los informantes, la manifestación pierde valor probatorio de espontaneidad o inmediatez, ya que a la testigo le da tiempo a crear una versión reposada, estructurada y/o parcial de los hechos”.
- “La posición relativa de su vehículo sobre el escenario de los hechos no queda ni fijada ni referenciada con respecto a elemento vial alguno ni con respecto a la motocicleta”.
- “No se le pregunta a qué velocidad circulaba. Tampoco si la motocicleta llegó a invadir su carril de circulación. O si ella misma llegó a invadir en algún momento el carril de la motocicleta”.
- “La testigo cita en su manifestación que el conductor de la motocicleta, “para evitar la colisión, intenta corregir la posición de la moto para sortear el obstáculo”. La instrucción policial no pregunta a qué obstáculo se refiere ni indaga más al respecto”.
- “Teniendo en cuenta la anchura de los carriles (3,60 cada uno) y la anchura del vehículo de la testigo (1,80), si la moto no llegóa invadir el sentido contrario (supuestamente sólo los cuerpos de la motocicleta) y aún así el conductor le supuso un obstáculo, indirectamente pone de manifiesto que el vehículo Lancia circulaba próximo al centro de la calzada”.
- “La falta de explicación objetiva y argumentada de las supuestas infracciones atribuidas al conductor de la moto cuestiona la imparcialidad de las conclusiones alcanzadas, al apoyarse en exceso en la manifestación de la testigo”.
- “La instrucción plicial vuelve a fundar su conclusión en base a la manifestación de la testigo: “al fin de evtar posible colisión con el vehículo marca Lancia, realizó una maniobra evasiva consistente en girar fuertemente el manillar hacia la derecha para variar la trayectoria”, obviando con ello que la testigo en su manifestación indirectamente se está auto-implicando en el siniestro vial”.
- “La causa principal [del accidente] que argumentan [los agentes] ha sido desacreditada previamente por la instrucción policial, al perder objetividad en la investigación”.
- “Persisten en considerar de nuevo la manifestación de la testigo en su intento de reforzar sus conclusiones. Con este criterio menoscaban la credibilidad al valor objetivo e imparcial que debe tener toda investigación policial”.
- “En el caso que nos ocupa, parte de la instrucción policial no deja de ser una versión subjetiva de la manifestación de la testigo”.
- “El croquis adjunto presenta varias carencias y/o deficiencias:
- No se reseña con suficiente antelación la trayectoria previa de la moto y su posición inicial
- No se reseña ni ubica la posición del vehículo conducido por la testigo.
- No se reseña la totalidad de la señalización vertical.
- No consta la escala a la que se está levantando”.
- “El cotejo de información pone de manifiesto que el trazado dibujado en el croquis no se corresponde con el trazado real y que las medidas reseñadas en el informe han sido adaptadas a este”.
Todas las mediciones mal
Del mismo modo, el informe continúa realizando correcciones sobre las mediciones tomadas por los instructores: están todas mal. Llega a hacer referencia incluso a que, dadas la diferencia de cifras obtenidas en uno y otro informe, los primeros instructores desconocen por completo la operativa de hacer estos cálculos, habiendo utilizado herramientas equivocadas para obtener los datos.
Apuntan del mismo modo que, aunque no hay obligatoriedad de hacerle el control de drogas o alcohol a un testigo, dadas las circunstancias del caso, se le podría haber practicado a la mujer que conducía el Lancia. Y que de haber hecho bien su trabajo, la mujer hubiera pasado de testigo a implicada, por lo que la investigación hubiera corrido por cauces diferentes.
Sin embargo, todo ello ha quedado en agua de borrajas. Apuntan desde el mismo informe que la exploración visual del Lancia ya no tendría sentido, porque había pasado demasiado tiempo desde que se produjo el siniestro, por lo que cualquier pieza presuntamente tocada del coche ya habría podido ser sustituida. Hacen ese apunte al hilo de unas fotos aportadas por los padres de Rafa, que lograron tomar una instantánea del Lancia azul (porque conductora y marido viven en su pueblo, Daganzo de Arriba) en la que aparecía un restregón de color blanco en la aleta izquierda delantera del coche. Sostienen Rafael y Carmen que podría ser del mono blanco de su hijo.
El mono blanco
Tampoco se examinaron los trajes de los motoristas en el momento del accidente. De hecho, en su declaración, la mujer del Lancia asegura que el conductor de la moto llevaba ropas oscuras, cuando en realidad Rafa llevaba un mono blanco. Sus padres también denuncian que, tras cotejar el reportaje fotográfico policial con las imágenes que publicaron del accidente varios medios de comunicación y cuentas de Twitter, queda de mostrado tanto la moto como los cuerpos de los finados habían sido desplazados, aunque el informe policial asegurase que no. Que alguien movió sus cuerpos.
Todo ello lo recogen en un exhaustivo informe paralelo que han realizado ellos mismos, con fotografías del terreno, huellas que no se tuvieron en cuenta y otros elementos que se descartaron. Apuntan también que el accidente no pudo pasar como dice ninguno de los dos informes porque, entre otras cosas, “si mi hijo hubiera ido arrastrando por la calzada tal y como dicen, hubiera dejado una gran marca en el asfalto y no hubiera golpeado en la zona donde la valla tiene el impacto”.
Porque también han identificado fallos en el segundo informe. Como en lo relativo al impacto, o en lo concerniente a la primera declaración de la mujer, que sí que se tomó in situ y no se tomó en cuenta "para desvirtuar, porque al decir que el testimonio se tomó tarde, ya no se podía incorporar en el expediente".
Del mismo modo, los padres de Rafa consiguieron que se le tomara declaración a una testigo que circulaba aquella tarde por la carretera y vio que el conductor era un hombre. Lo corroboró en sus declaraciones voluntarias. No obstante, el juez también desestimó incorporar este testimonio al sumario. El caso fue cerrado sin responsables.
“Alguien quiere taparlo”
Todos los intentos de la familia de Rafa por reabrir el caso han sido en vano. Las investigaciones posteriores que han demostrado la cantidad de errores policiales se han conseguido solamente gracias a su terquedad. Han elevado sus quejas incluso al Ministerio del Interior para conseguir que se vuelva a investigar a fondo. Pero les sirve de poco. El mes pasado les volvieron a denegar y su abogado decidió dejar el caso.
A pesar de las decepciones, no desfallecen. Ahora elaboran mascarillas con el nombre de Rafa para poder pagar al nuevo abogado. Off the record cuentan muchas cosas que no se pueden publicar, por no estar demostradas. Pero parecen tener claro que “hay quien ha intentado tapar este caso desde el principio”. Dicen tener claro que quien conducía aquel coche no era la mujer, sino su marido “que tiene el carnet retirado desde hace años” y que los indicios y testimonios que han ido apareciendo para reforzar su tesis han sido desestimados de forma sistemática.
De momento siguen su via crucis judicial: El Juzgado de Instrucción Número 4 de Torrejón de Ardoz sobreseyó inicialmente el caso basándose en los informes del forense y el atestado de la Guardia Civil. Rafa y Carmen consiguieron su reapertura en agosto de 2019 informando a la fiscal del caso y al fiscal jefe de la zona de Alcalá de Henares de lo que consideraban una presunta falta de diligencia en la elaboración de los informes, que posteriormente se confirmó.
Ahora, la Audiencia Provincial de Madrid ha vuelto a desestimar el caso, apoyándose en que faltan indicios, en que ya no se podría demostrar nada de lo sucedido aquel 8 de enero de 2017. Deberían haber sido aquellos agentes instructores los que hubiesen investigado a fondo. Pero no tomaron declaraciones a la testigo, no examinaron su coche, se inventaron los datos y cerraron la carpeta. Ha pasado demasiado tiempo, aunque ni Rafa ni Carmen pierden la esperanza: “No siento que estemos perdiendo el tiempo; yo lo que perdí fue a mi hijo, así que voy a dedicar todo el que me queda a que se haga justicia para Rafita”.