Alfonso Rueda, el fiel escudero de Feijóo que presidirá Galicia y aprende de Rajoy en las caminatas
El vicepresidente de la Xunta desde 2009 es el favorito en las quinielas pra suceder a Feijóo cuando se marche a Madrid.
3 abril, 2022 04:12Noticias relacionadas
Siete de la mañana, Pontevedra. Bajo una fina capa de agua que baña las calle de la provincia gallega en las primeras horas del día, se puede ver a un hombre de pelo canoso correr por la carretera, buscando rebajar su marca personal, luchando contra sí mismo por ser mejor que el día anterior. Es Alfonso Rueda, vicepresidnete de la Xunta de Galicia y el señalado por todos como sucesor de Alberto Núñez Feijóo cuando este se mude a Madrid.
Rueda tiene varias pasiones. Este fin de semana lo ha pasado lejos de su Pontevedra natal, que es una de ellas. El jueves se trasladó a Sevilla, donde su partido, el Partido Popular, ha elegido a su jefe, Núñez Feijóo, como nuevo líder nacional.
Los tres días que ha durado la convención han sido un mero trámite, un baño de masas para el hasta ayer baron. Arropado por los suyos, el resto del partido aguardaba expectante saber de quién se rodeará el nuevo presidente del partido. Quién se mudará de Galicia a la capital. Rueda estaba tranquilo. Sabía que a él no le tocaría hacer una mudanza tan larga.
“Es el sucesor lógico de Feijóo. Ha sido su número dos desde 2006. A nadie le va a extrañar cuando lo señale”, explica a EL ESPAÑOL un periodista conocedor de la sala de máquinas del PP gallego y cercano al propio Rueda. La mudanza del también presidente provincial de Pontevedra será más corta, a Monte Pío, en Santiago de Compostela, una especie de La Moncloa gallega.
La relación entre los dos, maestro y pupilo, se remonta a 16 años atrás. En 2006 Feijóo volvió a Galicia con una misión: rehacer el partido tras los años del fraguismo y prepararse para un camino empedrado en la oposición, un lugar extraño para los populares en la comunidad autónoma.
Pontevedra, la clave
Hasta entonces los dos no se conocían. Feijóo volvió de estar al frente de Correos en Madrid hasta 2003, auspiciado por Mariano Rajoy y José Manuel Romay Beccaría. “Se tuvo que poner a hacer horas extras” para conocer los entresijos de la administración gallega, para poner cara a los líderes del partido antes de enfrentarse a ellos en el congreso. Analizó la situación y llegó a la conclusión de que Pontevedra sería la que determinase el vencedor del cónclave conservador.
Rueda era entonces militante y director general de Administración Local de la Xunta. Hijo de José Antonio Rueda Crespo, histórico político popular en la región, su vocación por la política “fue desde muy temprano”, cuenta un compañero de filas. Feijóo se fijó en él rápidamente para que fuese su hombre sobre el terreno, para que fuese sus ojos y su voz en aquellos recovecos de la sociedad, a pie de calle, a los que el futuro líder todavía no llegaba.
Los primeros acercamientos no fueron fáciles. Convencido Rueda para formar parte del futuro Gobierno feijoísta, quedaba asegurar que se encargarse de ser la cara amarga del partido: la secretaría general. “En una primera reunión Feijóo se lo propone, pero declina la oferta. Incluso le recomienda otros nombres. Pasaron unas semanas, y le dijo que tenía que ser él, que no podía ser otro. A través de unas personas clave lo consigue convencer”, narra el periodista consultado.
Esas “personas clave” tienen nombre y apellidos: fueron Rafael Louzán, presidente de la Diputación de Pontevedra entonces, y los alcaldes de Cañiza y Cambados, César Mera y José Manuel Cores Tourís, respectivamente. Gracias a ellos Rueda se dejó convencer para enrolarse en una aventura política que lo ha levado de la mano de Feijóo hasta la actualidad.
Aunque bebió de la dedicación política en casa, antes de dedicarse a ella ya tenía su vida solucionada. Se licenció en Derecho por la Universidade de Santiago y aprobó las oposiciones a secretario de Ayuntamiento. Pasó por la Cañiza, Cambados y Marín, donde tiene actualmente su plaza.
Un tándem inseparable
Pasaron los años de la oposición y llegó 2009, y con él la primera mayoría absoluta del ahora presidente del PP a nivel nacional. Feijóo y Rueda, Rueda y Feijóo. Un tándem que se mantiene en la actualidad, aunque ahora vivirán más separados que nunca. “Nadie discutió el nombramiento a nivel de Gobierno. Sabían que lo que decía Rueda era la palabra del presidente.
A nivel interno fue distinto Un secretario general es el que dice no a mucha gente, el que tiene que reestructurar el partido y el que lleva malas noticias a quien se las esperaba buenas. Se granjeó algunas enemistades, algunas que duran hasta hoy”.
Siempre a su lado, siempre de escudero. Ese ha sido el papel de Rueda en los gobiernos de su jefe. “Fraguaron algo más que una amistad, hicieron una sintonía de trabajo y una manera de entender la política de la misma forma. Alfonso hizo un esfuerzo por comprender la forma de ser y hacer de Alberto, de entender el país”.
Núñez Feijóo tiende siempre a escuchar a todo el mundo: desde periodistas a personas relevantes de la vida social y cultura de Galicia. Con Rueda fue similar, desde un primer momento prestó atención a todo lo que decía. Tanto, que siempre ha sido su vicepresidente. Desde 2009 hasta ahora.
Tanta es la confianza puesta en él que Rueda es, junto con la consejera Rosa Quintana, el único superviviente de la primera Xunta de Feijóo, aquella que alcanzó por primera vez el poder con mayoría absoluta tras vencer en las urnas al bipartito del BNG y el PSOE.
Baja por paternidad
Cuando se siente en el sillón de la presidencia de la Xunta no será la primera vez que lo haga. En 2017 ya sustituyó a Feijóo cuando este estuvo de baja por paternidad, en febrero de aquel año. Un paso fugaz pero que asentaba las bases del futuro.
“Es un tipo muy familiar, se desvive por ella. Muchas veces lo acompañan en los actos importantes que tiene”. Alfonso Rueda está casado y tiene dos hijas. La menor, de 16 años, todavía estudia en Pontevedra. La mayor, de 19, salió pronto del nido hacia Madrid para cursar Derecho y Relaciones Internacionales. Esas tres mujeres son otra de sus pasiones.
La otra, la que cultiva a diario, es el deporte. Corredor empedernido, sale a correr cada mañana. “Yo no corro, pero me lo he encontrado muchas veces por la mañana”, cuenta un compañero de partido. Rueda sale a a la calle como si de una competición se tratase, para mejorar su tiempo y vencerse a sí mismo. El próximo fin de semana, “si los compromisos políticos le dejan”, estará en la media maratón de la Vigbay, una competición que va desde Vigo a Baiona.
La afición por las caminatas lo ha convertido en uno de los compañeros de paseos del ex presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando pasa los veranos en Galicia. El tercer acompañante es el marido de la política Ana Pastor, José Benito Suárez Costa.
Cuando no corre se sube a su bicicleta. Aprovecha los fines de semana, cuando su agenda se lo permite, para escaparse con sus amigos. “Es fácil verlo de cañas con ellos o saliendo a tomar el pulpo de los domingos”. Y cuando no pedalea, aprovecha para escaparse con su mujer pilanto su última pasión, una moto BMW 1200.
De trato afable en el tíu a tú, quienes lo conocen dicen de él que le gusta leer y que es tan fácil mantener una conversación con él como la frialdad que gasta a la hora de tomar decisiones políticas. A lo largo de este año, cuando presumiblemente el PP gallego haga su propio congreso motivado por la salida de Feijóo hacia Madrid, tendrá que demostrarlo.
Al igual que nadie va a cuestionar la palabra del todavía presidente cuando señale a Rueda como su sucesor en la Xunta, las espadas se levantarán cuando se trate de mandar en el partido. Los presidentes provinciales querrán hacer suyo el partido, moldearlo a su mejor forma de entender el futuro de Galicia. “José Manuel Baltar, el presidente en Ourense, tendrá mucho que decir. Pedro Pui, que sería otro en liza, ya ha dicho que no quiere”.
En el PP gallego la tradición es que el candidato a presidir la Xunta sea el presidente de la formación. Así ha sido siempre y, a menos que se cambien los estatutos, así seguirá siendo. Alfonso Rueda se enfrenta entonces a dos escenarios: “Que su amigo y compañero Feijóo lo señale, lo cual le hará tener un congreso fácil, o que lo deje a su suerte, por lo que lo tendría más complicado. Casi tanto como lo tuvo Alberto en 2006”.